Semanario L’Anticapitaliste – 573 (17/06/2021)
“¡Nuestros derechos están ardiendo! “: este es el título del informe publicado por Amnistía Internacional con motivo de la reunión del G7 celebrada en Cornwall. ¿Qué está en cuestión? La ausencia total de una política concreta contra el calentamiento global por parte de los países más ricos del mundo. Una sola cifra resume todo el problema: los países del G20 son responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Amnistía Internacional lo ha explicado: “Los planes climáticos poco ambiciosos presentados por estos países representan una violación de los derechos humanos de miles de millones de personas. No se trata de fracasos administrativos, sino un ataque catastrófico y masivo a los derechos humanos. ”
Las bellas palabras de los miembros del G7 no despiertan casi ninguna ilusión ya que no se traducen en ningún acto concreto para revertir realmente la tendencia: “No se ha puesto en marcha ningún plan creíble para eliminar significativamente la producción y el uso de todos los combustibles fósiles para 2030. Todos los miembros del G7 se han comprometido a lograr la neutralidad de carbono para 2050, pero ninguno de ellos ha propuesto una estrategia adecuada de reducción de emisiones para 2030, el año en el que las emisiones globales tendrán que reducirse a la mitad para escapar a lo peor en lo que concierne a la crisis climática. ”
Peor aún, no solo no se toman medidas serias, sino que los países ricos también continúan subvencionando masivamente el sector de los combustibles fósiles, incluida una importante ayuda económica para hacer frente a las consecuencias de la pandemia, pero sin ninguna compensación ecológica.
Por último, pero no menos importante, los países ricos no solo ponen en peligro la vida de los miles de millones más pobres de los seres humanos, sino que tienen la desfachatez de negarse a acudir en ayuda de los países más pobres: “Hasta ahora, al menos tres cuartas partes del financiamiento internacional para cuestiones climáticas no se ha concedido en forma de subsidios, sino de préstamos. Esto significa que los países de bajos ingresos deben utilizar sus propios recursos para cubrir los costos relacionados con el clima que les imponen otros, lo que supone un desprecio de las obligaciones en materia de asistencia internacional. ”
El capitalismo contamina, el capitalismo mata y las desigualdades frente a las consecuencias del calentamiento global no son más “naturales” que el calentamiento mismo. Son el resultado de opciones políticas, y es urgente imponer, a través de nuestras movilizaciones, medidas que vayan radicalmente en sentido contrario a la tendencia actual, antes de que sea demasiado tarde.