El imperialismo estadounidense cambia su estrategia

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(Dan La Botz)

El 29 de agosto, durante uno de los últimos días de la ocupación militar en Afganistán, un error del Ejército de los Estados Unidos acarreó la muerte de diez personas civiles, incluidos siete niños. Este horrible asesinato perpetrado contra víctimas inocentes es emblemático del fracaso global de la guerra de veinte años estadounidense.

Tanto en el campo republicano como en el demócrata, el apoyo popular a la guerra había desaparecido hace ya diez años. Es por eso que el expresidente Donald Trump ya había iniciado el proceso de retirada, que el presidente Joseph Biden completó recientemente.

Reorganización del imperialismo estadounidense

En una situación de corrupción generalizada y en ausencia de apoyo popular, el intento de hacer de Afganistán un estado moderno, liberal y democrático colapsó, a la vez que el ejército afgano, en el momento de la caótica retirada de los Estados Unidos y la toma del poder de los talibanes. En total, la guerra habrá costado la vida a 2.448 soldados estadounidenses y 3.846 mercenarios estadounidenses, mientras que las y los afganos y pakistaníes muertos en zonas de guerra son 241.000, más del 70% de los cuales son víctimas civiles. El costo total de la guerra fue colosal: 2 billones de dólares que podrían haberse utilizado para mejorar las condiciones de vida en los Estados Unidos y el resto del mundo.

Si esta guerra fue una derrota para los Estados Unidos, que ya se puede comparar con la de Vietnam, la teocracia talibán, con sus políticas autoritarias y misoginia, no es una victoria para el pueblo afgano. Los talibanes pueden resultar incapaces de gobernar un país golpeado por la pobreza y encontrarse enfrentados muy pronto a una guerra civil con el Estado Islámico, tan reaccionario como ellos.

Si, a primera vista, la retirada de las tropas de Afganistán y anteriormente de Iraq puede interpretarse como derrotas, también podrían verse como parte de un proyecto para reorientar la política exterior y la estrategia militar de los Estados Unidos.

Estos dejarían la gestión del mantenimiento del orden en Oriente Medio a sus aliados, Israel, Arabia Saudita, Egipto, así como a otras pequeñas potencias como Qatar o Bahréin. Este desplazamiento les permitiría redirigir su fuerza militar contra las dos superpotencias rivales: China y Rusia. El cambio en la política imperial de los Estados Unidos fue simbolizado por el anuncio el 15 de septiembre del acuerdo para la venta de submarinos nucleares a Australia. Al consolidar alianzas con países de Asia/Pacífico, Biden intentará revivir el proyecto de “giro hacia Asia” que fracasó con el expresidente Obama.

Reconstruir el movimiento antiimperialista

Por lo tanto, aunque algunos observadores consideran que la retirada de los Estados Unidos de Afganistán es una derrota significativa para el imperialismo estadounidense, el declive del poder de Estados Unidos no debe exagerarse. Estados Unidos sigue siendo la mayor potencia económica del mundo en términos de PIB. Los actores económicos más poderosos son los Estados Unidos (20,49 billones de dólares en PIB), China (13,4), Japón (4,9) y Alemania (4). El gasto militar de los Estados Unidos representa el 39 % del gasto mundial, este porcentaje es del 13 % para China y ningún otro país supera el 4 %. Los Estados Unidos todavía tienen 750 bases militares en todo el mundo y mantienen el liderazgo en tecnología de equipos de guerra; sin embargo, Rusia ha progresado en el desarrollo de su tecnología militar y China se está poniendo al día.

Para su rivalidad con China y Rusia, Estados Unidos podrá seguir utilizando sus fuerzas de élite, misiones secretas, armas y drones para intervenir en países de todo el mundo siempre que sus intereses se vean amenazados.

Mientras que el imperialismo estadounidense se reorienta y reafirma, el movimiento contra la guerra lleva desaparecido desde hace años. Frustrados por su incapacidad para bloquear las guerras libradas en Irak y Afganistán por el expresidente George W. Bush, las y los activistas que se opusieron a las guerras creían que Obama las pondría fin. Otra decepción que causó un desaliento en el movimiento.

En ausencia de movilizaciones, y con un número relativamente bajo de víctimas del lado del Ejército de los Estados Unidos, especialmente en comparación con conflictos anteriores, la mayoría de la gente no se sentía preocupada por las guerras y mostró poco interés en ponerles fin. Con el movimiento “Occupy Wall Street” que surgió hace diez años, después de la crisis de 2008, el activismo político se ha desplazado hacia las desigualdades económicas. En los últimos años, la epidemia de Covid-19 y el cambio climático se han convertido en las principales preocupaciones de la gente movilizada. Por lo tanto, la tarea crucial de crear un nuevo movimiento antiimperialista corresponderá a la izquierda.

23/09/2021

https://lanticapitaliste.org/actualite/international/limperialisme-us-modifie-sa-strategie

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p style=”text-align: justify;”>Traducción: F.E. para antikapitalistak.org

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