Madrid 19-21 de febrero ¿Un plan B para Europa?

Entre los días 19 y 21 de febrero se desarrollarán en Madrid unas jornadas por un Plan B para Europa. Un llamamiento que, encabezado por gente como Varoufakis, Ada Colau, Lola Sanchez y Miguel Urbán entre otros muchos, pretende construir una alternativa por una Europa alternativa. En este evento convergerán iniciativas como la Conferencia Plan B organizada por Jean Luc Mélenchon, Oskar Lafontaine y otros en París, y también el DieM25 lanzado por Yannis Varoufakis el 9 de febrero en Berlín.

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El órdago de Pablo Iglesias al PSOE, más allá del efectismo mediático.

Podemos (We Can) party leader Pablo Iglesias (R) has his microphone adjusted by a technician as Socialist party (PSOE) leader Pedro Sanchez stands before a live debate hosted by Spanish media group Atresmedia in San Sebastian de los Reyes, near Madrid, Spain, December 7, 2015. REUTERS/Sergio PerezLa sorpresiva propuesta de Pablo Iglesias de una alianza de gobierno con el Partido Socialista aceptando la presidencia de Sanchez, ha cosechado numerosas expresiones de admiración y recibido abundantes elogios calificándola de  jugada “magistral”. En esta apreciación puede influir tanto la cuidada puesta en escena con que se realiza su anuncio, como la percepción de la propuesta como una maniobra destinada a desenmascarar al PSOE más que una voluntad  “seria” de alianza.

Esta claro que el efecto inicial ha sido crear un desconcierto tanto en el PSOE como en el resto de partidos, pero sus efectos a largo plazo son más inciertos  ya que dependen en gran medida de la reacción de los destinatarios de la propuesta, del resto de agentes políticos y sobre todo de su impacto en los diferentes sectores de la opinión pública, un impacto siempre impredecible. Sin embargo, creo que la supuesta “maestría” de la oferta al PSOE, no es la cuestión más importante, sino las concepciones políticas y sobre todo organizativas de Pablo Iglesias y de la dirección de Podemos, que ésta pone de relieve. Asimismo la “audacia” de la maniobra puede ocultar un error en la valoración de las implicaciones que puede tener plantearse gobernar con un partido, hasta ayer considerado un pilar del régimen, que de la noche a la mañana hemos situado como protagonista del “cambio”.

Está meridianamente claro que la incorporación a un gobierno presidido por el PSOE significa una ruptura con la línea seguida hasta ahora. Las redes sociales se han llenado de recordatorios de las declaraciones de Pablo Iglesias en las que “garantizaba” que no participaría en un Gobierno que no estuviera presidido por él mismo. Este giro de 180º se ha hecho sin ninguna consulta, no solo con las bases, sino con los dirigentes locales y autonómicos.

Quizás el carácter poco participativo de la toma de decisiones en Podemos que esta propuesta pone de relieve, sea el aspecto más grave, pero tampoco hay que olvidar que refleja una forma de entender la política. Se prioriza el efecto mediático inmediato sobre una estrategia de ir creando un discurso social alternativo, un discurso que ponga sobre la mesa no solo la necesidad de un nuevo gobierno, sino una forma diferente de gobernar y una política clara y contundente en favor de los perdedores de la gestión de la crisis. Porque lo que puede de verdad descolocar al PSOE es una población activa que demanda una nueva política y una “democracia real”. Poner el acento en gestos mediáticos y no en la acción social como “desestabilizador” de los partidos del régimen, refuerza la visión de la acción política como un juego de ajedrez teatralizado, una concepción en la que a la gente se le despoja de cualquier papel protagonista y se le confina, además de votar cuando corresponda, a ejercer de espectadores y “aplaudidores” de las genialidades de sus dirigentes.

La realidad es que a pesar de que la propuesta se presenta con aureola de ganadores, su contenido son concesiones al PSOE. Se le concede la dirección del Gobierno del cambio y se abandona la reivindicación de que solo se participaría en un gobierno en el que se tuviera la mayoría y se presidiera. Situar al PSOE como un partido de “cambio” no solo significa “traicionar” a los planteamientos previos, sino darte “legitimidad” al partido de Sánchez y Susana Diaz. Es verdad que el emplazamiento a constituir un gobierno alternativo al PP puede agudizar las contradicciones del PSOE y generar inestabilidad en el régimen y preocupación en el Ibex 35, pero había que valorar cual era el precio de esa inestabilidad transitoria.

El ofrecimiento de Pablo Iglesias de incorporarse a un Gobierno encabezado por Sánchez se relaciona con una presión social real, reflejada no solo en los resultados del 20D sino en las encuestas, que señalan que sectores sociales amplios priorizan echar a Rajoy y a su partido del gobierno. El problema es que tenemos que responder a esa presión sin a la vez comprometernos con las políticas que el PSOE seguramente va a plantear. Las condiciones programáticas (rescate social, reforma constitucional…) que se defienden para participar en el gobierno de cambio, aunque sean importantes, no son un programa de gobierno y sobre todo no se plantean como “líneas rojas” sino como ofrecimientos sujetos a negociación. La presión unitaria existente para echar al PP  puede convertirse en una presión contra PODEMOS para que baje el listón de exigencias.  En suma al final puede ser PODEMOS el que sufra las contradicciones creadas en su propia carne.

A diferencia del acuerdo programático, la dirección de Podemos hace más énfasis en la necesidad de entrar al gobierno para garantizar que el PSOE no traiciona el acuerdo, participación que de momento si aparece como línea roja (aunque con la dirección de podemos hay siempre que aplicar el titulo de la película “nunca digas nunca jamás”). De nuevo se considera que la única manera de evitar la adopción de políticas antipopulares es la presencia de ministros de PODEMOS en el Gobierno (no se puede negar que cuando es oportuna esa presencia puede ayudar) y no la vigilancia que puede ejercer desde el parlamento con el apoyo de una población activa y reivindicativa. Hay que recordar que tanto el Bloco como el PC portugués han descartado entrar en el gobierno de Partido Socialista, manteniéndose vigilantes en el parlamento y en la sociedad, llegando incluso en alguna ocasión a votar en contra del Gobierno.

Como se ha dicho antes, la lectura de la maniobra como una genialidad se apoya en el impacto producido por la propuesta que incluye la “forma” en que se ha realizado. El rechazo por parte del PSOE se ha escudado precisamente en esas formas. Aunque se pretendiera provocar ese rechazo del partido de Sánchez para desenmascararle, el modo de presentarla le puede servir de excusa ante su electorado y otros sectores sociales (Mostrar actitudes que pueden ser catalogadas de  prepotentes es muy peligroso). Incluso se podría elucubrar sobre si el momento elegido era el adecuado.

Nadie se opone a la necesidad de una táctica imaginativa ni siquiera al  efectismo mediático si sirve para visualizar una estrategia, pero cuando la sustituye y se convierte en si mismo en la estrategia, las posibilidades de errores de calculo se multiplican. Como ejemplo puede servir la “ocurrencia” de Errejon hace unas semanas pidiendo un gobierno presidido por un independiente. Los giros y cabriolas de la dirección de Podemos también ponen de manifiesto los limites y contradicciones de la estrategia “populista” que reivindican, pero esta cuestión queda para otro comentario

Koldo Smith

 

De la paga extra a los desafíos de la política económica.

pagaNavarra se ha visto sacudida por una polémica en torno a la devolución de la paga extra del 2012 de los funcionarios. El gobierno de Geroa Bai con la oposición de Podemos propuso aplazar esta devolución. Este hecho ha sido el desencadenante de esta reflexión sobre los limites de la política económica en un sistema azotado por intensas contradicciones y en profunda crisis

Recientemente hemos asistido en Navarra a una polémica sobre la devolución de la paga extra de los funcionarios en Navarra, una comunidad gobernado por un Gobierno que se define “progresista” y de “cambio” tras más de dos décadas de gobiernos de derecha cerrada. Esta polémica pone de relieve, no solo la naturaleza de los planteamientos políticos y económicos de Geroa Bai, si no la dificultad para cualquier gobierno de llevar a cabo la restitución de los mínimos derechos económicos y sociales arrebatados durante los años de los ajustes y la austeridad por el escaso margen presupuestario. Unas dificultades derivadas tanto de la herencia económica recibida(especialmente la deuda), como del hecho de que la economía navarra (como la española y la europea y por que no decirlo la mundial) siguen sumidas en serias dificultades y se enfrentan a perspectivas económicas inciertas, unas perspectivas en la que la proclamada recuperación es más un deseo que un pronóstico serio y en las que un prolongado estancamiento económico no puede excluirse.

Esta complicada situación económica dista mucho de ser una peculiaridad navarra. En el estado español, por ejemplo, lo más probable es que las exigencias derivadas de la alta deuda pública y la consiguiente demanda de políticas de “austeridad” tras la tregua de estos últimos meses, resulten asfixiantes para cualquier política progresista.

Este complejo escenario económico exige planteamientos que no tengan el horizonte en medidas que pueden resultar insuficientes, como aquellas que solo se desenvuelvan en la dimensión distributiva-asistencialista. Incluso la reestructuración negociada de la deuda (que podría significar prolongar por generaciones su carga) y las propuestas de cambio del modelo productivo pueden resultar inefectivas. El cambio del modelo productivo es una “consigna” que todos los partidos repiten, pero que plantea más preguntas que ofrece respuestas. Los que otorgan un papel central al cambio de modelo productivo olvidan que éste es en gran medida el resultado de la división internacional del trabajo y que sin descartar la influencia que el carácter “poco emprendedor” de las clases dominantes de nuestro país o la “desidia y corrupción” de nuestros políticos, es necesario tomar en cuenta, como explica Harvey, la “lógica espacial” del capital, una lógica que establece unas relaciones entre distintas partes del mundo, en las que los territorios se “especializan” dentro de la organización de la producción, jugando diferentes papeles en las cadenas de valorización del capital.

El escenario más probable es que se sigan planteando políticas desde los representantes políticos dominantes que con diferencias de matices supongan nuevos ataques a los intereses de los sectores populares por la vía del ajuste del gasto público, la deflación salarial, la precarización del empleo, la disminución efectiva de las pensiones, etc. Unas medidas impuestas por la dificultad para mantener el proceso de acumulación del capital en las condiciones actuales. En un sistema económico que muestra bases frágiles y contradicciones irresolubles es poco probable que se pueda confiar en nuevas alternativas de “desarrollo con inclusión”, teniendo en cuenta la quiebra del modelo de los estados de bienestar, de los proyectos de “capitalismo con rostro humano” y la crisis de los modelos nacional-populares en Latinoamérica. Son “utópicas” las propuestas que desde ópticas socialdemócratas y “nacional- populares” creen que es posible controlar los resortes de la economía desde el ámbito de decisión política sin modificaciones económicas estructurales de calado, unas modificaciones que afecten no solo a modelo productivo (que se produce, como y cuanto) sino al modelo económico y de las relaciones sociales ligadas a éste, cuestionando el rol del mercado y ampliando el control y la propiedad pública.

Porque cualquier gobierno que intente políticas alternativas va a tener que afrontar limitaciones desde el mercado mundial y desde las instituciones europeas que van a obstaculizar cualquier intervención que directamente desde lo público (y por lo tanto substraída parcialmente a la lógica del mercado) esté dirigida a construir un modelo productivo diferente, aunque de hecho, como he dicho, solo constituya una solución parcial.

Como razona Panagiotis Sotiris en relación a Grecia y la política de Syriza estamos en un momento en que los partidos impugnadores del régimen y las políticas de austeridad (especialmente Podemos pero creo que también IU) confluyen con las ilusiones de la población de que un gobierno “progresista” puede terminar con la austeridad, emprender la senda del crecimiento económico, combatir efectivamente el paro, devolver derechos laborales y sociales sin grandes dificultades y conflictos, eso sí, de forma “progresiva y lenta”.

Sin embargo, no parece posible que se puedan llevar a cabo medidas incluso tímidas como las incluidas en el programa electoral de PODEMOS, sin enfrentar resistencia desde las instancias internacionales como la Unión Europea, en las que el sistema económico del Estado Español está integrado y sin enfrentarse a corporaciones financieras e industriales que se han visto beneficiadas de la flexibilidad laboral, el deterioro de los salarios y condiciones de trabajo así como del apoyo incondicional desde los poderes públicos que han permitido el saqueo de los bienes de todos y un proceso de acumulación por desposesión, para proporcionar los beneficios que la sobreproducción impide, a través del llamado “ciclo secundario de valorización del capital”: apropiación de los recursos públicos, grandes obras e infraestructuras, las burbujas inmobiliarias, etc.

Por lo tanto, es necesario plantearse una alternativa que no solo ofrezca alternativas “técnicas” a la situación económica si no impulsar un proceso de transformación basado en la “apuesta” y “experimentación” que incluya por ejemplo el reforzamiento de la propiedad pública pero bajo fórmulas de autogestión y de control de los trabajadores y trabajadoras. La desmercatilización de servicios y las redes no comerciales de distribución alternativas también es esencial en esta apuesta. Todo este modelo debe tener como pilar los debates sociales, la solidaridad y la inteligencia colectiva. En el centro de ese debate se debe situar la economía y el papel y funcionamiento del sector publico y de los servicios sociales, educativos y sanitarios.

Esto quiere decir como dice Husson, que la conciencia de los límites del “keynesianismo” que deriva del análisis de la crisis como sistémica, no debe implicar formular una alternativa anticapitalista abstracta. Se debe construir, partiendo de las demandas y reivindicaciones, un proceso de articulación de un pueblo activo y protagonista que vaya conquistando espacios de poder. En el camino hacia un ecosocialismo autogestionario hay que introducir medidas de corte Keynesiano que sean concebidas como parte de una guerra de “posiciones” permanente.

Koldo Smith

bibliografia citada

Panagiotis Sotiris. http://salvage.zone/online-exclusive/the-realism-of-audacity-rethinking-revolutionary-strategy-today/

Michel Husson http://www.vientosur.info/IMG/pdf/Los_limites_del_Keynesianismo.pdf

David Harvey http://socialistregister.com/index.php/srv/article/viewFile/14997/11983

6 DE DICIEMBRE, NADA QUE CELEBRAR, MUCHO POR ENTERRAR

Consti«Las Fuerzas Armadas, constituídas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire,tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Ya en sus títulos preliminares, la Constitución española se impregna de un cierto tufillo cuartelero que nos apunta por donde van los tiros. Dicho claramente, cualquier pueblo del estado que intente alguna veleidad soberanista tendrá enfrente al ejército para cortarla de raiz.

«En ningún caso se autorizará la federación de Comunidades Autónomas».Por lo que una hipotética confederación de repúblicas soberanistas, no tiene ninguna posibilidad de prosperar en el actual corsé constitucional español.

» El Rey es el Jefe del Estado. símbolo de su unidad y permanecia». Una jefatura del Estado no sometida para su nombramiento a ningún plebiscito popular, teniendo como única base histórica y «jurídica» el dedo del general Franco, previo juramento del anterior Jefe del Estado de los Principios Fundamentales del Movimiento, una base jurídica surgida de la sublevación militar fascista de 1936. Principios de los que ni él, ni su heredero han abjurado, ni rechazado públicamente. En el siglo pasado, dos países europeos, mediante referéndum popular, decidieron constiruirse en república y enterrar a sus respectivas monarquías, Italia y Grecia. Italia después de la II Guerra Mundial y Grecia después del desalojo de los coroneles golpistas del 68 a los que había apoyado el monarca griego.

«Ninguna confesión tendrá carácter estatal»

Esto es una broma de mal gusto. Concordato con el Vaticano, prebendas y aportación de miles de millones de dinero público a la iglesia católica, barra libre en el sistema educativo, imposición de la enseñanza nacional-católica en la red pública, etc….

Estas son varias de las patas fundamentales en las que se sustenta una mesa constitucional ajada, obsoleta y que no representa, ni de lejos, las aspiraciones democráticas de los pueblos del estado, de sus clases trabajadoras, ni de sus mujeres.

El Estado Español de 2015 no es el que salió de una larga noche, como el de 1978. La participación democrática era un concepto que la gente no había practicado durante cuarenta años y lo ha ido recuperando poco a poco. Lo que los «padres de la constitución» cocinaron en la trastienda, a nuestras espaldas, tiene que pasar a la historia.

No puedo dejar pasar, como dato referencial, que en la Comunidad Autónoma Vasca, la abstención fué del 70% en el referéndum constitucional.

A modo de conclusión, deberíamos enterrar definitivamente esta Constitución y hacer surgir unos procesos constituyentes soberanistas en todas las nacionalidades del Estado que así lo demanden. Unos procesos constituyentes que recojan las justas aspiraciones democráticas

de los diferentes pueblos del estado, procesos solidarios, inclusivos y participativos. Que respondan a los inereses y necesidades de la mayoría de la población, las clases trabajadoras y populares, y no a los de una minoría que sólo representa a una oligarquía económico-política.

Por todas esta cosas, yo no saldré a la calle el día 6 de Diciembre a celebrar nada, seguiré, con cada vez más, multitud de gente, a continuar la lucha para quemar, simbólicamente, esta Biblia postfranquista que una minoría nos impuso a hurtadillas.

Para terminar, no quiero que este estado siga siendo, en palabras del extinto Luis Carandell, «Un país de chiste y pandereta».

 

Mauricio Rodriguez- Gastaminza. Historiador y militante de Antikapitalistak.