Gerrarik EZ!!!

 GERRARI EZ!

  • Irakeko gerra gezur handi batean oinarritu zela jakin egin
  • Azken egun hauetan agerian gelditu da Afganistango gerra bi hamarkada luzetan gezurkeriek eta gertakizunen manipulazioek elikatua izan

Zer nolako gezurrak sortzen ari dira orain Ukrainiaren gainean zentzuzkoena gerra bat prestatzea dela sinestarazteko guri?

Kaltetutako herriei bizkar emanda, zenbait herrialde nagusik euren interesak babesten dituzte. Gerra bat lehertuko balitz, hasieran “mugatua” izanik ere, biztanleriarentzat aurretik iragarri ezin diren ondorioak edukiko lituzke. Jakin liteke noiz eta non hasten den, baina ez dago jakiterik noraino zabalduko litzatekeen ezta zenbat iraungo lukeen.

Gaurko zein azken garaiotako gerra guztietan gertatzen den bezala, kaltetuenak eskualdeko biztanleria zibilak izango dira. Hildakoez gain, migratzera behartuak izango dira eta orduz geroztik behartutako pertsona migrante eta babes bila ibiliko direnak izango dira.

Espainia eta bere itunak ez daude arazotik at. NATO aurrez aurre dauden eragile nagusienetarikoa da. Baina Espainiako Estatua, zeina itun horretako partaidea baita, ez da inolaz ere errugabea, kontrara baizik; Itsas Beltzera, nora itsasontzi mina-dragatzaile bat bidean bazihoan, fragata bat bidaltzearen iniziatiba ere hartu du. Era berean Eurofighter gudu hegazkinez haize hedatze bat eskaini du Bulgarian, Letonian ehunka militarrez eta gerra tresneria ugariz hornitutako beste misio bat mantentzen duen bitartean.

Eta modu honetan, bere buruari “aurrerabidezko” deitzen dion gobernu honek, Ukraniari buruzko Bake Konferentzia bat eskatu beharrean, EEBBekin bat eta gerra berri baten alde egiten du. Gogoratu behar da hemen, Espainia dela Nazio Batuek sustatutako Arma Nuklearrak Debekatzeko Nazioarteko Ituna oraindik berretsi ez duen estatuetariko bat –nahiz eta hainbat giza erakundek eta bakearen aldeko eta militarismoaren aurkako erakunde guztiek eskatua izan den-Egoera honen aurrean, Ongi Etorri Errefuxiatuak-eko parte den GERRA HEMEN HASTEN DA taldetik zera esan nahi dugu:

  1. Gerra guztien kontra gaude eta inplikaturiko indar militar guztien atzerantz egitea exijitzen
  2. Espainiako gobernuari premiaz exijitzen diogu egungo gatazkan dituen indar militar guztiak erretira ditzala, tropa gehiago ez bidaltzeko eta gatazkan dauden herrialdeei armak esportatzeko edozein lizentzia bertan behera
  3. Era berean gobernuari NATOrekin haustea exijitzen diogu. Itun militar honek ez dauka arazorik Europako zein munduko herrien kontra jotzeko bloke geoestrategiko den heinean duen posizioari
  4. Armadek, euren kultura zaharkitua, euren esku hartzekoak eta armamentua, matxismo anakronikoz beteriko eredu sozial gaiztoa osatzen dutela eta baliabideak beharrik gabe irion egiten dituztela adierazten Eta hala ere, pobrezia eta giza baztertzearen kontrako programak ezartzeko, osasun izurrien aurka borrokatu eta ikertzeko, ingurugiroaren gainbeheraren eta aldaketa klimatikoaren kontra lan egiteko, baliabide beharrezkoak direla aldarrikatzen dugu. Era berean militar industria osoa desegitearen eta birmoldatzearen alde egiten dugu.
  5. Azkenik herritar guztiak deitzen ditugu eta giza erakundeei gonbitea egiten diegu mobilizatzeko eta gerra goraldi hau

 

GERRARI  EZ

Otsailaren 6a, igandea, 12:00ean, Arriaga Plazan, BILBAO

 

  • Supimos que la guerra de Irak se fundamentó en una gran
  • Se ha destapado estos días, que la guerra de Afganistán ha estado alimentada por más de dos décadas de falacias y manipulaciones de los hechos.

¿Qué mentiras se están construyendo ahora en torno a Ucrania para hacernos creer que lo más razonable es preparar una guerra?

Diferentes potencias hegemónicas defienden sus intereses a espaldas de los pueblos afectados. El estallido de una guerra, por “limitada” que fuera en sus comienzos, puede tener consecuencias impredecibles para las poblaciones. Se podría saber cuándo y dónde empieza, pero nadie puede saber hasta dónde llegaría su extensión ni su duración.

Como sucede en todas las guerras actuales y recientes, las más afectadas serán las poblaciones civiles de la región. Además de las muertes que sufrirán, se verán obligadas a migrar y se transformarán en personas migrantes forzadas y en busca de refugio.

España y sus pactos no son ajenos a todo ello. La OTAN es uno de los agentes principales de la confrontación. Pero el estado español, que forma parte de esa alianza, no es inocente sino más bien todo lo contrario; ha tomado la iniciativa de enviar una fragata al Mar Negro, hacia donde ya se dirigía también un dragaminas. Igualmente ha ofrecido un despliegue aéreo con aviones de combate Eurofighter en Bulgaria, sumando esto a otra misión que mantiene en Letonia con varios cientos de militares y gran cantidad de material de combate.

Y así es como rápidamente, este gobierno autodenominado “de progreso”, en vez de reclamar una Conferencia de Paz sobre Ucrania, se alinea con EEUU y se suma a la posibilidad de una nueva guerra. Hay que recordar aquí además, que –a pesar de que se lo ha pedido numerosas organizaciones sociales y todas las organizaciones pacifistas y antimilitaristas-, España es uno de los estados que todavía no ha ratificado el Tratado Internacional sobre la Prohibición de las Armas Nucleares auspiciado por Naciones Unidas.

Ante esta situación, desde LA GUERRA EMPIEZA AQUÍ de Ongi Etorri Errefuxiatuak

queremos decir que:

  1. Estamos en contra de todas las guerras y exigimos la retirada de todas las fuerzas militares actualmente
  2. Exigimos urgentemente al gobierno español que retire todas las fuerzas militares presentes en la zona del conflicto actual, se abstenga de enviar más tropas, y cancele cualquier licencia de exportación de armas a países en
  3. Exigimos igualmente al gobierno que rompa con la OTAN, alianza militar que se distingue por ser una institución que no tiene reparos en actuar contra los pueblos europeos y del mundo para mantener su posición de bloque geoestratégico.
  4. Manifestamos que los ejércitos, su rancia cultura, sus intervenciones y su armamento, suponen un perverso modelo social plagado de anacrónico machismo, y son un innecesario despilfarro de recursos que deberían destinarse a cubrir necesidades sociales como implementar programas para defendernos de la pobreza y la exclusión, investigar y luchar contra las epidemias sanitarias, trabajar contra el deterioro medioambiental y cambio climático, etc. Asimismo, abogamos por el desmantelamiento y reconversión de toda la industria
  5. Por último llamamos a la ciudadanía e invitamos a las organizaciones sociales para movilizarnos y frenar esta escalada bélica.

¡ NO  A  LA GUERRA !

 

Domingo 6 de Febrero, 12:00 h., Plaza Arriaga, BILBAO

ANTIKAPITALISTAK ANTE LA“no derogación” DE LA REFORMA LABORAL

  • El acuerdo entre el gobierno, CCOO y UGT y la patronal supone un incumplimiento del programa de gobierno y no deroga la reforma laboral del PP.
  • Estamos ante una aceptación del marco neoliberal y de la reforma del PP por parte de los partidos y agentes sociales que anunciaron que la derogarían.
  • La reforma laboral incluye algún retoque positivo como la ultra-actividad de los convenios, pero consolida un modelo basado en la precariedad, la temporalidad y el poder empresarial en los centros de trabajo.

El programa de gobierno afirmado por PSOE y UP acordaba una derogación de la reforma laboral de Mariano Rajoy de 2012, para alcanzar un nuevo Estatuto de los Trabajadores, primar el convenio sectorial sobre el de empresa, limitar la subcontratación (art. 42.1. ET), la limitación de modificar unilateralmente las condiciones de trabajo por parte de la empresa, la revisión de las causas de despido y la reordenación de las modalidades de contrato para limitar la temporalidad.

La reforma, que se pondrá en vigor en 2022, recupera la ultraactividad, aunque los Tribunales ya estaban interpretando que era necesario una continuidad de algunos derechos. Esta es prácticamente única recuperación de derechos positiva, porque la reforma de 2012 había dejado al 50% de los trabajadores sin cobertura de los convenios colectivos, que poco a poco iban decayendo. Una concesión a los aparatos sindicales, que les permite autojustificar su política de seguidismo con la patronal, aceptando cesiones que perjudican al conjunto de la clase trabajadora.

Esta reforma otorga al nivel sectorial la negociación del suelo de salarios, pero sin embargo deja fuera otras condiciones de trabajo, como la jornada o la organización del trabajo. Es decir, en su mayor parte, deja intacto el espíritu de la reforma de Rajoy. No se recupera la autorización administrativa para los ERE, por lo que las empresas podrán seguir realizando expedientes de empleo en las mismas condiciones que impuso la reforma del PP. La reforma no toca la causalidad ni el coste de indemnización por despido, no recupera los salarios de tramitación, que las empresas estaban obligadas a pagar desde el despido de un trabajador hasta que hubiera decisión judicial. La no causalización ni la elevación de la indemnización por despido, o la intervención de la autoridad laboral en los expedientes de regulación de empleo, supone que el propósito de reducir la temporalidad y la inestabilidad en el empleo quedará en agua de borrajas. Es más, afianza la inestabilidad en el empleo porque ningún contrato indefinido garantizará la estabilidad, en tanto que el bajo coste por despido, y la no necesidad de justificarlo, hace que ningún trabajador tenga garantías ante una decisión unilateral del empresariado. Es decir, la inestabilidad laboral se extiende a casi el conjunto de la clase trabajadora. Esta reforma renuncia a poner límites reales a la temporalidad y la inestabilidad laboral (tampoco incluye una tasa máxima de empleos temporales, ni establece la causalidad por despido, ni encarece la indemnización por despido de los temporales ni de los indefinidos, llaves para limitarla). De la misma manera que sigue sin asumir las particularidades nacionales de territorios como Euskal Herria, Catalunya o Galiza, cuyas realidades sindicales se ignoran deliberadamente para preservar el monopolio negociador de CCOO y UGT.

Por lo tanto, no ha habido una derogación de la reforma del 2012, ya que se sostienen buena parte de sus preceptos. La CEOE ha logrado una victoria, ya ha impedido que las medidas de mayor interés para la clase trabajadora se apliquen. El gobierno acepta el marco impuesto por la Comisión Europea, interesada en que las reformas reduzcan estadística y formalmente la temporalidad en el empleo al mismo tiempo que se garantiza un marco flexible y barato para las empresas en materia de gestión laboral, a cambio de recibir los fondos europeos “Next Generation”.

Pese a toda la propaganda gubernamental y de los aparatos sindicales, lo cierto es que es la CEOE la que puede vender como un triunfo esta negociación. El marco laboral se mantendrá intacto con algunos retoques y la relación de fuerzas en favor de los trabajadores y trabajadoras no mejorará en el terreno de la legislación laboral. El gobierno decide incumplir su compromiso con la clase trabajadora y apuesta por la recuperación de los beneficios de los empresarios a costa de más desigualdad social.

La paz y el consenso social con la clase capitalista solo implica renuncias injustificables. Las cesiones del gobierno están avaladas y dirigidas en este caso por su “sector de izquierdas” (Podemos, IU y PCE), lo cual alimenta la desafección de muchos sectores que se movilizaron activamente durante años para defender la derogación de la reforma laboral del PP, allanando el camino a la extrema derecha con el incumplimiento sistemático de sus promesas y con sus políticas pro-patronal. La excusa de la “relación de fuerzas” es ridícula a estas alturas: todos los partidos que están en el gobierno llevaban en su programa la derogación de  la reforma laboral y millones de personas se han movilizado durante años contra ella. Es injustificable que no se cumpla este acuerdo con la ciudadanía y que se intente vender como una victoria una renuncia política, cuando tienen mayoría parlamentaria para cumplir sus promesas. Queda claro que el gobierno ha decidido gobernar para la patronal y preservar por todos los medios sus privilegios, como ya vimos con la dura represión en la huelga del metal en Cádiz.

Desde Anticapitalistas nos sumamos al rechazo expresado por parte sindicatos como ELA, CIG, LAB, Intersindical-CSC, CGT y CNT entre otros, y llamamos a los partidos de izquierdas que han sostenido la mayoría progresista hasta ahora a votar en contra de esta “no derogación” de la reforma laboral. Somos conscientes de que muchos votantes de los partidos del gobierno o afiliados de base de los sindicatos firmantes no aceptan estas injustificables renuncias impuestas a sus espaldas. Hacemos un llamamiento a generar estructuras de coordinación y movilización en todo el estado para rechazar esta nueva estafa contra la clase trabajadora, generando alianzas con todos los movimientos sociales, y obligar al gobierno a derogar íntegramente la reforma laboral, y por supuesto, a ir más allá en la recuperación y conquista de derechos para la mayoría social. No podemos resignarnos a seguir como hasta ahora, que es, en definitiva, lo que sanciona este acuerdo cupular: que nada cambie.

QUEREMOS DECIDIRLO TODO

Socialización de las grandes empresas eléctricas privadas, atendiendo al interés general tal y como fija el Artículo 128 de la Constitución Española, reorientando sus beneficios actuales a la creación de empleo vinculado a una transición ecológica justa y la reducción de la factura de la luz.

https://decidamostodo.org/eu/

Repsol en Perú: crímenes ecológicos en la “reconstrucción” del capitalismo español

( Publicado en El Salto)
 
Si la “reconstrucción” del capitalismo español se articula sobre la noción de diligencia debida y no se confrontan los intereses de las grandes empresas y fondos de inversión, seguirán sucediéndose casos como los de Repsol en Perú, El Corte Inglés y Mango en Bangladesh, Inditex en Marruecos o ACS en Guatemala.
 
Pedro Ramiro
Juan Hernández Zubizar
Erika González
 
27 ENE 2022 

Transición energética sin tocar a las eléctricas, movilidad sostenible sin tocar a las automovilísticas, rehabilitación de viviendas sin tocar a las constructoras, regulación de alquileres sin tocar al capital financiero, alimentación saludable sin tocar a las industrias cárnicas, nueva estrategia de acción exterior sin tocar a “nuestras empresas”. Los grandes empresarios respiran tranquilos, la patronal respalda al gobierno, las fuerzas de seguridad reprimen en ciudades y fronteras, la transición ecológica se queda en un greenwashing de saldo, las corporaciones y fondos de inversión transnacionales reactivan sus negocios y se disponen a recibir los dividendos de otro ciclo corto de crecimiento y acumulación.

Las propuestas para la “recuperación económica” nos teletransportan tres décadas atrás: más ladrillo, más turistas, más internacionalización empresarial. El Estado operando como garante del rescate permanente de las grandes compañías y bancos. Las multinacionales abanderando la “transformación y resiliencia” de la economía española para embolsarse los fondos europeos y huir hacia adelante. La especialización clásica del Spanish model tratando de resurgir con una mano de barniz verde y digital.

No hay capa de pintura, aun así, que pueda tapar la forma de operar habitual de las compañías que lideran la España-marca. Sus impactos socioecológicos nos retrotraen también a hace veinte años. En realidad, nunca han dejado de estar ahí: vertidos de hidrocarburos, contaminación de aguas y tierras, desplazamiento forzado de comunidades locales y pueblos indígenas, criminalización y hostigamiento de líderes sociales… El derrame de Repsol en Perú es el penúltimo ejemplo de que la responsabilidad social corporativa y la diligencia debida son conceptos que están muy bien para rellenar cientos de papers y seminarios, además de para dar color a las memorias anuales de las grandes empresas, pero no valen de nada para cambiar mínimamente su modus operandi.

De Colombia a Perú

En 2006 hicimos una investigación sobre los impactos de Repsol en Colombia. Para ello, las organizaciones sociales de Arauca, el departamento fronterizo con Venezuela en el que la petrolera tenía sus mayores campos, nos alojaron durante un mes en su sede en Saravena. Allí se refugiaban decenas de líderes sociales amenazados y desplazados de sus comunidades por la arremetida de la ofensiva entre paramilitares, ejército y grupos insurgentes. La semana pasada, la explosión de un coche bomba destruyó la sede.

Hace 16 años, buena parte de los dirigentes políticos y comunitarios más significados de la región habían sido judicializados por el Estado colombiano y estaban en la cárcel. Varios líderes sociales fueron asesinados por la brigada del ejército encargada de custodiar las instalaciones petroleras. Bajo el mandato del presidente Álvaro Uribe, coincidiendo con la entrada de Repsol en Arauca, el departamento registró los índices de violencia política más altos de todo el país. En ese contexto, asociada con la estatal Ecopetrol y con la transnacional estadounidense Oxy, operaba la multinacional de matriz española. En ese contexto sigue operando a día de hoy.

En el caso de Repsol, pudimos comprobar la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región

Casi nunca se han podido demostrar los nexos de las transnacionales extractivas con los grupos armados al margen de la ley ni con las fuerzas públicas de seguridad. Solo las disputas por el control territorial permitieron aflorar estas relaciones en otros casos, como los de BP o Drummond. Lo que sí pudimos comprobar, en el caso de Repsol, fue la coincidencia espacial y temporal de los intereses de la multinacional española con la arremetida de los paramilitares, el ejército y la policía contra las organizaciones sociales de la región. De manera análoga a lo que ocurría —y sigue ocurriendo— en el resto del país, los grupos armados legales o ilegales limpiaban la zona de opositores antes de que las compañías extractivas comenzaran con sus operaciones.

En los años 2006, 2008 y 2010, en tres audiencias celebradas sucesivamente en Viena, Lima y Madrid, Repsol fue denunciada ante el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP). Además de por sus impactos en Colombia, la transnacional fue acusada de operar en 17 resguardos indígenas en Bolivia, de contaminar el territorio mapuche en Argentina y el huaorani en Ecuador, de extender el proyecto gasífero de Camisea sobre cuatro áreas protegidas en Perú. En América Latina, los impactos ambientales de Repsol y las demás corporaciones minero-energéticas van desde las secuelas que han dejado los megaproyectos hidroeléctricos hasta los efectos del extractivismo en áreas de gran biodiversidad. En muchos de estos ecosistemas habitan diferentes pueblos indígenas que se ven afectados por la apropiación de sus medios de producción ancestral, la destrucción de zonas de elevado valor social y espiritual, la discriminación racial y cultural, el desplazamiento forzado de sus territorios.

Todos estos casos, puede leerse en la sentencia final del TPP, “deben ser considerados no aisladamente en su significación individual, sino como expresión de un muy amplio espectro de violaciones y responsabilidades que, por el carácter sistemático de las prácticas correspondientes, configuran una situación que ilustra con claridad el verdadero papel tanto de las transnacionales europeas, como de la UE y sus Estados miembros”.

De las desinversiones al apoyo estatal

Tras la expropiación hace diez años de YPF, cuya adquisición a finales de los 90 llegó a convertir a Repsol en la mayor transnacional petrolera de América Latina, la multinacional española logró remontar el vuelo gracias a la combinación de una serie de factores: reducción de plantilla, fomento de la subcontratación, devaluación salarial y revisión a la baja de las condiciones laborales, desinversiones y ventas de activos, aumento de la presencia en paraísos fiscales, reordenación de negocios a nivel global. Lo mismo que hicieron en la pasada década, al fin y al cabo, el resto de las grandes empresas que lideran el capitalismo español.

Según su plan estratégico, Repsol pretende pasar de desarrollar operaciones en 26 países en 2020 a concentrarse en 14 un lustro después. La compañía se está adaptando a la transición energética —que, como suele decir Andreu Escrivà, se confunde interesadamente con la transición ecológica— y ha consolidado su entrada en el mercado eléctrico español. Para las grandes del Ibex-35, las desinversiones han sido fundamentales para sortear un contexto político-económico poco favorable para sus intereses; dicho de otro modo, les han servido para hacer caja, reducir deuda y rebajar costes. En buena parte de los países donde tuvieron fuertes conflictos sociales o ambientales, las multinacionales españolas terminaron por vender sus filiales. A finales del año pasado, Repsol vendió todos sus activos en Ecuador.

Después del crash de 2008, Repsol y otras 14 compañías españolas se aseguraron compras de deuda por un valor de más de 10.000 millones de euros

Pero no habría habido ninguna “recuperación” sin el apoyo de las instituciones estatales. El Estado, que siempre se ha constituido como el soporte político-económico fundamental para la expansión global de las grandes corporaciones, se ha vuelto ahora todavía más esencial para impedir las quiebras empresariales y hacer rentables las inversiones que demanda la nueva ola de “capitalismo verde”. Después del crash de 2008, la recuperación de los beneficios empresariales se articuló en base a tres pilares: la reactivación del ciclo inmobiliario-financiero, la potenciación de la llegada de turistas internacionales y el aprovechamiento de los réditos de la internacionalización acometida en las dos décadas anteriores. Sin olvidar que también fueron esenciales las inyecciones de liquidez por parte del Banco Central Europeo: Repsol y otras 14 compañías españolas se aseguraron compras de deuda por un valor de más de 10.000 millones de euros.

Durante la pandemia, y en el marco de la “reconstrucción” que se viene, el instrumento central para el sostenimiento de los dividendos empresariales ha sido el Estado. Avales del ICO a créditos bancarios, compras de pagarés empresariales, entrada en el accionariado de empresas estratégicas a través de la SEPI, más adquisiciones de deuda por parte del BCE, subvención de costes laborales con los ERTE, activación de nuevos nichos de negocio con el programa Next Generation. Repsol pretende movilizar 6.000 millones de euros, sobre todo con la burbuja del hidrógeno, gracias a los fondos europeos.

El Estado ha asumido un riesgo superior a 13.000 millones de euros por los negocios privados de empresas como Repsol, Abengoa, Elecnor y Técnicas Reunidas; y bancos como Santander y BBVA

Los créditos bancarios concedidos a Repsol para las obras de ampliación de la refinería La Pampilla, origen del vertido de estos días en Perú, han sido asegurados por la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE). Esta entidad público-privada, que cuenta con participación mayoritaria del Estado español en su accionariado, se dedica a responder por los riesgos de la expansión internacional de los negocios de las grandes empresas españolas. A través de los distintos tipos de seguros que han contratado las grandes corporaciones con CESCE, el Estado ha asumido un riesgo superior a 13.000 millones de euros por los negocios privados de empresas como Repsol, Abengoa, Elecnor y Técnicas Reunidas; y bancos como Santander y BBVA.

Cada vez que las multinacionales españolas han estado en el centro de conflictos que pudieran poner en peligro sus ganancias, el Estado ha acudido al rescate. Cuando en 2012 el gobierno de Cristina Fernández decidió nacionalizar su filial argentina, tanto el ejecutivo de Rajoy como la oposición liderada por Rubalcaba, junto con los grandes medios de comunicación, salieron al unísono a defender a Repsol. Hasta ahora, sin embargo, en la mayoría de los medios, partidos y sindicatos españoles solo ha habido silencio e indiferencia ante los graves impactos sobre el medio ambiente y las vulneraciones de los derechos de las comunidades locales afectadas por Repsol. La embajada de España en Perú ha lamentado los efectos del vertido provocado por “una compañía española”.

De la RSC a la diligencia debida

“No creo que seamos colonizadores ni conquistadores ni nada parecido. Yo creo que España, cuando llegó a aquel continente, lo liberó de un poder brutal, salvaje, caníbal”, decía Toni Cantó refiriéndose a América Latina para calentar el último 12 de octubre. La recuperación del discurso de la colonia y la escalada verbal de aquellos días se entiende básicamente en clave interna, para consumo propio en la guerra particular de la derecha por ver quién es más trumpista. De hecho, este discurso neofascista impulsado por la internacional reaccionaria resulta contrario a los intereses de las multinacionales españolas, que llevan años tratando de huir de la imagen de colonizadores que saquean el continente. La defensa de los negocios de la Marca España no suele pasar por una visión imperialista: desde hace cuatro décadas, todos los gobiernos españoles han impulsado la expansión de las grandes empresas con el mantra del crecimiento, el empleo, el desarrollo sostenible y la “responsabilidad social”.

Lo que ocurre es que, con razón, se ha extendido por todo el continente la percepción de que las grandes corporaciones son las máximas responsables de la desregulación del mercado laboral, el expolio de los bienes naturales, la privatización de los servicios públicos, el desplazamiento de los pueblos indígenas o el deterioro de los ecosistemas de la región. No es solo que las mayorías sociales no accedan por el mito del “efecto goteo” a los dividendos del proceso de expansión de estas compañías, es que una y otra vez se ven directamente afectadas por los impactos socioecológicos de sus negocios.

Repsol opera en Colombia a través de filiales y subcontratas, así puede desligarse de cualquier compromiso con las poblaciones afectadas por sus actividades en el contexto del conflicto armado

La deslocalización de las operaciones de las grandes empresas por todo el mundo es tan importante para rebajar costes laborales como para desdibujar los contornos de sus responsabilidades legales. Repsol opera en Colombia a través de filiales y subcontratas, así puede desligarse de cualquier compromiso con las poblaciones afectadas por sus actividades en el contexto del conflicto armado. Repsol echa la culpa del derrame a las instituciones públicas de Perú por no dar la alerta a tiempo. Y mientras dice en su web que “aseguramos la gestión proactiva del riesgo en todo el ciclo de las actividades con objeto de prevenir daños en las personas y en los bienes, minimizando el impacto sobre el entorno”, la compañía ha externalizado en pésimas condiciones las tareas de limpieza del vertido, ya que ni siquiera dispone de equipos propios especializados para hacerlo.

Hace décadas que se vienen demandando normas internacionales para juzgar a las empresas transnacionales. Pero todas las propuestas, desde los años 70 hasta hoy, se han ido obstaculizando con una mezcla de argumentos técnicos y pragmáticos. Primero vino el auge de la responsabilidad social corporativa y los códigos de conducta, que entronizaron el soft law y los mecanismos de autorregulación. Después llegó el bloqueo de cualquier norma que pudiera resultar mínimamente vinculante y la colonización de la voluntariedad en el seno de Naciones Unidas. Luego, la reforma de las legislaciones nacionales que pudieran contemplar grietas por donde colarse para controlar a las transnacionales, como sucedió en España con la modificación de la jurisdicción universal.

Más tarde, se impidió el avance del instrumento internacional jurídicamente vinculante en la ONU con la justificación del “consenso” y se promovió la diligencia debida, con la unilateralidad como elemento central de las propuestas pseudonormativas que se están barajando en la actualidad. En todo este bloqueo de la posibilidad de instaurar mecanismos efectivos para controlar a las transnacionales ha sido fundamental el rol jugado por la Organización Internacional de Empleadores y la Cámara de Comercio Internacional, que actúan como los agentes principales del boicot normativo al respeto de los derechos humanos.

Un primer paso, sería que Repsol cumpliera las normas internacionales sobre derechos humanos y medio ambiente, tal y como ocurre con los acuerdos de comercio e inversión

Y en esas estamos: todavía tendremos que esperar que, porque una directiva europea obligue formalmente a las grandes compañías a tener planes de riesgos para evitar los impactos de sus operaciones, estas vayan a cambiar su forma de actuar. Este tipo de planes de diligencia debida, por sí solos, no son un pequeño avance, ni un primer paso, ni sirven para la defensa de los derechos humanos. Otra cosa bien diferente es que fueran incluidos como un elemento adicional dentro de una ley marco que contemplase mecanismos efectivos de evaluación, seguimiento, control y sanción. Un primer paso, para empezar, sería que Repsol cumpliera directamente las normas internacionales sobre derechos humanos y medio ambiente, tal y como ocurre con los acuerdos de comercio e inversión.

De los crímenes ecológicos al fin de la impunidad

Repsol ha provocado un desastre ecológico en Perú. Repsol es responsable de un crimen ecológico internacional. Repsol, tanto sus directivos como la propia empresa, debería ser juzgada en tribunales nacionales e internacionales.

La presencia de las grandes empresas españolas en América Latina no puede entenderse sin el apoyo permanente del Estado español: una gran alianza público-privada que blinda los negocios de multinacionales como Repsol, pero se pone de perfil a la hora de exigirles responsabilidades. La exigencia de obligaciones extraterritoriales a las grandes compañías no encalla por un problema de técnica jurídica, sino de voluntad política.

Una propuesta técnicamente viable para avanzar en esta línea son los Principios de Madrid–Buenos Aires, que tipifican los crímenes económicos y medioambientales de persecución universal, y que ahora deberían aplicarse a la multinacional española. Estos principios incluyen la explotación ilícita de bienes naturales que afecten gravemente a la salud, a la vida o a la convivencia pacífica de las personas con el entorno natural, así como la destrucción irreversible de ecosistemas. En base a los mismos, casos como el de Repsol entrarían dentro de la categoría de ecocidio y podrían ser juzgados aquí.

Las actuales expresiones normativas fundamentadas en la diligencia debida, sin embargo, dejan en la impunidad el crimen ecológico internacional cometido por Repsol. De ahí que siga siendo imprescindible, como dice la resolución aprobada en 2014 por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que se instauren normas universales de carácter vinculante para plantear controles y sanciones a las empresas transnacionales más allá de dónde sitúen su domicilio fiscal. En la misma línea que lo que exigió Salvador Allende ante la asamblea general de Naciones Unidas en 1972, si cabe aún con más fuerza ante la aceleración de la expansión del poder corporativo en estos cincuenta años, es necesario un tratado internacional para controlar crímenes como los cometidos por Repsol, que incluya una corte mundial para sancionar la impunidad corporativa.

En el ámbito estatal, la propuesta de ley sobre empresas y derechos humanos que el gobierno español prevé presentar este año —así ha sido incluida en el Plan Anual Normativo— debe sustituir la centralidad de la diligencia debida por propuestas claras y precisas que aborden el control de las prácticas internacionales de las empresas transnacionales. La exigibilidad y la justiciabilidad tienen que desplazar a la unilateralidad, pieza esencial de la diligencia debida. Ha de reafirmarse la primacía de las normas de derechos humanos sobre las reglas de comercio e inversión, a la vez que los derechos sociales, laborales y ambientales deben dejar de ser considerados por Estados y empresas como “desventajas competitivas”.

La futura ley tendría que incluir también el cumplimiento directo por parte de las empresas transnacionales de las obligaciones internacionales de derechos humanos y medioambientales; la triple imputación —penal, civil y administrativa— de las personas físicas y jurídicas que tomaron la decisión incriminada; la responsabilidad solidaria de las multinacionales por las actividades de sus filiales, proveedoras y subcontratistas; los mecanismos efectivos para la reparación de los daños sufridos por las víctimas y un centro de empresas que sustituya las auditorías privadas por la investigación público-social. Si quiere proteger a las víctimas de las viola­ciones de derechos humanos cometidas por las empresas transnacionales, el Estado español debe codificar sus obligaciones extraterritoriales al respecto.

En los últimos veinte años, la voluntariedad y la unilateralidad empresariales han sido funcionales para dejar en el limbo las responsabilidades de las grandes corporaciones en el cumplimento de las normas de derechos humanos y medioambientales. Durante todo este tiempo, las organizaciones sociales y las plataformas de personas y comunidades afectadas han presentado múltiples propuestas en numerosos foros internacionales para poner fin a la impunidad corporativa que pueden servir de ejemplo para establecer los criterios fundamentales de esa nueva ley española. Si la “reconstrucción” del capitalismo español se articula sobre la noción de diligencia debida y no se confrontan los intereses de las grandes empresas y fondos de inversión, seguirán sucediéndose casos como los de Repsol en Perú, El Corte Inglés y Mango en Bangladesh, Inditex en Marruecos, BBVA en Colombia, Elecnor y Enagás en México, ACS en Guatemala… ¿Seguirán quedando impunes estas graves vulneraciones de derechos? ¿La ley española permitirá que la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición se impongan ante tanta impunidad? Todo lo que no sea avanzar por esta senda será entrar, con Repsol, en el túnel del tiempo.

Derogazioatik sumiziora/De la derogación a la sumisión

Iosu del Moral | Estatuaren historiako gobernurik aurrerakoienak, PSOEk eta Elkarrekin Podemosek osatua, ez du betetzen 2012an Alderdi Popularrak egindako lan erreforma derogatzeko konpromisoa, eta hori izan zen, dudarik gabe, bere boto-emaileen arrazoi garrantzitsuenetako bat, erakunde horietan jarri zuten konfiantza. Dagoeneko nahiko desmobilizatuta dagoen ezkerreko herri batentzat oso arriskutsua da eta, dudarik gabe, langile klasearen artean orokortutako desadostasunari etekina ateratzen aditua den eskuin muturreko baterako aukera.

“Patronalaren lan erreforma…”

Gauza gutxi dira politikan itun soziala deitu izan dena baino faltsuagoa, bake soziala bermatzen duen tresna gisa. Gobernuak onartutako akordioa, hedabide generalistek patronalaren eta sindikatu erreformisten arteko adostasunaren panazea gisa saltzen dutena. Zerbait nabaria bada, enpresariek adosten duten negoziaziorik ez dela inoiz positiboa izango langile klasearentzat. Are gutxiago, erreforma horrek eskuin liberalaren zenbait sektoreren onespena badu.

“Eskubideak ez dira ematen, konkistatu egiten dira…”

Ez dezagun ahaztu langileriaren borrokaren historian zehar eskubideak ez direla ez ematen ez negoziatzen, baizik eta langile klasearen beraren antolaketa eta mobilizazioaren bitartez irabazten direla. Egoera honetatik irteteko benetako bide bakarra langileak proiektu alternatiboen inguruan antolatzea da, negoziazioaren bidez proiektu neoliberalari eustea besterik egiten ez duten sozial-liberalen, eurokomunisten eta sindikatu horien promesa faltsuak alde batera utzita.

Antza denez, Euskal Herrian, gehiengo sindikal zabalak, funtsean ELA eta LAB sindikatuek ordezkatuta, egungo lan erreformaren proposamenarekiko desadostasuna erakusten dute askoz izaera borrokalariagotik. Gako horietako batzuk ulertzeko, hurrengo elkarrizketan Pello Igeregi ELAko negoziazio kolektiboko arduradunarekin hitz egiten dugu, eta sindikatuak erreformaren inguruan mantentzen dituen jarrerak eta mobilizatzera eta kalera ateratzera bultzatu dituzten arrazoiak partekatzen ditu. bere kontra kalera.

Zein da Estatuko Gobernuak aurkeztutako lan erreformaren proposamenaz daukazun iritzia?

Gobernuak ez du bere hitza bete, ez dute 2012ko lan erreforma indargabetu. Erreforma horren elementu kaltegarrienak ere ez dituzte aldatu, bereziki kaleratzeen erraztea eta merkatzea ekarri zuen araudi guztia. Egia da badela hobekuntza txikiren bat, baina hobekuntza hori Auzitegi Gorenak ezarritako jurisprudentzia legeztatzea izan da gehien bat (obra kontratua kentzean edo ultraaktibitatea berreskuratzean), eskubide berriak sortzea baino. 2010 eta 2012 urteen artean 11 murrizketa gogor izan ziren (kaleratzeak merkatzea, tramitazio soldatak galtzea, kaleratze objektiboen kausak lausotzea, enpresek aldebakarrez hitzarmenak ez betetzeko aukera erraztea…), murrizketa horietatik soilik bat eta erdi berreskuratu ditugu, eta horren ordaina da, gainera, beste guztiak etorkizunean aldatzeari uko egitea. Gure ustez Kongresuan egingo den bozketa erreala 2012ko lan erreforma berriro konbalidatzea izango da honen hezurdura betikotzeko. 

Zeintzuk dira langile klasearentzat iruditzen zaizkizun puntu kaltegarrienak?

Elementu kaltegarriena lan erreformei “historiako gobernu progresistenak” ematen dien norabidea da  Ministerioa zuzentzen dutenek uko egin diote sakoneko aldaketak egiteari eta patronalaren aldeko indar-harremana estrukturalki ezarri zuten lan erreformak aldatzeari. CEOErekin adostasuna baldin bada lan erreformak egiteko ezinbesteko elementua ez da benetako aldaketarik etorriko, horrek langileen artean eragin dezakeen frustrazioarekin. Hitza ez betetzearen frustrazio hori da munduan zehar eskuin muturrari ateak ireki dizkion kultur politikoa, baita langile jendearen artean ere. Pobreziak edo prekaritateak kolpatutako herritarrek ez badute beren bizi-baldintzak aldatuko dituen ezkerreko proiektu batean sinisten, honek gezurrak esaten badizkio, eskuin muturra elikatzen da.

Elkarrekin Podemosek 2019an, gobernutik kanpo zela, aurrekontu orokorrak onartzearen truke Lanbidearteko Gutxieneko Soldata %22 igotzea lortu zuen KPIa oso txikia zen inguruabar batean, 165 euro inguruko igoera izan zen. Iaz gutxieneko soldata 15 eurotan igo zuten, KPIa %6,5ekoa izan zenean. 2019an Elkarrizketa Sozialari muzin eginda lortu zuten, iazkoa CEOErekin adostuta. Patronalarekin adostasunak kostu hori du.

Erreforma arrazoitzeko entzun dugu CEOErekin akordioak egonkortasuna ematen duela, eta hobekuntza hauek iraungo dutela etorkizunean. Eta edukiek sakoneko aldaketarik ez dakartela kritikatu dugunean, kaleratzearekin bereziki, etorkizunean etor daitezkeela eta kaleratzeen kalte-ordaina handituko dela. Bata ala bestea gezurra da, ezin da egonkortasuna ziurtatu eta aldi berean aldaketa berriak etor daitezkeela esan. Gure ustez, CEOErekin akordioak indargabetze errealari uko egitea dakar eta, gainera, egunen batean PP gobernura iritsiko balitz ez dugu inongo zalantzarik CEOE ez dela galga izango langileen kontrako murrizketa berriak gelditzeko, eta bidean langile klasearen mobilizazio eta boteretze dinamikei uko egin zaie.

Nola eragiten dio bereziki erreforma honek Euskal Herriko langile klaseari?

Nola ez dien eragingo aipatu nahi dugu. 2011an Zapaterok bultzatutako erreformak aukera eman zien Estatuko lan hitzarmenei bestelako esparruetan negoziatzea debekatzeko. Orain gutxi adostu dute Madrilen autoeskoletako estatuko hitzarmena, eta hori berori ezarri dute, beste inon ezingo dela bestelako hitzarmenik negoziatu. Euskal Herriko langileentzat hori funtsezko gaia da, hori aldatzen ez den bitartean hemen negoziatzen ditugun hitzarmenek ez dutelako behar besteko segurtasun juridikoa izango. Eta hitzarmen horiek hemen negoziatzea ezinbestekoa da. Hemen negoziatzeko aukera legeztatu behar da kontu demokratikoa delako, hemengo sindikatuen ordezkaritza Estatukoarekiko zeharo ezberdina delako. Aukera hori legeztatu behar da hemengo hitzarmenek askoz eduki hobeak jasotzen dituztelako. Eta aukera hori legeztatu behar da hemen lan baldintzen negoziazioa mobilizazio eta grebetan oinarritzen delako, hau da, langile klasea boteretzeko tresna delako, eta ez gai burokratiko bat. Negoziazio kolektiboa langileek langile-klase kontzientzia hartzeko bidea da guretzat eta hori ezinbestekoa da bestelako mundu baten eraikuntzan sinisten dugunontzat.

Zein ildotan joan beharko lirateke erreformaren ardatz nagusiek ELA-k langile klasearentzat positibotzat eman dezan?

Lehenbizi gobernuari hitza betetzea eskatu nahi diogu. Bigarrenik CEOEren sokatik aska dadila eta sakoneko eztabaidak mahaigaineratu ditzatela. Eta, gutxienik, Euskal Herriko langileentzat aurreko erreformek ekarritako elementu kaltegarrienak, kaleratze erraz eta merkea edo estatuko hitzarmenek hemen lehentasuna izateko aukera bertan behera uztea.

Zergatik erabakitzen duzue ELA-tik mobilizaziora deitzea eta uste duzue denboran eutsi behar zaiola?

Garrantzitsua da Euskal Herriko langile klaseak gehiago nahi duela argi uztea. Gure iritziz mugimendu sozial edo sindikatuen, eta ezkerreko alderdien arteko harremanean ezinbestekoa da mobilizazioa erdigunean kokatzea, exijentzia dialektika sortzea, ezkerreko politikak egin nahi dituztenek gizartea kalean behar dute indar hori ondoren instituzionalizatzen saiatzeko. Mobilizazio eta kale presiorik gabeko botere politikoaren kudeaketak azken hamarkadetako sozioliberalismoa dakar. Batzuek pentsatzen dute gobernura iristea boterea hartzea dela, gure ustez hori ez da hala, boterea askoz konplexuagoa den zerbait da. Mobilizazioekin lan erreforman aldaketa gehiagoren bila joan behar dela argi utzi nahi dugu eta gure ekarpena egin dialektika berri bat sortzeko, benetako aldaketen aldekoa.

Eta, aurrekoaz gain, epe laburrean aldaketak eragin daitezkeela iruditzen zaigu eta mobilizazioen bitartez presio eraginkorra egin dezakegula. Lan erreformaren dekretua onartuko ez balitz, besteak beste EH-Bilduk edo EAJ-k ezezkoa ematen dutelako, gobernuak lan erreforma berri bat egin beharko luke eta Kongresuan onartzea nahi balu oraingoan inbestidurako blokearekin egin beharko luke negoziazioa, hau da, CEOEz gain beste eragile batzuk sartuko lirateke eztabaidan, eta edukiei begira hori positiboa da. Edo posible da egungo edukiez gain bestelakoren bat sartu behar izatea dekretua konbalidatu ahal izateko, edonola egun baino egoera hobean geundeke.

Sindikatutik lan erreformaren aurkako gainerako eragileekin nolabaiteko borroka fronte komuntzat apostua egiten duzue?

Guk bi aliantza landu ditugu azken bi urteetan. Batetik, Estatuko beste nazio batzuetako sindikatuekin, Galiziako CIG eta Kataluniako Intersindical-arekin. Esparru horretan elkarrekin landu dugu lan erreforma, bakoitzak bere herriko eragile eta alderdiekin dituen harremanen arabera eragiteko.

Eta, bestetik, Euskal Herriko gehiengo sindikaleko beste sindikatuekin eta bestelako eragile sozialekin ari gara. Erreformaren edukiak zeintzuk izango ziren argi ikusi genuenetik saiatu gara ahalik erantzun irmoen eta zabalena ematen. Gure ustez baldintza objektiboak zeuden urtarrilan greba orokorra deitzeko eta pena izan da ELA eta LABen artean greba orokorrari buruzko ikuspegi ezberdinak eduki izana. Edonola, adostutako manifestazio eta kontzentrazioak oso garrantzitsuak dira Euskal Herritik eragin dezakegun presioa egiteko. Eta ikusi beharko dugu lan erreformarekin azkenik zer gertatzen den, oraindik ere kapitulu berriak egon baitaitezke.

Iosu del Moral | El Gobierno más progresista de la historia del Estado, formado por el PSOE y por Unidas Podemos, incumple con el compromiso de derogar la reforma laboral del Partido Popular en 2012 que sin duda era una de las razones más importantes por la cual sus votantes depositaron su confianza en estas organizaciones. Algo sumamente peligroso para una base de izquierda ya de por sí bastante desmovilizada y sin duda una oportunidad para una extrema derecha experta en obtener beneficio del descontento generalizado entre la clase trabajadora.  

“La reforma laboral de la patronal…”

Pocas cosas son más falsas en política que aquello que se ha venido a denominar, el pacto social, como herramienta garante de la paz social. Un acuerdo avalado por el Gobierno que se vende desde los medios generalistas como la panacea del consenso entre la patronal y los sindicatos reformistas. Si algo es evidente, es que ninguna negociación con la cual estén de acuerdo los empresarios va a poder ser jamás positiva para la clase trabajadora. Mucho menos aún si dicha reforma tiene el beneplácito de algunos sectores de la derecha liberal.

“Los derechos no se conceden, se conquistan…”

No olvidemos que, a lo largo de la historia de la lucha de la clase trabajadora, los derechos ni se conceden ni se negocian, sino que se conquistan a través de la organización y la movilización de la propia clase trabajadora. La única salida real a esta situación es que los trabajadores y las trabajadoras se organicen en torno a proyectos alternativos que dejen a un lado las falsas promesas de los social-liberales, euro- comunistas y sindicatos amarillos que a través de la negociación no hacen sino sustentar el proyecto neo-liberal.

Al parecer en Euskal Herria la amplia mayoría sindical, representada fundamentalmente por las centrales sindicales ELA y LAB, desde un carácter mucho más combativo muestran su desacuerdo con la propuesta actual de la reforma laboral. Para entender algunas de estas claves en la siguiente entrevista hablamos con el responsable de negociación colectiva de ELA, Pello Igeregi, quien comparte con nosotros las posiciones que mantiene el sindicato a cerca de la reforma y las razones que les han llevado a movilizarse y salir a la calle en su contra.

¿Qué opinión te merece la propuesta de reforma laboral presentada por el Gobierno del Estado?

El gobierno no ha cumplido su palabra, no han derogado la reforma laboral de 2012. No han cambiado ni los elementos más nefastos de esta reforma, especialmente toda la normativa que condujo a la facilitación y el abaratamiento de los despidos. Es cierto que hay una pequeña mejora, pero esta mejora ha consistido más en legalizar la jurisprudencia asentada por el Tribunal Supremo (la extinción del contrato de obras o la recuperación de la ultraactividad) que en la creación de nuevos derechos. Entre 2010 y 2012, se produjeron muchísimos recortes severos (abaratamiento de despidos, pérdida de salarios de tramitación, desdibujamiento de las causas de los despidos objetivos, facilitación del incumplimiento unilateral de convenios por parte de las empresas…), de las cuales sólo una medida y media han sido recuperados, negándose a cambiar todo lo demás en el futuro. Creemos que el verdadero voto en el Congreso será la revalidación de la reforma laboral de 2012 para perpetuar el esqueleto de esta.

¿Cuáles son los puntos que consideras más lesivos para la clase trabajadora?

El elemento más dañino es el rumbo dado a las reformas laborales por el “gobierno más progresista de la historia”. Si hay acuerdo con la CEOE, el elemento esencial para la reforma laboral no vendrá del cambio real, con la frustración que esto puede causar entre los trabajadores. Esta frustración por no cumplir su palabra es la cultura política que ha abierto la puerta a la extrema derecha en todo el mundo, incluso entre los trabajadores. Si los ciudadanos afectados por la pobreza o la precariedad no creen en un proyecto de izquierdas que cambie sus condiciones de vida, si éste les miente, estás alimentando a la extrema derecha.

Unidas Podemos en 2019 estando fuera del Gobierno consiguió subir un 22% el Salario Mínimo Interprofesional en 2019 en un contexto de IPC muy bajo a cambio de aprobar los presupuestos generales, una subida que rondaba los 165 euros. El año pasado el salario mínimo subió en 15 euros, con un IPC del 6,5%. En 2019 lo hicieron fuera del Diálogo Social, y el del año pasado de acuerdo con la CEOE. El acuerdo con el empresariado tiene este coste.

Hemos oído que el acuerdo con la CEOE aporta estabilidad y que estas mejoras continuarán en el futuro. Y cuando hemos criticado que el contenido no provoca un cambio profundo, sobre todo con el despido, nos responden que puede llegar en el futuro y que la indemnización por los despidos aumentará. Lo uno o lo otro es mentira, no se puede garantizar la estabilidad y al mismo tiempo decir que pueden venir nuevos cambios. A nuestro juicio, el acuerdo con la CEOE supone una renuncia a la derogación real, y tampoco nos cabe duda de que, si un día llega el PP al poder, la CEOE no será el freno a las nuevas restricciones contra la clase trabajadora.

¿Cómo afecta en concreto esta reforma a la clase trabajadora de Euskal Herria?

Queremos mencionar cómo no les va a afectar. Las reformas impulsadas por Zapatero en 2011 permitieron prohibir la negociación de convenios laborales estatales en otros ámbitos. Recientemente han llegado a un acuerdo estatal para las autoescuelas de Madrid, en el que se ha establecido que no se puede negociar ningún otro acuerdo en ningún otro lugar. Este es un tema clave para las trabajadoras y los trabajadores de Euskal Herria, mientras esto no cambie, los acuerdos que estamos negociando aquí no tendrán la seguridad jurídica necesaria. Y es fundamental que estos acuerdos se negocien aquí. Hay que legalizar la posibilidad de negociar aquí porque es un asunto democrático, porque aquí la representación de los sindicatos es completamente distinta a la del Estado. Esta opción necesita ser legalizada porque los acuerdos aquí tienen un contenido mucho mejor. Y esta posibilidad hay que legalizarla aquí porque la negociación de las condiciones de trabajo se basa en movilizaciones y huelgas, que es una herramienta de empoderamiento de la clase trabajadora, y no una cuestión burocrática. La negociación colectiva es para nosotros una forma de concienciar a los trabajadores de la clase trabajadora y esto es fundamental para quienes creemos en la construcción de un mundo diferente.

¿En qué línea deberían ir los ejes centrales de la reforma para que ELA la considerase positiva para la clase trabajadora?

Primero queremos pedirle al gobierno que cumpla su palabra. En segundo lugar, liberarle de las garras de la CEOE y poner sobre la mesa los debates de fondo. Y, como mínimo, retirar los elementos más lesivos de las anteriores reformas laborales, como el despido fácil y barato o suspender la prevalencia de los convenios estatales.

¿Por qué decidís desde ELA llamar a la movilización y creéis que ésta debe ser sostenida en el tiempo?

Es importante dejar claro que la clase obrera de Euskal Herria quiere más. A nuestro modo de ver, en la relación entre movimientos sociales o sindicatos, y partidos de izquierda, es fundamental poner en el centro la movilización, para crear una dialéctica de demandas, los que quieren hacer políticas de izquierda necesitan a la sociedad en las calles, para tratar de institucionalizar esta fuerza. La gestión del poder político sin movilización ni presión en la calle conduce al social-liberalismo de las últimas décadas. Algunas personas piensan que entrar al gobierno es tomar el poder, pero nosotros no creemos que sea así, creemos que el poder es algo mucho más complejo. Con las movilizaciones queremos dejar claro que necesitamos buscar más cambios en la reforma laboral y hacer nuestra contribución para crear una nueva dialéctica a favor del cambio real.

Y, además de lo anterior, creemos que se pueden generar cambios en el corto plazo y que podemos ejercer una presión efectiva a través de las movilizaciones. Si no se aprueba el decreto de reforma laboral, por el rechazo de EH-Bildu o de PNV-EAJ, entre otros, el Gobierno tendrá que hacer una nueva reforma laboral y si quiere aprobarla en el Congreso tendrá que negociarlo con el bloque de investidura, y además de la CEOE, deberán entrar otros agentes sociales en el debate, y eso es positivo en términos de contenido. O pudiera ser que además del contenido actual hubiera que incluir algo más para validar el decreto, y en cualquier caso estaríamos en una situación mejor que la actual.

¿Os planteáis desde el sindicato algún tipo de frente de lucha común con el resto de agentes contrarios a la reforma laboral?

Hemos estado trabajando en dos alianzas durante los últimos dos años. Por un lado, con los sindicatos de otras naciones del Estado, con la CIG de Galicia y la Intersindical de Cataluña. En ese contexto, hemos trabajado juntos en la reforma laboral, para incidir en las relaciones de cada uno de ellos con los agentes y partidos de su país.

Y, por otro lado, estamos hablando con otros sindicatos y otros agentes sociales en la mayor parte de Euskal Herria. Como vimos claro cuál sería el contenido de la reforma, hemos tratado de dar la respuesta más contundente y amplia posible. Creemos que había condiciones objetivas para una huelga general en enero y es una pena que ELA y LAB hayan tenido opiniones diferentes sobre la huelga general. En cualquier caso, las manifestaciones y concentraciones acordadas son muy importantes para ejercer la presión que podemos ejercer desde Euskal Herria. Y habrá que ver qué pasa finalmente con la reforma laboral, todavía puede haber nuevos capítulos.

La cárcel de Guantánamo sigue abierta 20 años después  

<<Roberto Montoya *>>

Público, 12-1-2022
https://blogs.publico.es/

«Defenderemos los derechos de aquellos que llevamos ante la Justicia. Y cerraremos el centro de detención de la Bahía de Guantánamo (…) Estados Unidos no torturará. Protegeremos los derechos de aquellos a quienes debemos rendir cuentas». Palabra de Joe Biden.

«La ley sigue prohibiendo el uso de fondos para transferir a los detenidos de la Bahía de Guantánamo a la custodia o el control efectivo de ciertos países extranjeros (…) y también prohíbe el uso de fondos para transferir a los detenidos de la Bahía de Guantánamo a los Estados Unidos». Palabra de Joe Biden.

Entre las declaraciones del primer párrafo y las del segundo pasaron casi 13 años. Las primeras las pronunció Biden cuando era vicepresidente de Barack Obama al comienzo de su primer mandato, durante la 45ª Conferencia de Seguridad de Múnich de 2009 ante gobernantes y representantes de 70 países.

Las otras declaraciones son también de Joe Biden, pero del Biden presidente, y las pronunció el pasado 27 de diciembre.

Biden pareciera seguir hasta ahora paso a paso el camino transitado por Obama.

Obama aseguró durante la campaña electoral de 2008 que el cierre de Guantánamo sería una de sus primeras medidas al llegar al poder. Lo repitió poco después de haber asumido la presidencia -el 20 de enero de 2009- pero no lo hizo y en 2015, en el penúltimo año de su segundo mandato, llegó su arrepentimiento por no haber cerrado ese campo de concentración del siglo XXI ni bien llegar a la Casa Blanca: «No lo hice porque en ese momento teníamos un acuerdo bipartidista de que debía cerrarse. Pensé que teníamos consenso y que lo haríamos sosegadamente. Sin embargo, la política se volvió dura y la gente comenzó a asustarse por la retórica sobre Guantánamo. Lo más factible fue dejarlo abierto».

Aún así, consciente de que la historia recordaría su incumplimiento, en febrero de 2016 volvió a repetir que aún pretendía cerrar Guantánamo: «No quiero trasladar el problema al siguiente presidente, sea quien sea. Si no resolvemos esto ahora, ¿cuándo? ¿Vamos a prolongar esto otros 15, 20, 30 años?»

El 19 de enero de 2017, solo un día antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente saliente envió una carta al Congreso criticando que se siguiera bloqueando el cierre de Guantánamo, y apeló, como ya lo había hecho muchas veces antes, a ser pragmáticos, a pensar en términos económicos: «Los costos de mantenerlo abierto superan con creces las complicaciones que implica cerrarlo».

El costo de mantener abierta la prisión se convirtió durante todos estos años en un elemento vital en el debate sobre el futuro de la misma, asignándosele más importancia incluso que a la flagrante violación de los derechos humanos que supone.

La cárcel más cara del mundo

Guantánamo es sin duda la cárcel más cara del mundo. Con el número de prisioneros que tiene actualmente, 39, custodiados por 1.800 soldados, cada prisionero cuesta 13 millones de dólares al Pentágono, teniendo en cuenta el sueldo de los militares y del personal civil, la infraestructura existente, cuarteles, centro médico, cine, comedores e instalaciones de ocio para la tropa, actuaciones en vivo de grupos de country y rock llevados desde EEUU.

Obama, al igual que ahora Biden, cargaron toda la responsabilidad en el Partido Republicano.

Pero, ¿fue realmente el buenismo lo que lo impidió el cierre, la supuesta ingenuidad de los gobiernos de Obama y Biden (2009-2016), su intento de lograr un acuerdo de Estado con los republicanos para cerrar Guantánamo, en vez de utilizar la vía de una Orden Ejecutiva?

El tiempo para hacerlo fue en sus dos primeros años de mandato, antes de las elecciones legislativas de noviembre de 2010, ya que en esos comicios, como se preveía, los republicanos triunfaron, recuperaron electores, pasaron a controlar la Cámara de Representantes e hicieron un gran avance también en el Senado. De esta forma Obama se encontró cada vez con más obstáculos para sacar adelante sus promesas electorales.

Y es un escenario que también puede volverse a repetir ahora, en las elecciones legislativas de medio mandato de Biden de noviembre próximo, si el presidente sigue perdiendo puntos los próximos meses.

Gobernadores demócratas en contra del traslado de presos a EEUU

La versión que tanto Obama en su momento como Biden ahora han dado para justificar que la prisión de Guantánamo no se haya podido cerrar es cierta solo en parte. El Gobierno Obama-Biden en 2009 no sólo se encontró con el rechazo del Partido Republicano, sino también se tuvo que enfrentar a la negativa de varios de sus propios gobernadores demócratas.

Varios de ellos se negaron a que se trasladara a prisioneros de Guantánamo a cárceles de máxima seguridad en sus respectivos territorios, alegando problemas de seguridad.

Sostuvieron que eso convertiría a sus Estados en blanco de ataques terroristas, utilizando así el mismo argumento en definitiva que el esgrimido por los gobernadores y congresistas republicanos.

La resistencia interna del sector más conservador del Partido Demócrata se sumó al rechazo del Partido Republicano. Se repitió de esta forma el mismo rechazo interno que Obama tuvo a su plan para que se formara una comisión de investigación parlamentaria para delimitar responsabilidades políticas y penales por los crímenes cometidos por la Administración Bush bajo su Guerra contra el Terror.

El hecho de que varios congresistas y senadores demócratas e incluso miembros del Gobierno sumaran su rechazo al del Partido Republicano impidió que se pudiera investigar y penalizar el vasto plan de la Administración Bush para blindar legalmente la tortura sistemática a los prisioneros, los secuestros de la CIA, sus cárceles secretas, los asesinatos, los tantísimos daños colaterales sufridos por la población civil en Afganistán, Irak o Pakistán.

Sin duda Barack Obama no es culpable de haber recibido como herencia de George W.Bush una penosa situación económica y una prisión de ultramar con 242 prisioneros en situación de total irregularidad legal, pero, o por falta de firmeza y decisión o por no poner a prueba a su propio partido, no usó las herramientas que tenía a su alcance para acabar con esa situación.

Obama no dio un fuerte golpe en la mesa como muchos creían que haría dadas las ambiciosas promesas sociales y en materia de derechos humanos que hizo durante su campaña electoral.

Con su actitud colaboró en definitiva para tender un manto de impunidad sobre los crímenes cometidos durante los ocho años de Bush en la Casa Blanca, prolongando aún más el creciente nivel de decadencia moral de Estados Unidos.

Sólo 8 de los 779 prisioneros fueron condenados por los tribunales militares

Desde que el 11 de enero de 2002 llegó el primer grupo de prisioneros afganos a Guantánamo, hace ahora 20 años, pasaron por esa cárcel 779 hombres de 49 nacionalidades distintas, mayoritariamente afganos, saudíes, yemeníes y paquistaníes con edades comprendidas entre los 13 y los 89 años al momento de ser capturados.

Durante los gobiernos de Bush se transfirió a sus países de origen o a terceros países por falta de cargos en su contra a 537 de ellos, tras sufrir torturas físicas y psicológicas durante años y sin recibir posteriormente ni disculpas ni compensación económica alguna.

Por su parte, en los ocho años de la Administración Obama se liberaron o transfirieron a otros 199 prisioneros; Trump liberó solo a uno y Biden a uno también en el año que lleva en el poder. Quedan aún 39 prisioneros que llevan más de una década presos, a 28 de los cuales no se les ha acusado todavía de ningún delito concreto.

Durante estos 20 años al menos 9 presos se suicidaron en oscuras circunstancias, 3 de ellos aparecieron en junio de 2006 colgados en sus celdas con las manos atadas a la espalda.

Cientos de presos llevaron a cabo prolongadas huelgas de hambre en protesta por los maltratos sufridos y se les impuso por la fuerza sondas gastroesofágicas para alimentarlos y mantenerlos con vida.

En todos estos años los tribunales militares de Guantánamo sólo han condenado a 8 prisioneros; otros varios esperan desde hace mucho tiempo ser transferidos a distintos países y a otros se les considera peligrosos, pero al no haber pruebas contra ellos siguen en prisión por tiempo indefinido.

El 23 de junio de 2016, en los últimos meses de Obama en el poder, el entonces relator especial de las Naciones Unidas en materia de tortura, Juan Méndez, denunció en The New York Times que llevaba desde 2004 (bajo el Gobierno Bush) intentando conseguir que le autorizaran ver a los presos de Guantánamo, pero que no lo consiguió ni con el gobierno republicano ni con el demócrata.

Como hemos visto al inicio de este artículo, el pasado 27 de diciembre el presidente Biden criticaba al Congreso por no aprobar los fondos que requirió para poder transferir a parte de ellos a terceros países y al resto a cárceles de máxima seguridad en territorio continental estadounidense.

Pero desde sus propias filas le dicen que es cuestión de voluntad política hacerlo.

Donald Trump también se enfrentó en su momento con obstáculos en el Congreso para que le aprobaran los fondos federales necesarios para continuar la construcción del muro con México, pero sin embargo logró sortear el problema detrayendo dinero de otras partidas presupuestarias.

Los sectores más progresistas critican a Biden que a pesar de sus críticas al Congreso por no autorizarle esos fondos aprobó igualmente la Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA en sus siglas en inglés), el presupuesto de Defensa de 760.000 millones de dólares para el año 2022 (un 5% más que en 2021 a pesar de que se ha retirado las tropas de Afganistán). Aceptó de esta forma las cláusulas específicas que contiene esa ley impidiéndole destinar parte de esos fondos para trasladar prisioneros y cerrar Guantánamo.

Y si esa ley salió adelante con esas cláusulas, al igual que sucedió en 2009, cuatro meses después de llegar Obama al poder y que se repitió varias veces más en votaciones similares, es porque muchos congresistas y senadores demócratas también la votaron.

En aquellos primeros debates sobre el tema en 2009 Obama ya vio rechazado su pedido de que se destinaran 80 millones de dólares, de un presupuesto de 91.300 millones de dólares destinados a financiar las guerras de Irak y Afganistán y otros temas de seguridad, para poder cerrar la cárcel. En el Senado 90 votaron en contra y solo 6 demócratas a favor.

El Partido Demócrata tiene un crónico y serio problema interno.

Presionan a Biden para que cierre la prisión “de una vez por todas”

Casi 13 años después de aquella votación de 2009, cuando era vicepresidente, Biden está recibiendo ahora cada vez más presiones para no seguir los pasos de Obama sobre el tema.

En enero de 2021 ocho ex relatores de la ONU sobre Derechos Humanos reclamaron en un comunicado conjunto a Biden que cerrara de inmediato la cárcel: «Guantánamo es un lugar de arbitraridad y abusos, de torturas y malos tratos donde las leyes quedan suspendidas y la Justicia rechazada».

Veinticuatro senadores demócratas reclamaron al presidente el cierre de Guantánamo «de una vez por todas» y poco después, en mayo pasado, 78 personalidades políticas, académicas y 23 ex cancilleres de América Latina se sumaron al pedido. «El cierre enviaría un mensaje claro y significativo al mundo y a América Latina en particular, en cuyo territorio se sitúa esa prisión», dijeron en su carta.

En agosto pasado fueron 75 los congresistas demócratas que instaron a Biden a cerrar la prisión por «representar una traición fundamental a nuestros valores y a nuestro compromiso como país con el estado de derecho».

En un gesto inédito en noviembre pasado incluso siete oficiales estadounidenses integrantes de un tribunal militar en Guantánamo publicaron una carta denunciando las brutales torturas sufridas de manos de agentes de la CIA por uno de los detenidos capturados en Pakistán en 2003 que aún permanece en prisión, Majid Khan. Los altos cargos militares firmantes calificaron esos maltratos de «mancha en la fibra moral de Estados Unidos».

El testimonio de Khan ante el tribunal, de 39 páginas, ejemplifica con crudeza en primera persona por lo que han pasado cientos de prisioneros en esa prisión de las fuerzas armadas estadounidenses.

El avión que trasladó a los primeros prisioneros a Guantánamo partió de la base de Morón

La prisión de la base naval que EEUU mantiene ilegalmente en la Bahía de Guantánamo, en territorio cubano no solo revela la hipocresía moral de la democracia estadounidense, sino también de la Unión Europea y la OTAN.

El 11 de enero de 2002, solo cuatro meses después del inicio de la invasión de Afganistán y de la cruzada de Bush-Blair y Aznar, EEUU transportaba en avión de carga militar desde ese país asiático a Guantánamo, engrillados y encapuchados, al primer contingente de prisioneros capturados en su Guerra contra el Terror.

Ninguno de sus aliados europeos y de otros países objetó que EEUU decidiera unilateralmente trasladar a esos prisioneros a un territorio sin ley, en el que no se aplicaban ni las leyes federales estadounidenses ni se les reconocía como prisioneros de guerra tal como establecen las Convenciones de Ginebra y el Derecho Internacional Humanitario.

De hecho, ese primer contingente de 23 prisioneros que llegó a Guantánamo tras más de veinte horas de viaje y que el Pentágono mostró con orgullo con sus monos naranja, encadenados y arrodillados a pleno sol del Caribe frente a sus celdas de rejas al aire libre, hizo escala en España.

El vuelo RCH7502 de un C-17 de las fuerzas armadas estadounidenses había partido de la base de Kandahar, en Afganistán, el día 10 de enero, llegó a la Base Aérea de Morón de la Frontera a las dos de la madrugada del día 11 GMT según los registros aeroportuarios, donde los prisioneros fueron trasladados a un avión C-141 con el que llegaron a Guantánamo a las 18.50 GMT.

Sólo sería la primera escala de este tipo en suelo español, al que seguirían otras similares en distintos países de la UE, y a las que pronto se sumarían las 1.080 escalas de los vuelos de la CIA en aviones camuflados transportando clandestinamente prisioneros no solo a Guantánamo sino también a cárceles secretas en Europa y muchos otros países para ser interrogados y torturados.

No hace tantos años que se produjeron estos hechos. Nadie pagó ni política ni penalmente por esos crímenes en Estados Unidos, pero nadie pagó tampoco en España ni en el resto de Europa por esa complicidad de años en la cual hubo muchos protagonistas y sin la cual no se hubieran podido cometer.

* Periodista y escritor.

Europa del Este: los orígenes de la restauración capitalista

<<Catherine Samary>>

¿Por qué la crisis de las sociedades burocráticas de la URSS y de Europa del Este no condujo a una salida de la «izquierda», sino a la restauración del capitalismo?

En los levantamientos contra los regímenes burocráticos de 1956, 1968 y 1980, la crítica dominante era de izquierda. ¿Por qué en 1989-1991 la salida se planteó en la dirección a un retorno al capitalismo?

Esta pregunta pone en cuestión la esperanza de que se pudiera poner fin al estalinismo por la izquierda. Debemos comenzar especificando de qué queremos hablar, ya que las nociones (en particular, izquierda) son opacas en un contexto en el que los partidos en el poder y quienes les apoyaron defendieron el envío de tanques a Hungría (1956) o Checoslovaquia (1968) en defensa del socialismo, contra un seudorriesgo de restauración capitalista.

¿De qué sociedades estamos hablando?

Los debates semánticos, a menudo estériles, han ocultado una de las contribuciones de los debates soviéticos en la década de 1920: la comprensión de la URSS como una sociedad de transición –entre el capitalismo y el comunismo–, sin coherencia estable tras del derrocamiento de las antiguas clases poseedoras, subrayando las lógicas contradictorias que la cruzaban. La palabra socialismo designaba un objetivo y no una sociedad establecida. La noción de sociedad en transición fue conservada por Trotsky en La revolución traicionada, de nuevo sin una visión teleológica –que garantizara el futuro– y en contra de cualquier idea de un socialismo realizado y consolidado, como pretendió Stalin. Trotsky escribía en 1936 en el capítulo IX de La Revolución traicionada que “el problema del carácter social de la URSS aún no está resuelto por la historia”.1

Contrariamente a lo que él esperaba, el escenario concreto de la Segunda Guerra Mundial no permitió zanjar esta cuestión. La extensión de las revoluciones puso en crisis la construcción del socialismo en un solo país y la hegemonía estalinista, pero no en los países capitalistas desarrollados. En ellos prevalecieron las lógicas reformistas bajo presión de la concurrencia entre sistemas. En la URSS, la victoria contra el fascismo y el aumento del nivel de vida asociado a las tasas de crecimiento de la posguerra fortalecieron temporalmente a Stalin, pero también rápidamente llevaron al deshielo jrushcheviano con sus contradicciones.

En este impuro interregno se inscribieron los levantamientos de 1956 y los siguientes. La problemática de las sociedades transitorias no capitalistas y que se reclamaban del socialismo se concretaba en contextos muy diferentes y evolutivos en un tercio del globo terráqueo.

La importancia de los años 1968

En 1968, en un contexto de radicalización contra todas las relaciones de dominación a escala mundial, la hipótesis más fuerte fue la de una transformación de estas sociedades en la que prevalecería la lógica socialista/comunista.

De hecho, los ideales de un socialismo con rostro humano se estaban abriendo camino a pesar y en contra de la represión burocrática. En particular, como a menudo se ignoraba y ocultaba, con la expansión de los consejos obreros apoyados por el ala autogestionaria del Partido Comunista y por los sindicatos oficiales reconstituidos, durante y contra la intervención soviética en Checoslovaquia2 .

Jaroslav Sabata (1988), uno de los miembros de la corriente autogestionaria checoslovaca, subrayó el tema fundamental de una democracia socialista en cuanto al resultado de 1968. Según él, esta dependía del apoyo radical de las y los comunistas a las formas democráticas de organización que habían surgido en el corazón de las empresas y las universidades, reivindicando una dignidad y unos derechos que ninguna democracia burguesa era capaz de reconocer. Atravesando todas las instituciones del sistema, popular en los ideales de igualdad que defendía, esa salida (verdaderamente de izquierdas, sin duda) habría podido resistir la intervención soviética impactando a la propia URSS: Sabata pensaba que, sobre la base de tal movilización y autoorganización, la convocatoria de un congreso de comunistas checoslovacos –desafiando las “prohibiciones”– habría cambiado el equilibrio de poder frente a las tropas del Pacto de Varsovia, “dando aliento a todas las fuerzas reformistas del bloque soviético y de la propia URSS”. Siendo entonces mayoritarias, las corrientes reformistas capitularon ante la movilización popular posible y en curso, que les hacían capaces de aguantar frente al Kremlin. Fue exactamente la opción contraria a la realizada por los líderes titistas en 1948 [en Yugoslavia], sobre la base de un poder de resistencia derivado de una poderosa revolución autónoma.

El bloqueo de las lógicas obreras y socialistas de autogestión en Checoslovaquia significó la normalización al estilo de Brezhnev. La misma que se dio, de forma más pronunciada, en la URSS. Desafortunadamente, el régimen titista, aunque denunció la intervención soviética –y la explotó como una posible amenaza en Yugoslavia– no ofreció un modelo alternativo coherente: las reformas de mercado que desmantelaron el plan (entre 1965 y 1971) agravaron las desigualdades y fortalecieron la confederalización del sistema. Sin embargo, las demandas socialistas expresadas en 1968 “a favor de la autogestión de abajo hacia arriba” y contra “la burguesía roja” asociada a las reformas del mercado, se tuvieron en cuenta en parte, aun cuando fueran “canalizadas” burocráticamente. Ahora bien, se trataba de nuevo de una posible bifurcación de la historia (Samary, 2008).

Estancamiento soviético y contrato social

En la década de 1970, el bloqueo de las reformas de mercado se realizó a base de variantes de planificación portadoras de relaciones sociales de producción y distribución ad hoc que expresaban la importancia de la base obrera en la legitimación de los regímenes en cuestión, pero despolitizándola, sin permitir que se inventara e impusiera una alternativa socialista en la sociedad.

Las relaciones entre las y los trabajadores y el partido/Estado, en sus diferentes niveles, dependían estrechamente de los derechos de propiedad reconocidos. En esos sistemas, la política con su dimensión ideológica (el reinado de un partido en nombre del socialismo y de las y los trabajadores sobre sus espaldas) formaba parte de la infraestructura. Michael Lebowitz (2017) ha propuesto un enfoque interesante de las “contradicciones del socialismo real” centrado en la URSS, especialmente en esa fase. Lebowitz destaca la necesidad de los aparatos de “legitimarse” –lógica que se ha visto en todos los países involucrados– independientemente del escenario histórico preciso de su origen, emancipándose incluso de la dependencia de la URSS. Lebowitz tiene en cuenta las relaciones específicas de dominación (político-sociales) –lo que él llama la lógica del partido de vanguardia que gobierna en nombre de las y los trabajadores–, dirigiéndoles y, por tanto, manteniéndoles en una posición alienada.

El análisis concreto de las relaciones ad hoc entre trabajadores y directivos, hombres y mujeres, y sus comportamientos racionales ha demostrado –incluso en ausencia de derechos de huelga reconocidos– la extrema fuerza de resistencia de las y los trabajadores a las reformas de mercado, incluso en su variante de los años sesenta, en respuesta al desastre de la planificación burocrática 3 . Se trataba no de un poder de control coherente –porque este habría tenido necesidad de realizarse a la escala global de una democracia socialista dentro de toda la economía–, sino de un poder social alienado, profundamente antagónico a las relaciones de mercado, inscrito en los mecanismos de planificación burocrática.

Las corrientes opuestas a las reformas (las y los conservadores como Novotny frente a Dubcek en Checoslovaquia) también lo comprendieron así, e intentaron afianzar su propia posición apoyándose en las y los trabajadores que estaban contra las reformas. Fue para romper este tipo de connivencia conflictiva por lo que las y los reformadores –desde Dubcek hasta Gorbachov– trataron de introducir más derechos y libertades sin cambiar nada esencial.

Para Lebowitz, la estabilización del dominio del partido-Estado –presente bajo Brezhnev– se concretaba en lo que él define como un contrato social (igualitarista y que garantiza la seguridad en el empleo)4 en el marco de relaciones de dominación y, por supuesto, no democráticas. Este tipo de seudocontrato expresa una lógica que él define como la del “partido de vanguardia” que busca legitimarse y afianzarse de una forma distinta a la represiva. Señala que la era Brezhnev se presenta a menudo como la “edad de oro” de los y las trabajadoras al mismo tiempo que la economía se estancaba.

Aunque era inimaginable, lo que se materializó en la URSS durante todo un período, dentro de las grandes empresas soviéticas, fueron unas relaciones no comerciales y profundamente alienadas. Una forma no de socialismo, sino de socialización de las y los trabajadores, en connivencia conflictiva con las y los gerentes, que cristalizó en la protección y aumento del nivel de vida no mercantil. Fenómeno analizado por David Mandel, quien destacó la parte predominante de los beneficios en especie (vivienda, diversos servicios sociales, productos) asociados al empleo en el ingreso social de las y los trabajadores.

Esta lógica significaba la imposibilidad de romper la compartimentación de las grandes empresas y crear a escala de todo el sistema los espacios para una libre asociación de las y los productores y una conciencia socialista colectiva capaz de inventar medios racionales para reducir los despilfarros y mejorar la calidad de la producción. Igualmente quedó bloqueada de forma duradera la posibilidad de realizar una planificación democrática y solidaria en base a las necesidades prioritarias a satisfacer, así como la elaboración común de criterios de eficiencia y justicia social. Este era el callejón sin salida común a todo el socialismo real, con más o menos plan y mercado, o con o sin autogestión.

Crisis de la deuda y carrera armamentista 

Pero también debemos analizar qué reforzó las presiones capitalistas dentro de los propios partidos-Estados en los años anteriores a 1989. En particular, el caso de la crisis de la deuda (en divisas fuertes) de finales de la década de 1970 en varios países: Yugoslavia, Hungría, Rumanía, Polonia y la RDA. Aquí también hay que destacar varios aspectos. Por un lado, la forma en que el bloqueo de las reformas tras la intervención soviética de 1968 (y las respuestas de Tito y Kardelj a los movimientos políticos y sociales de 1968-71) produjo un punto de inflexión en los regímenes existentes: no hacia el capitalismo, sino hacia la importación, popular, de productos occidentales.

La autarquía no es un ideal socialista. Por otro lado, el comercio debe ser controlado. La hipótesis de poder pagar la deuda sin dificultades mediante las exportaciones se combinó con ofertas de crédito de bancos occidentales que entonces acumulaban petrodólares en busca de ser invertidos. La inesperada desaceleración del crecimiento global en la década de 1970 pesó sobre las exportaciones. Otro imprevisto fue la decisión de la Reserva Federal de aumentar las tasas de interés en Estados Unidos y sus efectos en cadena en las deudas. Pero cada uno de los regímenes involucrados reaccionó en un contexto diferente y según opciones diferentes: Yugoslavia, después de la muerte de Tito (1980), descubrió el alcance de su deuda externa, sin capacidad interna para hacerle frente. Esta fue la primera década de recesión, marcada por la hiperinflación y un aumento considerable de huelgas, pero también de los nacionalismos. Fue una década de crisis abierta del sistema y de la federación, sin fuerza política y sindical capaz de ofrecer orientaciones yugoslavas solidarias en respuesta a la crisis. Polonia, por su parte, intentó modificar los precios, lo que provocó el levantamiento obrero que condujo a Solidarnosc, que marcará toda la década. Hungría eligió vender sus más bellas joyas al capital extranjero. La Rumanía de Ceaucescu decidió pagar la deuda en su totalidad sobre la base de una política dictatorial. Y la República Democrática Alemana (RDA) dependía más que nunca de la financiación y las decisiones de la URSS.

La URSS no estaba endeudada en divisas fuertes (sometida desde la Guerra Fría al bloqueo de la financiación externa a través del COMECON [Consejo de Ayuda Mutua Económica, el órgano de cooperación entre los países del este y la URSS] bajo presión de Estados Unidos), pero estaba empantanada en Afganistán desde 1979, como lo estuvieron los Estados Unidos en Vietnam, sufriendo además el impacto específico en la economía soviética de la nueva carrera armamentista lanzada por Reagan desde principios de la década. Los cambios en los precios del petróleo (y el interés de la URSS por beneficiarse de ellos con sus exportaciones) produjeron tensiones crecientes dentro del COMECON.

Por primera vez en décadas, se estaba ampliando la brecha entre los países capitalistas desarrollados y los socialistas, a pesar de que hasta la década de 1970 se habían reducido, lo que hasta entonces había dado la sensación de que iban a alcanzarles. Esto se evidencia comparando el discurso y las políticas de Gorbachov, que humildemente apuntan a obtener créditos occidentales, con la de Jrushchov, que se jactó de que se alcanzaría al capitalismo en 1984 y ¡se aventuró a enviar cohetes a Cuba!

El punto de inflexión de Gorbachov

La llegada al poder de Gorbachov (1985) cambió las cosas de muchas maneras. Su objetivo inicial no era la restauración capitalista, sino la búsqueda de una concentración de los recursos de la URSS para sí misma. La Perestroika (reforma económica) y la glastnost (búsqueda de transparencia sobre la situación, especialmente en los medios de comunicación) tenían como objetivo, en cierto modo, desburocratizar la burocracia. El objetivo de la Perestroika, brillantemente analizada por Donald Filtzer (1994)5 , era intentar responder de nuevo a la cuadratura del círculo burocrático. Filtzer muestra hasta qué punto –lejos de cualquier tipo de capitalismo– la burocracia fue incapaz de aumentar la productividad del trabajo y controlar el excedente del que dependían sus propios privilegios.

Las opciones de reformas internas, inicialmente cercanas a lo que se había intentado en Hungría, tenían como objetivo fortalecer la responsabilización de los colectivos de empresa (incluidos las y los gerentes). Estos intentos fueron acompañados (para ser creíbles ante los acreedores occidentales) de una voluntad concreta de repliegue soviético a nivel internacional y de liberar recursos internos: la retirada de sus tropas y la financiación a la RDA, pero también el cese de la ayuda soviética a Cuba y al Tercer Mundo, así como poner fin al intervencionismo en los países del bloque soviético, lo que cambiaba radicalmente la situación de los partidos hermanos en Europa del Este.

El cambio de 1989 comenzó en Alemania. Allí estaban en juego la política exterior y también, por lo tanto, las reformas de Gorbachov. Los créditos de la República Federal Alemana (RFA) eran mucho más importantes para él que el detestado régimen de Honecker. Por el contrario, el líder soviético era popular en la RDA. Apoyó la caída del Muro e impidió cualquier represión de las manifestaciones. Esperaba, con Mitterrand, construir una especie de Casa Común Europea en la que la OTAN y el Pacto de Varsovia fueran desmantelados6 . Se suponía que las dos Alemanias serían consultadas sobre la definición de su futura relación.

La opacidad de 1989: de Alemania a la URSS

Desde 2009 y la apertura de los archivos, solo hemos comenzado a percibir cuáles eran las condiciones prácticas de la unificación alemana, que fue la primera extensión del capitalismo al Este y de lo que iba a convertirse en la nueva Unión Europea.

Contrariamente a muchos juicios superficiales que reducen la RDA a la Stasi y a la burocracia y que suponen, por tanto, que la población de Alemania Oriental no tenía nada que perder en esta unificación, resulta obvio que es necesario entender tanto el terrible poder de atracción del marco alemán como de los escaparates de Alemania Occidental, y un profundo choque de sociedades (pueblo y cultura), que se habían vuelto diferentes, en el que la población de la RDA (especialmente mujeres y madres solteras) tenía cosas que perder y fue profundamente humillada. La caza de brujas (comunistas) y la discriminación fueron aún más extendidas en la medida en que la restauración capitalista no necesitaba una burguesía que emanara del viejo aparato (a diferencia de otros países): existía la poderosa burguesía alemana, dotada de su moneda que funcionaba perfectamente como capital, algo que faltaba en todos los demás países.

El fracaso del escenario esperado por Gorbachov y el fiasco de la Perestroika (desmantelamiento del plan sin tener un mercado) a nivel interno radicalizarán las nuevas leyes hacia el capitalismo.

Mientras tanto, en todos los países del Este, la falta de intervención soviética frente a la caída del Muro abrió las compuertas a un efecto dominó. En Checoslovaquia tomó la forma de la revolución de terciopelo. Pero en Polonia, la terapia de choque fue tan brutal y violenta para las y los trabajadores que menos de dos años después votaron a favor de que regresaran las y los ex por las urnas…, sin ser conscientes de que estos habían pasado a jugar un papel de burgueses compradores. Comenzaron las privatizaciones, opacas en ausencia de capital-dinero 7 .

En otras palabras, el cambio hacia el capitalismo vino de arriba. Y no de las y los trabajadores, sino contra ellos, procedente de una parte esencial de los aparatos comunistas. Históricamente, se produjo después de la represión sistemática de los principales episodios que esbozaban una revolución antiburocrática socialista, autogestionaria, y cuando las y los trabajadores y las poblaciones afectadas no disponían de medios políticos para encontrar de forma conjunta una solución solidaria, democrática y socialista a los callejones sin salida del sistema.

¿Una restauración capitalista fácil?

Sin embargo, la realidad socioeconómica de la restauración capitalista estaba muy lejos de la facilidad de la conversión burguesa de una parte sustancial de las y los antiguos dirigentes comunistas, y la falsa imagen de felicidad y democracia encarnada por la caída del Muro oscurece lo que fueron las privatizaciones (fáciles con el deutsch mark de la unificación alemana y mucho más difíciles en todos los demás países).

No es suficiente querer ser un burgués o burguesa para disponer del poder socioeconómico que esto implica. La URSS estaba mucho más marcada que todos los demás países por varias décadas de abolición de los mecanismos de mercado y cristalización de poderosas burocracias regionales. La transición (transformación capitalista) no fue democrática ni pacífica, sino, por el contrario, de una gran violencia y una opacidad extrema. La violencia de estas transformaciones (visible en el número de suicidios o la disminución de la esperanza de vida en la década de 1990) se minimiza profundamente o se interpreta de una manera culturalista desvinculada de la transformación capitalista: esto es cierto en cuanto a la presentación de las guerras (en la antigua URSS o Yugoslavia) entre los nuevos Estados independientes, si bien están basadas en rivalidades profundamente arraigadas en la apropiación de los territorios a privatizar; pero también es cierto en cuanto a la ocultación de la violencia insidiosa de los cambios en el estatus social que acompañan el aumento de un desempleo estructural y de desigualdades vertiginosas.

Por lo que respecta a los escenarios y procesos de restauración capitalista, aún están por analizarse en gran medida, lejos de los clichés y de forma concreta –distinguiendo el cambio en la naturaleza (función y finalidades) del Estado y la transformación de la economía–, en contextos geopolíticos cambiantes y afectando por tanto a la dinámica de las luchas sociales. Destaquemos solo algunos aspectos de temas que necesitan estudios más amplios.

El pluralismo político en sí se introdujo en todas partes sin dificultad (ya que vino del interior mismo del partido único) a principios de la nueva década. En sí mismo, no era el signo de la restauración capitalista. Lo fue solo porque no estaba inscrito en una movilización y autoorganización social y política (revolucionaria) de las y los trabajadores que permitiera no solo la resistencia a los mecanismos del mercado, sino el surgimiento consciente y organizado de una transformación y consolidación socialista del sistema. El final del partido único no tuvo como resultado, en ninguna parte, la expresión de un polo político-sindical verdaderamente comunista y democrático basado en las y los trabajadores. Un análisis serio del nuevo pluralismo requiere resaltar sus profundos límites antidemocráticos. Una vez más, fue esta característica la que permitió pasar de coaliciones de gobierno burguesas (procapitalistas) a cambios en la naturaleza de los Estados a través de reformas destinadas a erradicar cualquier vínculo con un pasado/futuro socialista, transformando las instituciones y las relaciones de propiedad. Las grandes empresas, particularmente en Rusia y en los países con las mismas estructuras de producción, permanecieron durante un tiempo (con las pequeñas huertas) como amortiguadores de esta violencia, ofreciendo medios profundamente degradados de protección social en especies. En Rusia, durante la década de 1990, más de la mitad de los intercambios se basó en relaciones de trueque, mientras el nuevo capital que se acumulaba por la venta de materias primas al extranjero iba a colocarse en paraísos fiscales (hasta la crisis que afectó a la deuda estatal en 1996). Pero, globalmente, esta destrucción no creadora de progreso atomizó y dificultó las luchas de conjunto de las y los trabajadores8 .

¿Y del lado de las y los nuevos burgueses? Al centrarnos aquí solo en Europa9 , obviamente debemos distinguir entre las y los burgueses compradores –dispuestos a vender sus habilidades dentro de los viejos aparatos para facilitar las privatizaciones y el crédito occidentales– y las nuevas potencias capitalistas emergentes que aspiran a defender sus intereses en el campo de juego de los grandes. Pero China no quería ser (y no podía ser) la Rusia de Yeltsin, y Putin aprendió las lecciones de todo esto. La unificación monetaria y política del país solo se pudo lograr bajo Putin a principios de la década de 2000. Al hacerlo, también restableció el estatus externo de una Rusia gran potencia, apoyada en el legado de su complejo militar-industrial. Obviamente, es necesario analizar de una manera diferente los escenarios de una nueva periferización de la Europa del Este polarizada entre (y más o menos en la órbita de) Rusia y la UE.

Empresas divididas en partes

Me gustaría concluir sobre la cuestión central de las privatizaciones. Más que cualquier otra cosa, fueron un revelador de lo que eran los viejos sistemas (y su poder estatal), ciertamente no socialistas, pero que no permitían los despidos ni una acumulación de capital-dinero. El objetivo de la restauración capitalista trajo consigo la transformación de las relaciones estatales, monetarias y de propiedad, en el marco de un proceso (caótico, burocrático y largo) de mercantilización de los medios de producción. ¿Con qué capital monetario privatizar (comprar) empresas? Tal capital-dinero no existía a nivel nacional, excepto, como se ha dicho, en el caso de la Alemania unificada y, podemos añadir, de Hong Kong y de las inversiones extranjeras… chinas. Por tanto, en general, las opciones de las y los nuevos dirigentes se dividieron en la fase inicial de la transformación capitalista esencialmente en dos grupos: una minoría (principalmente Hungría y repúblicas bálticas) optó por la venta al (real) capital extranjero desde el comienzo del proceso. Por su parte, la mayoría llevó a cabo privatizaciones masivas sin moneda: transformación jurídica de empresas parceladas que se podían comprar con cupones distribuidos a trabajadores y trabajadoras y a la población, y, dependiendo del país, dejando abiertas varias opciones: esta propiedad es legítimamente vuestra (en mayor o menor medida), decían las y los reformadores a los colectivos de empresa o municipales. Pero si preferís dejar vuestra parte al Estado o venderlas al capital extranjero, podéis hacerlo. La esperanza de que el Estado gestionara estas acciones de una manera social, o de que el capitalista extranjero trajera salarios reales y tecnologías modernas, hizo que la resistencia a estas trampas fuera aún más difícil. El libro negro de estas privatizaciones aún está por escribir.

Catherine Samary es especialista en los Balcanes, militante de la Cuarta Internacional y del NPA.

Articulo en frances SolidaritéS. Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

  • 1Hay edición accesible por internet en Marxist Internet Archive, 2010.
  • 2Cf. el dosier de la web Alencontre.org sobre este tema (http://alencon…), que utilizo en particular en mi artículo de Le Monde Diplomatique de marzo de 2020. La versión en castellano en https://mondip….
  • 3He analizado los comportamientos racionales y las contradicciones de la planificación soviética y de sus reformas, con o sin autogestión, en “Planificación, mercado y democracia”, Cuadernos del IIIF, 7/8, 1989, recordando a la vez los términos de los debates de los años 1920 y la cuestión de la racionalidad alternativa de una economía socialista.
  • 4Op. cit. He discutido este planteamiento en el caso diferente de la experiencia yugoslava en la que los márgenes de mercado fueron extendidos con el aumento de los derechos autogestionarios y nacionales.
  • 5Véase también los numerosos y ricos artículos de David Mandel, en particular sobre las luchas obreras en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
  • 6Esto reflejaba una ideología ecléctica, muy presente en los años 1970, en tensión con las escuelas neoliberales, combinando las tesis de la convergencia de los sistemas y las interpretaciones socialistas de los modelos teóricos neoclásicos. Cf. sobre este tema Johanna Bockman (2007).
  • 7Sobre la opacidad de 1989 y las formas tomadas por las privatizaciones: http://www.lcr….
  • 8Véanse los estudios mencionados sobre las luchas obreras en tiempos de la Perestroika y el final de la URSS, así como las especificidades eslovenas en http://csamary….
  • 9El caso cubano sigue siendo un caso aparte. Pero el escenario chino de restauración capitalista exige un análisis y periodizaciones específicas subrayando las principales diferencias con la URSS; en particular tres: 1) toma en consideración del PCCh del desastre de las privatizaciones rusas y el mantenimiento de un partido-Estado dirigente; 2) el peso y la especificidad de las reformas referidas a la agricultura china; 3) la ausencia de presiones externas del FMI y de la UE (Au Loong Yu, 2013).

EL ANARQUISTA JUSTICIERO

OPINION   

  <<Mauricio Rodríguez-Gastaminza>>

         A galopar

              a galopar

              hasta enterrarlos en el mar

              (Rafael Alberti)

Bombardeo de Bilbao ( Robert Capa )

    Bilbao, 4 de enero de 1937, son las doce del mediodía y por las calles se nota un importante trajín de gente de todo tipo, sobre todo mujeres y niños. No se ven apenas hombres jóvenes, sólo milicianos muy maduros y adolescentes, apilando sacos terreros en la entrada de los edificios más importantes. En la Plaza del Arenal es día de mercado, y es hora punta. La gente recorre los puestos buscando algo decente que llevar a casa para alimentar a sus familias, sus caras reflejan el miedo y la falta de sueño y sus cuerpos son el vivo retrato de la desnutrición. De repente suena un toque de corneta que avisa de la proximidad de aviones fascistas. Todo el mundo se pone a cubierto como puede, unos se refugian debajo de los puentes, otros en los sótanos de las viviendas, los más experimentados en túneles cercanos, y los más desesperados entran en las iglesias cercanas, pensando, que como los sublevados son católicos sus bombas las van a respetar. Desde el monte Archanda y desde el Pagasarri las pocas baterías antiaéreas allí instaladas abren fuego, pero los Junkers alemanes vuelan a gran altura y la aviación republicana apenas tiene cazas para hacerles frente. Lo que si tienen es coraje, orgullo y la autoridad moral de representar la legalidad democrática, pero es poca munición para vencer a la barbarie.

Tres toques de corneta alertan ahora que los aviones ya están sobrevolando la ciudad y que el bombardeo es inminente. Todo el mundo cobijado espera con el corazón encogido y el oído alerta a que las bombas no elijan su refugio para impactar y las madres, en la oscuridad, palpan a sus hijos para asegurarse de que están todos. Cuando terminan de caer las bombas, con un saldo de ocho muertos, las gentes van saliendo poco a poco a la calle, con la mirada fija en el cielo y el terror en sus semblantes.

    En las sedes de los sindicatos, CNT y UGT, se empiezan a arremolinar los milicianos con el gesto contraído por la rabia y la frustración. Las oficinas anarquistas están en plena ebullición, milicianos y milicianas con pañuelo rojo y negro al cuello, fusíl al hombro y los comisarios pistola al cinto, están hablando de venganza y de ir a la cárcel cercana a ejecutar a todos los fascistas allí detenidos.

De entre todos los allí reunidos destaca un hombre joven y fornido, de mediana estatura, que pistola al cinto, da cortos pasos en círculos como un león enjaulado. No habla con nadie, hasta que se le acerca un camarada que le susurra unas palabras al oído. La cara del joven miliciano

cambia de repente de color, primero se pone lívida de estupor y luego torna a roja de cólera.

¿Qué le había dicho su compañero al miliciano de la CNT/FAI?

    El padre del anarquista era maestro del pequeño pueblo alavés de Gordoa, una pequeña escuela unitaria con apenas una docena de niños y niñas. El aula estaba en la planta baja, y en el primer piso vivían, el maestro, su mujer y los siete hijos que compartían. Este maestro era amigo y contertulio de los maestros de los pueblos vecinos de Galarreta y Zalduendo. Les unía su profesión y, sobre todo, su laicismo y sus convicciones republicanas.

    El 9 de agosto de 1936, las tropas requetés de la vecina Navarra, al mando del general Mola, entran a sangre y fuego en la comarca y comienzan a detener a sindicalistas, políticos republicanos y nacionalistas y cualquier sospechoso de simpatizar con la legalidad vigente. Los tres maestros citados son señalados por el cura de Salvatierra como rojos peligrosos y son detenidos por los sublevados. Los meten en un camión, junto a otras personas denunciadas, y les conducen a la vecina Sierra de Urbasa, donde en plena noche les fusilan, sin ningún tipo de juicio previo, y posteriormente los arrojan a una profunda sima cerca de allí, llamada Otxoportillo.

    Lo que su compañero de armas le había susurrado al oído era, que sabía de buena tinta que el cura de Salvatierra llevaba unos días detenido en la vecina cárcel de Larrinaga.

    Mientras tanto desde las sedes de los sindicatos se habían formado dos columnas de milicianos y milicianas que, indignados y con ganas de revancha, se dirigían a la prisión. El anarquista de esta historia, al que llamaremos Manuel, reclutó allí mismo a unos cuantos compañeros armados y también enfiló hacia la cárcel, pero Manuel iba hacia allí con un claro y único objetivo.

   La columna de la UGT cogió la calle Iturribide y la cenetista la calle Zabalbide, las dos convergieron casi al mismo tiempo en las puertas de la prisión, donde los guardias que la custodiaban apenas opusieron resistencia, tal era la superioridad de la masa armada. Los milicianos entraron en tromba y ejecutaron allí mismo a 220 fascistas detenidos.

    Entretanto, ¿Dónde estaba nuestro joven anarquista? Entre el tumulto, los disparos y la lógica confusión, había localizado la celda donde se encontraba el cura. Indicó a sus compañeros que esperasen fuera y abrió la puerta de la celda. Se encontró al clérigo de espaldas a la puerta, de rodillas y hablando en latín, como si rezase. Se había dado cuenta de la situación y estaba temblando como una hoja, esperando lo peor. Manuel se dirigió a él, le agarró de la parte posterior de la sotana y le soltó estas palabras, como un latigazo:

    – ¿Sabes quién te va a matar?, el hijo del maestro de Gordoa- acercó el cañón de su pistola a su nuca y le descerrajó dos tiros. Salió de la celda, reunió a sus compañeros y se marchó.

    A veces sólo unos milímetros pueden cambiar totalmente el desenlace de una historia. Le había disparado a pocos centímetros de la cabeza, pero no le mató, le dejó gravemente herido y ciego para siempre.

    El 19 de junio de ése mismo año, 1937, Bilbao cae en poder de los rebeldes fascistas, se producen detenciones en masa, torturas y fusilamientos indiscriminados. Manuel es detenido. La policía política trae al cura ciego para que le identifique como su agresor, pero el clérigo dice que no le pudo ver la cara y tampoco se la puede ver ahora. Además, para más confusión, el maestro asesinado tenía tres hijos varones. El hermano mayor estaba en el frente de Catalunya como suboficial del ejército republicano y el pequeño con apenas 18 años con su madre viuda y sus cuatro hermanas. Pero eso la policía no podía saberlo. Manuel es torturado salvajemente durante días, pero no logran sacarle una confesión. No se sabe muy bien porqué, pero ante la duda sobre su culpabilidad, es trasladado al penal de Santoña, donde permanece encarcelado durante varios años.

    Mientras tanto, el resto de su familia, su madre viuda y sus seis hijos restantes se trasladan al cercano pueblo de Salvatierra, ya que les expulsan de la casa-escuela, donde también vivía el cura ciego junto a su hermana, que tenía una pequeña mercería en los bajos de la casa.

    La historia a veces tiene ironías desconcertantes. La familia de Manuel alquiló una vivienda justo frente a la casa del cura y de su hermana. Casi todos los días se tropezaban con el cura, que del brazo de su hermana daba un paseo vespertino. Todos, menos el clérigo, se miraban de reojo cuando se cruzaban, unos con miedo, los vencidos, la hermana con odio en la mirada y el rostro altivo, y el cura sin expresión.

    Cuando Manuel salió de Santoña, se trasladó a vivir a Salvatierra con su familia, se casó con una chica de un pueblo cercano y posteriormente se afincaron en Bilbao. Tuvo un hijo y murió en noviembre de 1976, rodeado de su familia.

     Como me lo contaron os lo he contado.

      A mi abuelo y a mi tío, «in memorian».

 

FRENTE AMPLIO O BLOQUE HISTÓRICO.

OPINION

Estos últimos meses se está hablando mucho de un frente Amplio liderado por la ministra de Trabajo Yolanda Diaz, con el apoyo, por ahora de IU y Unidas Podemos. 
Si diseccionamos con minuciosidad esta propuesta de Frente Amplio, basándonos en el currículum de los impulsores de esta alternativa, vemos que su objetivo, su único objetivo, es ganar unas elecciones, nada más. Ninguna mención a la presión en las calles, a un mínimo programa político ni a su relación con los innumerables movimientos sociales que se movilizan día tras día luchando por unas mejores  condiciones de vida.

Pero, ¿Qué harán una vez ganadas las elecciones?, conociendo su trayectoria, gestionar con más profesionalidad el sistema. En lugar de ese Frente Amplio, edulcorado y pactista, nuestra organización propone un Frente Amplio de ruptura democrática con el pasado y con este presente contaminado de arriba a abajo con el pasado franquista.

Un Frente Amplio con un programa de mínimos, no deja de ser un movimiento táctico para este periodo, que aglutine a todas las organizaciones, sindicatos y movimientos sociales que estén a favor de una verdadera ruptura democrática con el actual estado de cosas. Un programa mínimo con la lucha por la República como eje vertebrador, el apoyo a las aspiraciones de las nacionalidades, la lucha feminista para conseguir una igualdad total entre mujeres y hombres, en el ámbito social, laboral y sexual, por una sanidad universal, gratuita y de calidad, abogamos por una educación pública, laica y universal, eliminando toda inyección de dinero público para la escuela privada, o, como la llaman ellos, concertada, por el derecho a una vivienda digna, expulsando a todos los fondos buitres del  estado, por unas pensiones, que primero se equiparen a la los países del entorno y luego vayan subiendo igual que el IPC, por una condena institucional al pasado franquista y una ley de Memoria Histórica que juzgue todos los delitos cometidos durante la dictadura y la Transición.

También, y no menos importante, la depuración total y absoluta de la policía, guardia civil y ejército. Pero nuestra estrategia, a medio y largo plazo, es la conformación de un Bloque Histórico Anticapitalista. Con la lucha contra el actual sistema capitalista  para implantar una Confederación de Repúblicas Constituyentes, Ecosocialista, Feminista, Internacionalista y Revolucionaria.

  Mauricio Rodriguez-Gastaminjza

Los Pactos de la Moncloa de ayer y la lucha contra los pactos sociales del presente, una reflexión necesaria.

//Manuel de la Rosa Hernández//

El 25 de octubre de 1977 se firmaron en el Palacio de la Moncloa, cuatro meses después de las primeras elecciones democráticas, un pacto que ha pasado a las posteridad con ese nombre. El Pacto son dos acuerdos, uno económico y otro político. El acuerdo económico incluye una serie de medidas de ajuste económico para estabilizar la economía capitalista en el Estado español. El acuerdo político reconocía una serie de derechos que posteriormente se trasladarían al Código Penal y a la Constitución de 1978. El Congreso y el Senado lo aprueban el 27 de octubre y el 11 de noviembre de ese año, respectivamente. Es interesante volver sobre ello en estos tiempos en que nuevamente el pacto social aparece en la escena política y puede ser determinante en el empeoramiento de nuestras condiciones de vida.

El marco político en el que se producen estos pactos

Una de los objetivos de Adolfo Suárez era el impulso de pactos sociales, para alcanzar   consensos que favorecieran su actuación política.  Es el caso, entre otros, de los conocidos como Pactos de la Moncloa.

En la presentación de los documentos de los Pactos de la Moncloa se incluye que “Las fuerzas políticas con representación parlamentaria eran conscientes de que la grave situación española requería un esfuerzo común construido a base del más auténtico patriotismo. Existía, por tanto, en la toma de conciencia de nuestra situación esa coincidencia en anteponer los intereses comunes y de Estado a los intereses de partido. Sobre estas bases se desarrolló la colaboración, el entendimiento y el consenso.”

Los firmantes fueron finalmente Adolfo Suárez (UCD) en nombre del gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo (por UCD), Felipe González (por el Partido Socialista Obrero Español), Santiago Carrillo (por el Partido Comunista de España), Enrique Tierno Galván (por el Partido Socialista Popular), Josep Maria Triginer (por la Federación Catalana del PSOE), Joan Reventós (por Convergencia Socialista de Cataluña), Juan Ajuriaguerra (por el Partido Nacionalista Vasco) y Miquel Roca (por Convergència i Unió). Manuel Fraga (por Alianza Popular) no suscribió el acuerdo político, pero sí el económico. que se justifican con la excusa de “crisis económica” de aquellos años y en la necesidad de “consolidar la Transición a la democracia.”

Es de suyo propio que estas nuevas fuerzas de la derecha se planteen como cuestión clave la razón de estado, pero que a eso se apuntaran el PCE y el PSOE podría resultar poco comprensible, sino  conociéramos la trayectoria de uno y otro partido.

El PSOE ya había decidido en el Congreso de Suresnes de 1974 en que toma el control una hornada de militantes con Felipe González a la cabeza que va a ir dejando atrás toda veleidad radical.  La colaboración de la socialdemocracia alemana fue fundamental para el curso de moderación del PSOE que colaboró con financiación, aportando cuadros y entrenamiento técnico que fue crucial en el lanzamiento a gran escala de su proyecto e imagen para convertirse en una organización política significativa. En el año 1979 celebrará dos Congresos. En septiembre se celebró un Congreso Extraordinario en el que se abandonó definitivamente los postulados marxistas, se aceptó el socialismo democrático como línea política oficial y consolida el liderazgo de Felipe González y se preparan para que su partido llegue a ser sostén y garante de todo lo que se preparaba entre bastidores.

El PCE que había tenido durante la dictadura un papel mucho más relevante y decisivo que el PSOE dentro de la lucha antifranquista, se preparaba para darle continuidad a su tradicional política de reconciliación nacional, preparando a su base para aceptar la monarquía, el papel preponderante de la UCD como vertebrador del nuevo régimen en curso. Fue un abanderado entusiasta de los pactos sociales como los conocidos como Pactos de la Moncloa o del proceso que llevó a  conformar un nuevo régimen. Santiago Carrillo, secretario General del PCE llegó a afirmar de los Pactos de la Moncloa que “fueron el programa básico de la transición”

Surgen agrupamientos obreros  de izquierda que tienen como centro la denuncia a las políticas pactistas auspiciadas por las direcciones del PCE y de Comisiones Obreras, especialmente con los llamados Pactos de la Moncloa por su repercusión en las retribuciones, jornada laboral y condiciones de trabajo del conjunto de la clase obrera. 

Las formaciones a la izquierda del PCE promoverán la denuncia y movilización social contra los Pactos de la Moncloa. La LCR puso en el centro de su actividad política la denuncia y oposición a estos pactos, llamando a la más amplia unidad de fuerzas sindicales, sociales y políticas. Hubo algunas resistencias, incluyendo importantes  manifestaciones pero ello no permitió cambiar la correlación de fuerzas.

Los Pactos de la Moncloa supusieron una derrota para el movimiento obrero y sindical y para las diversas izquierdas no reformistas existentes del Estado español en aquellos momentos. “Unidad sindical, contra el pacto sindical” era la consigna que animaba este movimiento. Esa derrota colocó a las organizaciones que se oponían a esos Pactos en una situación difícil, donde la mera resistencia se hacía ya en una situación desfavorable e incierta.

El contenido de los acuerdos firmados

Se habla mucho de los Pactos de la Moncloa y menos de su contenido y significado que cayeron como un jarro de agua fría sobre los trabajadores, el movimiento obrero y el sindicalismo. El presidente Adolfo Suárez tras la firma manifestó su confianza en que “el pueblo aceptará los sacrificios que a todos nos impone un programa de este tipo” y manifestó que “la austeridad va a ser la protagonista de nuestras vidas en los próximos meses”

La burguesía española tenía el temor que la situación social y política se viera desbordada. El nuevo gobierno de UCD no las tenía todas consigo, con el agravamiento de la crisis económica y un movimiento obrero que no cesaba de hacer valer día a día sus demandas. La burguesía necesitaba modificar esa situación a su favor. Ahí entraba el papel que podría jugar un pacto social.

Las claves de este pacto eran las contrapartidas económicas que se pusieron sobre la mesa y que iban a ser sufridas por la clase trabajadora, las razones y acuerdos en el terreno político, aunque importantes, no eran lo decisivo. Lo esencial era reconducir al movimiento obrero hacia la paz social y hacia la derrota, en nombre de la democracia y la amenaza de la vuelta atrás hacia los tiempos oscuros del franquismo.

Los Pactos lo formaban un apartado político (Programa de Actuación Jurídica y Política) y otro económico (Programa de Saneamiento y Reforma de la Economía). El económico a su vez podía dividirse en las medidas urgentes (contra la inflación y el desequilibrio exterior) y las reformas necesarias a medio plazo para repartir los costes de la crisis, que no es difícil adivinar sobre quienes iban a recaer. El gobierno de UCD a contar con la colaboración fundamental del PCE y CCOO, que tenían la voluntad, la fuerza y la decisión para ponerse al servicio de ese objetivo. Pero también del PSOE y UGT.

En los Pactos de la Moncloa se estableció que las subidas salariales fueran inferiores al IPC, y se vinculaban a la inflación prevista, no al aumento real del coste de la vida. Así se establecieron topes salariales que le venían bien al empresariado para aumentar sus tasas de ganancias, y se facilitaban los despidos a las empresas, hasta de un 5% de las plantillas, si se sobrepasaban dichos límites salariales. Con una inflación del 26% se estableció un tope salarial del 22% para 1978. Se respondía a las reivindicaciones empresariales facilitando la contratación temporal y la reducción de plantillas mediante despidos. Además, se reducían los productos sometidos a control de precios por el estado, se ponían topes al gasto público y limites al déficit. En contrapartida a los ajustes y recortes que debían sufrir los trabajadores, se prometían políticas sociales de urbanismo, vivienda, reforma de la seguridad social, aumento de servicios sociales, reforma fiscal, etc. Las contrapartidas sociales que correspondía cumplir al gobierno no se llevaron a cabo en la mayoría de los casos.

Desde CCOO llegaron a defender que los pactos suponían un cambio a mejor en la política económica y que promoverían la moderación salarial. Era la línea oficial del PCE, el mismo Carrillo aseguraba que los Pactos eran «la plasmación de la política de reconciliación nacional”, llegando a calificarlos de progresistas. Para el PCE no fueron un mal menor, sino todo un éxito. Marcelino Camacho (CCOO), llegó a reconocer que tuvo que “vencer algunas resistencias para sumar a Comisiones”, calificó los pactos de “históricos”, asegurando que no se trataba de un pacto social y que no se podía conseguir algo mejor.

Es inadmisible que organizaciones como el PCE o CCOO aprobaran dentro de esos pactos el darle al empresariado la posibilidad de despedir al 5% de la plantilla libremente, si se superaban los topes salariales, era una medida de presión y chantaje para que los trabajadores no se movilizaran y rebajaran su potencial reivindicativo. Los Pactos de la Moncloa eran un ataque en toda regla al movimiento obrero, y suponían un retroceso para los derechos laborales, un aumento de la precarización y el establecimiento de un marco jurídico cada vez más favorable al mundo empresarial; por tanto, los pactos fueron una avanzadilla de futuros ataques y exigencias patronales.  

El escenario actual de nuevos pactos

Hoy queda lejos aquellos presupuestos políticos e ideológicos quese  manejaban en la llamada transición. Pero si hay un fondo que es el del consenso político en nombre del intereses general, de las razones de estado que determinan la actividad política de Izquierda Unida y de Podemos hoy. Aunque su pragmatismo político orienta su actividad a mantener sus parcelas de gestión dentro del gobierno estatal.

Los distintos acuerdos que se han planteado por parte de los socios del gobierno estatal de coalición están cruzados por la política de pacto social de fondo. Esto se ha visto en acuerdos de las pensiones o más recientemente con el acuerdo de la reforma laboral en la que pactan el gobierno, la CEOE y los sindicatos CCOO y UGT no derogar la reforma del PP de 2012, ya de la del PSOE ni hablan de cambiarla. Ni tampoco derogan la reformas de las pensiones del PSOE y PP.

El ejecutivo español en lugar de llevar adelante sus acuerdos de programa de gobierno como correspondería vuelven a recurrir al pacto social tripartito entre patronal, sindicatos y gobierno.

En 1977 el movimiento obrero y popular fue derrotado y traicionado por sus direcciones: Las fuerzas que abogaban por el rechazo a los Pactos de la Moncloa no pudieron hacerle frente con una amplia participación social suficiente, les faltó en muchos casos la unidad, la organización y coordinación que eran necesarias, aunque lo intentaron.Ahora en este 2022 tenemos que derrotar en la calle, en los centros de trabajo y en los barrios los pactos sociales con los que pretenden cercenar nuestros derechos sociales y libertades. Será necesaria la unidad y coordinación de todas las organizaciones que rechazamos el acuerdo de pensiones, el pacto social de mantenimiento de la reforma laboral del PP, exigiendo juntas la derogación de todas las anteriores reformas.