Terry Conway//
La batalla de las organizaciones de la clase obrera en Gran Bretaña contra el gobierno reaccionario de los Tories tiene un nuevo objetivo esta semana. El Trade Union Congress (TUC), al que pertenece la abrumadora mayoría de los sindicatos del país, pide un día nacional de acción el 1 de febrero. El objetivo principal de este día no son los salarios, sino los proyectos del gobierno para introducir leyes antisindicales aún más draconianas que las que ya existen.
El impacto de las leyes existentes se demostró con los resultados de una votación a favor de una acción de huelga por reivindicaciones salariales la semana pasada. Uno de los sindicatos de profesores, el NAS / UUWT, ha publicado resultados que muestran que nueve de cada diez miembros votantes apoyan la huelga, pero no pueden convocar a sus miembros a la huelga porque solo el 45% votó. Aunque es un porcentaje más alto que el que a menudo se obtiene en las elecciones parlamentarias, la ley actual no les permite iniciar una huelga.
La huelga es necesaria
Los conservadores ahora proponen ir más allá y han introducido una nueva ley que les permitirá imponer “servicios mínimos” en una serie de sectores, de una forma que minaría fundamentalmente el derecho de huelga de millones de trabajadores. El subjefe del Partido Laborista, no muy radical, lo apodado “el proyecto de ley sobre el derecho a despedir a las enfermeras”.
Por lo tanto, es importante que el TUC haya declarado un día de acción el 1 de febrero, pero decepcionante que, hasta ahora, solo un sindicato nacional haya declarado que llamaría a la huelga ese día. El sindicato de la función pública, PCS, ha convocado a más de 100.000 miembros en 124 servicios gubernamentales. Todavía hay tiempo para que otros se le unan, con una huelga, que será necesaria, a un nivel sostenido, para revertir la situación y no el tipo de acción legal y de cabildeo en el que el TUC parece pensar.
¿”Diálogo social”?
Pero hay razones para preocuparse por la estrategia y la orientación política no solo del TUC sino también de los sindicatos locales y de rama. Un ejemplo es uno de los mayores sindicatos británicos, Unison. Se ha ejercido una presión importante sobre el gobierno, incluso por parte de algunos de sus propios diputados, por el hecho de que, durante la creciente ola de huelgas, se negara a reunirse con los sindicatos o, cuando lo hizo, se negara a que el actual ciclo de negociaciones salariales formara parte de la agenda.
El lunes 9 de enero, finalmente se celebró una reunión con los sindicatos de salud y los ministros, y por separado con las y los trabajadores del transporte y la educación. Circulaban rumores de que el gobierno podría proponer una suma global para los trabajadores de la salud. No lo hizo, sino que sugirió que la única forma de conseguir dinero extra era que los empleados trabajaran más duro. Dado que la crisis en el sector de la salud se ve agravada por una enorme rotación de personal, a su vez debido no solo a los bajos salarios sino también a una carga de trabajo insostenible, no es de extrañar que la mayoría de los sindicatos hayan considerado esta propuesta como un insulto.
Desafortunadamente, esta no fue la respuesta del negociador de Unison, que fue mucho más positivo, afirmando que el tono del gobierno había cambiado. El tono no paga las facturas, tampoco lo hacen los aplausos durante la pandemia. Pero dado que, aunque la izquierda ganó el control del ejecutivo nacional de Unison en junio de 2021, el secretario general y los altos ejecutivos están a la derecha, esto no sorprendió a la izquierda británica.
A medida que la crisis continúa y se profundiza, la necesidad de construir una organización democrática de izquierda que se organice en los lugares de trabajo rara vez ha sido tan urgente.
19/01/2023
Hebdo L’Anticapitaliste – 645 (19/01/2023)
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org