Ya va siendo hora de que la izquierda despierte y emprenda un análisis concreto de la situación concreta en lugar de reproducir los marcos de análisis obsoletos de la Guerra Fría. Pasar por alto el imperialismo ruso es un grave error. Es Putin, no la OTAN, quien está librando una guerra contra Ucrania. Por eso es fundamental redirigir la atención del imperialismo occidental hacia el imperialismo agresivo de Putin, que cuenta con una base política e ideológica además de económica.
El imperialismo ruso consta de dos elementos. En primer lugar, el nacionalismo ruso revisionista. Después de 2012, Putin y su establishment pasaron de un concepto cívico de la nación (como rossiysky: relacionado con Rusia) a un concepto exclusivo de identidad rusa basado en la etnia (como russkiy: étnica/culturalmente ruso). Las agresiones de 2014 y de 2022 se justifican con el pretexto de recuperar tierras originalmente rusas. Además, este concepto de identidad rusa (étnica) resucita el concepto imperial de la nación rusa del siglo XIX, que reduce las identidades ucraniana y bielorrusa a identidades regionales. Según esta perspectiva, lxs rusxs, lxs bielorrusxs y lxs ucranianxs son un solo pueblo. El uso de este concepto en la retórica oficial implica la negación de un Estado ucraniano independiente. Por eso no podemos tener la certeza de que Putin solo quiera el reconocimiento de la soberanía rusa sobre Crimea y el Donbás. Putin puede desear anexar o someter toda Ucrania, tal y como amenaza en su artículo “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos” y en su discurso del 21 de febrero de 2022. Finalmente, la perspectiva de las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia se anuncia bastante sombría, ya que el equipo de negociación de Rusia está presidido por el exministro de Cultura Vladimir Medinsky, uno de los más fieles creyentes de la ideología del russkiy mir (el mundo étnico ruso), un mundo en el que os podemos asegurar que nadie será feliz.
En segundo lugar, aunque es difícil de explicar racionalmente la agresión de Putin, los acontecimientos actuales han demostrado que no es en absoluto descabellado tomar la retórica imperialista rusa al pie de la letra. El imperialismo ruso se alimenta del deseo de cambiar el llamado orden mundial. Por tanto, la demanda de Putin de que la OTAN se retire de Europa del Este puede sugerir que Rusia no se detendrá en Ucrania, y que Polonia, Letonia, Lituania o Estonia podrían ser sus próximos objetivos. Es muy ingenuo exigir la desmilitarización de Europa del Este, porque a la luz de las circunstancias actuales, ello alentará a Putin y hará que los países de Europa del Este sean vulnerables a su agresión. El discurso sobre la expansión de la OTAN oculta el deseo de Putin de dividir las esferas de influencia en Europa entre Estados Unidos y Rusia. Para un país, pertenecer a la esfera de influencia rusa implica su subordinación política a Rusia y su sometimiento a la expansión del capital ruso. Los casos de Georgia y Ucrania demuestran que Putin está dispuesto a usar la fuerza para influir en los asuntos políticos de los países que sospecha quieren abandonar la esfera de influencia rusa. Es importante comprender que para Putin solo Estados Unidos y China son actores determinantes del orden mundial. No reconoce la soberanía de otros países, que considera satélites de uno de estos dos agentes del orden internacional.
Putin y su establishment son muy cínicos, utilizan el bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN, la intervención estadounidense en Afganistán y la invasión de Irak como justificación para el bombardeo de Ucrania. En este contexto, la izquierda debe ser consecuente y oponerse a todas las agresiones imperialistas del mundo. Hoy el agresor imperialista es Rusia, no la OTAN, y, si no se la detiene en Ucrania, Rusia continuará sin duda con su agresión.
Además, no debemos hacernos ninguna ilusión sobre el régimen de Putin que, en tanto que capitalismo oligárquico y autoritario, no ofrece ninguna alternativa al capitalismo occidental. Las desigualdades en Rusia han aumentado significativamente durante los 20 años de su mandato. Putin no es solo enemigo de la clase trabajadora, sino también de todas las formas de democracia. La participación política y asociativa es una actividad sospechosa en Rusia. Putin es esencialmente anticomunista y enemigo de todo aquello por lo que luchó la izquierda en el siglo XX y por lo que lucha en el XXI. Según su visión del mundo, lxs fuertes tienen derecho a cargar contra lxs débiles, lxs ricxs tienen derecho a explotar a lxs pobres y los poderosos tienen derecho a tomar decisiones en nombre de lxs desposeidxs. Esta visión del mundo debe llevarse un golpe duro en Ucrania. Para que se pueda producir un cambio político en Rusia, es necesario derrotar al ejército ruso en Ucrania.
Queremos abordar una demanda muy controvertida, la de la ayuda militar a Ucrania. Entendemos las repercusiones de la militarización para el movimiento de la izquierda progresista en todo el mundo y su resistencia a la expansión de la OTAN o la intervención occidental. Sin embargo, es necesario contextualizar para hacerse una idea más completa de la situación. En primer lugar, los países de la OTAN han proporcionado armas a Rusia a pesar del embargo de 2014 (Francia, Alemania, Italia, Austria, Bulgaria, la República Checa, Croacia, Eslovaquia y España). Por lo tanto, la discusión sobre si las armas que se envían a la región terminan en las manos correctas o equivocadas llega un poco tarde: ya están en malas manos, y los países de la UE solo estarían corrigiendo sus errores anteriores enviando armas a Ucrania. Además, las garantías de seguridad alternativas que ha propuesto el gobierno ucraniano requieren la participación de varios países, y probablemente solo se puedan lograr con ella. En segundo lugar, como han enfatizado numerosos artículos, el regimiento Azov es un problema. Sin embargo, a diferencia de 2014, la extrema derecha no está desempeñando un papel destacado en la guerra actual, que se ha convertido en una guerra popular, y nuestrxs camaradas de la izquierda antiautoritaria de Ucrania, Rusia y Bielorrusia están luchando juntxs contra el imperialismo. Como ha quedado claro en los últimos días, Rusia está tratando de compensar su fracaso en tierra con ataques aéreos. La defensa aérea no le dará ningún poder adicional a Azov, pero ayudará a Ucrania a mantener el control de su territorio y a reducir las muertes de civiles, incluso si las negociaciones fracasan.
En nuestra opinión, la izquierda debería exigir:
- La retirada inmediata de todas las fuerzas armadas rusas de Ucrania.
- Nuevas sanciones dirigidas personalmente a Putin y a sus multimillonarios. (Es importante entender que Putin y su establishment se preocupan únicamente de sus propias riquezas; el estado de la economía rusa en general les es indiferente. La izquierda también puede usar esta demanda para evidenciar la hipocresía de quienes han patrocinado el régimen y el ejército de Putin e incluso ahora siguen vendiendo armas a Rusia)
- La sanción al petróleo y al gas ruso.
- Un mayor apoyo militar a Ucrania, en particular la provisión de sistemas de defensa aérea
- La introducción de fuerzas de paz de la ONU de países no miembros de la OTAN para proteger a las civiles, incluidas la protección de los corredores verdes y la protección de las plantas de energía nuclear (el veto de Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU se puede sortear en la Asamblea General)
La izquierda también debería apoyar a lxs camaradas ucranianas que están resistiendo dándoles visibilidad, dándoles la palabra y apoyándolxs financieramente. Reconocemos que son los millones de trabajadorxs esenciales y voluntarixs de ayuda humanitaria ucranianxs lxs que hacen posible que la resistencia continúe.
Otras demandas (apoyo para todxs lxs refugiadxs en Europa independientemente de su ciudadanía, la cancelación de la deuda externa de Ucrania, sanciones contra los oligarcas rusos, etc.) son ampliamente aceptadas por la izquierda, por lo que no es necesario tratarlas aquí.
La invasión rusa de Ucrania sienta un terrible precedente para la resolución de conflictos que implican un riesgo de guerra nuclear. Por lo tanto, desde la izquierda debemos forjar una visión propia de las relaciones internacionales y de la arquitectura de la seguridad internacional que podría incluir el desarme nuclear multilateral (vinculante para todas las potencias nucleares) y la institucionalización de respuestas económicas internacionales a cualquier agresión imperialista en el mundo. La derrota militar de Rusia debe ser el primer paso hacia la democratización del orden mundial y la formación de un sistema de seguridad internacional, y la izquierda internacional debe contribuir a esta causa.
7/04/2022
El Movimiento Socialista Ruso es una organización política cuya visión del socialismo democrático se basa en la propiedad comunitaria, la libertad política y la autodeterminación. Creen que solo un movimiento de masas (de socialistas, sindicatos, feministas, antifascistas y ecologistas) armado con solidaridad de clase e igualitarismo puede acabar con el dominio del capital en Rusia.
Sotsialnyi Rukh (Movimiento Social en ucraniano) es una organización de izquierda socialista democrática ucraniana que lucha contra el capitalismo y la xenofobia. Sotsialnyi Rukh une a activistas sociales y sindicatos en la lucha por construir un mundo mejor libre de la dictadura del capital, de patriarcado y de discriminaciones.
https://lefteast.org/against-russian-imperialism/
Traducción: Elisa Moros