LA HUELGA DE BERSHKA: LUCHA FEMINISTA Y DE CLASE

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Patricia Grela | En los últimos años el consumo de la moda se caracteriza por su rapidez y bajo coste, aglutinados en dos términos cada vez más frecuentes: Low Cost y Fast Fashion. Ropa de usar y tirar, prendas a precios ridículos y un marketing agresivo a través de bloggers e influencers que están transformando la industria textil.

La industria de la moda está generando unos beneficios multimillonarios en todo el mundo gracias a este nuevo sistema global que externaliza su producción para abaratar costes. En este modelo, es la empresa gallega Inditex quien va por delante, aumentando cada año los beneficios, lo que convierten a su fundador, Amancio Ortega, en el hombre más rico del planeta.

Esta parte de la historia es la que se cuenta en los medios de comunicación tradicionales, incluso haciendo publireportajes para contarnos sus beneficios y bondades continuamente. ¿Pero qué hay detrás de Inditex? ¿Cómo logra grandes beneficios incluso durante las graves crisis económicas?

Multitud de ONGs y sindicatos llevan tiempo mostrándonos la cara B de la Fast Fashion: explotación laboral, precariedad y contaminación en países del sudoeste asiático y un largo etcétera. El documental Fíos Fóra nos mostró una realidad más cercana a través del testimonio de costureras gallegas endeudadas por la deslocalización de la industria textil representada por Inditex.

Hoy en día, queda poco de esta industria a pesar de que el gigante textil mantiene la sede en el polígono de Sabón, en Arteixo, y sigue representando una gran cantidad de puestos de trabajo para la comarca a través de las empresas subsidiarias.

Otro de los eslabones olvidados de esta cadena y, sin embargo la más visible por las consumidoras, es el comercio de este producto. Las tiendas de ropa de las distintas marcas de Inditex que inundan nuestras ciudades son parte del paisaje urbano que homogeneizan nuestras vidas y culturas a nivel mundial.

Las tiendas de Inditex son sinónimo de éxito y de beneficios económicos, realidad muy distinta a la de sus trabajadoras. En este sector tan feminizado no es casual que la precariedad y la falta de derechos laborales sea algo habitual, pero no se suele poner de relevancia.

En los últimos días, las trabajadoras de Bershka de la provincia de Pontevedra dieron una lección de dignidad, fuerza y valentía; convocando la primera huelga indefinida de Inditex en su historia y siendo secundada por el 100% de la plantilla. Su reivindicación era tan sencilla y de sentido común, como pedir las mismas condiciones laborales de sus compañeras de la provincia vecina.

Fueron días de presiones y negociaciones con la multinacional que no quería ceder en su oferta, sin embargo, estas 65 mujeres se mantuvieron unidas y lucharon por defender sus derechos hasta que la noche del viernes 3 de noviembre, lograron un pre-acuerdo aprobado por unanimidad en asamblea al día siguiente.

El acuerdo llevado a cabo entre la empresa y las representantes sindicales de la CIG, contempla la incorporación de las medidas sociales reclamadas como vacaciones, permisos y excedencias, tiempo de descanso, lactancia, conciliación familiar e incapacidad permanente, así como la equiparación salarial mediante los pluses que ya cobraban las compañeras de A Coruña.

Tras nueve días de huelga y conflicto, estas mujeres demostraron que la unión de la clase trabajadora puede vencer las dificultades y alcanzar acuerdos beneficiosos, a pesar de enfrentarse a gigantes como Inditex.

Ahora toca esperar que no existan represalias y que se conviertan en ejemplo para otros sectores y territorios, volviendo a poner en valor la lucha sindical tan apartada en los últimos tiempos, demostrando un vez más que la lucha sirve

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