Los CIEs son cárceles donde no rige paz alguna y donde los derechos más fundamentales son violados desde su mera existencia y funcionamiento. Las personas migrantes son recluidas en estos centros debido a su situación irregular de estancia. Lo que en condiciones normales supondría una simple falta administrativa, se convierte en la antesala para despojar de cualquier derecho a tener derechos y una privación de libertad durante un máximo de 60 días a la espera de una repatriación que, en la mayoría de los casos, nunca llega. El objetivo no es otro que quebrar al colectivo migrante, despojándole de cualquier derecho e inyectándole miedo para así moldear una mano de obra barata y dócil que permita alimentar las tasas de explotación crecientes que necesita una Europa sumida en una crisis de rentabilidad sistémica.
Contra todo ello se han rebelado quienes protestaban en Aluche y gritaban “¡Libertad!”. Y frente a ello, no basta con pedir que no sean repatriados ni que se evite cualquier represión adicional contra las y los reclusos en forma de represalia. Los CIEs son Guantánamos europeos. Verdaderas cárceles de la vergüenza. Agujeros negros de la humanidad. Cuando una falta administrativa abre la puerta a una violación sistemática de los derechos más fundamentales, el problema es de la administración y de las leyes que lo permiten. Rebelarse contra ello no es un motín, sino un acto de dignidad y justicia elemental. No hay migrantes de primera y de segunda categoría. El hambre y la miseria matan tanto como las bombas y las balas. Buscar un futuro mejor no es un delito. Migrar es un derecho y ningún ser humano es ilegal.
Desde Anticapitalistas enviamos nuestro apoyo militante a quienes legítimamente protestaban en Aluche contra su reclusión, exigimos el cierre inmediato de todos los CIEs existentes en el Estado español y el desmantelamiento de los mecanismos represivos que conforman la actual Europa Fortaleza.