Francia : Contra el autoritarismo, por una verdadera política de salud: ¡no hay tregua estival!

(Nota del traductor: Los sindicatos SUD y CGT han convocado al personal de los sectores sanitario, médico-social y social a una huelga nacional contra la obligación de vacunación y el pase de salud. “Emitimos un aviso de huelga ilimitada a partir del 9 de agosto y llamamos a los sindicatos de CGT a organizarse y movilizarse en sus territorios”, anunció la federación el miércoles 4 de agosto, en un comunicado invitando a “todas las organizaciones sindicales a la unidad más amplia posible”.)

(Redacción de l´Anticapitaliste hebdo)
Esta llamada está motivada en particular por la oposición de la CGT “al pase sanitario, la obligación de vacunación y las sanciones salariales”. La organización sindical también exige el levantamiento de las patentes de vacunas contra el Covid-19 y “recursos humanos y materiales acordes con las necesidades de la población”.

Desde los anuncios de Emmanuel Macron el 12 de julio, el desafío a los proyectos gubernamentales, y en particular al pase sanitario, no se ha debilitado. Hay que decir que una vez más, la Macronia ha elegido la imposición y la coacción, en continuidad con lo que ha estado practicando durante 18 meses, siempre con el mismo principio: coaccionar en lugar de convencer.

Con el paso del tiempo, nos damos cuenta de cómo un pase sanitario es una aberración. Ejemplo especialmente significativo, entre muchos otros, del carácter absurdo, peligroso y discriminatorio de las medidas gubernamentales, con el requisito de presentar un pase sanitario que acredite una vacunación completa, una prueba de PCR negativa o un certificado médico de recuperación de covid para cualquier persona que acuda a una institución sanitaria, social o médico-social, excepto para una urgencia. En otras palabras, la potencial privación de la atención médica en nombre de argumentos… de salud pública. Como explica la Union syndicale de la psychiatrie (USP): “Este es un ataque extremadamente grave al acceso a la atención para las personas enfermas, al acceso a los servicios sanitarios o a los servicios sociales, creando discriminación entre quienes tienen acceso o no a vacunas. Sin embargo, como bien sabemos, aparte de las personas reacias u opuestas a la vacunación, parte de la población no tiene acceso a esta vacunación. ”

Lógica peligrosa

Si el ejemplo de acceso a las estructuras médicas y médico-sociales puede parecer “fuera de lo común”, en realidad es una ilustración de la peligrosa lógica del autoritarismo gubernamental, que se observa en muchos otros casos. Así, si en estos momentos ya no es actual el principio de despido sine die, y sin ningún otro motivo, de un trabajador sin pase sanitario, estamos hablando, no obstante, de suspensiones salariales y del mantenimiento de una posibilidad de despido. Y si el gobierno dice que los controles de identidad no serán sistemáticos, sin embargo se está extendiendo una vigilancia generalizada, por no mencionar, como señala La Quadrature du net, que “los datos del pase sanitario pueden ser secuestrados por cualquiera que escanea un pase sanitario”. Por último, en un momento en que los hospitales tienen una escasez de personal y se está desarrollando la cuarta ola, ¿imaginamos que las y los sanitarios que se niegan a someterse a la obligación de vacunación tendrán prohibido de forma autoritaria ejercer su profesión, lo que seguramente profundizará el caos en los hospitales?

Cuando las y los héroes se convierten en traidores

Hace un año, las y los sanitarios eran “héroes”, a los que Macron quería hacer desfilar el 14 de julio y a los que quería poner medallas. Hoy, quienes dudan se han convertido casi en traidores, culpables de hacer circular la enfermedad y se ven con la amenaza de la privación de salario y luego de empleo. Hace un año, el gobierno tenía pocos escrúpulos sobre los riesgos de contagio cuando envió a las y los cuidadores “al frente”, sin máscaras apropiadas, con bolsas de basura como protección por falta de ropa adecuada, y cuando la administración del hospital requería que el personal sanitario que estaba contagiado regresara al trabajo si ya no tenía síntomas. Al estigmatizar a las y los trabajadores de hospitales y, más ampliamente, a las personas reacias a vacunarse y/o al pase sanitario, el ejecutivo espera desviar la atención de sus propias responsabilidades en el nuevo aumento de la epidemia y en el deterioro de un sistema hospitalario que será aún menos capaz de hacer frente, por falta de personal y recursos, a la cuarta ola. Las promesas de recursos adicionales para el hospital y las residencias de tercera edad han sido humo, las condiciones de trabajo y acogida de pacientes siguen deteriorándose y la gestión autoritaria y represiva de la gestión se ha disparado, causando desmoralización y dimisiones.

Democracia sanitaria18:42

 
 

Contrariamente a lo que muchas y muchos editorialistas y políticos quisieran hacer creer, las decenas de miles de personas que se han movilizado desde el 12 de julio, y que continuarán haciéndolo, no son una manada de terribles reaccionarios contra las vacunas. Y si encontramos entre las y los manifestantes ciertas franjas de la extrema derecha y gente adepta de las teorías de complot/conspiración, que debemos repetir nunca serán nuestras aliadas y cuya influencia dañina pretendemos seguir combatiendo, estamos entre quienes consideran que la izquierda social y política no puede seguir desmovilizada ante la peligrosa política del gobierno.

Repitamos: la vacunación general a escala mundial es la mejor manera de frenar la pandemia; la relación beneficio-riesgo, ahora que tenemos la experiencia de más de 2.500 millones de dosis inyectadas, argumenta absolutamente en esta dirección. Pero digámoslo también: es a través del levantamiento de patentes y con políticas sanitarias ambiciosas que involucren a la población como la pandemia será derrotada, no mediante la coacción y la extensión de la vigilancia. Este es el significado de la firma del NPA del llamamiento unitario “Rechacemos el proyecto de ley de salud y las regresiones sociales” (https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/politique/refusons-le-projet-de-loi-sanitaire-et-les-regressions-sociales-tribune), que establece en particular que “en nombre de la eficacia a largo plazo contra la epidemia y para preservar nuestras libertades, nos oponemos a la nueva ley [aprobada] en la Asamblea, así como a las medidas antisociales que tienen como objetivo hacer que el mundo del trabajo pague la crisis social”. Esto es lo que seguiremos defendiendo en los próximos días y semanas, también uniéndonos a iniciativas de movilización allí donde sea posible.

28/07/2021

https://lanticapitaliste.org/actualite/politique/contre-lautoritarisme-pour-une-vraie-politique-sanitaire-pas-de-treve-estivale

Traducción: F.E. para antikapitalistak.org

Pensar el pasado para ir más allá del presente

Enzo Traverso

Entrevista a Enzo Traverso.

Ante las reacciones desordenadas que ha provocado la indigna redada parisina del 28 de abril de 2021, hemos pedido al historiador Enzo Traverso repensar con nosotros la temporada de conflictos entre historia, memoria, política y justicia. Entre estos términos, la gran convidada de piedra es de hecho la historia, es decir, la labor de comprensión de los acontecimientos del pasado. ¿De qué manera la detención de un puñado de hombres y mujeres de cabello cano puede ayudar a Italia a “ajustar cuentas con su historia” –si no con el propio siglo XX–, como se ha escrito?

Por un lado, tratan a estos antiguos militantes políticos como criminales comunes según los dictados de una ideología presentista de lo más tosco e ignorante. Por otro lado, convocan (impropiamente) toda la panoplia de estudios sobre la memoria (memory studies) para imponer un relato de traumatismo, basado en el paradigma de la víctima. ¿Sobre qué base se puede plantear la idea de que existe en la sociedad italiana una herida abierta en relación con la década de 1970? Como en Francia con respecto a la ocupación de Argelia, parece más bien que se trata de una utilización política explícita de la historia, que no tiene nada que ver con los verdaderos procesos sociales de elaboración de la memoria.

Esta entrevista la ha realizado Andrea Brazzoduro para la revista Zapruder con motivo de la detención, el pasado 28 de abril, de siete antiguos y antiguas militantes de la izquierda revolucionaria italiana refugiadas en Francia desde hace más de 40 años.

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Hombres y mujeres de cabello cano, de 60 a 78 años de edad, con las manos esposadas, ingresan en celdas de seguridad antiterrorista. “Sombras rojas” es el nombre elegido para la redada que comportó, el 28 de abril de 2021, la detención de siete antiguos y antiguas militantes de la izquierda revolucionaria italiana, refugiadas en Francia desde hace años, acusadas por la justicia italiana de una serie de crímenes que van de la asociación subversiva al asesinato, cometidos, según la acusación, entre 1972 y 1982. ¿Se trata de “clausurar el siglo XX”, como escribe el diario la Repubblica?

El siglo XX está cerrado desde 1989, fecha de la caída del muro de Berlín y del final de la guerra fría. Desde entonces, el mundo ha cambiado, y junto con él, también Italia, que ya no es la que era hace 32 años. En varios aspectos, se trata de algo bastante peor: lo que los medios suelen llamar la segunda y la tercera república nos hacen lamentar la primera, fundada por hombres y mujeres que habían combatido el fascismo y creado un país nuevo. Sin embargo, la herencia del siglo XX sigue siendo aplastante y numerosos males estructurales siguen afligiendo a nuestro país. Basta pensar en la mafia, en la cuestión del Sur, en el racismo y en la corrupción. Algunos se han agravado, si pensamos en el paro juvenil y en el racismo poscolonial, mucho más fuerte desde que el país se ha convertido en tierra de inmigración.

En la segunda mitad del siglo XX, Italia accedió al mundo occidental más rico; en el transcurso de los últimos 30 años, se ha alejado de él: experimenta un declive demográfico constante, pero no quiere integrar a la inmigración y ni siquiera concede la ciudadanía a sus descendientes de segunda generación, que han nacido y viven en Italia; sus elites envejecen, pero la juventud está excluida, y la península conoce una impresionante diáspora intelectual, parecida a la de los países del Sur; las élites económicas se han enriquecido enormemente sin generar desarrollo. El diario la Repubblica es uno de los espejos más fieles de la situación, dado que ahora es el presidente de Fiat quien anuncia públicamente el nombramiento de los directores de este periódico. “Clausurar el siglo XX” significa afrontar este nudo de problemas, mientras que para la Repubblica, esto pasa más bien por la extradición de Marina Petrella, de Giorgio Pietrostefani y de algunas otras personas refugiadas.

En el ámbito de la política institucional, como en la prensa italiana, las reacciones han sido, como era de prever, unánimes: “El deber de asumir el pasado” (Ezio Mauro [periodista exdirector del diario La Stampay de la Repubblica]) “tras las heridas particularmente dolorosas” (Marta Cartabia [ministra italiana de Justicia]), etc. Tú trabajas desde hace muchos años sobre las relaciones entre historia, memoria, justicia y política (véase en particular tu utilísimo libro El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria, política). ¿Qué piensas de este lenguaje y de este uso de la memoria? ¿Existe realmente una herida que suturar?

Para las gentes de mi generación que han vivido aquellos años, no cabe ninguna duda de que se trata de heridas dolorosas que todavía no se han curado. Las personas exiliadas en Francia son las primeras en reconocerlo. El problema radica en saber cómo ajustar cuentas con la historia. Mario Calabresi, hijo del comisario de policía asesinado en 1972, ha declarado que la noticia de la detención de Giorgio Pietrostefani no le ha causado ningún sentimiento de alivio, de satisfacción, de reparación o de justicia, sino tan solo de pena y de vergüenza. En Italia, los medios y la cultura oficiales –eso que Althusser llamaba “los aparatos ideológicos del Estado”– no han sabido y, sobre todo, no han querido elaborar la memoria de los años de plomo. No han hecho más que acompañar las sucesivas olas de leyes especiales y de detenciones, tratando como monstruos a los enemigos del Estado.

Los arrepentidos han desempeñado sin duda su papel en este dispositivo. Los exterroristas, así como algunos historiadores, entre ellos Giovanni De Luna, figuran probablemente entre los pocos que han hecho una contribución real al conocimiento, la comprensión y, por consiguiente, a la construcción de una memoria crítica de aquellos años. Los exbrigadistas han reconocido sus delitos, a veces sus crímenes, han reflexionado sobre sus errores, se han interrogado y han intentado comprender y explicar las razones de sus decisiones. La entrevista de Rossana Rossanda y Carla Mosca a Mario Moretti (1994) es mucho más útil, a este respecto, que todos los artículos publicados por la Repubblica e Il Corriere della Sera durante medio siglo.

No son arrepentidos –una categoría jurídica monstruosa que ha tenido efectos catastróficos en la vida política y judicial italiana–, pero pasaron página hace décadas. No he leído el artículo de Ezio Mauro, pero quien posea un mínimo de honestidad intelectual debería reconocer que el deber de asumir el pasado significa algo muy distinto de una represión diferida, más de dos generaciones después de los hechos.

Estos días conmemoramos el aniversario de la Comuna de París. Tengo la impresión de que los medios y el mundo político, en Italia, continúan, 50 años después, exorcizando el terrorismo, como la cultura francesa lo hizo con la Comuna en la década de 1870. La Comuna no fue una revolución ni el producto de una crisis social y política, fue una epidemia, la propagación de un virus contagioso al que había que vencer con los métodos más drásticos. La gente comunera no tenía proyecto político, eran bestias feroces, locos sanguinarios, enemigos de la civilización, pirómanos excitados por el alcohol. La represión fue brutal, pero diez años después la Tercera República decretó una amnistía y quienes se habían exiliado o habían sido deportados pudieron volver. La Comuna incluso fue reivindicada como experiencia fundacional de la República. Me parece que en Italia el terrorismo y la violencia política de la década de 1970 siguen contemplándose con la misma mirada miope y vengativa que hace 50 años. Los terroristas son monstruos que deben pagar su deuda a la justicia. Si este es el mensaje que desean transmitir a quienes no han vivido aquellos años, a mi juicio es la peor manera de asumir el pasado.

Otro capítulo de tu ensayo sobre la historia, la memoria y la política está consagrado a la relación entre verdad y justicia. La “judicialización del pasado” (Henry Rousso) es un fenómeno inversamente proporcional al hundimiento de las expectativas, al estribillo del “fin de las ideologías”, que es el dintel teórico en que se fundamenta el realismo capitalista del que habla Mark Fisher. ¿Es esta la clave para interpretar la redada parisina?

Pensar que hoy se pueda responder, en el plano jurídico, al asesinato de Aldo Moro y de su escolta, así como al del comisario Calabresi, encarcelando a las últimas personas exiliadas, es sobre todo expresión de la ceguera y de la incomprensión a las que me refería. Pero esta ceguera y esta incomprensión no son, evidentemente, un signo de ingenuidad, ya que han estado perseguidas durante décadas. Resulta anacrónico pensar que en 2021 podemos responder judicialmente a hechos políticos que tuvieron lugar en la década de 1970. Si aceptamos el principio de su imprescriptibilidad, asimilando por consiguiente aquellos hechos a crímenes contra la humanidad, entramos en un entramado de contradicciones muy difícil de desentrañar. ¿Pietrostefani y Petrella son equiparables a Eichmann? En 1946, Palmiro Togliatti, ministro de Gracia y Justicia del primer gobierno republicano y secretario del Partido Comunista Italiano (PCI), promulgó una amnistía para personas que se habían declarado culpables de los peores crímenes fascistas durante la guerra civil de los años 1943 a 1945. ¿Cómo justificar el encarnizamiento persecutorio, décadas después, con los y las protagonistas de los años de plomo que se refugiaron en Francia?

Desde la Antigüedad –pensemos en las guerras del Peloponeso–, la amnistía siempre ha puesto fin a las guerras civiles y a las crisis políticas marcadas por la violencia. La ley de amnistía promulgada por Togliatti en 1946 se inscribía en una tendencia general y tenía equivalentes en toda Europa. Colaboracionistas y exfascistas ocupaban jefaturas de policía, comisarías y oficinas gubernamentales en todo el continente hasta la década de 1970. En Italia, como ha subrayado el historiador Paul Ginsborg, a comienzos de la década de 1960, todos los delegados territoriales del gobierno habían sido altos cargos del régimen fascista. En España, durante la transición democrática que tuvo lugar 40 años después del final de la guerra civil, la amnistía benefició tanto a antifascistas en el exilio como a responsables del régimen franquista.

El final del siglo XX vio nacer en Sudáfrica una nueva mirada, diferente, para tratar de hacer frente al pasado y curar sus heridas. Finiquitada la apartheid, este país creó unas comisiones de la verdad y la justicia que descartan las investigaciones judiciales y las condenas penales a cambio del establecimiento de la verdad. El ejemplo sudafricano ha sido emulado por numerosos países, especialmente en América Latina, desde Perú hasta Colombia. Estas experiencias históricas no son iguales, está claro, pero el principio sí es fecundo para salir de una crisis y asumir el pasado.

En Italia, este principio jamás se ha debatido. La paradoja italiana es que las únicas personas que han contado sus experiencias son exbrigadistas y exmiembros de organizaciones armadas, no sus enemigos. El Estado no ha hecho nada, o casi nada, por dilucidar las tentativas de golpe de Estado, las infiltraciones neofascistas, las desviaciones de los servicios secretos, la práctica de la estrategia de la tensión, la violencia neofascista que se benefició de protección por parte de los aparatos de Estado y que causó muchas más víctimas que el terrorismo de izquierda. Nadie ha reclamado jamás al Estado que explique los cientos de muertes (militantes, jóvenes, estudiantes, trabajadoras y trabajadores) que hubo aquellos años a manos de la policía. Quienes reivindican el deber de asumir el pasado deberían plantearse estas cuestiones.

De todos modos, esta patología italiana tiene una explicación. El Estado es inflexible contra sus enemigos, pero muy acomodaticio o complaciente con la violencia ejercida por sus propios agentes y representantes. Hay que ocultar los intentos de golpe de Estado y la colusión del aparato de Estado con los grupos neofascistas que ponen bombas en los trenes; la persecución de las y los terroristas de izquierda, por el contrario, refuerza la solidez de las instituciones. Esto no solo ocurre en Italia. Numerosos estudios han mostrado cómo, en la República Federal de Alemania, las penas infligidas a miembros de la Rote Armee Fraktion (RAF) sobrepasan de lejos las que se pronunciaron entre 1949 y 1979 contra exnazis.

Cuando hablamos de memoria, siempre simplificamos: la memoria es compleja, heterogénea, dividida. Hay la memoria de exterroristas y la de sus víctimas (y la posmemoria de sus descendientes); hay la memoria colectiva de los movimientos sociales, hoy dormida o extinguida; hay la memoria cultural que configura la esfera pública; y hay también la memoria de las instituciones, la memoria del Estado, que en todo este asunto es probablemente la más reticente. Esto explica también por qué quienes se refugiaron en Francia, hace algunas décadas, no han querido entregarse a una justicia que no ocultaba su voluntad perseguidora y ofrecía muy pocas garantías de imparcialidad. Una justicia que no parecía creíble, como demostró Carlo Ginzburg en un célebre ensayo sobre el proceso Sofri. Basta pensar en el papel desempeñado por los arrepentidos en numerosos procesos. No creo que se pueda decir simplemente que las personas que se refugiaron escaparon de la justicia.

En las últimas líneas de la introducción de otro de tus ensayos fundamentales (2007), mencionas brevemente tu experiencia de “militante revolucionario” en la segunda mitad del siglo XX, cuando el mundo parecía atravesar una nueva guerra civil. ¿No falta el contexto en el relato entonado a coro tras el anuncio de las detenciones? ¿Contra quién y por qué luchaban estos hombres y mujeres?

Sí, falta el contexto: estamos hablando de hechos que se remontan a más de 40 años atrás, o sea, dos generaciones, pero que todavía no se han historificado. Aún no se han depositado en un pasado común, esclarecido, explicado y sobre todo al que se pueda atribuir un sentido. Las personas refugiadas reconstruyeron su existencia en medio de grandes dificultades; han reflexionado sobre su experiencia; siguen mirando a los ojos a su conciencia. Las víctimas y sus familias se han quedado con su dolor. Pero la historificación –la elaboración del pasado para hacerlo entrar en la historia– significa precisamente ir más allá de los sentimientos. Es la condición para que esos mismos sentimientos puedan ser acogidos en un espacio colectivo, en una conciencia histórica, en la conciencia de que ha concluido un ciclo. Tengo la impresión de que en Italia la justicia ha sido un obstáculo frente a esta elaboración del duelo, a un proceso de reconstrucción del pasado que permita finalmente tener una conciencia histórica del mismo.

La violencia política de los años setenta del siglo pasado formaba parte de una temporada política que concluyó con una derrota de la izquierda, del movimiento obrero, de los movimientos alternativos. Nunca se ha elaborado esa derrota. Ese pasado ha sido rechazado. Algunos decenios más tarde, el congreso en que el PCI decidió cambiar de nombre no aparece como su Bad Godesberg, sino más bien como una ceremonia de exorcismo. Podríamos hablar perfectamente, en términos psicoanalíticos, de rechazo. Los años de plomo quedaron engullidos en este rechazo y han ingresado en un pasado diabolizado, pero aun así confuso (con archivos incompletos o inexplorados), y no en nuestra conciencia histórica.

Sin embargo, no quiero eludir la cuestión personal, aunque totalmente secundaria. Me acuerdo bien de la década de 1970, que fue la de mi juventud. Participé en mi primera manifestación en 1973, cuando tenía 16 años. Nunca me ha tentado el terrorismo y siempre he criticado la opción por la lucha armada, no por principio, sino porque me parecía estratégica y tácticamente equivocada. A partir de 1979, gran parte de mi actividad política ha consistido en participar en asambleas y manifestaciones contra la represión. No me gustaba el eslogan de “ni con las Brigadas Rojas, ni con el Estado”, pues establecía una ecuación entre dos entidades incomparables que no podían combatirse con los mismos métodos.

Retrospectivamente, creo que es evidente no solo que la adopción de la lucha armada fue nefasta y suicida, sino también que contribuyó, en gran medida, a sofocar los movimientos de protesta y a eternizar una conflictividad política difusa. Las Brigadas Rojas habían nacido en un periodo de lucha como componente del movimiento obrero, un grupo que se consideraba vanguardia y practicaba la acción ejemplar o la propaganda por el acto para radicalizar el conflicto social. Desde hacía por lo menos un siglo habían aparecido ya tendencias similares en varios países, especialmente en el seno del anarquismo. Un historiador como Mike Davis ha elaborado un repertorio impresionante al respecto.

En Italia, estas prácticas habían pasado por la criba de la memoria de la Resistencia y de la cultura comunista, de ahí que –y esto no es un detalle– las Brigadas Rojas (al igual que la RAF) no detonaban bombas, sino que seleccionaban sus objetivos. Poco a poco, para escapar de la represión policial, y por tanto por razones prácticas que solo se teorizaron después, las Brigadas Rojas se transformaron en una organización clandestina, separada de los movimientos, que libraba por su cuenta la guerra contra el Estado. Así se vio arrastrada a una espiral cuya salida no podía ser sino su aniquilación por el Estado. Una parte de la izquierda radical se hizo ilusiones de que podía cabalgar o utilizar el terrorismo: las Brigadas Rojas desarticularían el Estado, había que estar preparados para los levantamientos que seguirían. Estos cálculos estaban equivocados y el precio de estos errores ha sido muy alto. Pero esta es una sabiduría retrospectiva.

Yo era trotskista, es decir, formaba parte de un movimiento que criticaba la lucha armada. La practicaba en otras partes, como por ejemplo en América Latina, con resultados a menudo desastrosos, pero este es otro debate. El trotskismo era muy minoritario en Italia, donde fue intelectualmente insignificante en comparación con la creatividad teórica del obrerismo y políticamente marginal con respecto a los movimientos que experimentaban prácticas novedosas, como Lotta Continua. El trotskismo, sin embargo, tenía una conciencia histórica más profunda, que te ponía en guardia frente a determinados riesgos, como una especie de vacuna. Pero constatar esto no supone reivindicar méritos.

En aquellos años, la adhesión a un grupo político, sobre todo entre la gente muy joven, no solo era el resultado de una opción ideológica, sino que dependía de mil circunstancias, a menudo disparatadas (las emociones y las formas de socialización desempeñan un papel muy importante en política) y a veces puramente accidentales. No tengo ningún reparo en admitir que en circunstancias diferentes, pero perfectamente posibles, yo me habría visto no solo con un casco en una manifestación, sino también con un arma en la mochila. Así que no puedo sentirme ajeno a esta historia y pienso que, con un mínimo de honestidad intelectual, decenas de miles de personas de mi generación deberían hacer lo mismo.

Has vivido en Francia durante muchos años antes de volver a emigrar, esta vez a Estados Unidos. La redada del 28 de abril, ¿tiene que ver más con las próximas elecciones presidenciales francesas o forma parte de la lógica interna de la política italiana?

Creo que las personas italianas refugiadas en Francia son objeto de un mercadeo político harto mezquino. Mario Draghi quiere legitimarse como hombre de Estado y demostrar que en pocas semanas ha logrado lo que los gobiernos italianos llevaban reclamando desde hace años. En la perspectiva de su futura elección a la presidencia de la República, la maniobra es astuta. Emmanuel Macron desea confirmar de nuevo el giro autoritario que le lleva ahora, con vistas a una eventual reelección, a mostrarse más represivo que la derecha e incluso la extrema derecha.

Cero indulgencia con las y los terroristas, ni siquiera quienes han dejado de serlo desde hace más de 40 años, que nunca se han escondido, que respetan las leyes del país en que viven legalmente desde hace décadas, donde han echado raíces y donde han gozado de hospitalidad. Nadie, ni siquiera Marine Le Pen, le ha pedido que extradite a las personas refugiadas italianas. Probablemente ha pensado que con esta medida añade credibilidad a su combate contra el islamoizquierdismo. Al igual que la gran mayoría de políticos que nos gobiernan, a Macron le preocupan los sondeos de opinión, y para nada el deseo de afrontar el pasado. Para ganar elecciones, estaría dispuesto a todas las políticas de la memoria.

22/05/2021

https://www.contretemps.eu/italie-histoire-memoire-politique-justice/

Traducción: viento sur

Bibliografía

Davis, Mike (2007), Les héros de l’enfer (con prefacio de Daniel Bensaïd), Textuel, París

Fisher, Mark (2017), Realismo capitalista. ¿No hay alternativa?, Caja Negra, Buenos Aires

Ginsborg, Paul (2006 [1989]), Storia d’Italia dal dopoguerra a oggi, Einaudi, Turín

Ginzburg, Carlo (1993), El juez y el historiador, Muchnik, Barcelona

Moretti, Mario; Mosca, Carla; Rossanda, Rossana (1994), Brigate rosse una storia italiana, Anabasi, Milán

Rousso, Henry (1998), La hantise du passé. Entretien avec Philippe Petit, Textuel, París

Traverso, Enzo (2009), A sangre y fuego: de la guerra civil europea, Prometeos Libros, Buenos Aires

Traverso, Enzo (2007), El pasado, instrucciones de uso. Historia, memoria, política, Marcial Pons, Madrid

 

Jóvenes y pensionistas unirán sus fuerzas en las movilizaciones de este 29 de mayo

(Tomado de https://www.ecuadoretxea.org/)

Maiatzaren 29an Hego Euskal Herriko Pentsionisten Mugimendua kalera irtengo da, eta mobilizazioari babesa adierazi nahi diogu Gu Ere Bagara Bilbo, Eragin, Ikama, Ikasle Sindikatua eta Ernaik.

Hiru urte kalean, hiru urte borrokan. Erraz esaten den arren, lan, antolakuntza eta borroka ikaragarriarekin soilik egin daiteke Euskal Herriko Pentsionisten Mugimenduak aurrera daraman borroka; gazteontzat eredu zarete. Azken aldiotan aldarrikatutako pentsio duinak, publiko eta bidezkoak mantenzeko arriskua nabarmena da. 2011 eta 2013ko Erreformek babestutako murrizketak ez dira bertan behera utzi, eta Toledoko Ituna ikusita, prekarizazioa, txirotasuna eta desparekotasuna areagotzeko aukera mahaigainean dago. Gobernu Espainiarra eta Erkidegoeen partez aldarrikapen hauei emandako erantzunak guztiz ez nahiko direnez, mobilizazio eta borrokara deitzea baino ez dugu pentsionisten eta gizarte osoen eskubideak bermatzeko.

25 urtetik beherako 16196 gazte langabe gara Hego Euskal Herrian, 3 gaztetik 1. Lanean ari garenak, lan prekarioetan: lanaldi amaigabeekin, 2012ko lan erreformatik gaur arte %7 jaitsi da gazteon bataz besteko soldata (bizi maila garestiatzearekin batera), eta gazteon kasuan ere, emakumeek* are egoera prekarioagoa bizi dugu. Lan eremuko prekarietateaz gain, bizitzako esparru guztietan gaude zapaldu eta prekarizatuak, eta gazteon egoeraren inguruan hitz egin beharrean, kriminalizazioa da erakunde eta komunikabideetatik jasaten dugun bakarra. Covid-19ak sortutako krisiak egoera larriagotu du, zapalkuntzak azaleratu eta azeleratu, baina sistema kapitalista heteropatriarkalaren gurpilean gazteok beti gaude zapalduak. Hori horrela, sistema bera da arazoaren erroa, eta berau gainditzera bidean egiten dugu eguneroko borroka eta antolakuntza.

Gazteok pairatzen dugun prekarizazioak eta pentsioen aurkako erasoek harreman estua dute. Lan-arloan jasandako desregulatzeak, subiranotasun faltak, botere politikoaren suntsipena Europar Batasun eta enpresa erraldoien partez… Argi dugu kapitalismoaren energia-iturri nagusienetariko bat gizakia dela. Gazteria eta pentsionisten erronka partikularrek borroka bera osatzen dutela, eta bide bakarra dugula mugimendu guztien aldarrikapenak burutzeko.

Hau dela eta, larunbatean kalea hartuko duten guztioi babesa eman nahi diegu, eta pentsio duinen aldeko borrokara batzera deitzen diogu gazteria langileari, egungo prekariook eta biharko pentsionistek etsai bera dugu eta. Maiatzaren 29an, kalera!

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El sábado 29 de mayo el Movimiento de Pensionistas de Hego Euskal Herria saldrá a la calle y los colectivos de jóvenes de Gu Ere Bagara Bilbao, Eragin, Ikama, Ikasle sindikatua y ERNAI han querido mostrar su apoyo a esta movilización.

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Tras 3 años de lucha en la calle llevada a cabo por el Movimiento de Pensionistas de Euskal Herria con mucho trabajo, organización y unidad. Constituye todo un ejemplo los jóvenes. Esta defensa de las pensiones dignas, públicas y justas se han venido reivindicando a pesar de los recortes provocados por las Reformas de 2011 y 2013, y el Pacto de Toledo, que solo han generado precarización, pobreza y desigualdad. Como las respuestas a estas reivindicaciones no son del todo suficientes por parte del Gobierno español y de las Comunidades Autónomas, no les queda otra alternativa que llamar a la movilización y a la lucha para garantizar los derechos de los pensionistas y de toda la sociedad.

16.196 jóvenes menores de 25 años están en el desempleo en Hego Euskal Herria, 1 de cada 3. Y quienes están trabajando, lo hacen en trabajos precarios con jornadas interminables. Desde la reforma laboral de 2012 hasta hoy el salario medio de los jóvenes ha bajado un 7% (junto con el encarecimiento del nivel de vida), y en el caso de las mujeres la situación es aún más precaria. Además de la precariedad laboral, la juventud se ve pisoteada y precarizada en todos los ámbitos de la vida, y en lugar de hablar sobre su situación, los jóvenes sufren continuamente la criminalización desde las instituciones y los medios de comunicación. La crisis creada por el Covid-19 ha agravado esta situación, además de haber aflorado y acelerado las opresiones, pero en la rueda del sistema capitalista heteropatriarcal los jóvenes siempre están aplastados. Así pues, el propio sistema es la raíz del problema, y la lucha y la organización de cada día los encamina a superarlo.

La precarización que padecen los jóvenes y los ataques a las pensiones tienen una estrecha relación. Las desregulaciones sufridas en el ámbito laboral, la falta de soberanía, la destrucción del poder político por parte de la Unión Europea y de empresas gigantes, son una de las principales fuentes de energía del capitalismo. Los retos particulares de la juventud y de los pensionistas constituyen la lucha misma, y solo tienen un camino para culminar las reivindicaciones de todos los movimientos.

Por este motivo, Gu Ere Bagara Bilbao, Eragin, Ikama, Ikasle sindikatua y ERNAI manifiestan su apoyo a todos los que tomarán la calle el sábado y llaman a la juventud trabajadora a unirse a la lucha por pensiones dignas, ya que los actuales precarios y los pensionistas de mañana tenemos el mismo enemigo. “El 29 de mayo, ¡a la calle!”. Bilbao, Sagrado Corazón, 18:00 horas.

 

Hugo Blanco, tierra o muerte

( Tomado de la web Plaza Tomada)
De tantos golpes que recibió, el cerebro lo tiene muy separado del cráneo y tiene que usar sombrero de ala ancha para anticipar cualquier tope, que por pequeño que sea, le puede reventar una vena. Ha visto varias veces la película 
¡Viva Zapata! con Marlon Brando. Lleva su sempiterna barba bien cuidada, y unas pulseritas de colores le dan un aire festivo a su aspecto. Es una leyenda, lo quieran negar o no. Gran parte de la historia política peruana del siglo XX no puede escribirse sin mencionar su nombre. 


TEXTO Y FOTOS: EDUARDO ABUSADA FRANCO (NOTA: ENTREVISTA REALIZADA EN ENERO DE 2015)

Don Hugo, ¿en qué ha andado en los últimos años, que ya estaba un poco desaparecido últimamente?

Sacamos el periódico Lucha indígena. Precisamente ahora en diciembre estamos sacando el número 100. En el exterior ha gustado mucho este periódico. Lo editamos y se imprime en Lima. Y tenemos relación con compañeros del exterior por Skype. Estuvimos en una reunión en Colombia y me programaron para que hable. Me dijeron “¿por qué no hablas de Lucha indígena?”. Me convencieron de que era importante que hable del periódico y hablé de ello. Ellos impulsaron una ‘minga’ (acción colectiva para beneficio colectivo) por Lucha Indígena, y así consiguieron para apoyo para el periódico.

¿Quiénes son nosotros?

En realidad somos cuatro personas los que editamos Lucha indígena. Está Enrique Fernández, un antiguo obrero y dirigente metalúrgico, que es el editor, y dos compañeros que viven en el Cuzco.

No he visto mucho ese periódico, ¿dónde se puede conseguir?

Lo que pasa es en que Lima no hay distribuidores honrados. Reciben el periódico y no devuelven ni un centavo. Con la ayuda económica que tuvimos del exterior hemos alquilado un local, pero recién estamos tratando de conseguir gente que atienda en el lugar.

¿Qué edad tiene ya, don Hugo?

Ochenta.

A pesar de la edad, está bien conservado. ¿Cómo le hace?

Me cuido en la alimentación. Solamente en un extremo recurro a las medicinas. Uso medicina natural y fundamentalmente buena alimentación. Por ejemplo, mi desayuno es agua con harina de coca con cañihua y con kiwicha.

Veo que está al día con la tecnología. Usa celular, sabe del Skype,  tiene correo electrónico, usa laptop. ¿Cómo ha hecho para aprender?

Sí pues, he tenido que aprender. Bueno, soy analfabeto digital, pero algo he aprendido. Pregunto y me enseñan.

EL EXESTUDIANTE SINDICALISTA

Cuéntame de su vida, ¿Ud. era campesino o estudiante? Pues lideró los movimientos campesinos, pero también se fue a estudiar a Argentina.

Mi mamá era una pequeña hacendada y mi papá era abogado. Tenía un hermano que estaba estudiando en La Plata. Como me gustaba el campo, yo también fui a estudiar agronomía allá. Mi papá me pagaba. Pero como dice Eduardo Galeano, nací dos veces. El primer nacimiento fue en el que vine al mundo, y el segundo fue cuando era niño, al enterarme de que un hacendado marcó con hierro caliente la nalga de un indígena [fue el hacendado Bartolomé Paz, quien grabó sus iniciales en la nalga de un campesino]. Eso me impactó mucho y marcó mi vida. Cuando tenía 13 años éramos tres hermanos. Mi hermano tenía 19 y mi hermano 17. Yo fui el único que quedé libre, porque ellos, los dos, fueron apresados por apristas. Estaban perseguidos el Apra y el Partido Comunista. Eso también me impactó. Tenía inclinaciones hacia lo indígena porque la revolución de 1910 en México influyó en el Cuzco. (…) Entonces me fui a Argentina y había una realidad obrera. Acá se puede decir que entre estudiantes de secundaria teníamos un grupo de estudios en que leíamos a Haya de la Torre, Mariátegui, Gonzáles Prada, así en desorden. Queríamos que algún universitario nos oriente, pero ellos, por su puesto, tenían recelo de hablar con nosotros; porque como estaban tan perseguidos el Apra y el Partido Comunista, podíamos hablar y sin querer delatarlos. Pero cuando salí allá, recién puede conocer más. Pasé por Bolivia y había bastante literatura revolucionaria. No sabía yo, pero lo que pasa es que el 52 hubo una revolución en Bolivia en que derrocaron a un gobierno militar.

¿Qué pasó con la carrera de agronomía… la dejó?

Todavía no. Quería entrar a una organización de izquierda. Ahí trabajábamos con el Centro de Estudiantes Peruanos de La Plata; y mi hermano era el secretario general de la célula aprista de La Plata, porque allá sí funcionaba tranquilamente. Allí conocí a Villanueva del Campo, a Melgar, que fueron deportados. Conocí más a fondo lo que era el Apra, pero ya no me gustó, porque ya estaba comenzando a desviarse. Había leído acá El antiimperialismo y el Apra, por su puesto me gustó, pero después en La defensa continental Haya de la Torre empieza a capitular ante el imperialismo norteamericano. Y del Partido Comunista… bueno, mi hermano se encargaba de hablarme mal y los comunistas de allá no podían desmentirlo. Entonces, anduve en búsqueda de alguna organización y allí es que me conocí con los trotskistas peruanos y él me presentó a los del partido trotskista argentino y me uní a ellos. Estaba en preparación el golpe de Estado pro imperialista —por norteamericano— en la época  de Perón. La clase media apoyaba el golpe. Yo no me sentía bien ya en la universidad. Por eso decidí abandonarla e irme de obrero al frigorífico de Berisso, cerca a La Plata.

¿Cuánto tiempo estuvo allí?

Como tres años. Regresé. En ese tiempo el planteamiento que era que el proletariado era la vanguardia, y como en el Cuzco no habían proletarios, vine a Lima a entrar en fábricas. Entré a una fábrica textil, pero yo estaba acostumbrado a estar en fábricas grandes, de 5 mil, 10 mil obreros. No me hallaba en una fábrica con tan poca gente, y uno era ahijado del patrón, el otro era sobrino del capataz, y no había sindicato. No se podía ni formar uno. Entonces salí de la fábrica textil y me fui a una fábrica de metalurgia, pero también era pequeña. Así que me fui a Chanchamayo para aprender soldadura. Después regresé a Lima y por fin encontré una fábrica donde ya había sindicato. Una fábrica de aceite Friol y ahí entré a trabajar. Pero en eso llegó Nixon que era vicepresidente de Estados Unidos al Perú, y entre varios grupúsculos de izquierda, donde no estaba ni el Partido Comunista ni el Apra, preparamos una contramanifestación que resultó mucho más grande de lo que imaginábamos. Y luego vino entonces la represión y tuve que abandonar la fábrica y me fui al Cuzco.

EL CAMPESINO BLANCO Y PROLETARIO Y REFORMISTA

¿Cómo entonces lo eligen a Ud. líder campesino en los levantamientos de La Convención en los 60 si no era campesino?

Había aprendido que el proletariado era la vanguardia y que había que impulsar al proletariado a la toma del poder y que eso resolvería los problemas de todos. Yo me sentía indígena, pero en vista de que el proletariado era la vanguardia, también era proletario. Pero cuando Nixon vino tuve que huir al Cuzco y allí organicé a los canillitas, vendedores de periódicos. Fui delegado de ellos en la Federación de Trabajadores del Cuzco. Vi que no era una federación obrera, sino fundamentalmente artesanal; y vi que la vanguardia eran los campesinos de La Convención. Entonces, pues, cuando el director del periódico del Cuzco me hizo detener [por lo de los canillitas], ahí en la comisaría estuve con un dirigente campesino, que yo ya lo había conocido en la Federación, que me dijo: “A ti te van a soltar mañana, porque no hay orden del juez; pero a mi me van a mandar a la cárcel y me preocupa porque ya tres dirigentes del sindicato estamos presos”. Él era dirigente del sindicato de Chaupimayo, y le dije: “Bueno, yo me voy a Chaupimayo”. «Anda habla con los otros dirigentes a la cárcel», me dijo. Fui, hablé y estuvieron de acuerdo en que yo vaya. Ahí fui a La Convención y comenzó mi vida de campesino.

¿Lo aceptaron?

Me aceptaron porque eran ya tres dirigentes los que estaban presos.

¿Pero, cómo lo aceptan? Porque usted no es precisamente cobrizo…

Bueno, hay muchos campesinos quechua-hablantes que andan descalzos y que son rubios. Con mi hija que ha venido de Suecia fuimos a mi distrito y me dijo “papá, estas campesinas son más blancas que yo”, y es así. Hay sectores donde la gente es rubia. El ser indígena es trabajar la tierra, hablar quechua, no sé el origen de eso [suena su celular y ve un mensaje]. Mis rasgos no son plenamente indígenas pero tengo algunas características.

Ud. habla quechua, además.

Claro, por su puesto, y un poco de castellano también [bromea]. El quechua me parece un idioma más completo que el castellano.

LA LUCHA POR LA TIERRA GRANDE Y LA REPRESIÓN DE BELAÚNDE

«Belaúnde  hizo una caricatura de reforma agraria, y Belaunde metió bala a los campesinos. Por eso fue el golpe»

En los levantamientos de La Convención y Lares en los 60, se hace conocido. En ese momento el problema del indio, como lo decía Mariátegui, era el problema de la tierra, ¿si el tema es ahora contra las mineras, el problema sigue más o menos por allí?

Bueno, un periodista dijo que antes yo luchaba por la ‘tierra’ con minúsculas, y ahora lucho por la ‘TIERRA’ con mayúsculas. En quechua no tenemos ese problema porque son dos palabras diferentes. La tierra cultivable es ‘jallpa’ y el planeta tierra es la ‘pachamama’.

Entonces, haciendo un símil y salvando enorme distancias, fue un poco en su tiempo como un Gregorio Santos en su tiempo, ¿cómo lo ve a él? [Nota: esta pregunta fue hecha antes de las sentencias de corrupción y otras que pesan sobre Santos]

En primer lugar, yo no creo en líderes. No me considero líder ni nunca lo he sido. En segundo lugar, siempre he respetado la característica indígena de que la comunidad es la que manda y no el individuo. Inclusive, cuando tomamos las armas, fue la masa la que decidió la autodefensa…

A pesar de que Ud. no se cree líder, la gente sí lo erigió como tal…

[Levanta la voz] Bueno, pues, me ven así porque el sistema nos ha domesticado con que hay gente que nació para mandar y otra para obedecer.

En su momento a Ud. lo mitificaron, las indias llevaban a sus hijos para que Ud. los toque…

Allá todos éramos compañeros. Pero volviendo a Gregorio Santos, entre otras cosas, él no estuvo desde el principio contra Conga, fueron los compañeros quienes le exigieron eso. Y, además, él, por ejemplo, no está en contra de la represa que van a hacer en el Marañón. Es decir, yo lo apoyo a Santos porque sé que está preso por decisión de la minera y el Gobierno, pero también la minera y el Gobierno tienen muchos argumentos para tenerlo preso por toda esa gran cantidad de dinero que había en la cuenta de su mujer y que Santos dice que es la colaboración que hacían las empresas al partido MAS.

En fin, como sea, en esos años se logró la reforma agraria, ¿fue gracias al levantamiento de Chaupimayo que ustedes hicieron?

Fue gracias a la organización del campesinado de La Convención.

¿Era necesario un levantamiento? Belaúnde ya había prometido la reforma y estaba en eso.

Belaúnde  hizo una caricatura de reforma agraria, y Belaunde metió bala a los campesinos. Por eso fue el golpe.

¿El que mató no fue el hacendado Luna Oblitas, el que se bajó a siete campesinos…?

Sí, pero la política de Belaúnde era meter bala a los campesinos que tomaban la tierra en el Cuzco. ¿Qué pasó? El campesino de allá se organizó, luchó por la tierra, el Gobierno servía a los ricos como todos los gobiernos hasta el día de hoy, y mandaron la represión. La gente decidió defenderse. Después nos tomaron presos, pero ya vieron que la gente reaccionaba tan bien, que ya no continuaron reprimiendo. Sacaron un decreto de reforma agraria que no pensaban cumplir, pero solamente para La Convención y Lares; pero dos hacendados decidieron que por favor hicieran la reforma agraria en sus haciendas —en Potreros y Aranjuez—. Fueron y se hizo la reforma allí. Como la ley decía, se les dejó la mejor parte a los hacendados. Después los funcionarios del Gobierno fueron donde campesinos de otros lados, y les dijeron “venimos a entregarles la tierra por orden del Gobierno”. Los campesinos les contestaban que “acá no necesitamos la ley de reforma agraria del Gobierno, acá se hace la reforma agraria del campesinado, que dice que ni un palmo de tierra se le deja al hacendado y no se le da ni un centavo”. Solamente en esas dos haciendas se hizo la reforma agraria del Gobierno, en las otras se hizo la reforma del campesinado, cuando nosotros ya estábamos presos.

Belaúnde mató mucha gente, y los militares se inquietaron porque podía provocar una revolución y decidieron tomar el poder ellos para hacer la reforma agraria. En eso también los apoyaba la burguesía industrial que estaba avanzando y que le molestaba la existencia del latifundio semifeudal; y también porque los campesinos con su tierra iban a ser compradores del mercado. O sea, a la burguesía le convenía la reforma agraria y por eso apoyaron a Velasco.

Para terminar con Belaúnde, en su segundo gobierno…

[me interrumpe]… siguió matando campesinos.

Bueno, de acuerdo a la historia, mandó al ‘gaucho’ Cisneros a combatir a los “abigeos”, que eran terroristas, y masacró a los campesinos. Pero, ¿por qué entonces cree que Belaúnde tiene esta imagen de ‘demócrata’?

Porque la burguesía lo hace demócrata. La burguesía los eleva, pues. Los medios de comunicación, el Poder Judicial, las mayorías parlamentaria, las fiscalías, todo está en manos de la burguesía, pues. Entonces, la burguesía nos predica eso de que es el «gran demócrata», entre comillas.

La historia la escriben los ganadores.

Así es pues. Obama también es sirviente de las transnacionales; Ollanta, peor.

Ya llegamos al Gobierno militar. Luego de la caída de Velasco empieza el Plan Cóndor, ¿Ud. también fue víctima de esta política que buscaba eliminar opositores?

Estuve preso cuando entró Velasco y vino una dirigente del Partido Comunista a decirme “tú estás menos de 7 años preso, te falta mucho tiempo para cumplir tus 25 años. Si tú quieres sales mañana mismo de la prisión”. “¿Cómo así?”, le dije. “Si te comprometes a trabajar en la reforma agraria que va a hacer Velasco, sales”, me dijo. Yo sabía que iba a ser una reforma agraria positiva frente a la otra [la de Belaúnde], pero una cosa es ser diputado, senador, parlamentario, regidor, que el pueblo te ha elegido y puedes hacer lo que tú piensas; y otra es ser funcionario de un gobierno, como el exizquierdista Yehude Simon que dijo que la masacre de Bagua estaba bien. Entonces, no iba a entrar de funcionario de un gobierno porque, además, podíamos tener a llegar diferencias como verdaderamente las tuvimos. No pensaba discutir de política con esa señorita y le dije “no gracias, ya me acostumbré acá en la cárcel”.  Pero, ¿qué paso? Que otros dos presos políticos sí aceptaron trabajar con Velasco: Béjar y Tauro. Entonces, tuvo que darnos libertad a todos. Cuando estaba afuera seguían machacándome ellos con eso de que yo tenía que trabajar para el Gobierno, sino me me iba a “quedar al margen de la historia”. «La historia no me interesa», les decía. Hasta que ya dije “ganaron, voy a trabajar, pero con una condición: que no se haga la reforma agraria que me dé la gana a mí, pero tampoco la que diga el Gobierno, que se pregunte a cada sector como quieren la reforma; si ellos deciden que se parcele, se parcela; si ellos dicen comunidad, se hace comunidad; si dicen cooperativa, se hace eso; etc.”. Santo remedio, uno no le va plantear a un gobierno militar que sea democrático y me prohibieron salir de Lima y luego me deportaron a México. Por eso, cuando me preguntan cuál ha sido el mejor gobierno del Perú, digo que el menos malo es el gobierno que me deportó, el de Velasco.

Pero hablábamos del Plan Cóndor, ¿estuvo en la mira?

Yo estaba deportado por Velasco. Cuando Morales hace el golpe, era un golpe de la derecha. Pero por demagogia, dice que los deportados pueden regresar. Yo regresé y me andaban siguiendo, hasta que me deportó Morales a Suecia esta vez. Después, cuando hubo el paro del 19 de julio que estremeció al país, el gobierno de Morales retrocedió y llamó a elecciones para Asamblea Constituyente. Mis compañeros acá me pusieron como candidato. Regresé y también por demagogia dijeron que iba a haber espacio libre por televisión para que hagan propaganda política los distintos partidos. A mí me tocó el espacio justamente después de que hubo un ‘paquetazo’ y que la CGTP había llamado a un paro de dos días. Entonces, fui al espacio gratuito, y ahí dije: “Bueno, compañeros, acabamos de sufrir un terrible ‘paquetazo’. Que voten por mí o cualquiera da lo mismo, esto no se va a arreglar con las elecciones, esto se arregla con la acción directa de la gente. La CGTP ha llamado a un paro para los días 27 y 28; así que es obligación de todos nosotros estar como un solo puño en este paro. No se olviden, esa es nuestra obligación”. Fue todo lo que hice. Como el espacio gratuito no era para hacer propaganda al paro, sino propaganda electoral, a las 5 horas ya estuve preso. Se aprovecharon de eso y agarraron a otros izquierdistas como a Ledesma y Javier Diez Canseco. Nos metieron a un avión y nos mandaron a Jujuy como parte del Plan Cóndor para que nos desaparezcan allá. Al bajar, un general nos dijo “ustedes son prisioneros de guerra”; pero afortunadamente un periodista sacó una foto del avión, y la publicaron, y no podían desaparecernos.

LA PRISIÓN, LA REVOLUCIÓN, LA VIDA…

¿Qué tanto le enseñaron los años de prisión? ¿Cómo la pasó allí?

El “demócrata” Belaúnde, atropellando las leyes que dicen que el inculpado es un presunto inocente, me tenía absolutamente incomunicado durante tres años. Tenía que estar en la cárcel del Cuzco, pero me mandaron a Arequipa. Cualquier cosa que me escribía con mis familiares inclusive, tenía que pasar por la censura. Cuando iba mi familia a visitarme siempre había un sargento escuchando ahí, solo podían entrar familiares muy cercanos. Cuando mi madre fue a visitarme, como el castellano es un idioma pobre afectivamente, yo le hablaba en quechua y el sargento me lo prohibía.

Algo tuvo que aprender en la cárcel.

Por su puesto. Cuando estuve en El Frontón estuve más relajado. Allí no podían tenerme vigilado porque si me revisaban la correspondencia, mandaba con otro preso. Para que la cosa se relaje tuve que hacer una huelga de hambre, porque también me querían aislar. Sí aprendí mucho en la cárcel. Leía las publicaciones de los camaradas de otros países y todo eso.

De otro lado, en estas luchas un tanto guerrilleras…

[Nos interrumpe] Eso de “guerrillas”, sí y no. Porque si guerrilla es un grupo armado móvil, sí he sido guerrillero; pero no estoy con la doctrina del ‘foco’: que para hacer la revolución hay que unirse unos cuantos valientes que van a comenzar la lucha armada y el pueblo los va a seguir. En eso también soy democrático, creo que es la gente la que tiene que decidir. Allá fue la asamblea de la Federación Provincial de Campesinos la que decidió defenderse en forma armada; y fue la asamblea general la que me propuso a mí y la que unánimemente votó para que yo organice la autodefensa.

Bueno, a Ud., años después,  hasta se le le vinculó al MRTA.

Bueno, pues, si voy a estar contestando cada acusación que me hacen…

Pero Ud. era amigo del padre de Polay Campos.

Sí, claro, pero él era aprista, no emerretista. Inclusive, yo he discrepado con el MIR y con el ELN que se levantaron cuando yo estuve preso. De la Puente fue a visitarme cuando estuve en Chaupimayo fugitivo, y me dijo: “¿Cuándo revientan ustedes?”. «No sé —le dije— eso lo decidirá la gente». “No debe ser así, es el partido el que debe decidir”, me decía. Yo le dije que lo respetaba mucho, pero precisamente esa es la diferencia que tenemos, «tú dices que el partido, para mi el partido puede proponer, pero quien decide es la gente». Así fue la conversación que tuvimos con él; y resultó que nosotros reventamos antes.

Hay que reconocer que De la Puente murió en combate, fue un valiente.

No combatió. Lo mataron sin que dispare un solo tiro. Lo agarraron, lo rodearon, lo capturaron vivo y lo asesinaron, igual que al Che.

¿Y Ud. ha llegado a matar alguna vez?

Sí. La policía se decidió, por orden del gobierno, reprimir la reforma agraria de La Convención. Yo estaba escondido en Chaupimayo, y escuché por radio que ellos mismos dijeron que primero iban a reprimir el Cuzco y mataron campesinos, y después La Convención y luego Chaupimayo. En La Convención prohibieron las asambleas; en los sindicatos que quedaban cerca a las carreteras, entraban a las asambleas y a culatazos disolvían las reuniones y todo eso. En uno de esos atropellos un hacendado fue con un policía a capturar al secretario general del sindicato. No lo encontró y estaba un niño de trece años al que le preguntó dónde estaba su papá. El niño le dijo que no sabía, y le pidió al guardia que había ido con él su arma y amenazó al niño a corta distancia: “¡Si no hablas dónde está tu papá, te mato!”. El chiquito como no sabía se puso llorar. Disparó, pero varió el arma y le rompió el brazo al niño. Eso fue en presencia del policía que le había dado el arma. Ese campesino vino a mí a quejarse. Me preguntó a qué autoridad podía quejarse, pero todas las autoridades estaban con ellos. Le dije que se queje a sus compañeros y la asamblea acordó mandar gente para que le pida cuentas al hacendado. Decidieron mandar un grupo armado y que lo encabece yo. Teníamos que atravesar dos puestos policiales antes de llegar. A uno logramos eludirlo, pero el segundo ya no. Les dije a los compañeros que primero pasaríamos un grupo con arma corta y si nosotros pasamos, ellos también. Estaba pasando y vi que un guardia estaba en la puerta del puesto leyendo el periódico así con la nariz bien metida. Ya nos había visto. Le dije que iba a hablar con él y le conté lo que había pasado en la hacienda Cayara. Le dije: “Nos están mandando para pedirle cuentas al hacendado ese, pero como ese anda armado y nosotros no tenemos armas suficientes, estamos viniendo a sacar las armas de acá”. Mientras le iba diciendo eso, iba sacando el revolver y le iba apuntando. “Así que Ud, levante las manos. Vamos a sacar las armas, no va a haber ningún herido, y nos vamos”, dije. Pero lo que yo no sabia era que él era el guardia que había ido con el hacendado. De eso me enteré después. El hombre metió la mano al bolsillo para sacar su arma y le disparé. El alcanzó a disparar pero la bala se fue al techo. Un segundo más y era yo el muerto.

¿Y los otros policías del puesto?

Después de eso le arrebaté el arma, y comenzaron a salir disparos de otro cuarto. Salimos todos y mis compañeros rodearon el puesto. Les dije: “Ustedes tienen techo de paja, nosotros tenemos fósforos, ríndanse”. No se rendían. Hice que metieran un cartucho de dinamita a la esquina, pero tampoco se rendían. Hice que metieran una granada de mano hecha en lata de leche Gloria, y empezó a llegar gente; y el guardia salió. Yo dije “no lo toquen, un prisionero es sagrado”. Trajeron al guardia y me dijo que solo eran dos guardias y que lo deje atender a su compañero. Vi que mis compañeros ya estaban saliendo con las armas. El otro todavía estaba herido y pedí que trajeran al sanitario del pueblo, pero no querían venir; y dije que vayan con el guardia desarmado y que si se necesitan medicinas me pidan, pero lo que nos pidieron fue una vela. Yo había ido afeitado para que no me reconozcan, pero como había caído un hombre me despedí del guardia diciéndole “yo me llamó Hugo Blanco, he sido yo el que ha disparado”, para que no estén haciendo cacería de brujas. Y nos fuimos a la hacienda.

¿Y para qué querían la vela, para velarlo?

Yo no sé, esa ya es tu interpretación.

Ud. si mal no me han contado y según he leído, en las épocas que formaron el PUM, coincide con Nicolás Lucar, el periodista.

Acá formamos el PRT [Partido Revolucionario de los Trabajadores], y allí estaba Lucar; y el PRT decidió entrar al PUM.

¿Cómo lo ve a Lucar ahora, su excompañero de partido?

Todos cambian pues. Yehude Simon también ha cambiado.

El periodista Nicolás Lucar cargando en hombros a Hugo Blanco cuando ambos militaban en el PRT.

Pero hay una foto incluso en que Lucar lo carga a Ud. en hombros. ¿Con ocasión de qué fue esa foto?

No se pues, allí estábamos en momento.

Pero vamos, ¿cree que Lucar ha traicionado las ideas de ese tiempo?

[Ríe] No creo, eso lo sabe cualquiera. Hasta la derecha sabe.

¿Pero uno no tiene derecho, acaso, a cambiar su opinión política?

Por su puesto, todo el mundo tiene derecho. [No se extiende en el tema]

Hablando de gente que ha cambiado, Ud. estuvo en la constituyente del 79, ¿cómo veía a Haya de la Torre para ese año?

Ah no, yo desde que tenía 19 años ya me decepcioné del Apra. Mi hermano fue el secretario de la célula aprista de La Plata, pero luego se desvinculó. Con Villanueva del Campo estuvimos en una comisión y me dijo “tú también fuiste simpatizante aprista”. “Sí, don Armando —le dije— gracias a ustedes que no llegué a ser militante”.

¿Pensó que podía ser presidente del Perú?

[Se ríe] Imposible. Nosotros, los trotskistas, participamos en las elecciones para aprovechar la campaña electoral para difundir nuestras ideas. No voy a soñar con ser presidente, es una estupidez plantear que un revolucionario va a llegar a presidente.

Ha pasado con Mujica en Uruguay.

¿Qué revolucionario es él, si ha dado una ley de minería sin consulta? Hay gobiernos progresistas a los cuales nosotros apoyamos, que se enfrentan contra el imperio, contra la agresión externa, como Evo Morales, Chávez, Correa, etc., pero cuando se enfrentan con el pueblo, estamos por su puesto a favor del pueblo.

¿Cree que podemos hablar de la izquierda peruana actualmente con todas las divisiones, sub divisones, alianzas, contraalianzas, etc.?

Hace tiempo no tengo relación con la izquierda peruana, yo estoy relacionado con las luchas que hay. Por ejemplo, con la lucha anti Conga, con la lucha en Espinar contra la minería, como en la lucha que hay también en La Convención, etc. Estoy con las luchas populares.

¿Aún ejerce su derecho su voto?

No… como ya soy viejo.

¿Y a quién le gustaría ver de candidato en el 2016?

Cuaquiera de ellos. Todos son la misma porquería. A Castañeda votó la gente con eso de que “bueno, roba pero hace obra”. ¿Quién no roba? Todos están metidos con la mafia.

¿Qué hay de Humala? ¿Sintió una esperanza con él?

Yo ya sabía quién era Humala, pero me alegré cuando ganó. Cualquiera de los otros cuatro que hubiera ganado, la gente hubiera dicho “pucha, otra vez nos ganaron”. Pero con Humala sintieron que ganaron y este los traicionó y hubo la marcha del agua. Con ninguno de los otros iba a haber la marcha del agua.

¿Cómo sabía quién era ya Humala, lo intuía?

Al principio, cuando la rebelión de Locumba, pucha yo era hincha de Humala. La señora que está acá [la casa donde vive] había sido profesora de Antauro, conocía a los padres, y fui donde ellos a presentar mi solidaridad. Después de eso, con Antauro me encontré una vez en Trujillo en una emisora y le dije “tú dices que eres etnocacerista, pero ¿tú sabes que Cáceres traicionó a los campesinos guerrilleros que lucharon junto con él?”. Él me contestó: “No solo los traicionó, los hizo fusilar”. Y así él era etnocacerista. O sea que el indio tiene que ir mandado por el militar, y si un indio se sale de la raya hay que meterle bala. Luego escribí algo y dije que los Humala eran progresistas pero hasta ahí nomás. Y me contestó Antauro en el periódico que sacaron y me dijo “¿Qué es eso de democracia? Si hubiera habido democracia hasta ahora no se hubiera producido el levantamiento de Locumba”. Eso me sorprendió a mí, porque creía que Humala había arengado a los soldados y que ellos decidieron levantarse contra la dictadura. Me puse a buscar en Internet y encontré lo que cualquiera de ustedes puede encontrar, lo de Montesinos, quien lo hizo nombrar allí en Locumba. (…) Estuvo paseándose por Arequipa, Toquepala, Mollendo… un levantamiento contra el Gobierno y ¡no hubo ni un rasguñado!

Sí, pues, con el tiempo se ha visto un poco raro lo de Locumba.

Él se jactó de que cuando estaba en Madre Mía sus superiores lo felicitaron. ¿A quién felicitaban los superiores durante la guerra interna si hubo militares que tuvieron que huir del país para que no  los maten a ellos porque no quisieron matar inocentes? Su hoja de servicios se perdió, y ahora el que la perdió está en un alto puesto.

LAS DEL ESTRIBO

De otro lado, cuando estaba en el parlamento, ¿era verdad que iba con su soguilla en lugar de correa?

A pesar de que ahora se puede falsificar fotos, no hay ni una foto de eso.

Ya se compró correa [le bromeamos].

Cuando más he perdido el tiempo fue de congresista, porque la prensa precisamente decía que «no se baña, que usa ojotas, que usa soga», pero no transmitían nada de lo que yo hablaba.

Otra cosa, Ud. era hincha de Independiente cuando estaba en Argentina creo.

Como eran los ‘diablos rojos’, y acá el Cienciano eran los ‘diablos rojos’ también, era hincha de Independiente. Mi hermano me llevó una vez a la cancha de Boca para ver un partido y ganó el Independiente, y hubo una masacre. Y como yo no soy religioso, sino ateo, y vi que el fútbol es una religión, desde esa vez ni más con el fútbol. En realidad, no he sido hincha de nada.

Dígame, a su edad, habiendo estado varias veces cerca de la muerte, ¿piensa en ello, le da miedo?

Nunca he temido a la muerte. Cuando estaba en la cárcel de Arequipa en que me tuvieron tres años incomunicado, decían “ya lo hemos ablandado a este”. Dijeron que iba a haber audiencia, que debió ser en el Cuzco pero la llevaron a Tacna. “Usted está entre los 25 años y la pena de muerte”, me dijeron. “Sí, mi abogado me ha dicho”, contesté. Me dijeron que había una forma en que me salve haciéndome el enfermo y ellos me deportarían al país que elija. “Gracias, gozo de perfecta salud”, dije. No me iba perder esa audiencia donde había que desenmascarar lo que era el latifundismo, el rol de la Policía y todo eso. No me dejé sobornar. En la audiencia hacían propaganda por radio de que se iba a juzgar a los “criminales”. En el cuartel de la Guardia Civil fue la audiencia. Ya a mis compañeros les habían dicho: “Para ustedes es fácil salir. Lo único que tienen que decir es que ‘somos campesinos semianalfabetos y el comunista Hugo Blanco nos ha engañado”. Cuando entré a la sala de audiencia y vi a mis compañeros después de tres años grité: «¡Tierra o muerte!», y ellos contestaron: «¡Venceremos!» O sea, que se fue a la mierda eso de echarme la culpa. El Tribunal estaba compuesto por oficiales de la guardia Civil. Nuestro choque había sido con ellos, así que eran juez y parte. Yo me paré y dije: “En esta sala los únicos criminales que hay son los que están sentados como Tribunal. No solo son criminales, sino también cobardes, porque no se han atrevido ellos a combatir sino que han mandado a los cholitos”. ¡Siéntese!, me gritaban, y entre dos guardias no podían hacerme sentar porque yo era Tarzán… pero los mismos guardias cuando se retiraba el capitán me decían «grítales de nuevo ‘tierra o muerte’».  (…) Yo les dije que si los cambios sociales de la La Convención merecen la pena de muerte, entonces que me maten pero que sea “éste el que me mate con su propia mano, que no ensucie con mi sangre las manos de los guardias civiles y republicanos porque ellos son hijos del pueblo y por lo tanto mis hermanos”. Lo dije señalando al que pidió la pena de muerte. La última que vez que grité «¡tierra o muerte!», no solo mis compañeros, sino toda la sala contestó «¡venceremos!”. Y no se atrevieron a sentenciarme a muerte. Luego volvieron a pedir la pena de muerte, y escribí a mis familiares y compañeros que por favor, si me sentencia a muerte, que nadie pida clemencia, porque Belaúnde quería hacerse el ‘perdona vidas’. Mis compañeros dijeron que “si lo que Blanco ha hecho merece la pena de muerte, que nos fusilen a notros también, porque eso no lo ha hecho él solo, eso ha sido una acción colectiva”. No se atrevieron.

En fin, ¿cómo le gustaría que le llegue la muerte?

En primer lugar, no me gusta morir. Por eso es que mi cuarto exilio fue voluntario, pues acá estaba sentenciado a muerte por el Servicio de Inteligencia y por Sendero Luminoso. Decidí salir del país y me fui a México a estar con mis hijos. Yo quiero vivir porque hay que terminar con el sistema actual para que la especie humana sobreviva. Pero cuando llegue, llegará pues, y listo.

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( Tomado de Viento Sur)

Foto: Ana Milton

1931ko apirilaren 14an Bigarren Errepublika aldarrikatu zen, Estatuko herriek demokratizazio-prozesu bati ekiteko eta klase herrikoiak bizitza zibilean eta politikoan erabat sartzeko borondatea erakutsi zuten udal-hauteskundeen ondoren, aldaketa sozialak sustatzeko. Sufragioaren benetako unibertsalizazioa, nazio aniztasunaren aitorpenaren hasiera edo, bere mugak gorabehera, gerren arteko konstituzionalismoa eragin zuen Karta Magna dira, besteak beste, Donostiako Itunak lagundu zuen aldi berriko elementurik aipagarrienak.

Donostiako Ituna erregimen monarkikoaren eta diktaduraren aurka zeuden indar errepublikar gehienen agenda bateratua izan zen. Prozesuan ezkerreko zati bat, erakunde sozialak eta sindikatuak batuta, erregimen elitistaren aurka, erabat desorekatua eta aldarrikapen nazional eta sozial guztien etsaia. Aliantza hori bloke sozial eta politiko bat ezartzea lortu zuen. Bloke horrek, preso politiko eta iheslarien eskubide zibilak aldarrikatzen zituen, eta aldi berean, erreforma-programa bat eskaintzen zuen, besteak beste, Estatu espainiarreko gai nazionalaren irekierak eta konponbideak jasotzen zituena. Horrela, erregimenaren krisi ekonomiko eta politikoak norabide iberikoaren aldaketa espero zuen, kapitalismoaren eta monarkiaren autoritarismoaren hondoratzearen ordez. Gure ustez, Donostiako itun berri batek aurrekotik harago joan beharko luke, eta krisiaren eta Estatuaren autoritarismoaren aurkako programa sozial bat eskaini beharko luke.

Agenda errepublikar eta herrikoi berri baterantz

Bigarren Errepublika aldarrikatu zenetik 90 urte igaro dira eta uste dugu merezi duela une honetako krisi handien aurrean diagnostikoak partekatzen dituzten hainbat sektore sozial eta politikoen batasun borondate hori berreraikitzea. Krisi klimatikoa, zentralismoaren krisia eta krisi ekonomiko eta sozialak agerian uzten dute gainbehera moral argiko erregimen eta Estatu baten aurrean gaudela. Monarkiaren iruzur fiskalak eta errege emerituaren ihesak maila sakonagoan erakusten dute erregimenaren ahulezia. Duela hamar urte alderdi bitasunaren gainbehera hasi zen, PP eta PSOEren ustelkeriak leherrarazi zuena, baina orain Estatu buruzagitzaren iruzurrek oligarkiaren ustelkeria kontzentratzen dute.

Hala ere, gaur egun ez dago erregimenaren gainbeherari aurre egitea ahalbidetzen duen aliantzarik, nahiz eta ildo horretan etorkizun handiko saiakerak egon. Hala ere, zentrotik eta aldirietatik erregimenaren aurka dauden indar guztiak batu behar dira. Aliantza horrek, indar politiko guztiak integratzeaz gain, alderdi sozialek eta sindikalek bat egitea eskatzen du, herri-indarra izateko. Zentzu horretan, autogobernu osorako eta autodeterminazio osorako desio guztiak barne hartzen ditu; hasi nazio periferikoetatik eta hustutako Espainiaraino. Amnistia, autodeterminazioa, oinarrizko errenta eta Green New Deal bat, trantsizio ekosozial eta feminista bat bezala pentsatua, hazkunde ekonomikoaren fetitxismoarekin bateraezina, bloke errepublikar batentzako estrategia bat eraiki beharko lukeen borrokarako agenda komun baterako ardatzetako batzuk dira. Kontua da sektore eta mugimendu desberdinen artean partekatutako estrategia bat eraikitzea, borroka ekologistak, feministak, nazionalak eta sozialak beste aukera batean uztartzeko.

Estrategia konfederalista eta demokratikoa

Zentralismoak alderdi ekonomikoak, politikoak, kulturalak eta ekologikoak ditu, eta horregatik da arazo Espainiako biztanle guztientzat. Zentralismoa bidegabekeria da nazio periferikoentzat, lurralde “hustuentzat” eta autogobernu handiagoa nahi duten udalerrientzat. Zentralismoa hain da problematikoa, boterearen eta aberastasunaren metaketan datzalako, jendeari bere zereginei buruz modu subiranoan erabakitzea eragozten diona. Politikaren judizializazioak eta Estatuaren autoritarismoak egitura zentralista hori areagotu besterik ez dute egin. Horregatik, Donostiako Itun berri batek zentralismoaren alternatiba oso bat izan behar du. Horrek esan nahi du herritarrek parte hartzeko duten eskubidea erreferendum eta herri-ekimen legegileen bidez jorratu behar dela, bai eta kargu politikoen kontrola eta errebokazioa ere. Botere judiziala demokratizatzeko proposamena egiteaz gain, botere judiziala hautatzeko sistemaren erreforma planteatuko duena, botere hori herri-kontrol orotatik isolatutako botere bihur ez dadin eta prozesu politikoan esku hartzeko bokazio etengabea izan dezan. Erabakitzeko eskubideari edo Estatuko etxebizitza-lege bati buruzko erreferenduma dira herritarren borondateei ahotsa emateko adibideetako batzuk, gure herrien arteko itun berri bat posible egiteko. Estatuaren egitura aldatu eta gizartearen eraldaketa ahalbidetuko duen itun demokratikoa. Hau da, eskubide eta askatasun guztiak aitortuko dituen formulazio konfederal eta demokratiko baterantz.

Gainera, ezinbestekoa da ordezkaritza-sistema kapitalistaren parte-hartze politikoaren logikak gainditzea eta parte-hartze hori hauteskunde-partaidetzara edo, are gehiago, erreferendum zehatzetara ez murriztea. Herritarrek beren eguneroko erabaki soziopolitikoak hartzen aktiboki parte hartzeko aukera izan behar dute, eta errepublika hitza letra guztiekin praktikan jarri behar dute, gauza publiko gisa.

Kontratu sozial berri bat COVIDen krisiaren aurka

Krisi ekonomiko bortitza hasi eta urtebetera – Munduko PIB 4,9% beherakadarekin, garapen bidean dauden herrialdeetako 250 milioi pertsona pobrezia-arriskuan eroriz, eta AEBetako 651 milioidunek ondare garbia 30% handitu dute –, agerian geratu da gure sozietateek, ezagutzen ditugun moduan, ezingo dutela existitzen jarraitu baldintza kapitalistetan. Beharrezkoa da gizarte-hondoratze sistemiko horri aurre egitea, desberdintasuna, merkaturatzea eta arlo publiko guztiaren azpifinantzaketa eragiten ari baita. Eta pandemia, bere gogortasun guztiarekin, aitzakia bat izan da gutxi batzuentzat, gehiengoak, eta batez ere emakume langileak, desjabetzearen bidez gehiago metatzeko. Ongizate Estatuaren desegite neoliberalaren prozesuak funtzio publikoak estaltzen dituen erreprodukzio sozialaren alderdi asko pribatizatu nahi ditu. Krisi berri honetan estatuko zaintza-zerbitzuen hornidura murrizten bada, are gehiago behartuko dira emakumeak adineko pertsonez, txikiez eta gaixoez arduratzera, etxekotasuna eta pobreziaren feminizazioa indartuz.

Egoera oso larria da Estatu espainiarrean, pandemiaren aurretik ere bagenuen oligarkiaren boterea handitu egin zela. 2019an, krisi ekonomikoa hasi zenean, 11.000 milioik koipeztatu zuten estamentu pribilegiatu hori; izan ere, estamentu horretako 23 pertsona aberatsenek 16 handitu zituzten aberastasunak, lehen berrogeialdian soilik, Forbes aldizkariaren arabera.

Aberastasunaren azken urteotako kontzentrazio ikusgarria kontrajartzen da bizitzaren kostuaren garestitzearekin eta, zehazki, etxebizitzaren alokairuaren garestitzearekin. Beraz, etxebizitzarako eskubidea bermatzeko, gutxienekoen programa bat behar da, besteak beste, alokairuak arautzeko Estatuko lege bat. Eskubideak bermatu behar dira, eta, aldi berean, zerga-bilketan pentsatu behar da, modu politikoan eta, batez ere, errepublikanoan. Hau da, aberastasun handien tributazioan pentsatuz, lurralde, familia eta enpresa jakin batzuek sustatzen duten iruzur fiskalarekin amaitzea. Ogasuneko Teknikarien sindikatuak dagoeneko salatu du 76 murriztu dela iruzur fiskalaren delituen ikerketa; izan ere, finantza krimena 91.600 milioi euroko lapurreta da altxor osoarentzat eta 31.800 milioi eurokoa Gizarte Segurantzarentzat.

Errepublikaren politika bat da bloke politiko eta sozial bat eraikitzea familia handiei zerga-iruzurra ordainarazteko; monarkiatik hasi eta IBEX35eraino. Inor ezin da besteen gainetik egon. “Erregetzak errealitateari amore eman behar dio”, esan zuen Sanchez Guerrak berak.

Donostiako Itun berri batek, beraz, erregimenarekin haustea nahi duten indar sozial eta politiko aktiboen parte-hartze aktiboa eskatzen du, zentzu demokratiko eta herrikoian. Hori dela eta, hurrengo aldizkariek adierazpen hau sustatzen dugu, herri-klase guztiei protagonismoa emango dien aldaketarako itun estrategiko berri bat formulatzeko.

Sinatzen dute: A Xanela, Agón, Arada, Debats pel demà, Maig, Nortes, Realitat, Sin Permiso, :Sobiranies, Viento Sur

«Espainiako enpresek probetxua ateratzen dute okupaziotik»

( Tomado de Berria)
ANTONIO MONTORO. MUNDUBATEKO KOORDINATZAILE NAGUSIA

Mundubatek egin berri duen dokumentalean aztertu dute nola Espainiako hainbat enpresaren negoziazioek eragina duten Mendebaldeko Sahararen okupazioan. Enpresa gehienek ez dute parte hartu nahi izan.

ANTONIO MONTORO

 

Mundubat gobernuz kanpoko erakundeak dokumental bat sortu du Mendebaldeko Sahararen eta Espainiako enpresek Marokoren okupazioari bide ematean duten rolaren eta pisuaren inguruan, Ocupacion S.A, —Okupazioa S.A. izenekoa. Atzo aurkeztu zuten, modu birtualean. Proiektuaren inguruan aritu da Antonio Montoro erakundeko koordinatzaile nagusia.

Nola otu zitzaizuen lan hau egitea?

Ideia funtsezko bi elementutatik sortu zen. Alde batetik, Mundubatek Mendebaldeko Saharan lan egiten du duela ia 30 urtetik. Eta, lan horren esparruan, lurralde okupatuetan gertatzen denaren inguruko analisia egitea gure eginkizunaren parte garrantzitsua da. Linea estrategiko espezifikoa ere badugu, eta erreferentzia esplizitua egiten dio enpresaren rolari.

Bestetik, sentsibilizazioan eta hezkuntzan egiten dugun lan guztia dago. Hori Saharako erakundeek landutako informazioaz eta aktibismoaz elikatzen da. Guk lagundu egiten diegu, eta ahotsa eman behar diegu.

Apur bat sakonduta, zer kontatzen du dokumentalak?

Lehen atal bat du. Espainiako enpresek Mendebaldeko Saharako lurralde okupatuetan duten rolaren inguruko xehetasunetan sartu aurretik, erakusten da zer eragin zuzen duen pertsonengan: Mendebaldeko Saharan giza eskubideak babesten ari direnek jasandakoa erakusten da, kartzela, bortxaketa, torturak eta beste pairatu dituztenak.

Pertsonengan duen eragin jakin horretaz gain, dokumentalak errepaso historiko labur bat egiten du: egungo okupazio egoerara iristeko prozesua zein izan den: Espainiako kolonia izatea, Mendebaldeko Sahararen estatus aldaketak kolonia aldian… eta gero sartzen da Espainiako enpresek okupazioan duten esku hartzean. Nola probetxua ateratzen duten okupaziotik, eta enpresek egiten dituzten jarduera ekonomikoek nola posible egiten eta bideratzen duten Marokoren okupazioa.

Zer enpresa ageri dira?

Euskal Herriak ere badu tokia. Hor agertzen dira Siemens Gamesaren moduko enpresak. Euskal kapitaleko enpresa bat. 2.800 milioi euroko akordio bat du Marokorekin bost parke eoliko instalatzeko, eta horietako bi Mendebaldeko Saharan daude kokatuta, Marokok okupatutako lurraldeetan. Nazioarteko zuzenbidearen arabera, hori ilegala da: ez zaie kontsultatu biztanleria autoktonoaren agintariei; kasu honetan, Fronte Polisarioari.

Kasu espezifiko bat dago argi erakusten duena zein den Espainiako eta Euskal Herriko kapitalen eta okupazioaren arteko lotura. Parke eoliko horietako batek Fos Bucraa meategiak behar duen energiaren %99 sortzen du. Fosfatoak erauzten dira meategi horretan: XX. mendean Espainiako estatu koloniala espoliatzen hasi zen lehen aberastasun naturala, hain justu.

Beste enpresa batzuen rola ere ageri da: Cepsa, Repsol… Petrolioa eta haren aldaerak emateaz arduratzen dira, eta okupazioari bide ematen diote. Energia hori hornitzen ari ez balira, zaila izango litzateke lurralde okupatuetan eguneroko bizitzari eustea.

Sektore gehiago ere azaltzen dira?

Beste hiru sektore daude nahiko adierazgarriak direnak. Horietako bat industria militarra da. Gainera, enpresa publiko bat dago hor. Marokoko Gobernuarekin hitzarmenak sinatu ditu. Material belikoa saltzen ari da, gero okupatutako lurraldeetan errepresio zibila egiteko asmoz. Beste sektore bat hondarrarena da: nola Mendebaldeko Saharatik lapurtzen den hondarra eraikuntzarako erabiltzen den, eta turismo sektorerako, gehienbat Kanarietan. Eta beste bat, denok buruan izan dezakeguna, arrantza sektorea da. Balioesten da urtero 1.600 milioi euroko negozioa mugitzen duela. Dokumentalean adibide gehiago ageri dira. Uste dut, gainera, oso modu grafikoan ikusteko aukera ematen duela, eta oso arin.

Arrazoi horiengatik guztiengatik esaten duzue Espainia Mendebaldeko Sahararen okupazioaren erantzule nagusietako bat dela.

Bai. Hasteko, Espainiako Auzitegi Nazionalaren hiru autotan onartu du Espainiak oraindik Mendebaldeko Sahararen potentzia administratzailea dela. 1975eko azaroaren 14an Madrilgo Akordioak sinatu ziren, baina horiek baliorik gabeak dira. Gainera, inoiz ez ziren argitaratu aldizkari ofizialean. Espainiak gainetik kendu nahi izan zuen lardaskeria bat izan zen. Beraz, erantzukizun hori du. Lurraldearen potentzia administratzailea da.

Nazioarteko komunitatearen markoan ere ardura du. Ez duelako politika proaktibo bat aurrera eramaten gatazkari irtenbidea emateko. Soluzio posible bakarra autodeterminazio erreferenduma egitea da. Espainiako Estatuaren atzerri politiken interes eta lotura esplizitu eta inplizituak oso lotuta daude Marokoren interesekin. Eta horrela jokatzen dute.

Horretarako, giza eskubideak urratzen dituzte?

Noski. Bi bidetatik. Batetik, Marokoren indar okupatzaileek giza eskubideak urratzen dituzte etengabe. Okupazioa ilegala denetik ari dira horretan, eta, gainera, bortxaketak, torturak, erbestea eta beste egiten dituzte. Baina, gainera, lurralde okupatuetan enpresen presentzia hori legez kanpokoa da: inbertsioek giza eskubideak urratzen dituzte; ez dute agintari legitimoen baimenik. Kasu honetan,Saharako herriaren ordezkari legitimo bakarra Fronte Polisarioa da, eta ez Marokoko monarkia.

Zeintzuk dira Marokoren interesak?

Marokok, interes ekonomikotik harago, ezaugarri inperialak dituen proiektu nazional bat du, ezaugarri espantsionistak dituena.

Arpilatzean parte hartzen ari direnak nazioarteko legediaren kontra ari dira?

Hausten ari dira kasu askotan. Enpresa gehienek uko egin diote Mundubatekin eta dokumentala egin dutenekin hitz egiteari. Cepsak soilik bidali digu komunikatu bat, esanez ez duela onartzen nazioarteko zuzenbidea urratzen duenik, biztanleria autoktonoaren mesederako ari dela planteatzen duelako. Enpresek eta Espainiako kapitalak aprobetxatu egiten dute nazioarteko zuzenbidea eta nazioarteko zuzenbide humanitarioa oso ahulak direla. Ez dira aplikatzen, eta baliatu egiten dira laxotasun horretaz.

Dokumentalean saiatzen gara ez ilegala edo legala den aztertzen, hori dagokion prozesu judizialean eman behar baita, baizik okupazio erregimenak Espainiako enpresen kolaborazioa zein beharrezkoa duen erakusten. Okupazioak modua ematen die Espainiako enpresei zapore oneko negozioak garatzeko.

Uste dut, enpresa batek argi badu zer egiten ari den eta egiten ari den hori legezkoa dela, ziurrenik ez duela inongo arazorik izango hori azaltzeko, argudiatzeko eta babesteko. Ez dute parte hartu nahi izan. Ulertzen dugu ez zutela astirik izango edo oharkabean pasatu nahi duten gai bat dela, ez konplikatzeko.