(Faris Amer)
Desde hace varios días, Jerusalén es escenario de un nuevo episodio de violenta represión israelí contra las y los palestinos que se movilizan para defender sus derechos básicos: en este caso, el de seguir viviendo en su tierra. Obviamente, Antikapitalistak se solidariza con la gente palestina movilizada contra la empresa colonial israelí. Publicamos un texto del activista palestino Faris Amer, publicado originalmente en el sitio web de Mondoweiss.
Cuatro familias palestinas protestan implacablemente contra su inminente desalojo forzoso de sus hogares en el barrio Sheikh Jarrah de Jerusalén Oriental, casas en las que han vivido durante décadas. Si la Corte Suprema de Israel falla a favor de los colonos israelíes, y si la solicitud que las familias han presentado ante la Corte Suprema es rechazada, la propiedad de las casas se confiará a una organización de colonas y colonos. Se espera que otras ocho familias en el vecindario sufran el mismo destino a lo largo de este año. Las protestas de las familias desencadenaron una vasta campaña para salvar el vecindario.
Una parte integral de la identidad histórica de Jerusalén
Debido a su ubicación estratégica y céntrica en Jerusalén, el barrio Sheikh Jarrah no es un nuevo objetivo de las actividades de las organizaciones de colonos. En 2009, la policía israelí desarraigó a dos familias del barrio. Un total de 53 personas, incluidos 20 niños y niñas, fueron desalojadas de sus hogares, mientras que sus pertenencias fueron cargadas en un camión y luego arrojadas a la calle cerca de la sede de UNRWA.
La cuestión de Sheikh Jarrah es parte integral de la cuestión de Jerusalén, una ciudad dividida por la guerra que acompañó la creación de Israel en 1948. Su parte occidental fue conquistada por Israel, mientras que la parte oriental quedó bajo control jordano. Después de la guerra de 1967, Israel ocupó el resto de la ciudad. Han sido 53 años de ocupación. Israel continúa cambiando constantemente el rostro de Jerusalén, siempre en detrimento de la existencia de las y los palestinos. Israel anexionó unilateralmente la parte oriental ocupada. Israel, hasta la fecha, ha expropiado a la gente palestina de casi un tercio de la tierra de Jerusalén Oriental y ha construido allí 11 barrios reservados para personas judías. Las autoridades israelíes revocaron el estatus de residente permanente de al menos 14.701 palestinas y palestinos en Jerusalén Oriental, facilitaron el asentamiento de más de 200,000 de sus habitantes civiles en Jerusalén Oriental y cortaron la ciudad de la Cisjordania ocupada, a la que históricamente estaba muy estrechamente vinculada, a través de asentamientos y un muro de hormigón de ocho metros de altura. Todo esto se hizo en violación del derecho internacional.
De naturaleza colonial, la judaización de las tierras situadas entre el Jordán y el Mediterráneo se nutrió de la limpieza étnica de las y los palestinos. La expulsión de familias palestinas de Dheikh Jarrah es un ejemplo de ello. Jerusalén es de hecho rehén de los proyectos israelíes para judaizar el territorio.
La campaña por Sheikh Jarrah está creciendo
Una nueva generación de jóvenes palestinas y palestinos está liderando la lucha por Sheikh Jarrah. Es joven, intransigente y, gracias a las redes sociales, está más conectada que nunca. Está harta de los ancianos líderes palestinos, pero nunca ha tenido la oportunidad de votar. Muna y Mohammed El Kurd, cuyas familias están entre las personas en riesgo de expulsión, fueron dos de las muchas fuerzas impulsoras que han defendido eficazmente su causa a través de los medios tradicionales y las redes sociales. “Nuestras casas en Sheikh Jarrah son vuestras casas. Estad seguros y seguras de que si Sheikh Jarrah es controlado [por colonos y colonas israelíes], el resto de Jerusalén le seguirá”, dijo Muna en una entrevista. Su hermano, Mohammed, explica: “Quiero poder mirar hacia atrás y decir: “Si nos arrojaron a la calle, fue con nuestra dignidad”.
La Jerusalén palestina habla alto y claro. La semana pasada, miles de palestinos y palestinas, en su mayoría jóvenes, se manifestaron en el barrio y en el resto de Jerusalén, incluida la mezquita de al-Aqsa. Estas protestas se enfrentaron a una creciente represión, ya que la policía israelí usó granadas ensordecedoras, cañones de agua y “agua pestilente”. Las y los manifestantes fueron maltratados y docenas de ellos fueron arrestados.
En esta etapa crítica, las y los jóvenes activistas y simpatizantes están aprovechando el poder de las redes sociales. Lo utilizan para generar solidaridad internacional y organizarse internamente. La mayoría de la gente palestina no puede entrar en Jerusalén, lo que refuerza el valor de las redes sociales para conectarles a través de muros y fronteras y crear redes de apoyo entre si. Las y los activistas también utilizan medios creativos para cubrir eventos que tienen lugar en las redes sociales. Por ejemplo, la gente que se manifiesta sale en vivo en Instagram vinculada con influencers de la plataforma, lo que multiplica el número de espectadores. La censura del contenido palestino por parte de las plataformas de redes sociales y la colusión con las instituciones israelíes parece que solo han motivado a las y los activistas a inundar Internet con más imágenes y testimonios.
El status quo que prevalece en Israel/Palestina, resultado de décadas de políticas sionistas, no es sostenible ni aceptable. Las y los jóvenes palestinos están creciendo y convirtiéndose automáticamente en blanco del apartheid israelí, como se concluyó en un reciente informe de 200 páginas de Human Rights Watch. Como cualquier otro pueblo, el pueblo palestino rechaza categóricamente tal destino. Tampoco puede ser aceptado por la comunidad internacional.
Fuente: mondoweiss.
Traducción: F.E. para Antikapitalistak.