¿DELIBERADAMENTE O POR DESPISTE? LAS PARADOJAS DE LA IZQUIERDA, LA GUERRA DE UCRANIA Y LA SOLIDARIDAD

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Bernard Dreano//[1/

¿Por qué los movimientos que dicen ser de izquierdas, libertarios, radicales o reformistas, por la justicia social, la ecología, el feminismo, la no violencia y otros, son tan ignorantes de sus contrapartes en Ucrania y Rusia?

Las izquierdas, los ecologistas y otros movimientos supuestamente progresistas en general no apoyan (o lo hacen poco) a sus homólogos ucranianos, rusos y bielorrusos…

A principios del año 2023, cuando nos acercamos al primer aniversario del estallido de la guerra de agresión de Putin, quedan varias preguntas sin respuesta sobre la actitud de las y los progresistas en Francia, en Europa, en el mundo respecto a esta guerra y a las fuerzas progresistas de los países afectados.

¿IGNORAR LA GUERRA? IGNORAR A LOS ACTIVISTAS LOCALES…

Una parte de la izquierda social y ecológica en Europa y más aún en otras partes del mundo, en América, en Asia, en Oriente Medio, en África, ha adoptado más o menos la “narrativa” putiniana según la cual Ucrania es considerada como simple peón pasivo de Occidente, que sería (puesto que es “potencialmente agresor”) el responsable de esta guerra.

Fuerzas más numerosas aún se contentan con “mantener sus distancias” con esta guerra y, mientras condenan la agresión de Putin, permanecen más o menos pasivas en la lucha contra ella, pasivas también en cuanto a la solidaridad con las fuerzas antibélicas en Rusia y Bielorrusia, y abrumadoramente indiferentes, incluso hostiles, a las fuerzas progresistas ucranianas.

Ciertos movimientos de izquierda y activistas ecologistas, sindicales y asociativos, son sin embargo muy activos, en Europa central y occidental, apoyando la resistencia armada y no armada del pueblo ucraniano y la solidaridad concreta con las y los progresistas ucranianos y las y los pacifistas rusos o bielorrusos, esto es el caso, por ejemplo, de la red internacional ENSU/RESU[2] y su rama francesa apoyada por varios movimientos asociativos, sindicales y políticos, pero estas fuerzas siguen siendo de hecho una minoría en Europa tanto entre las izquierdas socialdemócratas como entre quienes quieren ser más radicales, tanto entre las y los ecologistas como en los movimientos feministas o en la mayoría de las organizaciones sindicales. Por desgracia, esto es aún más cierto si hablamos de movimientos no europeos.

SOBRE LAS Y LOS PROGRESISTAS EN UCRANIA[3]

En Ucrania, las derechas son mayoritarias.  El Parlamento elegido en 2019 es muy generalmente “de derechas”, el que le precedió en 2014 lo era aún más. El partido Servidor del Pueblo, con una mayoría muy amplia en el Parlamento (pero solo el 43% de los votos), es un partido liberal-demócrata sin una línea política muy concreta, formado tras las elecciones presidenciales de 2019, en torno al presidente Zelensky (elegido en la segunda vuelta con el 73% de los votos con un programa de paz y lucha contra la corrupción). La oposición parlamentaria, principalmente los llamados partidos “naranja”, Patria, liderado por Yulia Tymoshenko, y Solidaridad Europea, liderado por Petro Poroshenko (alrededor del 16% de los votos), está claramente en posiciones que son a la vez ultraneoliberales y nacionalistas. Recuérdese que la ultraderecha (2,15% de los votos para Svoboda en 2019) ha tenido un solo diputado desde 2019. Hoy no hay representación de izquierda en la Verkhovna Rada (Asamblea Nacional de Ucrania).

El antiguo partido “azul” supuestamente prorruso, el Partido de la Vida, heredero del Partido de las Regiones, obtuvo el 13% de los votos en 2019. Este movimiento fue globalmente tan neoliberal y clientelista como los demás; ahora ha sido disuelto por las autoridades ucranianas al igual que otras organizaciones consideradas rusas o prorrusas. Pero la mayoría de sus diputados todavía se sientan en el parlamento (donde han formado dos grupos separados) y apoyan la defensa nacional contra la agresión rusa, algunos incluso se dedican a la defensa territorial como ocurre con numerosos electos regionales y locales “azules” del este del país (por ejemplo, el alcalde de Kharkiv).

LA FALSA IZQUIERDA” POPULISTA POST-SOVIÉTICA ES MARGINADA

Después de la independencia de Ucrania en 1991, hubo una corriente autodenominada de “izquierda”, principalmente el Partido Comunista de Ucrania (KPU), que reunió una cuarta parte de los votos en las elecciones legislativas de 1998, pero que se derrumbó electoralmente después de 2004 (aunque todavía con un13,2% en 2012). Un electorado generalmente anciano, esencialmente del este y centro industrial del país, a menudo víctima del período de “privatización” (saqueo por parte de los oligarcas) de la década de 1990, nostálgico de la Unión Soviética. Un partido populista, conservador en lo social, opuesto (de palabra) al neoliberalismo, corroído por la corrupción como los otros partidos, y dentro del cual algunos se decían estalinistas. Después de Maidan, la invasión de Crimea y el inicio de la guerra en Donbass, el partido consiguió solo el 3,9% en las elecciones legislativas, antes de ser privado, en 2015, del derecho a participar en las elecciones por parte del gobierno Poroshenko, para ser luego simplemente prohibido durante la agresión rusa de 2022 y la huida de su líder Petro Symonenko a Rusia. Otros partidos han seguido la misma trayectoria, entre ellos el Partido Socialista y el Partido Socialista Progresista de Ucrania, escindidos del anterior y cuyo candidato había obtenido el 11 % de los votos en las elecciones presidenciales de 1999 (pero el partido sólo había conseguido el 4 % en las elecciones legislativas de 1998), nacionalista paneslavista populista y prorruso, marginado gradualmente en la década de 2000. Él también fue formalmente prohibido en 2022, igual que ciertas organizaciones puramente rusas (como la organización de juventud putininana fascistoide Nachi),  activas en los territorios ucranianos ocupados después de 2014.

Probablemente, la mayoría de las y los ucranianos equiparan la “izquierda” con estos partidos más o menos postsoviéticos y más o menos prorrusos, y con el “socialismo real” del antiguo régimen soviético. Este es en todo caso el discurso de los neoliberales de la derecha ucraniana (en particular la de Poroshenko) y por supuesto, de la extrema derecha, una de cuyas principales actividades antes de 2022 fue atacar verbal y a veces físicamente a los grupos progresistas de los que voy a hablar ahora.

MOVIMIENTOS PROGRESISTAS EN UCRANIA HOY

Existen en varias formas, sin que siempre existan vínculos entre ellos.

Sindicatos

La FPU, Federación de Sindicatos de Ucrania, heredera del antiguo sindicato único de la época soviética. Bastante pasiva en términos reivindicativos y a menudo burocrática, sigue siendo la principal confederación. La KVPU, Confederación de Sindicatos Libres de Ucrania, es mucho más militante, implantada en particular en las grandes empresas (ferrocarriles, transporte urbano, metalurgia, minería, energía, incluida la nuclear, etc.). Algunos de sus activistas y, a veces, las y los líderes de algunos de sus sindicatos se dicen anarcosindicalistas. Hay activistas progresistas en los sindicatos de maestros y un movimiento estudiantil militante, Pryama Diya (Acción Directa). También hay dos pequeñas confederaciones de derecha y extrema derecha, que son muy minoritarias. La ley marcial, a causa de la guerra, prohíbe manifestaciones y huelgas. Los sindicalistas de la FPU, KVPU y estudiantes aceptan en general esta situación, y muchos de ellos están en el frente, lo que no ha impedido que estos sindicatos lleven a cabo ciertas luchas a veces victoriosas.

Asociaciones

Especialmente las de defensa de derechos. Dada la situación en Ucrania, las deficiencias de las autoridades públicas, la corrupción, las prácticas de autoorganización se han desarrollado en todo el país, especialmente después de 2014. Así, por ejemplo, para la acogida y defensa de los derechos de las poblaciones desplazadas por la guerra en Donbass, con el creación de la asociación Vostok SOS. El Centro para las Libertades Civiles (co-Premio Nobel de la Paz 2022) es otro ejemplo bien conocido.

A nivel local, a pesar de la guerra, todavía existen asociaciones y redes antirracistas y antifascistas, por los derechos LGBT+, por las minorías nacionales y grupos feministas activos, como Bilkis[4], que creó su “espacio anticapitalista” en Lviv, lo que exaspera a la extrema derecha.

A partir de 2014, y de manera más general, aparecieron diversas formas de autoorganización solidaria local, un tejido asociativo de resistencia civil[5]. Y más aún desde la guerra actual. Plataformas como la Kherson Public Platform o el Center for United Action, que, con o sin el apoyo de las autoridades locales según las ciudades y regiones, se esfuerzan para que la ayuda humanitaria se dirija hacia las necesidades reales, las poblaciones más necesitadas y no sea confiscada por corruptos locales ni desperdiciada por el “negocio caritativo” de las ONG o estructuras externas.

Ecologistas

Si bien el Partido Verde, creado en 1990, ya no representa mucho (obtuvo el 5,43 % de los votos en 1998, el 0,66 % en 2019), existen movimientos locales, algunos agrupados en particular en la red Ecoaction, en particular con la cooperativa Longo Maï, activa en Ucrania desde hace más de treinta años.

Grupos y movimientos políticos que reivindican el socialismo

Las redes anarquistas o anarcocomunistas como Unión Autónoma de Trabajadores, el grupo de Resistencia Autónoma de Ucrania Occidental (Avtonomy Ovpir), proveniente del nacionalismo (y que conserva algunas ambigüedades del mismo) y especialmente el pequeño pero muy activo Sotsialnyi Rukh, estrechamente vinculado a otros movimientos eco-socialistas de izquierda en Europa Central y en otros lugares, y la revista Commons. Estos movimientos y sus miembros están casi todos involucrados, de diversas maneras, en la defensa del país contra la agresión de Putin. Varios activistas murieron en el frente, otros están presos, entre ellos Maksym Buktevytch, figura del antirracismo, el antifascismo y la lucha por los derechos humanos, a quien los medios rusos presentaron como un “cómplice de los nazis”.

Esta unión por la defensa de la patria transforma la sociedad ucraniana, crea nuevos lazos de solidaridad, una voluntad colectiva de resistencia, lo que no significa que haya un consenso sobre la evolución de la sociedad y la gestión de la Ucrania futura.

UNA DOBLE AMENAZA

La de los neoliberales.  

Si los oligarcas pierden influencia, si la corrupción retrocede, algunos aprovechan la situación de guerra para impulsar su agenda neoliberal. Como señala Philippe Askenazy en Le Monde[6], la ley marcial suspendió secciones enteras del derecho laboral, una suspensión que está destinada a durar después de la guerra si hemos de creer en las leyes n° 5388 y n° 5371 votadas por la Rada a fines de la primavera de 2022 , creando en un caso mecanismos para contratos de “cero horas” siguiendo el modelo de las impresentables leyes británicas (e inspirado por los asesores conservadores ingleses), y en el otro privando al 70% de las y los trabajadores en Ucrania (de empresas con menos de 250 empleados) beneficiarse de los convenios colectivos. La KVPU y la FPU llamaron al rechazo de estos textos, la Confederación Internacional y la Confederación Europea de Sindicatos se conmovieron, algunos sindicatos nacionales de varios países protestaron, por ejemplo, en Francia, la CGT, Solidaires y la FSU, reacciones que provocaron alguna vacilación de Volodymir Zelensky que luego, notando que estas protestas seguían siendo limitadas, finalmente las promulgó.

De hecho, muchas organizaciones sindicales occidentales han permanecido pasivas, y más aún la izquierda política europea socialdemócrata, ecologista o supuestamente radical, que ha permanecido, deliberadamente o por despiste, ausente, tanto en cada uno de los países como en el Parlamento Europeo, cuando una mínima presión podría haber hecho retroceder a las autoridades ucranianas.

Como resultado, estos textos fueron aprobados, incluso si la cuestión de su prolongación después de la guerra permaneció… Por desgracia, eso no es todo: la ofensiva neoliberal todavía está en pleno apogeo, la ley que, desde la independencia, protegió las tierras ucranianas del apetito de las multinacionales, se está desmantelando, y para que la Ucrania del mañana sea “atractiva”, las autoridades no ocultan su voluntad de destruir los “bloqueos”, al seguir desmantelando el Código del Trabajo, destruyendo las garantías colectivas y el “poder de los sindicatos”, sin olvidar “privatizar” las propiedades de la FPU en nombre de la ” descomunización”. Estas directrices cuentan con el pleno apoyo del FMI (con el que Ucrania está muy endeudada), así como de los gobiernos occidentales (incluido el de Francia), como vimos durante la Conferencia Internacional de Lugano sobre “la reconstrucción de Ucrania” a principios de el verano de 2022, y como hemos visto luego… Y aquí de nuevo, si efectivamente hay algunas acciones sindicales en apoyo de la FPU y la KVPU y protestas de pequeños movimientos en Europa, los principales partidos de la izquierda política europea , socialdemócratas, ecologistas o supuestamente radicales han estado, de forma deliberada o inadvertida, ausentes, en cada uno de los países así como en el Parlamento Europeo, defraudando a las y los progresistas ucranianos.

Y la de la fiebre nacionalista

En guerra, es el tiempo del nacionalismo. Estamos bien situados para saber esto con nuestra experiencia histórica en Francia. Con la brutalidad de la agresión de Putin y la política llevada a cabo en los territorios ocupados reciente o anteriormente, los sentimientos antirrusos en la población ucraniana están aumentando. Ya en 2014 se podría decir que Putin, al recuperar Crimea, había perdido Ucrania, donde, sin embargo, hasta entonces la influencia cultural rusa había sido fuerte (no solo en el Este de habla rusa). Desde 2022, esta influencia se ha derrumbado a medida que se construye la unidad nacional de las y los ucranianos contra Rusia. Los monumentos y símbolos rusos o ruso-soviéticos, percibidos como signos históricos de dominación y opresión colonial, son destruidos o desplazados (por ejemplo, estatuas de Pushkin, o nombres de calles). Esta es, por desgracia, una realidad clásica frente a la agresión. La derecha ucraniana, una parte de la mayoría y, por supuesto, la extrema derecha están empujando en este sentido. Estas personas, por ejemplo, le pidieron a Oleksandra Matviitchouk, líder de la CLC, que “renunciara” a su Premio Nobel de la Paz, con el pretexto de que se lo otorgaron junto con la ONG rusa Memorial y el activista bielorruso Ales Bialiatski; afortunadamente ésta no cedió.

Se denuncia a las y los progresistas ucranianos por haberse mostrado junto a las y los antiguerra rusos, situación que hemos conocido en otros conflictos –afortunadamente esos contactos existen, pero no siempre son públicos.

El Proyecto de Ley No. 7633 prevé la prohibición del uso, en el marco de programas educativos, científicos y de investigación, de “fuentes de información en ruso y de ciudadanos del Estado agresor”, en contradicción con la Constitución de Ucrania y con la Convención europea de Derechos Humanos (de la que Ucrania forma parte) y con la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Muchos académicos e investigadores ucranianos, europeos y otros protestaron contra este texto. Pero los principales partidos de la izquierda política europea socialdemócrata, ecologista o supuestamente radical han permanecido, deliberadamente o por despiste, hasta ahora, ausentes, tanto en cada uno de los países como en el Parlamento Europeo.

¿APOYO DE PALABRA A LAS Y LOS ANTIGUERRA RUSOS?

El propósito de este texto no es analizar las reacciones de la sociedad rusa ante la guerra, y las diversas formas de disociación, cuando no de rechazo, frente a ella. Baste decir que la oposición pública a la guerra se manifiesta principalmente entre una oposición liberal-democrática, hoy ferozmente reprimida, así como en los círculos intelectuales y las clases medias de las grandes ciudades (principalmente San Petersburgo y Moscú). Nótese de paso que otra parte de estas mismas clases medias es nacionalista y ferozmente pro-Putin. Los movimientos de defensa de los derechos humanos, incluido el emblemático Memorial, pero hay otros, obviamente también son reprimidos pero apoyados a nivel internacional por organizaciones de derechos humanos como la FIDH y otras.

Se estima que un millón de rusos han abandonado su país, o se han desplazado (temporalmente a sus ojos), partiendo en particular hacia el sur del Cáucaso, Turquía, Serbia y Asia Central. Probablemente principalmente gente de las clases medias y parte de la élite intelectual y técnica.

La Rusia “periférica” y popular está en gran medida aislada de estos círculos más o menos liberales, y en las barriadas de las grandes ciudades, los pueblos medianos o el campo, las actitudes hacia la guerra parecen ser, en su mayor parte, “de evitarla” al menos en la medida de lo posible porque la presión de las autoridades va en aumento.

Ha habido, hay, varias formas de “izquierdas” en Rusia. El Partido Comunista postsoviético de la Federación Rusa, sobre todo, sirvió como coartada para Putin, es un partido nacional-populista “leal oposición a Su Majestad”. Sin embargo, dentro de él, o desde él, se han creado localmente núcleos progresistas no siempre muy claros en la cuestión del nacionalismo y el imperialismo ruso, como el Levy Front (Frente de Izquierda), creado en 2008, pero algunos de cuyos fundadores se unirá a Putin en 2014 y 2022. La actitud a tener hacia la guerra creó nuevas divisiones, y los más decididos de los “izquierdistas contra la guerra” buscan reagruparse en Rusia y en el extranjero, por ejemplo, en el Movimiento Socialista Ruso (RSD). También hay redes más o menos activas que se dicen anarquistas, decididamente antibelicistas. Y en especial los sindicalistas de la KPR, la segunda confederación sindical del país, hoy reprimidos. Cabe señalar que la “gran” FNPR, la confederación post-soviética, que tiene más bien la configuración de un  “sindicato vertical fascista”, es ferozmente pro-guerra.

Al contrario de lo que sucedía hace treinta años, los diversos grupos de madres de soldados no juegan (¿todavía?) un papel importante; por otro lado, la Red de Resistencia Antiguerra feminista (FAS), compuesta esencialmente por jóvenes, es sin duda el movimiento antiguerra más efectivo del país. También juega un papel esencial hoy en día en términos de información sobre lo que está sucediendo en toda la Federación Rusa, incluso con respecto a la resistencia a la militarización en ciertas repúblicas autónomas (Yakutia, Buryatia, Daguestán, Bashkiristán, etc.).

En Bielorrusia, si hablamos sobre todo de la oposición democrática liberal en el exilio, la oposición a la guerra se manifestó primero a través de las acciones del sindicato independiente BKDP, que es objeto de una intensa represión. Este es también el caso del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Viasna y su líder, Alès Bialiastky (co-Premio Nobel de la Paz).

Todo esto permanece más o menos fuera de los radares de las organizaciones homólogas en los países europeos, sindicalistas, izquierdistas diversos, ecologistas, libertarios, feministas, movimientos pacifistas y no violentos, ONG y asociaciones, deliberadamente o por despiste, han estado hasta ahora con demasiada frecuencia ausentes, demasiado a menudo sin ninguna relación con quienes deberían ser sus socios naturales, ucranianos o rusos… El apoyo a los medios independientes sigue siendo limitado, los contactos para la información a Rusia y Bielorrusia, o desde Rusia y Bielorrusia, igualmente limitados, la lucha para que las y los opositores exiliados gocen de condiciones de estancia prolongada, en Francia por ejemplo, insuficiente.

Como hemos visto, afortunadamente hay excepciones, como la RESU/ENSU ya mencionada, como la solidaridad sindical efectiva (por ejemplo, con convoyes organizados regularmente por una red de pequeños sindicatos, incluido en Francia el sindicato Union Syndicale Solidaires, o convoyes de la intersindical francesa con las principales confederaciones). Y ausencias preocupantes, porque aunque Jean-Luc Mélenchon y el grupo parlamentario LFI (La Francia Insumisa) han dado su apoyo a ciertos militantes de la izquierda socialista rusa, LFI sigue sin tener relaciones con la izquierda ucraniana… Porque si los Verdes Europeos, o EELV en Francia , se han posicionado firmemente contra la agresión de Putin y por la defensa de Ucrania, apenas se han comprometido en acciones políticas y concretas de solidaridad que les conciernen en relación con los movimientos ucranianos. Las principales organizaciones libertarias en Francia siguen ignorando a sus camaradas ucranianos… Y así podríamos multiplicar los ejemplos.

Mientras tanto, en las diferentes condiciones, por supuesto, de la Ucrania agredida, por un lado, y las dictaduras rusa y bielorrusa, por el otro, las y los progresistas necesitan apoyo político y acciones concretas de parte de sus pares !ahora!.

20/01/2023

Artículo publicado en el dossier de las Brigades Éditoriales de Solidarité. Soutien á l´Ukraine Résistante. Se puede bajar el conjunto del dossier de https://www.syllepse.net/syllepse_images/articles/solidarite—avec-lukraine-re–sistante-n-deg-15.pdf

Traducción: F. E. para antikapitalistak.org

[1]  Miembro de las redes de solidaridad europea y francesa con Ucrania, presidente del Centro de Estudios e Iniciativas de Solidaridad Internacional Cédétim y cofundador de la Asamblea de Ciudadanos Europeos AEC/HCA-Francia. Es autor de Días grises y Nubes de acero, París, Syllepse, 2023.

[2] La mayor parte están activos en la Red Europea de Apoyo a Ucrania (RESU/ENSU) (https://ukraine-solidarity.eu/).

[3] Se puede encontrar un análisis detallado del paisaje político ucraniano, en particular desde 2014, en el excelente artículo de Daria Saburova,  Preguntas sobre Ucrania en https://vientosur.info/preguntas-sobre-ucrania/   

[4] Ver información sobre Bilkis en https://www.antikapitalistak.org/ucrania-solidaridad-con-la-asociacion-feminista-bilkis/   ndt.

[5] « Non-violence, résistance passive et désobéissance civile ». Sobre el informe del ’Institut international pour l’action non-violente (Barcelone, https://novact.org/wp-content/uploads/2022/10/InformeCAST.pnge) en Brigades éditoriales de solidarité, Solidarité avec l’Ukraine résistante, n° 13 (www.syllepse.net/syllepse_images/articles/brigades-e–dito- riales-de-solidarite—13.pdf).

<

p style=”text-align: justify;”>[6] www.lemonde.fr/idees/article/2022/12/07/en-ukraine-la-loi-mar- tiale-a-suspendu-des-pans-entiers-du-droit-du-travail-et-de-nouvelles- lois-ont-vocation-a-durer-au-dela-du-conflit_6153335_3232.html

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