La inhumana soledad ante la Ucrania invadida

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Ayer 24 de febrero del 2022 al anochecer más de un centenar de personas de Ucrania, unas 30 familias, fundamentalmente mujeres, jóvenes y niñas se concentraron delante del ayuntamiento de Bilbao. No llegaría a la docena de personas autóctonas de Euskal Herria, sin relaciones familiares con ucrania, que nos encontramos allí.

De igual modo, a la tarde se produjeron otras concentraciones similares en Donosti y Vitoria. Y a  lo largo del día en las grandes ciudades del estado se produjeron otras tantas concentraciones ante embajadas y consulados rusos. Todas ellas con una similar composición social, familias de origen o relación con Ucrania y unas pocas personas autóctonas.

¿Porque esta soledad ante el dolor humano? ¿Donde están los del “No a la guerra” ante la invasión de Irak hoy ante la invasión de Ucrania?

Las jóvenes, mujeres y niñas que tomaron a palabra en Bilbao lo hicieron con un nudo en la garganta lleno de angustia, dolor, miedo y rabia. Sus familiares en Ucrania se habían despertado  a las 5 de la mañana por los bombardeos rusos. Mientras en Bilbo estaban elevando sus voces  de auxilio y de ayuda entrecortada de lágrimas en sus ojos. Tenían, en ese momento, al otro lado del teléfono móvil el ruido de los proyectiles, que caían en las distintas ciudades de su tierra, desde Kiev, Odessa, Jarkov, etc, desde este al oeste y desde el norte al sur.

También estaban varias familias exiliadas georgianas, producto de la ocupación criminal de Putin de sus tierras. Estas no pudieron decir otra cosa que sentirse ucranianas y mostrarles toda su solidaridad, pues su única aspiración es la de ser pueblos libres, soberanos, hermanados,  incluido con el pueblo ruso y en Paz. Pues existen hondos lazos familiares entre todos ellos.

Contra la guerra propagandista rusa todas las personas allí presentes dejaron muy clarito que no tienen nada que ver con los nazis, que el único Hitler del siglo XXI se llama Vladimir Putin. Y para los desconfiados analistas o “izquierdistas” políticos antiOTAN ni en una sola ocasión salió la palabra OTAN. No sienten que la OTAN este en Ucrania, ni sienten que se la espere, ni una sola persona les pidió ayuda.

Todas las peticiones de ayuda desesperada fueron dirigidas a que se denuncie la invasión, los crímenes que se cometen, piden a los políticos que se comprometan en defender la soberanía de su país, que ayuden a las personas refugiadas, que se ayude con medicinas, recursos y dinero para aprovisionar a las poblaciones para su defensa.

Sin embargo, un aire frío de soledad, de insolidaridad y de inhumanidad ante el sufrimiento ajeno, recorría ayer la concentración de estas familias ucranianas delante de la enorme escultura de Oteiza. Ni un solo responsable político de los sindicatos o partidos de izquierda acudió a esta concentración, cuando esa misma tarde habían estado 5 minutos antes, en ese mismo lugar para que abran las verjas de Atxuri a las personas sin techo.

Para combatir esa lamentable situación de indiferencia. Después de escuchar con el corazón en un puño este llanto y grito desesperado de ayuda de la comunidad ucraniana en Bilbao. No podía apartar de mi mente los 6 años que compartí enseñando euskera y castellano a una niña de Chernobil, que me enseñó donde esta ese hermoso País. No pude callar indiferente ante lo que estaría sufriendo en estos momentos preocupada por sus familiares en Ucrania, especialmente por su abuela. Tampoco pude resistirme a tomar la palabra para pedir con todas mis fuerzas alto  a la invasión de Ucrania, fuera las tropas rusas de todos los territorios y manifestar desde mis entrañas que prestemos todo el apoyo y ayuda que sea necesario para defender la libertad y La Paz del pueblo ucraniano.

Marcelino Fraile.

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