Poco que celebrar en una tamborrada de ritmos sincopados entre angulas y desahucios. Si hace un año se iniciaba la capitalidad cultural en la víspera del día de San Sebastián con la ignominiosa noticia de la muerte de Yoli y Miguel, dos personas sin hogar, este año en plena clausura de la capitalidad, coincidiendo de nuevo con la víspera de la tamborrada, la ciudad será testigo de otro bochornoso suceso con la ejecución del desahucio de uno de sus vecinos. Para muchos donostiarras será difícil disfrutar de la festividad más importante del año en la capital guipuzcoana, al conocer que las autoridades permitirán el desalojo de Patxi, mientras muy probablemente, algunos de nuestros dirigentes políticos plenamente conscientes de lo que ocurra, celebrarán la noche entre chinchines de champan y cazuelitas de angulas.
El caso de Patxi Zubiaurre, vecino de 84 años del barrio donostiarra de Amara, que será desalojado el próximo miércoles día 18 de su hogar, es además, uno de esos casos de desahucio que estremecen debido a su falta de humanidad. Una vez más, ese binomio que forman la avaricia de algunos seres humanos acompañada de un sistema judicial en el que cada vez la legalidad se aleja más de la justicia,, hará que un usurero desalmado a quien el banco le ha permitido hacerse con la deuda contraída, se haga con el piso de Patxi por un precio seis veces inferior al valor real de la vivienda, dejando a uno de nuestros mayores sin su hogar.
En una provincia como Gipuzkoa, declarada libre de desahucios por el gobierno del PNV y por su diputado general Markel Olano, y en un municipio como Donostia, de la misma manera declarada por su alcalde, Eneko Goia, como ciudad libre de desahucios, incomprensiblemente se ejecutará una acción de este tipo. Una clase política que recuerda a aquellos vendedores de crece pelo que recorrían los pueblos a principios del siglo pasado, llenos de falsas promesas y de palabras vacías, y que una vez más, engañan al pueblo con palabras que a la hora de la verdad caen en saco roto. Pero a Patxi no le librarán de perder su casa, ni las falsas promesas, ni las palabras vacías, ni el típico buenismo del político queda bien y cobarde que a la hora de la verdad se pone de perfil ante esta problemática. Alguien debiera explicarle al alcalde que el ejercicio político si no está acompañado por una praxis que dé respuesta al ciudadano se convierte en pura teoría y en disertaciones filosóficas, y no parece precisamente que nuestro alcalde tenga mucha pinta de filósofo.
La sociedad no puede permitir ni un segundo más que sucesos de esta índole sigan ocurriendo sin que nadie ponga una solución definitiva y prolongada en el tiempo. Solución que se antoja ardua, estando ésta en manos de una clase política que hace ya mucho claudicara ante los envites de los poderes financieros al servicio del capital. Poderes que cabalgan a lomos de un sistema neoliberal sin escrúpulos, donde las personas pasan a ser mera mercancía en un mundo en liquidación, donde el ser humano vale lo que vale su cartera y donde todo tiene un precio. Un precio como el de la casa de Patxi, y no como el de la vida de Patxi, ya que lo que sí que ninguno de estos verdugos contabilizará es cuánto cuesta el sufrimiento que las autoridades políticas, judiciales y financieras ejerzan sobre Patxi Zubiaurre sin importarles lo que un hecho de este tipo suponga en los últimos años de su vida, la cual debe ser para las clases dirigentes poco rentable y a la que dan ya por amortizada en este mercado de la vida.
Iosu Del Moral.