Yoav Haifawi
De nuevo sobre las elecciones parlamentarias que tuvieron lugar el 1 de noviembre en Israel, con el triunfo de Netanyahu y la extrema derecha.
La oposición liderada por el Likud de Netanyahu ha concentrado toda su retórica racista contra la idea de un gobierno apoyado por partidos árabes. A cambio, la coalición gubernamental saliente liderada por Yair Lapid y Benny Gantz trató de hacer que el público olvidara su difícil período al frente del país, agitando la amenaza del ascenso de Bezalel Smotrich/1, Itamar Ben-Gvir/2 y la extrema derecha abiertamente fascista.
El resultado fue que el matón Ben-Gvir fue el héroe del día, con la Lista Sionista Religiosa que se convirtió en la tercera fuerza del país, y Netanyahu ha obtenido la mayoría que había soñado durante mucho tiempo. Netanyahu puede ahora subir a su montura racista para escapar de las puertas de la prisión que amenazaban con cerrarse sobre él.
¿Qué pasó realmente en las elecciones?
El electorado israelí ha proseguido su larga trayectoria unidireccional hacia la derecha racista religiosa. Estamos viendo la combinación de varias tendencias a largo plazo:
– El crecimiento de las comunidades religiosas judías ortodoxas y la alianza entre los líderes ortodoxos y la derecha secular;
– El creciente número de colonos judíos en Cisjordania, donde el conflicto con los palestinos es mucho más violento;
– El secuestro, por una comunidad de colonos políticamente dinámicos, del ejército y del aparato estatal, con el tranquilo consentimiento de las antiguas élites apáticas;
– Finalmente, la ilusión de la existencia de una izquierda sionista que se desvanece lenta pero seguramente.
De hecho, no hubo un gran cambio por parte de las y los votantes en estas elecciones. En mayo de 2021, un partido de extrema derecha, Yamina, aceptó unirse al campo anti-Bibi, a cambio del nombramiento de su líder, Naftali Bennett, como primer ministro, y la posibilidad de dictar el programa racista, neoliberal e antisocial del gobierno. Ahora que este gobierno se ha disuelto, los votantes de Yamina han vuelto a su lugar natural. Los demás cambios en los resultados se deben a los golpes que se han dado los propios líderes del campo “alternativo”.
Sigue siendo la misma vieja política racista israelí, en la que las y los palestinos no se consideran una parte legítima del juego político; no se permite ninguna reflexión sobre una solución política y ningún árabe puede compartir la menor parcela de poder. Es una repetición amplificada del fiasco de 2020, cuando el general Benny Gantz rechazó la perspectiva de dirigir un gobierno apoyado por los miembros árabes de la Knesset y aceptó apoyar a un gobierno Netanyahu cuando había prometido oponerse a él. Esta vez, todo el gobierno de Lapid huyó de su propia sombra para evitar la acusación de “izquierdismo” o de “confiar en los árabes”, hasta autodestruirse.
¿Es peligroso el nuevo gobierno?
Según un informe publicado por la ONU el día de las elecciones, en 2022 se produjeron más asesinatos de personas palestinas por parte de las fuerzas de ocupación y los colonos israelíes que cualquier otro año desde que la ONU comenzó a contabilizar estos asesinatos en 2005.
¿El nuevo gobierno de extrema derecha de Netanyahu matará más? Obviamente, esto es posible. Pero no es la opinión pública israelí la que limita las atrocidades contra los palestinos. El hecho fundamental es que Israel necesita el apoyo militar, económico y político de Estados Unidos (y, en menor medida, de Europa Occidental) para seguir beneficiándose de la impunidad en sus crímenes de lesa humanidad. La principal fuerza que puede frenar los crímenes de guerra israelíes es la presión ejercida por las potencias occidentales, motivada por el temor a una reacción brutal de las masas árabes. Una señal alentadora es que los donantes internacionales de Israel ya han emitido señales de advertencia tras los resultados de las elecciones.
También tenemos razones personales para preocuparnos. Si Ben-Gvir se convirtiera en ministro de Seguridad Nacional, como se informó, podría enviar a la policía a llamar a mi puerta. Esta es la amenaza adicional con los fascistas: no solo la ocupación militar, sino también la persecución de las y los opositores políticos.
Al mencionar esta amenaza directa, no puedo evitar recordar que la última vez que vinieron a llevarme a un interrogatorio del Shabak en abril de 2021, no llamaron a mi puerta, sino que literalmente la hundiron. Por lo tanto, la opresión política tampoco es nueva. Pero tal vez bajo el nuevo gobierno, más personas entenderán finalmente que la “democracia israelí” no existe y, por lo tanto, no puede ser defendida o salvada.
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org
Versión completa (en inglés) en mondoweiss.net.
NOTAS
1/ Diputado de extrema derecha (Partido Sionista Religioso).
2/ Diputado de extrema derecha (Otzma Yehudit, “Poder judío”).