(KOLDO SMIHT)/
En estos últimos días han surgido comentarios sobre la referencias Estalinistas que se aprecian en algunos sectores radicalizados de la juventud en Euskalerria. Es discutible la extensión y la profundidad de esa influencia, pero indudablemente existe. Antes de indagar en las posibles razones de esa “simpatía” y reivindicación ideológica, es bueno recordar el Estalinismo representa ante todo un periodo en la historia de la desaparecida Unión Soviética y del movimiento comunista ligado a la III internacional desde mediados de los años 20.
El estalinismo, por lo tanto, se refiere a un período histórico, caracterizado por la burocratización del primer estado socialista y por el poder absoluto que tuvo José Stalin, en el Partido Bochevique, en toda la vida socioeconómica y política de la Unión Soviética y, como consecuencia, sobre en las zonas de influencia de ésta incluyendo la mayoría de los partidos comunistas “oficiales” en todo el mundo. Desde esta perspectiva el estalinismo es un tipo de régimen autocrático, caracterizado por la estatalización económica, la censura artística, el control social y la represión masiva; modelo que se exporta primero a Europa del Este, después de la conquista posterior a 1945. Se trata de un periodo de gobierno de aproximadamente treinta años, marcado por los momentos de ascenso y la muerte del dictador, aunque se puede afirmar que el Estalinismo como forma de gobierno y Régimen sobrevive en la Unión Sovietica y sus países satélites y que la ruptura que los partidos comunistas oficiales con su política, incluyendo los partidos maoistas, es más aparente que real.
En los países capitalistas y en desarrollo la existencia de la Unión Soviética como sistema social alternativo y contrapoder en la arena internacional,sirvió para que recibiera el apoyo de amplios sectores de los trabajadores y el pueblo de izquierda durante mucho tiempo, perviviendo incluso después de la muerte de Stalin y la revelación de los crímenes y abusos que este había protagonizado durante más de un cuarto de siglo. Después del derrumbamiento de la Unión Soviética y la caída del muro se constato que el socialismo real había fracasado y de que, a pesar de que mantenía avances sociales, era un sistema burocratizado, carente de democracia y económicamente ineficiente. Pero quizás todavía persiste la idea de que frente al sistema Capitalismo inmerso en una crisis y al mismo tiempo poniendo en crisis no solo el bienestar y derechos de las clases trabajadores sino el destino del planeta, el “campo socialista” era una alternativa y que su existencia sirvió como barrera y desafío al poder de las principales potencias capitalistas empezando por los EE.UU; Este hecho que supuso un beneficio y una oportunidad para los movimientos populares en muchos países. Esas percepciones podía ser la primera razón de la identificación con el Régimen creado por Stalin y con el mismo.
Cabría cuestionarse si también hay componentes de la teoría estalinista que pueden contribuir a su atractivo para sectores radicalizados, pero eso requeriría hacer un repaso de la doctrina política estalinista. Stalin no fue en sus primeros años un teórico sino un organizador y un divulgador del pensamiento de Lenin, sin prácticamente ninguna aportación significativa propia si se exceptúan sus escritos sobre la cuestión nacional, escritos en los que fue directamente supervisado por aquel. Esa faceta de divulgador seguramente contribuyó a que en el curso de los años sus intervenciones destaquen por una “simplificación” de la teoría marxista que va convirtiendo en una doctrina fosilizada y dogmática. Una teoría que de esta forma no puede actuar como inspiradora de la practica política. Si para el Marxismo Filosofía, teoría política, estrategia, táctica…. tienen que ser considerada en conjunto y se influencian mutuamente (no se aplica la teoría directamente sino se recrea al hacerlo), en el Estalinismo existe una desconexión entre un marxismo fosilizado (y deformado) y una practica política repleta de giros bruscos sin fundamentos teóricos
Por lo tanto, no podemos considerar que el Estalinismo constituya una Teoría Política que inspire su práctica, ayudando a definir líneas estratégicas concretadas mediante tácticas concretas, sino más bien la teorización de una línea política que responde a las necesidades, privilegios y “mentalidad” de la burocracia que controlaba el Poder (y de Stalin como su representante) y a los intereses geopolíticos de la URSS. En múltiples ocasiones Stalin expreso directa e indirectamente un desdén absoluto por las ideas y reivindicó un empirismo permanente. Se necesita una teoría política para transformar la sociedad no para dar continuidad a lo “existente”.
En la visión oficial de Stalin, el marxismo, de ser una forma de pensamiento crítico, abierto y global, pasa a convertirse en una doctrina que funciona como sistema filosófico oficial, una doctrina que es interpretada y codificada por el partido y el líder. Porque otra característica esencial del Estalinismo es la burocratización de los partidos comunistas, su verticalidad, su monolitismo y el control absoluto por parte de su dirección de toda su vida política y organizativa. El Estalinismo llevo a la practica la predicción de Trostki: “el partido se convierte en sustituto político de toda organización y acción de la clase obrera, posteriormente el Comité Central sustituye al partido, luego el politburó sustituye al comité central y a la postre un dictador termina dominando por encima de todo y todos”.
El Dogmatismo y Fosilisación de la teoría marxista aunque, como hemos dicho, se podría relacionar con su carencia de sofistificación teorica individual de Stalin, representa sobre todo los intereses de la burocracia que domina los partidos y los Estados “obreros”. Paradojicamente con posterioridad a su muerte, aunque se agudiza la renuncia a una perspectiva revolucionaria y se mantiene continuidad política y teórica de fondo con el estalinismo, en los partidos comunistas oficiales durante unos años hay un cierta revitalización del debate poñitico (dentro de estrechos limites) y intelectuales como Althusser (que finalmente rompió con el Partido Comunista Francés) realizan aportaciones significativas a la teoría Marxista. Esa revitalización teórica se termino hace tiempo. Hoy día las organizaciones de la antigua corriente estalinista y su continuidad eurocomunista, o bien han abandonado explícitamente el marxismo, o lo mantienen como doctrina oficial pero sin participar en su desarrollo.
Eso no quiere decir que no haya existido históricamente elementos teóricos que se asocien a la corriente política que representaron los partidos comunistas de la tercera internacional una vez que el legado de Lenin fue abandonado. Estos elementos, como la teoría de socialismo en un solo país, se fueron incrustando en ese Marxismo que hemos denominado fosilizado y desconectado de la reflexión critica y de la praxis política en función de su virtualidad para el mantenimiento del poder y el control político de la burocracia y del propio Stalin.
Volviendo a la pregunta inicial sobre el posible aumento de la influencia estalinista en sectores radicales hay que señalar que el dogmatismo y simplificación que aporto el Estalinismo puede hacerla atractiva por su comprensibilidad para personas sin formación política de fondo y, sobre todo, por que parece ofrecer respuestas directas y contundentes con una coherencia, aparente de nuevo, derivada de la ausencia de cualquier actitud dialéctica y “problematizadora. Asimismo un Partido que mantiene una estructura férrea y un verticalismo absoluto puede ofrecer un contexto para que personas adquieran el sentido de pertenencia y la seguridad que proporciona el sometimiento a la autoridad y una respuesta al “miedo a la libertad”.
Koldo Smith