Ante las elecciones autonómicas del próximo 21 de abril
Tal y como llevamos analizando los últimos años, la CAV continúa sumergida en un lento pero consolidado proceso de reconversión económica. Tras el acelerón del efecto rebote de re-instauración de la “nueva normalidad”, el modelo económico vuelve a las inercias pre-covid: tendencia al estancamiento general, pérdida de peso en el PIB estatal y caída progresiva de la industria frente a una lenta pero imparable tercerización del tejido económico. La pérdida continuada de empleos, deslocalizaciones, externalización de cada vez más procesos, etc… son una tendencia continua que va consolidándose en la joya de la corona que supone el sector industrial en el “oasis vasco” y que tendrá fuertes repercusiones políticas a las que habremos de prepararnos. Esta tercerización económica está llegando de la mano de la “tercerización” de las condiciones laborales (siendo la comunidad autónoma con más empleo temporal), que a su vez coincide en el tiempo con la mayor inflación (un 3’5 interanual en enero) en décadas conformando un cóctel que acelerará la proletarización de una amplia capa de las clases trabajadoras vascas. Una proletarización que empezó por los sectores más precarizados (jóvenes, migrantes y mujeres) pero que ya se está extendiendo: una de cada cinco familias no puede permitirse vacaciones o hacer frente a gastos imprevistos. La vivienda sigue siendo uno de los vectores que mayor precariedad genera con un aumento imparable de los precios de compra (4%) y aún mayor de alquileres (10%).
Es en este contexto económico, que el saliente lehendakari Urkullu convoca elecciones autonómicas para el próximo 21 de abril, tras 12 años en Ajuriaenea, la más longeva tras Ardanza. Pese a haber gozado de gran estabilidad e ir consolidando mayorías en el parlamento vasco durante las anteriores legislaturas, el PNV ha sufrido un gran desgaste en el transcurso de esta última ante una Izquierda Abertzale en ascenso gradual elección tras elección y que amenaza por primera vez la disputa por ser el partido más votado en las autonómicas. La reacción del burubatzar ha sido relevar a Urkullu por un desconocido Imanol Pradales, e incluso se habla de un relevo en la dirección del partido en el próximo congreso sustituyendo también a Ortuzar tras 12 años. Todo apunta a que el BBB (Bizkaiko Buru Batzar) seguirá controlando la dirección del partido.
El legado de Urkullu es ambivalente, pues pese a haber aguantado el ciclo 15M con cierta estabilidad y sin grandes grietas en el terreno institucional, es en el cierre de ciclo donde se le abren las costuras. El recorte generalizado del sector público y las huelgas respectivas en el mismo, especialmente el desmantelamiento de Osakidetza, la huelga general de 2020, las movilizaciones feministas, la creciente oposición a megaproyectos renovables, etc… junto al encarecimiento y empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad, sin obviar que gran parte de estos procesos y descontentos están siendo rentabilizados por su oposición nacionalista, han establecido un escenario que pasa factura a la ductilidad histórica del PNV. Es posible que los márgenes con los que contó tras la crisis del 2008 para contener un estallido social (ayudas a vivienda, RGI) no sea a día de hoy una posibilidad ante un nuevo estadio europeo de contención del gasto público y el regreso a la austeridad.
En cuanto al balance del último gobierno autonómico del PNV-PSE, hay varias cosas que deberíamos señalar para hacernos una idea de por un lado, cómo toman forma las políticas del “partido del orden neoliberal” en la comunidad autónoma (no como partido monolítico, sino dinámico y contradictorio), y por el otro para prestar atención y poder anticipar cuáles serán los escenarios de lucha del medio plazo para poder intervenir y trabajar por la construcción de un bloque contrahegemónico.
Sin lugar a dudas, una de las grandes herencias es el desmantelamiento general del sector público vasco (con esclarecedoras excepciones como la Ertzaintza). La creciente temporalidad y la caída de los salarios respecto a la inflación son lugar común en el sector pero los recortes están afectando más en Educación Reglada y Osakidetza. En Educación ha habido un incremento de las movilizaciones ante los recortes continuados durante años del sistema público y la nueva Ley de Educación autonómica (que Elkarrekin Podemos y EHBildu estuvieron a punto de apoyar) que mantiene y refuerza un sistema de matriculación xenófoba y clasista a la vez que sostiene uno de los modelos más privatizados. En la UPV también está habiendo convocatorias de huelga contra los recortes.
La situación de Osakidetza es una de las grandes cuestiones debido a un empeoramiento que pese a haber sido progresivo y continuado durante años, ha dado un salto cualitativo tras la pandemia y también porque no sólo afecta a los sectores más precarios, sino a grandes capas de las “clases medias”. La estrategia de desinvertir para conducir a las más pudientes a la privada y dejar una pública de subsistencia para las más empobrecidas lo vemos en la lógica de privatización, comercialización, mercantilización y enchufismo que rige la gestión de la sanidad pública vasca. Esta tendencia ha llegado al punto donde la resistencia y la organización en torno al conflicto se está generalizando en muchas partes, no ya sólo de sus trabajadores, sino de la población. El conflicto lleva muchos años gestándose y muchos meses en metástasis, extendiéndose a atención primaria, enfermería, médicos especialistas, etc… e incluso por fin los sindicatos se han puesto de acuerdo para volver a convocar elecciones sindicales tras 10 años sin hacerlas. Asambleas de trabajadoras y usuarias se han ido formando en varios territorios y se han convocado varias huelgas los últimos meses. Pese a que la concurrencia a movilizaciones y huelgas ha sido irregular y en este momento se ha reducido la afluencia, este conflicto será probablemente uno de los conflictos del periodo en Euskadi.
Este recorte de los servicios públicos ha ido de la mano de una política progresiva de recortes sociales plasmada en la reforma de la Ley de Sistema Vasco de de Garantía de Ingresos y para la Inclusión (RGI) que fue aprobada por PNV, PSE, EP y abstención de EHBildu. Esta reforma obliga a declarar un domicilio oficial por lo que de facto expulsará a muchas personas, sobre todo población migrante racializada, del derecho a recibirla. Por otra parte la nueva ayuda de Prestación Económica de Vivienda sustituirá a la PCV actual exigiendo la inscripción de 3 años en Etxebide dejando a miles de personas, la mayoría migrantes racializades también, sin acceso a ella.
Todo este “palo” social ha venido con la contraparte de la “zanahoria” para el sector empresarial y en especial para el “capital verde”. El Plan Territorial Sectorial de las Energías Renovables aterriza la transición ecológica neoliberal en una miríada de zonas de los tres territorios en megaproyectos eólicos y fotovoltaicos regados de millones de ayudas públicas soportados por fondos europeos, concesiones y licitaciones a grandes empresas. La reciente Ley de Transición Energética, aprobada por PNV-PSE-EHBildu, sirve de telón de fondo para el correlato político matizando algunos flecos pero legitimando en la práctica el modelo de crecimiento y la lógica de acumulación. Ante estas implantaciones están surgiendo una serie de protestas locales que se están centralizando y articulando movimientos a los que deberemos prestar atención y caracterizar debidamente.
Como lazo final de legislatura, es necesario mencionar un notorio incremento en los niveles de represión y el uso de mayores niveles de violencia por parte de la Ertzaintza que se corresponde con las tendencias globales del giro autoritario de los estados y la fascistización de los cuerpos de seguridad en el Norte Global. En las últimas semanas estamos asistiendo a actos deliberados (más aún) de violencia contra sectores populares (Tolosa, Anoeta, San Mamés…) o detenciones y multas (okupa de Martutene, greba feminista, Etxebizitza Sindikatua…). La progresiva pérdida de control del PNV en la Ertzaintza a manos de sectores de ultraderecha puede marcar cierta autonomía de los aparatos del estado.
Es quizá necesario señalar que el PNV sigue siendo una pata fundamental en la estabilidad del gobierno de coalición estatal, y que pese a que ensaya de vez en cuando cierta autonomía para con el PSOE y amaga una relación más cercana al PP, es difícil vislumbrar que apoye un gobierno alternativo ante la derechización extrema de los populares. Dicho esto, ante un cambio en la relación de fuerzas en el Congreso estatal, no podemos despreciar la capacidad histórica de los jeltzales para poder conciliar sus intereses con cualquier interlocutor estatal (descartando a Vox).
En cuanto al PSE, su subalternidad al liderazgo jeltzale y nula autonomía para con Sabin Etxea y Ferraz, une su destino al papel de estos y pese al ensayo de la alternativa navarra, una configuración de mayoría parlamentaria alternativa es anatema. En cuanto al PP, su irrelevancia en la política vasca es el resultado de la apuesta de tierra quemada en Euskadi para recabar votos en el resto del estado, restándole margen para desarrollar una propuesta dentro del status político vasco y atando también su destino al partido a escala estatal. Sin embargo, ante un resultado más ajustado en las próximas elecciones entre bloques y si se confirma la tendencia a un pequeño incremento en las encuestas, podría resultar en que sus votos fueran claves en el próximo parlamento vasco. Lo más probable es que el escaño de Vox quedase amortizado y desapareciese.
En cuanto a EHBildu, no podemos más que confirmar su integración dentro del partido del orden neoliberal. Su avance institucional, giro agigantado hacia el centro, concesiones estratégicas y moderación del discurso, pacificación social progresiva de las organizaciones y bases de la Izquierda Abertzale, etc… son partes de la dialéctica de un proceso de transformismo fruto de la derrota del Movimiento de Liberación Nacional Vasco y el cierre de ciclo en restauración del régimen del 78. Hasta ahora nunca había sido posible que la Izquierda Abertzale derrotara al PNV en unas autonómicas, pero la contraparte de victoria política y estratégica del modelo burgués que encarnan los jeltzales sobre el histórico movimiento es ya un hecho. En el escenario estatal es uno de los socios más estables de Sánchez, apoyando recortes, presupuestos militaristas, fondos europeos… a nivel de Euskadi sirva como indicativo la invitación del candidato Otxandiano al PNV para gobernar conjuntamente y la respuesta de Ortuzar recordándole que defienden proyectos distintos. La Ley de Transición Energética, que están apoyando con más fervor que el propio gobierno autonómico y que incluso les ha llevado a atacar a la oposición social del movimiento ecologista, o las distintas formas de censura y el uso de herramientas de poder institucional burgués con las que cuentan para intimidar al Mugimendu Sozialista nos dan la medida de hasta qué punto sus direcciones se han desgajado de cualquier perspectiva de ruptura. Dentro de la ingente cantidad de organizaciones locales, plataformas, asociaciones, estudiantiles, etc… miles de trabajadoras se siguen organizando dentro de la Izquierda Abertzale y hay sectores a los que tenemos que apelar. Pero hay que ser conscientes que sus direcciones no es que no trabajen por la ruptura, si no que buscan activamente sofocarla y hay que señalarlo. Teniendo esto en cuenta y pese a ello, para amplias capas de la clase trabajadora vasca, EHBildu representa una oportunidad para acabar con el histórico dominio del PNV y por lo tanto la posibilidad de un cambio real, no podemos menospreciar el efecto del hito que supondría superar al PNV. Al mismo tiempo, somos conscientes de que EHBildu busca sustituir al PNV en la gestión del capitalismo vasco, una gestión de la miseria neoliberal progresista y amable.
De Elkarrekin Podemos y la nueva fase de su descomposición en Euskadi llamado Sumar no queda mucho que decir, pues las tensiones entre los sectores dentro se limitan (aún más que a nivel estatal) al reparto de sillas, liberaciones y dinero. El probable no-acuerdo hará que Podemos desaparezca como en Galiza (a nivel social desaparecieron hace años), Ezker Anitza sobrevivirá con cada vez menos migajas y Sumar podría conseguir sustituir el papel que la anterior tenía antes del ciclo institucional del 15M, pero con una subalternización aún más profunda que aquella (que ya es decir).
Ante este escenario, donde el triunfalismo contribuye a una constante pérdida de aspiraciones y capacidades de lucha, posiblemente asistamos a la paradoja de observar los mejores resultados electorales de EH Bildu y las menores aspiraciones transformadoras de las últimas décadas. En el fondo, el conjunto de las organizaciones políticas progresistas que se presentan el 21 de abril a la convocatoria electoral comparten la vocación de impulsar una oleada modernizadora de la burguesía vasca, verde y supuestamente democrática, para encarar así en las mejores condiciones posibles (según ellas) para un siglo XXI marcado por la inestabilidad y la vuelta de las confrontaciones inter-imperialistas.
La situación exige una estrategia que parta de la realidad concreta, del nivel real que toma la lucha de clases en nuestro tiempo y el nivel de conciencia que esta configura. Necesitamos movernos más allá de las inercias electorales y de la autorreferencialidad proclamativa, avanzar en la construcción de un plan de lucha que parta de los conflictos que hoy día ya desarrollan las trabajadoras y los trabajadores, a partir de las cuales armar un programa concreto de transición ecosocialista para Hego Euskal Herria. Un plan de lucha que requiere mucho más que una red de liberados profesionales o cargos institucionales, por numerosos que estos sean.
El proceso de transformación ya está presente en las huelgas de las trabajadoras de Osakidetza, la huelga del movimiento feminista, el plan de recuperación ecosocial de los trabajadores de la fábrica de Mecaner y la incipiencia de conflictos contra el modelo neoliberal de transición energética, la organización del boicot y la protesta contra el sionismo genocida y sus cómplices, la vuelta a la reflexión y la organización comunista de sectores jóvenes…
No podemos permitir que ningún voto caiga en la derecha, de la cual no tenemos dudas sobre su vocación depredadora sobre nuestras vidas y el conjunto del planeta. Dicho esto, de ninguna manera podemos blanquear las políticas de renuncias que durante los últimos años la izquierda institucional ha desarrollado en Hego Euskal Herria y en el Congreso del Estado Español, avalando por acción u omisión las políticas de gestión amable de la barbarie capitalista e imperialista.
Desde Antikapitalistak buscamos contribuir a la configuración de una organización militante que anime movilizaciones masivas, amplias y plurales con la mirada puesta en un horizonte ecosocialista, transfeminista e internacionalista donde las trabajadoras y trabajadores planifiquemos democráticamente la economía y el conjunto de tareas reproductivas y productivas. Abordar colectivamente las consecuencias del cambio climático, la ofensiva reaccionaria que impulsa la extrema derecha y el sistema capitalista que lo provoca. Queda mucho camino para hacer esto posible, es necesario algo mucho más allá que proclamarlo, implica poner en juego todos nuestros esfuerzos y experiencias.
Más allá del voto individual es en estas luchas que nuestra clase impulsa espontáneamente contra el proceso de privatización de derechos conquistados por la clase trabajadora como la sanidad y la educación públicas, disputando el derecho básico de la vivienda frente a su uso mercantil, los derechos de las personas migrantes, de las mujeres y las personas lgtbi… desde donde vamos a reconstruir un programa y una organización ecosocialista para nuestro propio tiempo.