Julien Salingue
El 17 de diciembre de 2010, el joven Mohamed Bouazizi, vendedor ambulante en Sidi Bouzid, una ciudad en el centro de Túnez, se prendió fuego después de que las fuerzas de seguridad del régimen de Ben Ali confiscaran su herramienta de trabajo (un carro y una balanza). Este trágico gesto fue el detonante de un levantamiento popular regional que, 10 años después, no ha acabado de conmocionar la región de Oriente Medio y África del Norte ni de inspirar a los pueblos de todo el mundo.
Si la inmolación de Mohamed Bouazizi despertó un sentido de identificación colectiva, mucho más allá de las fronteras de Túnez, fue porque encarnaba dramáticamente la miserable situación de una juventud en precario, sin futuro, sujeta a represión y arbitrariedad de los agentes de policía que reproducían las prácticas clientelistas de los clanes gobernantes, exigiendo mordidas para “cerrar los ojos” ante las prácticas ilegales a ojos de la burocracia administrativa.
Pobreza extrema, desigualdad, desempleo masivo entre las y los jóvenes, control de la riqueza nacional por parte de los dirigentes y sus familias, peso del clientelismo y persistencia del autoritarismo: la conjunción -y la persistencia- de estos factores fueron las causas del levantamiento regional, y no solo la ausencia de democracia política. Y si ocupaban un lugar principal las reivindicaciones democráticas, los análisis que reducían las aspiraciones populares a la demanda de elecciones libres y pluralismo político estaban equivocados.
Violencia de la contrarrevolución
A falta de una alternativa progresista creíble y a pesar del poder y la masividad de los levantamientos, ha habido gradualmente, a nivel regional, incluso en los países donde se celebraron elecciones, una polarización reaccionaria entre, por un lado, los antiguos regímenes y, por otro, el fundamentalismo islámico dominado por los Hermanos Musulmanes, lo que ha echado una capa de plomo sobre las aspiraciones populares de 2010-2011, contribuyendo las políticas de las potencias regionales e internacionales a alimentar esta polarización.
Las demandas de los pueblos insurgentes no han sido satisfechas y, muy al contrario, la región ha experimentado un verdadero descenso a los infiernos: alianza de fuerzas contrarrevolucionarias en Túnez, restauración autoritaria en Egipto, desintegración de Libia, conflictos sangrientos en Yemen y Siria… Las rivalidades entre los polos contrarrevolucionarios no han abierto mecánicamente espacio para las fuerzas progresistas, y estas últimas están ahora más en una estrategia de supervivencia que de desarrollo.
Los 10 años que han pasado desde la onda expansiva de 2010-2011 también han sido una oportunidad para que las potencias imperialistas demuestren su hipocresía criminal, preocupadas sobre todo por la “estabilización” económica y la redistribución de las áreas de influencia y de ninguna manera por la mejora de las condiciones de vida de los pueblos de la región. A pesar de los discursos de fachada sobre la necesaria “democratización”, el apoyo político y militar a la reacción regional se ha fortalecido, a pesar de la represión a todos los niveles, de cientos de miles de muertes y millones de personas refugiadas y desplazadas.
Segunda ola
Pero las razones de la ira siguen ahí, y quienes apuestan por la estabilización regional a través de la contrarrevolución serán decepcionados. Levantamientos de diversa magnitud se han sucedido en los últimos años, mostrando que la contraofensiva reaccionaria, incapaz de extinguir el fuego regional, no ha sido capaz de estabilizar la situación y producir un “nuevo orden” consolidado y con un mínimo de legitimidad. Incluso podemos decir que, a partir de 2018, asistimos a una “segunda ola” de levantamientos, incluidos los casos emblemáticos de Argelia, Líbano y Sudán.
Una segunda ola que tiene muchas similitudes con la primera, particularmente en lo que respecta a sus raíces socioeconómicas: “En Jordania en 2018 el catalizador de la protesta social fue un decreto gubernamental que aumentaba los impuestos. En Sudán, fueron medidas de austeridad de eliminación de los subsidios a los precios en detrimento de los más pobres. En el Líbano, era un nuevo impuesto que el gobierno trató de imponer a la comunicación telefónica por Internet. En Iraq, la protesta social ha aumentado significativamente en los últimos años. Y si el caso que desencadenó el movimiento en Argelia fue directamente político -el intento de renovar el mandato del presidente por un quinto mandato de cinco años- esto no significa que no estuviera vinculado a graves problemas socioeconómicos crónicos”[1]. Y aunque la pandemia del Covid-19 haya puesto fin temporalmente a esta segunda ola, muy imprudente sería quien apostara por que el diablo definitivamente haya vuelto a su caja…
Pero tampoco habrá un resultado positivo inevitable, y compartimos el punto de vista de nuestro compañero Joseph Daher: “Se esperan nuevas explosiones de ira popular porque las causas profundas de los levantamientos todavía están presentes. También se han profundizado. Sin embargo, estas condiciones no necesariamente se traducen directamente en oportunidades políticas, especialmente para los países que han sufrido guerras y/o una profunda crisis económica. La izquierda necesita construir y/o participar en la construcción de organizaciones y frentes unidos capaces de combinar luchas contra la autocracia, la explotación y la opresión, al tiempo que es capaz de proporcionar una verdadera alternativa política inclusiva a las clases populares”[2]
Hebdo L’Anticapitaliste – 561 (25/03/2021)
Traduccion: F.E.
[1] Gilbert Achcar, La Primavera árabe diez años después https://vientosur.info/la-agitacion-regional-no-disminuira-en-el-futuro-previsible/
[1] Joseph Daher, « Monde arabe : dix ans après le début des soulèvements populaires, ce n’est qu’un début… », Contretemps-web, 10 mars 2021 (de próxima publicación en Viento Sur vientosur.info).
[1] Gilbert Achcar, La Primavera árabe diez años después https://vientosur.info/la-agitacion-regional-no-disminuira-en-el-futuro-previsible/
[2] Joseph Daher, « Monde arabe : dix ans après le début des soulèvements populaires, ce n’est qu’un début… », Contretemps-web, 10 mars 2021 (de próxima publicación en Viento Sur vientosur.info).