Transfeministas internacionalistas, antiimperialistas, ecosocialistas, anticapitalistas. Todes somos Palestina.

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Transfeministas internacionalistas, antiimperialistas, ecosocialistas, anticapitalistas. Todes somos Palestina.

Comunicado ante el 8 de marzo

Desde Anticapitalistas nos sumamos al llamado de feministas del sur global a convertir el día 8M en un día de solidaridad con Palestina, y en concreto con las mujeres de Gaza, que como en todas las guerras, sufren las consecuencias del conflicto de forma específica, pero también son un ejemplo de resistencia.

Las cifras de personas asesinadas en Gaza se acercan a las 30.000, de las que un gran porcentaje son mujeres. Sin embargo, no sabemos con certeza las cifras ya que tanto el ministerio de sanidad como las agencias de Naciones Unidas ofrecen los datos de mujeres asesinadas sumadas a los de la infancia, un ejemplo más de cómo se les quita la agencia a las mujeres en las guerras.

Las mujeres en Gaza, además de sufrir la violencia directa del ejército Israelí, se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad por varios motivos. En primer lugar, el patriarcado les otorga, como a las mujeres en todo el mundo, la responsabilidad de velar por la subsistencia de sus familias, una carga que se convierte en imposible ante un contexto de hambruna generalizada. Además, en el caso de las mujeres embarazadas o con bebés lactantes, la falta de acceso a alimentos y asistencia médica pone en riesgo sus vidas y las de sus criaturas. También el desplazamiento forzado, hace que las mujeres y niñas no cuenten con acceso a baños, productos de higiene menstrual o agua limpia, lo que pone en riesgo su salud y su intimidad.

Sin embargo, las palestinas están demostrando, una vez más, su resistencia. A pesar de que a menudo se las quiere encasillar en la imágen de víctimas pasivas, la fuerza que han demostrado estos meses rompe esta imagen falsa. Desde que empezó el genocidio las hemos visto organizando la ayuda humanitaria y los refugios, como personal médico en los hospitales y arriesgando sus vidas para ejercer el periodismo e informar desde primera línea. 

Como feministas internacionalistas defendemos el derecho a la resistencia y autodefensa de las mujeres palestinas. Ellas siempre han formado parte de la resistencia al colonialismo israelí. Las guerra son, como decíamos, una vía de profundización de las violencias patriarcales, aunque, muchas veces, se lleven a cabo envueltas de un relato supuestamente feminista que pretende justificar la guerra en nombre de la seguridad de las mujeres o personas LGTBIQA+. 

Israel ha utilizado el pinkwashing para aparecer como garante de los derechos del colectivo LGTBIQA+ y de las mujeres, tal como se entienden en occidente, frente al mundo árabe e islámico. Una estrategia con la que Israel pretende justificar el genocidio del pueblo palestino, escudándose en la defensa de los derechos humanos que niega a todos los palestinos, sea cual sea su identidad de género y orientación sexual. Instrumentaliza la lucha por derechos y libertades sexuales, valiéndose de la islamofobia, agitando la amenaza del terrorismo islámico, y alimentado los discursos de odio, racismo y xenofobia. 

Nuestro internacionalismo es transfeminista, anticolonial y antirracista. Las feministas y las queer del mundo también somos Palestina: construyendo movimientos de solidaridad con Palestina frenamos a la extrema derecha, nos enfrentamos a esos discursos y prácticas racistas y misóginas que niegan nuestros deseos, nuestras identidades y nuestros cuerpos.

Somos anti-imperialistas y por ello abogamos por el antimilitarismo, no porque pensemos que las mujeres somos esencialmente pacifistas, sino porque creemos que los ejércitos y las guerras refuerzan un modelo capitalista, patriarcal, ecocida y colonial. Mientras que se asesinan civiles con total impunidad, hay grandes empresas y bancos haciendo negocio con la venta de armas y equipamiento militar. Además, cómo estamos viendo en Palestina, la guerra se utiliza como mecanismo de disciplinamiento colonial, no sólo en la franja de Gaza sino también en toda Cisjordania, donde el contexto de guerra ha desatado la impunidad de los crímenes contra la población palestina por parte de colonos.

Somos antimilitaristas y nos ubicamos en una larga tradición feminista, que ha sabido conjugar el antimilitarismo y la solidaridad internacional, así como la defensa de la autodeterminación de los pueblos y su legítimo derecho a la autodefensa. Nos reconocemos en las luchas de numerosos colectivos de mujeres que desde diferentes contextos han construido un feminismo antimilitarista. Un hilo histórico que se reforzó en los años 80, en la lucha ejemplar del campamento feminista de Greenham Common en Reino Unido, donde centenares de feministas se congregaron durante casi 20 años para mostrar su rechazo a la OTAN y bloquear la instalación de misiles nucleares.

Nuestro antimilitarismo es también ecosocialista, porqué la industria militar es una industria ecocida, responsable del calentamiento del planeta y de la destrucción de territorios enteros. Pero también porque, frente a sus beneficios, frente a un modelo basado en saquear, explotar y violentar nuestros recursos y nuestras vidas, ponemos en el centro la defensa de la vida. Contra unos presupuestos militares que nos endeudan, defendemos los servicios públicos.

Hoy, todas somos Palestina. Llamamos a desobedecer las lógicas de la guerra y a denunciar una ocupación que ha ayudado a construir uno de los Estados más militarizados del mundo. El complejo militar israelí no es sólo un peligro para Palestina sino que con sus exportaciones de armamento, sistemas de vigilancia y formaciones en seguridad, se ha convertido en un peligro para todos los pueblos del mundo. Son las armas, “probadas en combate”, contra el pueblo palestino, las que usan para reprimirnos en las manifestaciones.

Por las palestinas, pero también por todas aquellas atrapadas en unas fronteras militarizadas con tecnología israelí, o por las defensoras del territorio que se tienen que enfrentar a sistemas de seguridad entrenados por militares israelíes, hoy más que nunca es necesario un feminismo internacionalista. ¡Todas somos Palestina!

 

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