El pasado 28 de marzo terminó un proceso de votación interna en el que Anticapitalistas decidió abandonar Podemos, con una participación del 79% de la militancia, un 89% de votos a favor, un 3% en contra y un 7,5% de abstenciones. Hemos decidido esperar hasta hoy para hacerlo público: prestar atención a la pandemia del COVID-19 que golpea con fuerza al país y que afecta fundamentalmente a los sectores más vulnerables de las clases populares ha sido nuestra prioridad.
Como co-fundadores de esta organización, ha sido una experiencia colectiva llena de interés y que formará siempre parte de nuestra historia, así como de la historia de Podemos. Por todo el mundo son conocidos los objetivos que nos impulsaron a participar en la fundación de esta organización. Era necesario conformar un sujeto político amplio y radicalmente democrático, fuertemente vinculado a las luchas y a los movimientos sociales, capaz de desafiar el poder económico, cultural y políticos de las élites, y revertir los efectos de un neoliberalismo agresivo y descontrolado. Con una vocación, por supuesto, de pensar y construir una alternativa política de conjunto al capitalismo ecocida y patriarcal.
Creemos que estos objetivos siguen estando vigentes, pero que, a día de hoy, Podemos ha dejado de ser el espacio desde el que Anticapitalistas puede contribuir a ello. Hemos enunciado muchas veces nuestras posiciones y las hemos contrastado fraternalmente con las otras corrientes de la izquierda. Por desgracia, Podemos no es a día de hoy la organización que aspirábamos a construir en un principio: el modelo organizativo y el régimen interno basado en centralizar poderes y decisiones en un pequeño grupo de personas vinculados a los cargos públicos y a la secretaria general deja poco espacio para el trabajo colectivo pluralista. Desde luego, es un modelo que no se ha mostrado en absoluto eficaz para avanzar en el terreno social: la organización militante y la fuerza por abajo que tuvo Podemos en su momento se ha diluido, desorganizado y evaporado con este modelo, sin que esto se haya traducido, como pretendieron justificar, en una mejora de los resultados electorales.
Por otro lado, Podemos nació como un movimiento político contra las normas económicas y políticas del sistema. Es obvio que la estrategia ha cambiado. Para Podemos, lo “posible” se ha ido reduciendo progresivamente durante estos años: desde nuestro punto de vista, la tarea sigue siendo hacer posible lo necesario. La culminación de esta deriva es la estrategia de co-gobernar con el PSOE. De nuevo, un proyecto de izquierdas se subordina en el corto plazo a la lógica del mal menor, aceptando renunciar a sus políticas a cambio de una influencia escasa y no decisiva en el consejo de ministras. Pese a la propaganda gubernamental, las políticas de la coalición no rompen con el marco económico ortodoxo, no apuestan por la redistribución de la riqueza, por reforzar radicalmente lo público y por desobedecer a las instituciones neoliberales. Desde luego, apoyaremos todas las conquistas que se produzcan en este marco y combatiremos juntos a la extrema derecha. Pero en un contexto de crisis sistémica profunda, creemos que una apuesta para avanzar en democracia y justicia social pasa necesariamente por construir fuerza social, políticas ambiciosas y preparar un enfrentamiento contra las élites.
Los próximos meses y años serán el escenario de grandes batallas entre las clases. La crisis en curso no es coyuntural: es una crisis sistémica, económica, ecológica, de cuidados. Supondrán grandes realineamientos políticos, culturales y sociales. Nada de lo que creemos hoy seguro se mantendrá igual. Nuestra apuesta por construir un movimiento anticapitalista abierto a todo tipo de luchas y experiencias nos permite mirar al futuro de forma abierta y no hay duda de que nos encontraremos en muchas luchas comunes con la gente de Podemos.
En cuanto la situación socio-sanitaria nos lo permita, celebraremos una conferencia política de Anticapitalistas, para debatir a fondo nuestras propuestas para la nueva etapa.