El 12 de Julio las ciudadanas y ciudadanos de Euskadi estamos llamadas a unas elecciones autonómicas fuertemente marcadas por la pandemia del COVID19. Pandemia que ha traído una crisis sanitaria y una crisis económica y social de alcance global, mostrando una vez más la decadencia del capitalismo. Los sistemas públicos de salud, precarizados por la des-inversión, los recortes y las privatizaciones que contemplan el ejercicio de la salud como negocio capitalista, han sido desbordados por el enorme número de personas infectadas. El capitalismo es un sistema depredador que con la crisis del coronavirus ha provocado una crisis de existencia de la humanidad y una fragilidad de la vida misma. Nos hallamos ante una crisis humanitaria, ecológica y social.
En Euskadi el ejecutivo formado por el tándem PSOE-PNV comandado por Urkullu ha tomado las decisiones tarde y mal, siempre a rebufo de las decisiones que tomaba el gobierno de España. Sin embargo, el Gobierno Vasco y las máximas instituciones de la CAV sí se han movilizado para garantizar la inmunidad total al capital frente a la salud, frente a los derechos de las personas a tener una vida digna. En definitiva, frente a la vida. Sólo el decreto que suspendía la actividad económica no esencial soliviantó al PNV y es cuando se movilizó para combatir esta “injerencia en la soberanía nacional vasca”, mostrando así su cara más económicamente liberal. Pero recordamos que las “muy españolas” reformas laborales, privatizaciones, leyes económicas lesivas para la clase trabajadora no le han supuesto nunca contradicción a los jeltzales. El PNV se encuentra cómodo en el autonomismo a la vez que sirve como muleta del régimen con el partido de turno (PP-PSOE), siendo un pilar fundamental del régimen del 78. El PNV nunca será un aliado verdadero a las aspiraciones democráticas y sociales, pues sus intereses nada tienen que ver con las y los de abajo. Esto es algo que nunca debería nadie olvidar.
En este escenario, en Euskadi el PNV sigue mostrándose hegemónico, defendiendo discursivamente posturas democráticas como el procés en Catalunya o la lucha contra el fascismo reencarnado en VOX, mientras en la práctica reprime sus expresiones sociales en las calles. En estas elecciones no sólo se juega el gobierno autonómico, sino la capacidad de dar una respuesta desde la izquierda al modelo hegemónico neoliberal en Euskadi. Un sistema que mantiene bajo las botas del capital a la clase trabajadora, a las mujeres bajo el patriarcado y a nuestra tierra bajo la explotación ecocida. Un modelo del PNV-PSOE que tenemos la posibilidad de poner en cuestión, al menos a nivel electoral, en estas próximas elecciones.
En Antikapitalistak nos mostramos muy preocupadas de la incomparecencia de la izquierda vasca a la hora de hacer frente y plantear una alternativa real al modelo neoliberal que representan el tándem PNV-PSE. El estado de alarma ha supuesto una desmovilización de las organizaciones de izquierda a nivel político, sindical y social. Y el fin del confinamiento ha mostrado a las fuerzas divididas, haciendo la guerra por su cuenta, sin ser capaces de articular un proyecto amplio y rupturista con vocación transformadora; fuerzas que han ido proponiendo proyectos en clave de grandes plataformas muy mediáticas pero sin voluntad real de aglutinar a las clases populares. Plataformas muy verticales, que cierran cualquier posibilidad de una construcción alternativa de base democrática, horizontal y popular, poniendo de facto una alfombra roja a una derecha vasca que según encuestas tendrá una subida importante. Es decepcionante el autismo político al que se han sometido las fuerzas vascas de izquierda haciendo política en clave exclusivamente nacional, sin asumir que en Euskadi no hay soberanía real (lo dejó patente el estado de alarma que hizo a Denis Itxaso la máxima autoridad en la CAV durante 3 meses) y renunciando a tejer alianzas de clase con el resto de territorios y pueblos del estado.
Es muy preocupante la deriva gobernista-gestionaria y de renuncia cada vez mayor de las luchas de la izquierda parlamentaria vasca. Observamos con estupor cómo desde la izquierda soberanista se apela a las bases del PNV, alguna vez denominado “pueblo vasco de derechas” en clave de construcción nacional, olvidando demasiadas veces que una construcción nacional interclasista renuncia a la construcción social de Euskal Herria. Al mismo tiempo, el espacio Elkarrekin Podemos se achica debido a su asimilación al régimen, subordinado políticamente a su co-gobierno con el PSOE en Madrid y renunciando a hacer una política de construcción social, rupturista y arraigada en el territorio.
A pesar de ello, desde Antikapitalistak creemos que es imprescindible que la ciudadanía vasca no caiga en el desánimo y el próximo 12 de julio llene las urnas de votos que, aún críticos con las fuerzas alineadas más a la izquierda del tablero político, ayuden a frenar a un PNV al que esta crisis le ha quitado la careta definitivamente, mostrando su lado más salvajemente capitalista y antisocial.
Un voto crítico y comprometido con las tareas de reorganizar el espacio contestatario en Euskal Herria para el día después, independientemente del resultado electoral. Hoy más que nunca necesitamos organizarnos desde la izquierda para que la crisis no la paguemos la clase trabajadora, tal y como ocurrió con la crisis del 2008. Somos la clase trabajadora la que generamos beneficios y una minoría peligrosa de ricos se apropia de nuestro trabajo. Ya es hora de que dejemos de socializar sólo las pérdidas y repartamos la riqueza. No pagaremos por segunda vez su crisis. Nuestras vidas valen más que sus beneficios. Es por eso que hay que terminar con el debate de la austeridad e implantar la lógica del reparto justo de la riqueza, exigir una carga impositiva justa y real a las grandes empresas, como es nuestra propuesta de una tasa Covid. Es por esto que debemos exigir la derogación total de la reforma laboral, no valen derogaciones de artículos concretos manteniendo la ley más lesiva de la historia para la clase trabajadora. Se tiene que apostar por un nuevo contrato social donde pongamos la vida en el centro de este contrato; se trata de un reparto justo de la riqueza, se trata de un reparto justo del trabajo.
Desde Antikapitalistak apostamos por la construcción de una alternativa rupturista en Euskal Herria, una alternativa no dispuesta a ceder en sus demandas de una vida mejor para la ciudadanía en base a sus estrategias según sea la coyuntura política del momento. Apostamos por una alternativa a más de 40 años de gobierno de la burguesía vasca, comprometida con las de abajo, ligada a los movimientos, una alternativa feminista, ecosocialista, internacionalista y soberanista