Ene 20, 2020 | ANTIKAPITALISTAK
In Memoria
( Edwy Plenel *)
Mediapart, 13-1-2020
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa
Figura intelectual de la izquierda radical de manera ininterrumpida desde los años 60, Daniel Bensaïd ya no está entre nosotros. Murió de una larga enfermedad el 12 de enero de 2010 a la edad de 63 años. Queda una vida, la de un militante revolucionario, fiel a sus primeras revueltas, fiel como si de amor se tratara. Queda una obra, la de un filósofo literario, que resiste obstinadamente al tiempo y a sus vaivenes. Retrato de un hombre entrañable que para muchos fue un referente, explorador y centinela en tiempos oscuros. Y que, para mí, era un amigo.
Desde hacía veinte años, afectado ya por la enfermedad que finalmente se lo llevó, Daniel Bensaïd luchaba de libro en libro, de artículo en artículo, de escrito en escrito. A principios de 2001, en los umbrales de una década que nos haría vislumbrar la barbarie latente de la globalización feliz acunada en los años 90, publicó sus Théorèmes de la résistance à l’air du temps, bajo el título Les Irréductibles (Los Irreductibles), editados por Textuel.
El hombre entero, con esa forma de aunar el compromiso político con la estética personal, la convicción y la elegancia, el fondo y la forma, se resume en las últimas palabras de ese manual de la resistencia: “La indignación es un comienzo. Es una forma de ponerse de pie y de empezar a avanzar. Nos indignamos, nos rebelamos, y ya veremos luego. Uno se indigna apasionadamente, incluso antes de encontrar las razones de esa pasión. Establecemos los principios antes de conocer la regla para calcular los intereses y las oportunidades: «Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca».
La cita final fue tomada del Apocalipsis de San Juan… Prueba, si fuera necesario prueba alguna, de que la vida militante y la obra intelectual de Daniel Bensaïd, ese marxista, trotskista y comunista revolucionario, según nuestras modernas etiquetas y clasificaciones, da cuenta de una historia más antigua, más larga y seguramente, interminable. Su obstinada fidelidad a los compromisos radicales -democráticos, sociales, internacionales, vitales en definitiva- de los años sesenta no fue en absoluto el inmovilismo de una juventud que no supo luego crecer y envejecer.
Permanecerá como la figura sin parangón de lo mejor, de lo más honesto y más absoluto de esos años, porque se esforzó en preservar no la hipotética, aleatoria y temporal solidaridad generacional, sino la larga duración de las revueltas y la indignación, los rechazos y la ira, los principios y las exigencias. En una palabra, la esperanza.
«Cuando las líneas estratégicas se desdibujan o se desvanecen, debemos volver a lo esencial: lo que hace que el mundo sea inaceptable tal como es por ahora y nos prohíbe resignarnos a la fuerza ciega de las cosas». En Une lente impatience (Stock, 2004. Una lenta impaciencia, Sylone-Viento Sur, 2018), la conmovedora autobiografía que decidió escribir gracias a la insistencia de Nicole Lapierre, describe el exigente camino que tomó a partir de los años ochenta, revisando, por ejemplo, con meticulosidad la actualidad de la obra de Karl Marx mucho antes de que la reciente crisis convenciera, incluso a los propios capitalistas, de hacerlo también. Resistir, por lo tanto, preservar, salvar, mantener, retener…
En éste nuestro tiempo de incertidumbre y transición, de sacudones y descentramiento del mundo, la huella que deja Daniel Bensaïd para mañana y para pasado mañana fue la del sentido de los legados y la inteligibilidad de lo real. Como la baliza que guía a los marineros en medio de la tormenta, él quería ser silenciosamente inflexible cuando, a su alrededor, las veletas giraban y los fuegos fatuos desorientaban a muchos. No perder el hilo de la razón, no perder el rumbo, no borrar la memoria…
Si, en esta actitud, el estilo tiene su lugar, en el sentido de que es una forma de plantarse y querer entrelazarse a sí mismo, a la vida y a la obra, no fue para nada una postura estética, como los partidarios del mal menor y de las medidas tenues se apresuran a pensar, a veces de buena fe. «El ojo de la poesía ve a menudo mucho más allá que el ojo de la política», escribió en la conclusión de Una lenta impaciencia, antes de citar el último manifiesto surrealista de André Bretón, un llamado a deshacerse de todos los grilletes que perpetúan la explotación del hombre por el hombre.
Puestos como encabezado de capítulo, dos versos de Paul Valéry subrayan lo que está en juego: «Es, en cierto modo el futuro del pasado lo que está en la balanza»; «Qué es una teoría, sino una herramienta para preservar el uso de lo posible». En otras palabras, salvar un pasado lleno de presente y preservar la irrupción de los posibles.
Una lección de vida para toda la izquierda
Tal fue la pedagogía de Daniel Bensaïd, incansable trasmisor y generoso pedagogo, formidable orador y escritor luminoso, polemista mordaz y disertante irónico. No era difícil ser sinceramente rebelde ni convertirse en un supuesto revolucionario en los años sesenta y setenta. Y al menos en nuestro país, para la mayoría de nosotros no representó un gran riesgo ni tampoco un esfuerzo rudo.
Las dificultades vinieron después, cuando llegaron los años ochenta, cuando los vientos en contra empezaron a soplar, cuando, como leemos en Una lenta impaciencia, «ya no nos empujaba el aliento de aquella época»: Por primera vez, nuestra generación mimada, alimentada con los mitos progresistas de la posguerra, que prometían volar de éxitos en victorias, tuvo que aprender a cepillar la historia a contrapelo». Y Daniel Bensaïd nos recordaba que esos tiempos adversos son «la condición ordinaria» que experimentan los que quieren derribar la fatalidad, mientras que nuestra próspera juventud era una excepción privilegiada.
Este insistente llamado fue su lección de vida, y es por eso que hoy va más allá de su familia política, la LCR (Liga Comunista Revolucionaria) ayer, el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) hoy, interpelando incluso a la izquierda de gobierno. Figura de Mayo del 68, miembro del Movimiento del 22 de Marzo en la Universidad de Nanterre, fundador de la Juventud Comunista Revolucionaria, luego de la Liga Comunista, junto con Alain Krivine y Henri Weber, entre otros, Daniel Bensaïd inscribió su compromiso en otra temporalidad que la de la inmediatez.
Tanto por convicción como por ética: con la certeza, amarrada al alma, de que los pactos con el presente corrompen los ideales del futuro. «¿Cómo pueden rendirse tan pronto?» se preguntó en Mai si! (La Brèche, 1988), publicado con Alain Krivine para conmemorar los veinte años de 1968. «¿Por qué esos herejes se convirtieron tan fácilmente? Seguramente, su herejía nunca fue más que un esnobismo.»
Su propia herejía, lejos de ser un vagabundeo individual, era colectiva, tanto por gusto como por convicción. Sin austeridad ni sectarismo, su lealtad militante expresaba su rechazo a los itinerarios sin anclaje y sin exigencias, que pretenden rendir cuentas sólo a sí mismos. Profundamente imbuido de la esperanza comunista original, de sus fraternidades e igualdades, no consideraba el compromiso partidario como una renuncia a uno mismo, sino como un descubrimiento de los demás. Entre la ética de la vida y la ascética del pensamiento, vivió esa fidelidad con sus altibajos, sus alegrías y sus mediocridades, sus complicidades burlonas y sus amistades rotas, como una manera de recordar incesantemente la realidad, él, que también podría haberse realizado, a través de la escritura y la creación, como filósofo literario que fue tan profundamente.
«A veces me pregunto -confía en Una lenta impaciencia- si la política es realmente lo que me corresponde y si no me habré equivocado de vocación.» Afirmaba su «pasión por la acción» y el «gusto por la controversia», pero admitía su «escasa aptitud para el cálculo de fuerzas, la paciente negociación, el necesario trabajo de alianzas» y sobre todo, su carencia total de avidez por el poder.
Sin embargo, no despreciaba la política en su vida cotidiana, en sus aptitudes y en sus responsabilidades. «El hecho de sospechar de las lógicas de poder es seguramente saludable», añadía en el mismo pasaje. «Pero ¿podemos imaginar, por ahora, una política sin autoridad, sin poderes, sin organizaciones, sin partidos? Sería algo así como una política sin política».
Pero el hecho de confesar esa incapacidad suya, en el marco de la política tal como la entendemos habitualmente, iba más allá de su caso personal: al plantear esta duda, Daniel Bensaïd hablaba también de la importancia de la contribución de generaciones de activistas, de la que su vida es un testimonio con honor y respeto, eclipsando a inconstantes e infieles.
Puede que las generaciones anteriores no hayan fundado, creado o dirigido un país o forjado una historia, pero habrán sido capaces de transmitir, de lograr que la morgue indecente de los vencedores pasajeros no apague con el olvido la memoria de los inmortales derrotados y sobre todo, de salvar esa promesa de que la historia nunca se escribe completamente, sino que es una trama de casualidades y de imprevistos, de nacimientos y de rupturas, de luz improbable que surge en medio y a través de cielos cubiertos.
De libro en libro, una producción incansable
Ya sea teórica o didáctica, su incansable producción intelectual buscó empecinadamente mantener, consolidar y defender esta posición, una promesa de esperanza. Como un topo marxista que excava las galerías de lo inesperado y de lo desconocido (le debemos un delicioso Essai de taupologie générale ilustrado por Wiaz – Résistances, Fayard, 2001. Ensayo de topología general, El Viejo Topo, 2006), no cesó de teorizar sobre el rechazo de las fatalidades e inmovilidades, de las dominaciones inquebrantables y de las sumisiones inevitables.
Se trata de sumas filosóficas, prolongando sus trabajos como profesor de la Universidad París VIII: desde Marx l’intempestif (1995) [Marx Intempestivo, Herramienta, 2003] y Le Pari mélancolique (1997), publicado por Fayard, hasta el reciente Éloge de la politique profane (Albin Michel, 2008. Elogio de la política profana, Península, 2009). Bajo el aliciente de la crisis, fue una cascada de ensayos reinventando las lecturas de Marx liberándolo de las caricaturas para recuperar la vitalidad de la obra: En el espacio de un año, fue publicada una amplia introducción a los escritos políticos de Marx y Engels sobre la Comuna de París (Inventer l’inconnu, La fabrique, 2008), una lectura pedagógica de Marx acompañada por los dibujos de Charb (Zones, 2009) y una larga introducción de gran actualidad a un texto inédito del autor de El Capital (Les Crises du capitalisme, Demopolis, 2009. Las crisis del capitalismo, Sequitur, Madrid, 2009).
Es imposible abarcar aquí toda la riqueza editorial de los últimos años de Daniel Bensaïd, pues supera la habitual imaginación humana. Abierto a todos los géneros, presente siempre ante todo tipo de pedidos, divirtiéndose incluso al contar la historia del capitalismo como una novela policial, sin buscar que su trabajo se acumulara como pueden acumularse los honores: simplemente vivió a través de la escritura. A los libros que acaban de ser citados, hay que añadir, del mismo breve periodo, “Prenons parti, Pour un socialisme du XXIe siècle”, escrito con Olivier Besancenot Besancenot (fue candidato presidencial por el NPA, ahora portavoz de ese partido. NdT ), (Mille et une nuits, 2009), “Un nouveau théologien, B.-H. Lévy”, luego “1968, fin et suite”s (con Alain Krivine) y finalmente “Penser Agir”, los tres publicados por Lignes en 2008.
Sin contar sus numerosas contribuciones para la revista que fundó en 2001, Contretemps (primero con las ediciones Textuel, luego con la editorial Syllepse), una actividad colectiva que ampliaba la de las discretas sociedades de pensamiento que dirigía, a medio camino entre círculo de amigos y club teórico: primero la Sprat (Société Pour la Résistance à l’Air du Temps: Sociedad para resistir a los tiempos que corren), luego la más reciente Société Louise Michel, con la que tenía cita para un coloquio internacional los días 22 y 23 de enero del 2010, titulado Puissances du communisme (Fuerza del comunismo). Única cita a la que no pudo ir.
Durante años, Daniel Bensaïd vivió de esta manera, metódica y puntual: de libro en libro, de idea en idea, de reunión en reunión. Sin un plan preestablecido, armado solamente de un feroz deseo de sobrevivir. Sin nombrarlo nunca – así lo quiso él – pero sin ocultarlo tampoco nunca, en “Una lenta impaciencia” evoca su larga enfermedad y cómo ésta cambió su vida: «Saberse mortal es una cosa. Otra es experimentarlo y creerlo de veras. Eso cambia las proporciones y las perspectivas temporales. La especulación sobre lo lejano se vuelve fútil. El presente, en cambio, adquiere relieves nuevos. Alcanza una especie de plenitud. Uno busca vivir el momento, según la inspiración y el deseo.» Es imposible, por supuesto, disociar su vida y su obra de la enfermedad que lo golpeó en 1990, al final del corto siglo XX, que fue también el siglo del comunismo.
La sombra de la enfermedad, la fuerza de la amistad
«El comienzo de los noventa fue realmente un crepúsculo», escribe de nuevo en Una lenta impaciencia. ¿Qué parte tuvo esa época y cuál fue la de la intimidad en este sentimiento? Sin la enfermedad, el explorador del futuro que en 1989 propuso «retomar y revisar todo, analizar y discutir todo una y otra vez, volver a interrogar e interrogarse sobre todo, pasado y futuro» (Moi, la révolution, Remembrances d’un bicentenaire indign, Gallimard. Yo, la Revolución: Remembranzas de un bicentenario indigno), ¿Ese Bensaïd curioso, inventivo y audaz habría podido acompañar con tanta constancia al centinela del pasado que se cuidó de mantener intacto el camino de la esperanza?
¿Habría seguido inyectando su alegre vitalidad en la política concreta, como lo había hecho en los veinte años anteriores, como activista del internacionalismo, en particular en América Latina? Nadie lo sabe, ya que las vidas no se leen al revés. Y seguramente Daniel Bensaïd haría frente a este interrogatorio indiscreto con su tono burlón, realzado por el acento de su ciudad de Toulouse.
Ese momento crucial de una vida que se hizo eco de la del mundo se refleja en tres libros: Moi, la révolution (1989), Walter Benjamin, sentinelle messianique (1990), Jeanne, de guerre lasse (1991) (Juana, cansada de guerra), Juana de Arco, a la que no quería dejar en las manos de Le Pen (dirigente y fundador del Frente Nacional, partido de extrema derecha. NdT). Fui editor del primero y del tercero, en la colección «Au vif du sujet» de la editorial Gallimard, y contribuí para que el segundo fuera editado por Plon.
El judaísmo, como recordatorio del pasado, tiene también su lugar en su obra. Esta trilogía volvió al ideal comunista, incluso cuando su impostura totalitaria se estaba derrumbando: «El camino agreste de las herejías, la desviación de la racionalidad mesiánica y el camino escarpado de una lógica del acontecimiento», escribió más tarde. Por entonces, al publicar La Part d’ombre (Stock, 1992) un ensayo crítico sobre la presidencia de François Mitterrand, le dediqué públicamente estas palabras: «A Daniel, el explorador». Basta con leer el final de este libro para comprender el sentido de esta dedicatoria: su alta figura, honesta y rígida, salvó de la debacle «a esta generación confusa que pensaba que obtendría un mundo a partir de mayo del 68 y que tuvo que conformarse, a medida que envejecía, con provincias y feudos, puestos y situaciones, deseos y ambiciones».
Esa fidelidad no estuvo exenta de desacuerdos e incluso, por un tiempo, de discordia. El periodismo, ese compromiso que finalmente yo había elegido, alejándome de las disciplinas partidarias, fue la causa. Daniel Bensaïd no tenía mucha estima por nuestra profesión, aunque siempre recibió a los periodistas. Insistía, y no sin razón, en su falta de constancia, su ligereza, su irresponsabilidad, su comercialización, su superficialidad, su suficiencia, etc.
Pero la polémica, de la que da cuenta en el capítulo 13 de Una lenta impaciencia, iba en aquel tiempo más allá, al tratar sobre la democracia y los acontecimientos, las urgencias del presente y el papel de las vanguardias. Para mí, era la época de Le Monde con sus ilusiones, y ese malentendido oscureció nuestra relación. Pero desde entonces, el tiempo ha hecho su trabajo, las adversidades han demostrado su valor y nos volvimos a encontrar, sin necesidad de decirnos nada. La última vez que vi a Daniel fue en agosto del 2009, en la Universidad del NPA, donde me invitó fraternalmente a hablar del periodismo y de la prensa, después de que él mismo apoyara enérgicamente nuestro «Llamado desde la colina» (“Llamado por una prensa libre e independiente”, organizado por Mediapart y Reporteros Sin Fronteras en noviembre del 2008), frente a los Estados Generales de la Presidencia.
Dice, en Una lenta impaciencia: «Se dice a menudo que hay que vivir de acuerdo con nuestro tiempo. Ese tiempo se está muriendo. ¿Deberíamos también pudrirnos y desaparecer con él?» Si Daniel Bensaïd permanece vivo para muchos de nosotros es porque se negó a aceptar esa facilidad y vivió resueltamente en contra de los tiempos. Sin embargo, abrazó su vida plenamente, con avidez y disfrute, dignidad y sencillez.
«De la muerte, dijo también, no hay mucho que decir, excepto que nunca nos reconciliaremos con ella. Su lugar está en el barullo metafísico, junto con el infinito y la eternidad.» Esta muerte que atraviesa, en páginas conmovedoras, su libro Jeanne, de guerre lasse, es un homenaje feminista a la virgen indócil, escrito en 1990 bajo el golpe del anuncio de la enfermedad. «Los cometas que cruzan el cielo de la Historia tienen prisa, afirma. Jesús, San Justo, Guevara… Como si su energía se consumiera más rápido. Como si tuvieran que dar todo en un instante. No podemos imaginarlos tibios y satisfechos. No estabas hecha para durar.»
Aunque Daniel Bensaid murió a una edad mucho mayor que la de esos cometas, su vida fue demasiado corta. Pero sabemos que durará. Porque fue, él también y hasta el final, la propia juventud. La juventud del mundo. Nuestra juventud.
* Edwy Plenel, periodista desde 1976. Primero en Rouge (publicación de la Liga Comunista Revolucionaria) entre 1976-1978, luego en Le Matin de Paris, y en el diario Le Monde durante veinticinco años (1980-2005). Cofundador y presidente de Mediapart desde su creación en 2008. Autor de una treintena de libros.
Ene 19, 2020 | OPINION=IRITZIAK
En estos días hemos leído en la revista Hordago (El Salto) un artículo, no sé si es editorial, donde pone de alguna manera en cuestión el carácter de la huelga del 30 de enero. Se cuestiona incluso desde el propio título: “No va a ser una Huelga General”. Como primer argumento el autor se basa en la diferencia que según él se da con las movilizaciones en Francia. Alega que las mismas nacieron desde abajo, que se debatió en las fábricas y que los chalecos amarillos estuvieron en primera fila, pero creo sinceramente que se equivoca.
El que la convocatoria de huelga general como respuesta a la política sobre pensiones del gobierno de Macron en Francia coincida en el tiempo con la lucha de los chalecos amarillos (una movilización nacida como respuesta a la subida de los hidrocarburos) no significa que esta se base en la movilización de los chalecos amarillos.
La Huelga General en Francia, la actual huelga que se mantiene además en el tiempo, tiene que ver con la posición combativa de las direcciones de la CGT, FO, Solidaries, etc. y con una posición más tibia de la CFDT (busca una negociación de los plazos de la ley y su aplicación). No sé en cuantas asambleas de empresa se discutió la convocatoria, me temo que no en muchas por las noticias que tengo, y fue y es una convocatoria desde las direcciones de los sindicatos las que están suponiendo precisamente un ejemplo de movilización por su radicalización y prolongación en el tiempo.
Cuando se compara la huelga general convocada para el 30 de enero con la de Francia se debería apuntar la crítica, de forma clara, a las grandes centrales sindicales estatales, centrales sindicales que ni están ni se les espera. No va a haber ninguna radicalización del movimiento de la clase trabajadora de la mano de las direcciones de UGT y CCOO.
El segundo argumento del autor es precisamente el debate en las empresas o de los polígonos. Si ese es un argumento para caracterizar la movilización tendríamos que concluir que ni en Euskal Herria, y mucho menos en el Estado Español, ha habido desde hace muchos años ninguna convocatoria de huelga. Quienes peinamos canas, muchas ya, hemos visto como desde el nacimiento del sindicalismo en legalidad, el debate previo de las asambleas de trabajadores desapareció de la práctica sindical en el Estado Español quedando por tanto la convocatoria en manos de las direcciones sindicales y de las estructuras de los mismos básicamente. Entonces, cuando había una huelga, íbamos a nuestras empresas y allí, el mismo día de la huelga hacíamos asambleas de trabajadores donde discutíamos los motivos. Después, juntos, y quizás en algunos casos con pancarta de la empresa, íbamos a las manifestaciones convocadas.
Pero lo dicho, ese modelo de construcción de la huelga hace años que desapareció y, además, desapareció en parte producto de la propia división sindical. Y por poner un ejemplo, el modelo de huelgas encadenadas que son frecuentes en Francia aquí nunca llegó y sólo se mantuvieron las huelgas generales de un día excepto en algunas situaciones muy especiales. Quizás eso habría que ligarlo a las direcciones sindicales mayoritarias en el Estado Español, pero este sería tema de otro artículo.
Esto me da pie para entrar en otro de los argumentos que he leído en el artículo: el carácter de una huelga por la unidad de los convocantes. Este argumento, dada la “desmovilización” de algunos sindicatos desde hace años, supondría que no habría NINGUNA, no ya huelga general, sino ni tan siquiera lo que desde el articulo se denomina “Jornada de Lucha”. Desgraciadamente, y tras el acuerdo del gobierno de coalición, los sindicatos UGT y CCOO han dado un pasito más en su posición “realista” de esperar a ver las políticas que el gobierno adopta y que curiosamente rompe con la que había sido la posición unitaria del movimiento de pensionistas: “Gobierne, quien gobierne las pensiones se defienden”.
La pregunta que me surge es entonces clara: ¿Quién es el que divide? Por cierto, movimiento de pensionistas que muy mayoritariamente se ha posicionado a favor de la Huelga General, por lo menos en Bizkaia, que es el territorio que más conozco. Y que son curiosamente los sectores muy cercanos a los partidos del gobierno de coalición quienes han criticado el llamamiento y participación del movimiento de pensionistas en la convocatoria de huelga. Convocatoria que, por otra parte, hace la Carta Social de Euskal Herria, que es bastante más amplia que lo que se da a entender en el artículo. Son las trabajadoras de las residencias, las kellys, las limpiadoras de edificios públicos, los trabajadores de Navarpluma, los trabajadores de la huerta de Peralta, las viudas pensionistas, … “varones nativos heterosexuales, con papeles y de clase media y con sus derechos laborales garantizados” Pues también se suman a la huelga, además del movimiento feminista de Euskal Herria, la mayoría del movimiento de pensionistas de Euskadi, prácticamente todos los sindicatos de estudiantes y juveniles, y muchísimos movimientos sociales de referencia.
Se equivoca quien escribe el artículo cuando dice, bastante peyorativamente y con mucha dosis de desconocimiento, “pequeños sindicatos radicales” y los sitúa en el arco ideológico abertzale.
Quizá cuando el autor censura la falta de unidad y así anuncia el fracaso de esta huelga general al no haberse sumado los 2 sindicatos estatales mayoritarios (minoritarios en Euskal Herria), lo que está haciendo es invocar al derecho de veto de los mismos. Quizás hay una visión prejuiciosa del movimiento sindical vasco y a lo que ha sido el proceso de convocatoria de la huelga general. Las huelgas generales las convocan los sindicatos, pero esta ha sido largamente demandada por los agentes sociales que conforman la carta de derechos sociales de EH.
Por último, argumenta que es una convocatoria sin objetivos concretos… Tres meses antes firmé un articulo en el que decía:
“Cuando se convoca una huelga general de un día con consignas y reivindicaciones generales a los gobiernos, evidentemente esta convocatoria no tiene como fin el logro inmediato de alguna reivindicación, sino que la convocatoria de huelga cobra el carácter que G. Sorel nos planteaba «aumentar el nivel de conciencia y demostrar la capacidad y poder de la ciudadanía». Es por esto que precisamente la tarea de preparación y concienciación cobra un sentido especial en las convocatorias de las futuras huelgas generales.
Tenemos tres meses para organizar la huelga general y para tratar de sumar el máximo de fuerzas en el empeño, sin sectarismos, Poniendo por delante el éxito unitario de la movilización y el rearme de la clase trabajadora.
Hay que trabajar porque la convocatoria de huelga general sea una marea humana de ciudadanas y ciudadanos reclamando los derechos que les corresponde.
Las condiciones están dadas, no vale pues aquella afirmación de algunas direcciones sindicales, de que la clase trabajadora no responde, se trata de que las convocatorias las sientan como suyas y no como algo ajeno convocado desde instancias lejanas.”
Los problemas de falta de unidad “absoluta”, su duración, los problemas de preparación y un largo etcétera que puedan existir, no quitan ni un ápice de carácter de Huelga General a la convocatoria del 30 de enero. Será general o no dependiendo de la capacidad de las y los convocantes de conseguir que la ciudadanía de Euskal Herria asuma dicha movilización. Es trabajo de todas y todos hacer que sientan esta movilización como suya.
Motivos para la huelga general los hay, los hay a miles, y mucho trabajo por delante para que sea un éxito. Mucho trabajo tenemos quienes creemos que es necesario enfrentarnos a las políticas que padecemos las y los trabajadores, las y los precarizados y precarizadas, las y los militantes sindicales y de los movimientos sociales, la y los jubilados…
¡¡Y sí!! ¿Por qué razón la Huelga general no va a ir contra los presupuestos del Gobierno Vasco que, a pesar de un montón de cantos de sirena, son unos presupuestos poco sociales? ¡¡Y sí!! ¿Por qué no nos vamos a movilizar para que los supuestos gobiernos progresistas profundicen en políticas sociales y no se sientan contaminados por las bancadas trifachitas, con la idea de que al gobierno de coalición hay que presionarle desde la izquierda?
Aún tenemos tiempo para que la huelga del día 30 sea un éxito de movilización unitaria y de rearme de la clase trabajadora, extendiendo su convocatoria, participando en los comités de huelga que se están haciendo en pueblos, barrios y polígonos, siendo parte activa para que esta convocatoria salga adelante. Generando una marea humana de ciudadanas y ciudadanos reclamando los derechos que nos corresponden.
Que esta Huelga General no sea un fin de nada y sí una continuación y una recomposición de la capacidad de lucha y movilización de la clase. Creo sinceramente que el artículo de Hordago no ayuda a este fin, por mucho que termine con “A pesar de todo, es mejor apoyarlo”. Espero de verás que se apoye y se apoye ayudando a que el día 30 sea un éxito.
Mikel Labeaga.
Nov 17, 2019 | ANTIKAPITALISTAK
Azaroak 10eko hauteskundeen emaitzen balorazio politikoa:
Ezker alternatiboak nahiko argi zeukan, hauteskunde hauetarako deialdiarekin batera, Pedro Sánchez-ek bera eta bere alderdia ezkerrean nagusitasuna sendotzea zela, bere eserleku kopurua are gehiago haunditzeko asmoarekin (alderdia demokraziaren fase txarrenetik iritsi ondoren, non Sorpassoa jasateko aukera ere bizi zuten) eta Unidas Podemos likidatzea (hauteskundeetara deialdia alderdi moreak ustez beheranzko joera gelditu ezin zuenean, komunikabideek kementsu UP adierazten zutenean hauteskundeak errepikatzearen erantzule, eta alderdi morearen eszizio traumatikotik jaiotako alderdi berria zilegituz). Bi helburuetarako, «bloke konstituzionalista»rekin, gaur «trifachito», Katalunian estrategia berbera partekatuz: estatuaren erantzuna gogortu zuen errepresio poliziala eta judiziala erabiliz; Gatazkaren tentsioa haunditu zuen estatuan beste alianza batzuk bilatzeko eskuin muturrak bere programa politikoaren kapitalizazioa eta inposizioa neutralizatzeko. Modu berean Unidas Podemos isolatu egin zuen (zein bere sumisioarekin, argitasun gabeziarekin eta posizionamentu demokratiko erradikalaren gabeziarekin bere buruaren hutsaltasuna haunditzera lagundu duen).
Estatuan PSOErentzat estrategia hau porrota izan da eta onuradun handienak VOX eta alderdi subiranistak eta independentistak izan dira, Euskal Herrian faktore esanguratsuenetako bat izanik. Euskadin (% 68’91) eta Nafarroan (% 69’22) ezohiko partaidetza txikia izanik, igoera konbinatu handiena izan duen alderdia Euskal Herria Bildu izan da. Bel Pozuetak irabazi duen eserlekua, Altsasuko gazteetako bat den Adur Ramirezen ama, hauteskunde hauek Euskal Herrian uzten duten berririk onena da, errepresioaren aurkako borroka adierazten duen garaipen sinbolikoa.
Zoritxarrez mantra forma hartzen ari da, baina EAJk aurrera egin du berriro hauteskunde hauetan Euskadin. Abstentzioan 17.000 boto utzi arren, botoen portzentajea handitu du, guztira 6 lortu baititu Euskadin (18).
PSOEk aurreko hauteskunde orokorretan lortutako bigarren postua mantentzen du, baina 25.000 boto baino gehiago galtzen ditu. 4 eserlekuak mantendu egin ditu. Aipatu beharra dago bialderdi euskaldunak, PNVPSE, botoen% 51,26 gehitzen dutela Euskadin. Zifra benetan dramatikoa eta pedagogikoa, Euskal Autonomia Erkidegoan 78 erregimenaren oinarrizko bi zutabeen artean sortutako adostasunaren dimentsioaren berri ematen baitu.
EHBildu-k lortutako emaitzak, trifachitoaren eserleku pirrikoaren ostean, Euskadiko ezkerraldean irakurketa positibo bakarra da. Ezkerraren desmobilizazioaren testuinguruan 8.000 boto gehitzea (Kataluniako faktorea presente egon arren) eta parte hartzearen jaistearekin batera, lorpen garrantzitsu bat da eta bere horretan jarraitzen du, ahula izan arren, bere sabaia zabalduz. Oraingoz, bere %18,7ak estatuko hauteskundeetan hirugarren indar gisa kokatzen du, datu ezezaguna orain arte.
Ezkerraren beste alde ilunak Elkarrekin Podemos-ek lortutako emaitzak dira, bere jaitsiera sakontzen jarraitzen baitu. 40.000 boto baino gehiago gelditu dira errepidean eta 4 ordezkaritzatik 3 eserlekuetara (bat lurralde bakoitzeko) pasa dira. Bereziki esanguratsua da eta bere intzidentziaren eta errealitate politikoaren isla da 2016. urteko emaitzekin alderatzea. Garai hartan Euskadin irabazi egin zuen, 333.730 boto eta %29’05arekin. 2019ko azaroan, 152.393 boto galdu ditu (% 45eko jaitsiera), eta eserlekuen erdia.
Eskuineko blokeak zero absolutua errepikatzeko zorian egon da, 17.000 boto galdu baititu, batez ere Ciudadanos-en porrotaren ondorioz. Baina zoritxarrez, Bizkaian PPk azken eserlekua lapurtu dio EAJri azkeneko unean, postaz emandako boto kopuruaren arabera. Popularrak dira EAEn hauteskunde hauetan boto gehien igo dituztenak, kontuan hartuz abstentzioari esker izan arren. VOX-ek ere zertxobait igo du boto kopurua, trifachiitoaren blokearen lekualdatzeagatik.
Nafarroan, zenbait ñabardura izan arren, azpiko joerek modu berean funtzionatu dute (estatuko ezkerreko botoaren desmobilizazioa eta independentismoaren boto kopurua handitzea), nahiz eta Euskadiko eta Nafarroako egoera desberdina izan. Alderdi bozkatuena Nafarroa Suma (UPN, PP, C’s) eskuin muturreko koalizioa izan da, 9.000 boto galdu arren bere portzentajea handitu gabe, eserlekurik gehitu gabe, 2 mantenduz. PSN-k 10.000 boto galdu arren bere eserleku bakarra mantendu du. UPk dramatikoki huts egin du, 13.000 boto galduz, baina diputatuari eutsi dio. Bestalde, Nafarroan gehien hazi den alderdia EHBildu da, eta ia 10.000 boto gehitu ditu, Geroa Bai-k galdu dituenak. Igoera honek Bel Pozuetari eserlegua egokitu zaio eta Altsasuko gazteen borrokarekin batera antolatutako mobilizazioekin lotzen da.
Bai Autonomia Erkidegoan bai Foru Erkidegoan irakurketek norabide beretik doazela dirudi, bloke konstituzionalistaren (PSOE eta trifachito) bira errepresiboak eta autoritarioak independentziaren eta burujabetzaren posizioen erreakzio mobilizatzailea sortu dute, batez ere EHBildu (nahiz EAJk bankuek bezalaxe, beti irabazten du); nahiz eta horrek ez duen PSOErentzat higadura gehiago ekarri gainerako estatuan jasan duen bezala. Unidas Podemos-en indefinizioak, Kataluniako auzian batez ere, eta bere PSOErekiko menpekotasun politikoak botoak kenduz jarraitzen du eta galtzaile handia da 28A-ren aldean; zaila da imajinatzea joera hori alderantzizkoa izango dela gutxiengo gobernuan egonik (alderantziz baizik). Espainiako eskuin indarren blokea, PPk eta VOXk gora egin izan arren, Ciudadanosen beherakada izugarriaren ondorioz, boto kopuruan jaitsi egin da; bere diskurtso matxista, xenofoboa eta, batez ere, zentralistak, Eukal Herrian errotzea zaila da (ezinezkoa ez izanik). Euskadiko eskuina finkatua modernoagoa da, burgesia ez-parasitario eta ez-aristikratiko baten interesak defendatzen ditu eta bizi-maila gaur egun estatuarekiko batez bestekoan haundiagoa da. Hala eta guztiz ere, parte-hartzearen jaitsiera, Casado-ren alderdiari kongresulari bat eman dio.
Duela bi egun ikusi dugu PSOEk eta UPk beharra bertutea eginez, gobernu akordio baten zirriborroa itxi egin dutela, non presidenteordezkoa eta ministerioak banatuko dituzten. Ikusi behar da akordio hori nola itxiko den beste indar politikoekin, zenbakiek ez dutelako gehitzen. Ez da gure apustu politikoa, baina koalizio gobernu «progresista» batek ezkerreko jende askorentzat dakarren lasaitasuna ulertzen dugu. Hala eta guztiz ere, EBko austeritate neoliberaleko politiken aginduetara subordinatutako ezker instituzional batek dakarren arriskuaz ohartarazi behar dugu. Ez dugu uste gaurko legebiltzarreko ezkerrerako, aldaketa deitu zen bloke honetarako, bere marjina politikoa aurrekontu mugatuak kudeatzeko eta Kataluniako edo EBko zuzentarauak bezalako gaietan ekintza politikoa besteren gain uztea estrategia egokia denik. Hala ere, ez daukagu inolako zalantzarik 0 minututik premiazko neurriei aurre egin behar zaiela, hala nola lan ereformak bertan behera uztea, baita Konstituzioaren 135 eta 155. artikuluak ere, mozal legea, errenten kontrola, zerga erreforma justua, non aberatsek gehiago ordainduko duten klase popularren onuragarri, memoria historikoaren legearen garapen osoa, hegoaldeko mugan egiten den politika …
Ezkerreko indar alternatiboen esku egongo da koalizioaren gobernuaren jarraipena egitea eta ezker eraldatzaileko posizioetara bultzatzea.
Ezin diogu eskuin muturrari kalea utzi. Ezin dira izan EBren, FMI edo Munduko Bankuaren gizarte-neurrien aurkako oposizio politiko bakarra.
Historian zehar, aurrerapen sozialak, konkistak eta eskubideen birkonkistak gobernu eta parlamentuek baino mobilizazio sozialaren ondorioz gertatu dira. Adibideak gaur baditugu pentsiodunengan, mugimendu feministan, klima-aldaketaren aurkako borrokan dauden ingurumen-mugimenduetan.
Euskal Herrian uste dugu garrantzitsua dela ezkerreko espazio alternatibo, zabal eta plurala irekitzea inor atzean utzi gabe, burujabetza, feminista, internazionalista, behetik, sektore sindikal eta zibilak, mugimendu sozialak gehituz … Hurbileko horizontean aukera paregabea Greba Orokorraren deia; Antolatu ditzagun batzarrak, protesta ekintzak eta has gaitezen denon artean aliantzak ehuntzen.
Era una tesis bastante compartida en la izquierda alternativa que con la convocatoria de estas elecciones Pedro Sánchez trataba de consolidar su primacía en la izquierda ampliando aún más su número de escaños (tras llegar de la peor etapa del partido en democracia, donde incluso se contemplaba la posibilidad del sorpasso) y liquidando a Unidas Podemos (realizando la convocatoria en una tendencia muy a la baja del partido morado en las encuestas, bajo un bombardeo mediático que lo señalaba como responsable de la investidura fracasada y legitimando a su nuevo oponente surgido de una escisión traumática). Para ambos objetivos formó parte con el resto del antaño «bloque constitucionalista», hoy «trifachito», de la estrategia de la tierra quemada en Catalunya: endureció la respuesta del estado con represión policial y judicial; provocó el tensionamiento del conflicto en aras de recabar apoyos en el resto del estado ante una extrema derecha capaz de capitalizar e imponer su programa político y a su vez aisló a Unidas Podemos (que con su sumisión, falta de claridad y de un posicionamiento de radicalidad democrática ha contribuido a su irrelevancia en este tema).
Esta estrategia que se ha demostrado fracasada para el PSOE en el estado y cuyos mayores beneficiarios en términos electorales han sido VOX y los partidos soberanistas e independentistas, ha repercutido como uno de los factores más significativos en Euskal Herria. Con una participación inusualmente baja en Euskadi (68’91%) y Nafarroa (69’22%), el partido con mayor ascenso combinado ha sido Euskal Herria Bildu. El escaño conseguido por Bel Pozueta, madre de Adur Ramírez, uno de los jóvenes de Altsasu, es sin duda la mejor noticia que estas elecciones dejan en Euskal Herria, una victoria simbólica que representa la lucha antirrepresiva.
Desgraciadamente va cogiendo forma de mantra, pero el PNV vuelve a avanzar en estas elecciones en Euskadi. Pese a dejarse 17.000 votos en la abstención, ha incrementado su porcentaje de voto, consiguiendo un total de 6 en Euskadi (de 18).
El PSOE conserva la segunda posición alcanzada en las anteriores elecciones generales, aunque pierde más de 25.000 votos. Sigue con 4 escaños. Cabe reseñar que el bipartido a la vasca suma el 51’26% de los votos en Euskadi. Una cifra verdaderamente dramática y a la vez pedagógica, ya que nos da una ligera idea de las dimensiones del consenso que generan dos de los pilares fundamentales del régimen del 78 en la Comunidad Autónomica Vasca.
Los resultados obtenidos por EHBildu son, tras el pírrico escaño del trifachito, quizá lo único positivo para una lectura desde la izquierda en Euskadi. Sumar 8.000 votos en un contexto de desmovilización de la izquierda (aunque con el factor de Catalunya presente) y de bajada de participación es un logro y sigue, pese a que sea tímidamente, ampliando su techo. Por lo pronto, su 18’7% le posiciona como tercera fuerza en unas elecciones estatales, algo inédito.
En el reverso oscuro de la izquierda están los resultados obtenidos por Elkarrekin Podemos, que sigue profundizando en su caída. Más de 40.000 votos que se dejan por el camino y reduciendo de 4 a 3 escaños (uno por provincia) su representación. Es especialmente significativo y reflejo de su incidencia y realidad política, realizar una comparación con los resultados de 2016. En aquel entonces resultó vencedor en Euskadi con 333.730 votos y un 29’05%. En Noviembre de 2019 deja un saldo de 152.393 votos perdidos (una caída del 45%), la mitad de los diputados.
El bloque de las derechas ha estado a punto de volver a repetir su cero absoluto en la CAV, perdiendo por el camino 17.000 votos debido sobretodo al descalabro de Ciudadanos. Pero lamentablemente, el PP le ha escamoteado in extremis en el conteo de voto por correo el último escaño al PNV en Bizkaia. Los populares son los que más votos consiguen sumar en estas elecciones en la CAV, un dato a tener en cuenta pues lo han hecho a pesar de la abstención. VOX sigue en su ligero pero, hasta ahora, inconsecuente ascenso, debido al trasvase en el bloque del trifachito.
En Nafarroa pese a ciertos matices las tendencias de fondo han operado de la misma manera (desmovilización del voto de la izquierda estatal y aumento del voto independentista) aunque la situación es diferente en relación a Euskadi. El partido más votado ha vuelto a ser la coalición de derechas Navarra Suma (UPN, PP, C’s), que pese a la pérdida de 9.000 votos aumenta su porcentaje sin que esto le suponga sumar escaño, quedándose con 2. El PSOE pierde más de 10.000 sufragios conservando su único asiento, aunque peor le va a UP con 13.000 papeletas que se desvanecen, volviendo a ser el partido que más cae también en la Comunidad Foral pese a mantener la diputada. Por contra el partido que mejor sube en Nafarroa es EHBildu, con casi 10.000 votos sumados que coinciden con los que pierde Geroa Bai. Este ascenso está muy probablemente relacionado con la candidatura cristalizada en escaño por Bel Pozueta y las varias movilizaciones organizadas al hilo de la lucha de los jóvenes de Altsasu.
Las lecturas tanto en la Comunidad Autónoma como en la Foral parecen señalar en la misma dirección, el giro represivo y autoritario del bloque constitucionalista (PSOE y trifachito) ha generado una reacción movilizadora de las posiciones independentistas y soberanistas, sobretodo de EHBildu (pese a que el PNV en Euskadi es como la banca, siempre gana); aunque ello no le ha supuesto al PSOE un desgaste mayor del que ha sufrido en el resto del estado. La indefinición de Unidas Podemos en la cuestión catalana y su subordinación política para con el PSOE le siguen restando apoyos y es el gran perdedor respecto al 28A, siendo difícil imaginar que esta tendencia vaya a revertirse estando en un gobierno en minoría (más bien al contrario). El bloque de derechas españolas, pese a las subidas de PP y VOX, cae en votos debido al hundimiento de Ciudadanos; sus discursos machistas, xenófobos y sobretodo centralistas tienen un arraigo más complicado (que no imposible) en una Euskadi con una derecha consolidada más moderna (que representa los intereses de una burguesía menos parasitaria y aristocrática que la española) y unos niveles de vida hoy en día superiores a la media. Aún así la bajada de participación, focalizado sobretodo en la izquierda estatal, le ha acabado brindando un congresista al partido de Casado.
Hace dos días hemos visto que PSOE y UP haciendo de la necesidad virtud, han cerrado un principio de acuerdo de gobierno donde se van a repartir vicepresidencias y ministerios. Falta por ver cómo se va a cerrar ese acuerdo con otras fuerzas políticas, porque los números no suman. No es nuestra apuesta política, pero entendemos el alivio que supone para mucha gente de izquierdas un gobierno de coalición “progresista “. Aun así debemos alertar del peligro que supone una izquierda institucional subordinada a los dictados de las políticas austeritarias neoliberales de la UE. No creemos que hoy para la izquierda parlamentaria, para ese bloque que se denominó del cambio, subordinar su margen político a manejar unos presupuestos limitados y a ceder la acción política en cuestiones como Catalunya o directivas desde la UE sea una estrategia adecuada. Sin embargo no nos queda ninguna duda de que hay cuestiones de máxima urgencia que deben abordarse desde el minuto 0 como son las derogaciones de las reformas laborales, así como el de los artículos 135 y 155 de la constitución, la ley mordaza, una ley de control de los alquileres, una reforma fiscal justa para las clases populares donde los ricos paguen más, el desarrollo pleno de la ley de memoria histórica, viraje de 180º en la política que se hace en la frontera sur…
A las fuerzas de izquierda alternativa nos va a corresponder vigilar al Gobierno de coalición y tirar de él hacia posiciones de izquierda transformadora.
No podemos dejar la calle a la extrema derecha. No pueden ser la única oposición política a las medidas antisociales de la UE, el FMI o el Banco Mundial.
A lo largo de la historia los avances sociales, las conquistas y reconquistas de derechos, han llegado resultado de la movilización social más que de gobiernos y parlamentos. Ejemplos hoy los tenemos en los pensionistas, el movimiento feminista, los movimientos ecologistas contra la lucha por el cambio climático.
En Euskal Herria consideramos que es importante abrir un espacio de izquierda alternativa, amplia y plural sin dejar a nadie atrás, soberanista, feminista, internacionalista, desde abajo, sumando a sectores sindicales y civiles, movimientos sociales… En el horizonte próximo la oportunidad nos la brinda la convocatoria de Huelga General; organicemos asambleas, acciones reivindicativas y empecenos a tejer alianzas entre todas.
Nov 16, 2019 | OPINION=IRITZIAK
La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria, en la que se integran sindicatos y numerosos colectivos, han anunciado una huelga general el próximo mes de enero, para reclamar unas condiciones laborales, pensiones y vida dignas. No nos cabe ninguna duda de que se dan las condiciones objetivas para convocar una huelga general.
Quienes desde las empresas y fábricas hemos vivido las movilizaciones y convocatorias de huelga, en algunos casos nos hemos encontrado con reticencias, cuando no con la más absoluta indiferencia o incluso con la reacción contra esas movilizaciones. Aprendimos que las huelgas hay que prepararlas.
En Euskal Herria, entre los años 80 y 2012, (13 se hicieron entre esos años) se ha usado y a veces abusado de la convocatoria de huelga general. El debate no es, o no debiera ser, la justeza de dichas convocatorias, que en la mayoría de los casos estas eran no solo justas, sino incluso necesarias. Quizá sin hacer un análisis profundo del sentimiento y efectos que entre los y las trabajadoras, ese tipo de movilización tenía, no tengamos un diagnóstico sobre las mismas.
Organizaciones políticas, sindicatos e incluso movimientos sociales convocaban la huelga general como respuesta a las diferentes agresiones de los gobiernos. Muchos eran los motivos por los que diferentes agentes políticos y sociales convocaban a aquellas huelgas generales.
Volvemos a repetir, no era que los motivos fueran justos o no para tal convocatoria, sino que no se valoraba el esfuerzo ni el nivel de conciencia que se hacían por parte de los convocados. Creemos sinceramente que no se valoraba, y no se valora, suficientemente qué y a quién se convoca ni los efectos que entre la ciudadanía tiene una huelga general poco sentida o preparada. Evidentemente no se viven igual una huelga por un convenio que una huelga en caliente por algún motivo represivo grave, que una convocatoria de uno a más días por una petición a un gobierno en defensa de derechos generales en frio que con lo que cuenta es con la indignación acumulada de la ciudadanía.
No es lo mismo el paro del alumnado o la movilización de los pensionistas, que el esfuerzo que supone a los huelguistas de una empresa, que ponen encima de la mesa pérdidas de salarios, a veces absolutamente necesarios para mantener a sus familias con situaciones de salarios de miseria, precariedad, en los que los descuentos por un día de huelga, sumando partes proporcionales y pagas, son un buen mordisco a esos pobres salarios. Incluso no es igual el esfuerzo y cómo viven las convocatorias unos trabajadores de una empresa grande como CAF, la administración…por ejemplo, con las de un pequeño taller, los peligros de sanciones y represalias en ambos casos no son las mismas.
No es posible convocar huelgas por decreto. La mayoría de las huelgas a las que nos hemos referido, se hacían con la simple convocatoria por parte de las direcciones sindicales o políticas que las convocaban, con la posterior dinámica de movilización de piquetes el mismo día de huelga. Carecían de la preparación previa. Y eso ha supuesto limitaciones en el imaginario de los y las trabajadoras, que además han sufrido el constante desprestigio desde sectores de la prensa.
La izquierda política desde el siglo XIX ha debatido muchas veces sobre el papel de la huelga general, que era considerada como el elemento que serviría para iniciar la revolución social, al paralizar la actividad del Estado e implementar el control obrero de la producción y la administración estatal.
Georges Sorel fue el principal teórico de esta forma de acción. En Reflexiones sobre la violencia (1908), señalaba que la huelga general servía para reforzar la solidaridad, el espíritu revolucionario en la clase trabajadora. Planteaba en doble sentido: Demostrar el poder de control de las trabajadoras o de doble poder con el estado. En segundo lugar, como un método de aumentar el nivel de conciencia y movilización de la clase obrera y la ciudadanía.
Organizar la huelga general
Cuando se convoca una huelga general de un día con consignas y reivindicaciones generales a los gobiernos, evidentemente esta convocatoria no tiene como fin el logro inmediato de alguna reivindicación, sino que la convocatoria de huelga cobra el carácter que G. Sorel nos planteaba «aumentar el nivel de conciencia y demostrar la capacidad y poder de la ciudadanía». Es por esto que precisamente la tarea de preparación y concienciación cobra un sentido especial en las convocatorias de las futuras huelgas generales.
Tenemos tres meses para organizar la huelga general y para tratar de sumar el máximo de fuerzas en el empeño, sin sectarismos, Poniendo por delante el éxito unitario de la movilización y el rearme de la clase trabajadora.
Hay que trabajar porque la convocatoria de huelga general sea una marea humana de ciudadanas y ciudadanos reclamando los derechos que les corresponde.
Y para eso es imprescindible hacer pedagogía, organizar reuniones de sindicatos y comités de empresa, hacer asambleas de trabajadores… organizar asambleas o reuniones con sectores populares en cada pueblo. Organizar asambleas en los centros escolares, universidades, formación profesional… Buscar la unidad de los trabajadores y sus organizaciones. La huelga hay que organizarla de abajo arriba, donde el sujeto político sea la ciudadanía.
Aprendamos de las movilizaciones en curso, cuando hay unidad sindical, los y las trabajadoras responden de forma unitaria y colectiva a los llamamientos de movilización. Las pruebas de ello están bien claras: El metal bizkaino o la lucha de la enseñanza concertada, entre otras muchas movilizaciones. A pesar de llevar varios meses de movilización y del esfuerzo que ello supone, la moral y combatividad sigue alta. La unidad es fundamental para los éxitos de nuestras luchas.
Llamar a la huelga general supone demostrar que queremos la coordinación de luchas. Coordinación entre los que están ya movilizados con los que llamamos a la movilización. Sin sectarismos, poner las reivindicaciones de quienes están luchando en el centro de la movilización, no la autoafirmación y las diferencias.
Es imprescindible buscar el máximo de unidad sin exclusiones preconcebidas y si alguna dirección no se suma será en todo caso su responsabilidad. Como decía R.Luxemburg: «Si las huelgas generales dependiesen de la ‘propaganda incendiaria’ de los románticos de la Revolución o de las decisiones confidenciales o públicas de los jefes de partidos no habríamos tenido en Rusia ni una sola huelga general», «que la huelga general no es un producto artificial, programado y decretado, sino un fenómeno histórico que se produce necesariamente en un momento determinado sobre la base de las relaciones sociales existentes».
Las condiciones están dadas, no vale pues aquella afirmación de algunas direcciones sindicales, de que la clase trabajadora no responde, se trata de que las convocatorias las sientan como suyas y no como algo ajeno convocado desde instancias lejanas.
Tenemos tres meses para avanzar en este objetivo.
Ponernos a la tarea desde ya es fundamental si no queremos que, de nuevo, las convocatorias de huelga se conviertan en caricaturas de huelga general y, en vez de aumentar el nivel de conciencia, creen mayor desafección entre las trabajadoras y los trabajadores con el mundo sindical y un método de lucha.