(Nicolas Dot-Pouillard)
Con el alto el fuego del 21 de mayo de 2021 entre Hamás e Israel, se abre un nuevo período para el movimiento nacional palestino. Divididos después de que Mahmud Abbas cancelara las elecciones generales, los partidos se enfrentan a los desafíos de un nuevo levantamiento. (Este artículo fue escrito antes del asesinato por las fuerzas de seguridad palestinas del opositor Nizar Banat, lo que desencadenó una ola de indignación en los territorios palestinos y manifestaciones exigiendo la renuncia de Mahmud Abbas).
A finales de abril de 2021 volvió aparecer el espectro de la división interpalestina. Entonces, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, cancela las elecciones parlamentarias programadas para mayo, a pesar de que 36 listas han sido validadas por la Comisión Electoral Central, y el 93% de las y los palestinos en edad de votar se han inscrito en las listas electorales. La frágil reconciliación interpalestina registrada en Beirut por todas las facciones miembros y no miembros de la Organización de Liberación de Palestina (OLP) en septiembre de 2020, validada durante una serie de reuniones palestinas en El Cairo y Estambul en los meses siguientes, depende de una agenda simple: elecciones legislativas celebradas en la primavera en los territorios ocupados, seguidas de las elecciones presidenciales, luego una renovación del Consejo Nacional Palestino (CNP) de la OLP. Esta reconciliación nacional tiene patrocinio de Qatar, Turquía y Egipto, tres países involucrados en las conversaciones interpalestinas. También tiene sus principales hacedores: Jibril Rajoub, secretario del Comité Central del Fatah, y Salah Al-Arouri, Vicepresidente del Buró Político de Hamás.
Una división siempre recomenzada
Con el argumento de la imposibilidad de las elecciones en Jerusalén Oriental debido a un bloqueo israelí, el presidente de la Autoridad Palestina ha puesto en cuestión principalmente varios meses de negociaciones interpalestinas en Cisjordania, Gaza y en toda la región. La verdadera razón de la cancelación de las elecciones por parte de Mahmud Abbas se debe más a las divisiones de su partido, Fatah, que está en una mala situación: tres listas se reclaman en abril del legado del presidente Yasser Arafat. La primera, “oficial”, está dirigida por Mahmud Al-Alloul, Secretario General de Fatah. La segunda está dirigida por Nasser Qudwa, sobrino de Yasser Arafat, expulsado del Comité Central de Fatah en marzo, y por la abogada Fadwa Barghouti, miembro del Consejo Revolucionario de Fatah, esposa del parlamentario Marwan Barghouti. Este último, encarcelado por los israelíes desde 2002, deseaba presentarse a las elecciones presidenciales; popular, sin duda podría haberlas ganado contra un Mahmud Abbas con legitimidad decreciente. Su elección sería una pesadilla para Israel, confrontado a un escenario al estilo Nelson Mandela.
La tercera lista, finalmente, está patrocinada por Mohammad Dahlan y su Fatah-Corriente reformista (Tyar Al-Islahi): un ex hombre fuerte de la Franja de Gaza, expulsado de Fatah en 2011, también es una especie de viajante comercial de la diplomacia de los Emiratos Árabes Unidos, donde reside. Recientemente realizó un acercamiento a Hamás en la Franja de Gaza: Rashid Abu Shabak, un allegado suyo y miembro del Fatah-Corriente reformista, regresó recientemente a la Franja de Gaza después de 15 años de exilio.
Por lo tanto, a principios de mayo la escena política palestina no preocupa a los israelíes. El movimiento nacional palestino está nuevamente dividido, después de los pocos intentos de reconciliación en el otoño e invierno de 2020; las elecciones legislativas y presidenciales se cancelan, descartando cualquier posibilidad de victoria legislativa de Hamás, o de elección de Marwan Barghouti, un posible presidente-prisionero; por lo tanto, no habrá renovación del Consejo Nacional de la OLP. Mahmud Abbas es un presidente más débil en la medida que su partido está cada vez más dividido.
El debilitamiento del apoyo árabe a la causa palestina puede continuar, siguiendo los acuerdos de normalización de 2020 y 2021 entre Israel, los Emiratos, Bahréin, Sudán y Marruecos. Y la colonización todavía puede acelerarse. El Gobierno de Benjamin Netanyahu tiene rienda suelta: no prevé una respuesta política palestina a gran escala, mientras las fuerzas armadas israelíes invaden la explanada de las mezquitas en Jerusalén en pleno Ramadán, y las expulsiones de familias palestinas en los suburbios de Sheikh Jarrah se multiplican.
Hamás, unidad por las armas
El 10 de mayo de 2021, Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Ezzedine Al-Qassam, el ala militar de Hamás, anunció que a las seis de la tarde se lanzaría una primera descarga de cohetes contra Israel si las fuerzas armadas israelíes no se retiraban de la explanada de la mezquita, así como del barrio Sheikh Jarrah en Jerusalén Oriental. En el momento señalado, los primeros cohetes fueron disparados desde la Franja de Gaza. Hamás toma la iniciativa política e impone su agenda a Israel. Esta es sin duda una apuesta arriesgada: la escala de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza, del 10 al 21 de mayo, si bien afecta abrumadoramente a los civiles, puede poner en peligro a sus cuadros y su arsenal balístico, que se supone que reequilibra un poco los términos de una guerra colonial y asimétrica. Pero Hamás quiere imponer una nueva ecuación a los israelíes vinculando, a falta de continuidad territorial, la Franja de Gaza con Jerusalén política y simbólicamente. Sus demandas ya no se centran en el levantamiento del bloqueo israelí de la Franja de Gaza, como en el pasado: se centran en la colonización israelí en Jerusalén.
Se ha producido un punto de inflexión fundamental en la política del movimiento islamista. El 15 de mayo de 2021, Khaled Mechaal, presidente del ala externa de Hamás, estableció las cuatro condiciones palestinas para un alto el fuego: la retirada de las tropas israelíes de la explanada de la mezquita, la retirada de los colonos de Cheikh Jarrah, la liberación de todos los prisioneros encarcelados recientemente por los israelíes y el cese del bombardeo de Gaza.
Hamás también quiere ser el partido de la unidad interpalestina. Es ante todo una unidad por las armas. Porque en el conflicto entre la Franja de Gaza y el ejército israelí, Hamás no está solo. Goza del apoyo político y militar de todos los partidos palestinos en Gaza. Su ala militar ciertamente tiene la capacidad balística más efectiva, que ahora alcanza a Tel Aviv: también forma parte de una Cámara de Operaciones Militares común (Ghurfat al-mushtaraka) que involucra a todas las facciones. Nacida en mayo de 2018, la Cámara de Operaciones Conjunta llevó a cabo una serie de ejercicios militares en la Franja de Gaza en diciembre de 2020. Compuesto por 12 grupos armados, reúne formaciones islamistas (Hamás, Movimiento de la Yihad Islámica en Palestina – MJIP), así como partidos de izquierda (los Frentes Popular y Democrático para la Liberación de Palestina-FPLP y FDLP) y tres brigadas afiliadas… a Fatah (las Brigadas Abdel Kader Al-Husseini, Ayman Al-Jaoudeh y Al-Amoudi). Cuando el 10 de mayo de 2021, Abu Obeida, portavoz del ala militar de Hamás, dio a Israel un ultimátum para retirar sus tropas de la explanada de las mezquitas, lo hizo en nombre de “la dirección de resistencia de la Cámara de Operaciones Conjunta”, y no del movimiento islámico.
Antes del 10 de mayo de 2021, el movimiento nacional palestino se fracturó ante el tema electoral. En ese momento, las facciones palestinas, con la excepción de Fatah, denunciaron la suspensión del proceso electoral por parte del Presidente palestino. Pero a mediados de mayo, apoyaron a Hamás contra Israel. Al vincular Gaza con Jerusalén, Cisjordania y los territorios de 1948, el movimiento islámico ya no quiere aparecer como el administrador perpetuo de una Franja de Gaza sitiada, sino como el garante de la unidad nacional y territorial palestina, a pesar de que la AP de Mahmud Abbas es cada vez más criticada en Cisjordania: el 14 de mayo, jóvenes palestinos al sur de Naplus quemaron una comisaría de policía palestina, protestando contra la cooperación en materia de seguridad entre Israel y la Autoridad Palestina.
¿Fatah a favor de la Intifada?
El 15 de mayo de 2021, en un video que circula por las redes sociales palestinas, el Secretario General de Fatah, Mahmud Al-Alloul, llamó a los activistas de su partido a participar en todas las manifestaciones populares en Jerusalén Oriental y Cisjordania contra la colonización israelí. El 18 de mayo, el movimiento juvenil de Fatah (Chabiba) movilizó a sus activistas durante las manifestaciones que acompañaron la huelga general decretada por facciones palestinas, sindicatos, asociaciones y movimientos juveniles independientes en toda la “Palestina histórica”, es decir, incluidos las y los palestinos de los territorios ocupados y aquellos con ciudadanía israelí. La noche anterior, el ala militar de Fatah, las Brigadas de Mártires de Al-Aqsa (BMA) desfilaron por las calles de Ramallah por primera vez en 16 años. Al día siguiente, se enfrentaron al ejército israelí en Al-Bireh, no lejos de Ramallah. Mahmud Abbas se había comprometido a prohibir las actividades de las BMA desde su llegada a la presidencia palestina en enero de 2005. Su partido parece fuera de control. Su base popular es sensible a una Intifada emergente.
Y las iniciativas militares de Hamás tuvieron un efecto dominó en Fatah: cuando Israel dejó de bombardear la Franja de Gaza el 21 de mayo, la rama oriental de Fatah en la Franja de Gaza emitió una declaración pidiendo unidad nacional y un levantamiento continuo en los territorios ocupados de 1967 y 1948 (Israel). La base de Fatah también podría ser sensible a los llamamientos del parlamentario encarcelado Marwan Barghouti para continuar y estructurar el levantamiento en curso – y para reformar la OLP: en una carta desde la prisión publicada el 15 de mayo, recuerda que Fatah es el “protector del proyecto revolucionario nacional palestino”, pero también pide la integración de Hamás y del movimiento de la Yihad Islámica en Palestina en la OLP, “hogar común a toda la gente palestina”. Dos días después de la publicación de esta carta, fue puesto en aislamiento en prisión por los israelíes.
La dirección de Fatah es muy consciente de que se ha producido un cambio de era. Jibril Rajub, secretario del Comité Central de Fatah y artífice del diálogo nacional con Hamás abierto en Beirut en septiembre de 2020, admite, en una entrevista con un canal de televisión saudí el 19 de mayo, que se ha impuesto una “nueva realidad” y que “las cosas no volverán a lo que eran antes del 10 de mayo de 2021”, fecha del inicio de la batalla de Gaza.
Dentro de Fatah la tentación de regresar a la Intifada es, por lo tanto, fuerte, especialmente porque ahora está completamente desbordado por Hamás que se presenta como la vanguardia de la unidad nacional, y que ha tenido éxito en la hazaña de vincular política y simbólicamente la Franja de Gaza con Jerusalén. Sin embargo, Fatah todavía depende financiera y políticamente de la Autoridad Palestina, que está sostenida por los principales estados occidentales; miembros de Fatah, que combinan afiliación partidista y pertenecen a la policía palestina y a los aparatos de inteligencia, participan en la cooperación de seguridad con Israel. La competencia con el Fatah-Corriente Reformista de Mohamed Dahlan, cercana a los Emiratos, une a la mayoría del Comité Central de Fatah alrededor del presidente Mahmud Abbas. Por lo tanto, la página de la AP no está completamente pasada, pero las tensiones que surgieron dentro de Fatah durante el fallido proceso electoral en la primavera de 2021 aumentan con la dinámica del levantamiento.
Traduciendo políticamente el levantamiento
Hamás está ahora a la ofensiva política y diplomática: está liderando el juego en Palestina. La mediación egipcia para un alto el fuego con Israel le da estatura regional. Al tiempo que agradece a Irán su apoyo “financiero y militar”, el presidente de la oficina política de Hamás, Ismaël Haniyeh, en un discurso pronunciado el 21 de mayo de 2021, pide “fortalecer las relaciones con la comunidad internacional”, al tiempo que tiene en cuenta “grandes cambios en las sociedades europeas y occidentales”.
Pero Hamás se enfrenta a un desafío: ofrecer perspectivas estratégicas. La unidad en la resistencia armada en Gaza es una cosa. La estructuración a largo plazo de una Intifada emergente entre toda la gente palestina es otra. Por el momento, quedan muchas preguntas sobre la salida política del levantamiento: articulación de la lucha armada en la Franja de Gaza y manifestaciones populares en Cisjordania y Jerusalén, vínculos con la población palestina que tiene ciudadanía israelí, apertura a una diáspora palestina altamente movilizada en el Líbano y Jordania, equilibrio precario que se debe mantener entre potencias regionales tan discordantes como Irán, Egipto y los países del Golfo.
Si bien la cuestión de las elecciones palestinas parece comprometida por el momento, la de una profunda transformación de la OLP sigue siendo relevante para muchas organizaciones políticas, como se recuerda en el comunicado del FPLP emitido el día del alto el fuego. Pero los mecanismos para renovar la OLP aún no se han definido. No solo son organizativos -la integración de Hamás y el MJIP en la central palestina- sino también generacionales y programáticos. Las y los jóvenes manifestantes en Jerusalén o Ramallah ni siquiera experimentaron la segunda Intifada de septiembre de 2000. La colonización de los territorios ocupados ha hecho que la perspectiva de dos Estados israelíes y palestinos uno al lado del otro sea cada vez más improbable.
Para el movimiento nacional palestino, existe un riesgo: que el retorno a la división entre Hamás y Fatah y la falta de reconciliación interpalestina parezcan estar completamente fuera de sintonía con una movilización popular sin precedentes históricos, que afecta tanto a las ciudades de Lod y Haifa tanto como a Jenin y los campamentos de refugiados en el Líbano. Hamás, Fatah y todos los partidos políticos palestinos hacen una observación común: definitivamente se ha pasado una página sobre los acuerdos de Oslo, y se ha abierto una nueva situación política, probablemente equivalente al relámpago de la primera Intifada de diciembre de 1987. Toda la cuestión ahora es su coordinación y la traducción política del levantamiento a largo plazo.
Revista L’Anticapitaliste n° 127 (julio de 2021). Este artículo fue publicado originalmente en la web https://orientxxi.info en francés. La traducción está tomada de https://lanticapitaliste.org/actualite/international/tremblement-de-terre-pour-le-mouvement-national-palestinien
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org