Jun 17, 2019 | OPINION=IRITZIAK
(Mikel Labeaga)
La deriva en la que han entrado algunos dirigentes de Podemos Euskadi, con la supuesta transversalidad, les está llevando a unos niveles de incongruencia con las posiciones del Podemos de los inicios y de la nueva versión tras Vista Alegre II, que roza a veces con la idea de que quieren la marginación en la política vasca.
Los resultados de Podemos Ahal Dugu han supuesto un importante descenso en votos con pérdidas de casi el 50%. Con declaraciones como las de Lander Martinez (SG de Podemos), situando a Podemos Ahal Dugu en el carril de una “supuesta” Izquierda Vasca, junto a PSE y Bildu. Proponiendo un frente común de “esa izquierda”, frente al PNV y la derechona del PP. Y dando una visión de los resultados como buenos situando su suelo electoral, e incluso diciendo que han logrado más cargos. A pesar de estas declaraciones no es creíble, que sea posible una recomposición de Ahal Dugu, cuando la primera medida ha sido abrir expedientes de expulsión y ni tan siquiera han sido capaces de frenar la caída electoral en todos los procesos.
La propuesta de un frente de izquierdas, como el que Podemos propone, solo puede estar en la mente calenturienta de los dirigentes de Ahal Dugu. No es entendible que se planteen un acuerdo con la izquierda abertzale, más preocupada en buscar un acuerdo en claves de “Construir País” y avanzar en la vía vasca a la soberanía, en la que Ahal Dugu no aporta nada. Sino que incluso como se ha visto en la Ponencia de Nuevo estatuto de Autonomía, resta y aparece como una acción reactiva a la idea de soberanía, que la izquierda abertzale defiende. (Situaciones como las del Ayuntamiento de Barcelona, no ayudan a superar ese desencuentro).
En cuanto a la incorporación del PSE a ese mismo “Frente de izquierdas”, sigue siendo fruto de su desconexión con la realidad nacional vasca. Un PSE más preocupado de buscar acuerdos de “estabilidad” con el PNV que supuestos programas sociales. Que ni en Euskal Herria han defendido, ni en el Estado han implementado. Un PSOE que en el caso del PSN se sitúa claramente por la exclusión, frente a cualquier acuerdo con Bildu. Y en la posibilidad de dejar gobernar a +Navarra. Un PSE que en Euskadi lleva claramente la etiqueta de ser la muleta del PNV y del Gobierno Vasco.
Ahal Dugu, tiene otro gran déficit, que puede ser un déficit terminal para un proyecto… Una carencia absoluta de base territorial, con círculos desaparecidos, minorizados y una falta de relación real con los movimientos sociales. (A pesar de sus debilidades).
Podemos nació con la voluntad de superar las políticas del régimen del 78, el bipartidismo y unas elites políticas plagadas de corrupciones. Con la voluntad de cambiar ese modelo político y buscó representar a los y las de abajo lealmente. En Vista Alegre I se planteó, aunque se ha demostrado desenfocada la apertura de una ventana de oportunidades, para una nueva política. Tras Vista Alegre II se ha visto que el cierre del largo ciclo electoral español ha mostrado el alcance y el fin del ciclo abierto por el 15M.
Tras ese encuentro y como ya anunciaban estas últimas elecciones se observaba un tope, derivado de la reacción del electorado conservador español mediante el discurso del “miedo” frente a las nuevas fuerzas políticas del cambio. Lo que permitió la recuperación parcial de terreno al PP, manteniendo la presencia minoritaria de Cs, escudero del primero. Y el avance de un PSOE en proceso de recuperación electoral, siendo el gran beneficiado del voto útil.
En Euskadi ese ciclo también se ha cerrado y por tanto para lograr un reforzamiento de Ahal Dugu, pasaría por el reforzamiento del antagonismo social con las políticas del gobierno vasco y los partidos que lo sustentan. Partidos que buscan la restauración parcial de la correlación de fuerzas que mantenían previamente a la crisis del régimen. Para llevar una tarea de esta envergadura Ahal Dugu tendría que pasar por recomponer la organización tras una gran cantidad de abandonos, expulsiones, sanciones…etc. Cosa que ya no parece posible en la situación actual ya que la dirección de Euskadi continúa enfrascada en purgas de sectores en Getxo, Galdakao, Santurtzi, etc.
A pesar de no existir, grandes diferencias entre quienes no nos sentimos populistas y el populismo de “izquierdas” sobre la necesidad de crear un antagonismo, entre una minoría privilegiada y los diversos sectores populares. Si las tenemos, sobre que bases y como se construye. Creo que debe: en primer lugar, aunque no de forma exclusiva, apoyarse en la defensa de los intereses materiales de los grupos sociales víctimas de los mecanismos de apropiación de la riqueza, por parte de una minoría que controla los recursos productivos y financieros. Entre ellas la expropiación el producto del trabajo que sigue siendo central. Y eso en Euskal Herria tiene nombres y políticas concretas. No hay atajos sino políticas de izquierda.
En una resolución de no hace mucho asumida por Ahal Dugu se decía “En la Comunidad Autónoma Vasca, PNV y PSOE aspiran a reproducir a escala vasca el bipartidismo que en el estado representan PP y PSOE, alternancias en las que lo único que cambia es el papel asignado a cada figurante en la representación, y frecuentes acuerdos a la alemana “por el bien del país”.
Ahal Dugu estará muerto, si solo es como parece que quieren ver algunos, los antagonismos se reducen a un cambio de correlación de fuerzas entre los líderes primero, segundo y tercero… o a un cambio de correlación de fuerzas entre errejonistas y pablistas. Podemos debería haber sido mucho más, sin la política cortoplacista electoral que ya llevado adelante. En Podemos había más gente plural y sobre todo estaba, en un principio, con la voluntad de tratar de cambiar este sistema. No se trata de ser un “poquito menos populista” ni caer en simplificaciones, como han propuesto algunos miembros de Ahal Dugu o en busca un nuevo repunte de sus votos, sino en plegarse a las realidades, necesidades y luchas de las gentes de abajo.
Ayudar a hacer cada vez más fuerte el bloque de izquierda soberanista con unas relaciones leales entre las organizaciones, políticas, sindicales y sociales que lo conforman.
Preparase para el 2020, significa ser útiles ya desde ahora a la gente en la defensa de sus derechos y ayudar con su voz en las instituciones a las reivindicaciones que la ciudadanía pone en la calle. No continuar los debates en claves totalmente internas, con balances internistas. Son las divisiones las que les han restados votos, etc.
Ahal Dugu no solo debiera haber hecho un balance interno de como se han tratado a las posiciones divergentes en su seno, con expulsiones, suspensiones de militancia, etc. Sino que debería haber hecho (si quiere recomponer sus relaciones con sectores de la izquierda en Euskal Herria), un balance muy crítico de sus rupturas con y de las candidaturas municipalistas posteriores al 2015 y del marco de organización municipalista que había establecido, etc. Que desgraciadamente Ahal Dugu con su autobombo como Elkarrekin Podemos ha tratado de desmontar o romper en las pasadas elecciones… Siendo el resultado de bajón de votos de ambas estructuras.
También merece prestarle atención a la evolución de La Izquierda Abertzale pues a pesar de haber recuperado votos en estas elecciones, mantiene una visión de su papel en la movilización social, absolutamente centrada en la búsqueda de la “vía vasca” a semejanza de la “vía catalana”. Es decir, un planteamiento absolutamente centrado en la actividad institucional. Esta visión tiene desde nuestra forma de ver unos grandes problemas.
Por una parte, el PNV, no es una organización soberanista, es un partido que basa toda su actividad política en la “estabilidad” de gobierno y del mercado, que el Estado Español le posibilita a la economía vasca. Y esa estabilidad pasa por una tensión permanente, entre reivindicaciones de competencias y en todo caso por una negociación, que no un enfrentamiento, con el Estado por un Nuevo Estatuto. Por otra parte, Bildu ha centrado en los últimos tiempos sus llamamientos al PNV para acordar ese “Nuevo Estatuto” dejando bastante de lado su papel más “social”.
O dicho de otra manera, no se ven por ningún lado esos aspectos que señala R. Zallo en su análisis: “El salto cualitativo programático de los cuatro últimos mediante acercamiento a tramas de sociedad civil la conforman como una corriente de izquierda de espectro amplio y de base militante que reconstruye su tejido social. No son ajenos a ello la inmersión local ni su apoyo a los movimientos como Gure Esku o Sare.”
Al contrario, EHBildu en los últimos tiempos ha tenido conflictos con los sectores movimentistas de sus bases históricas (Ikasle Abertzalea, Movimiento gastetxes, Sectores pro-Amnistía…) y sobre todo con el mundo sindical organizado en ELA.
El eje central de la actividad de EHBildu en los últimos años ha estado centrado, quizás ante la propia situación de sus bases, muy críticas con su papel con respecto a los presos, en la actividad de defensa de los derechos de los presos y la petición de medidas de “gracia” … Presos enfermos, acercamiento a cárceles de Euskal Herria. Y en el terreno político en constantes llamamientos a el PNV a la reforma estatutaria. De ser una alternativa al modelo de País del PNV, ha pasado a ser una constante en su petición de ser socio preferente del PNV, inclusive en la negociación de los presupuestos, etc. Llegando así a plantear su máximo dirigente Arnaldo Otegi:
“EH Bildu sostiene que “una nueva cultura política exige grandes acuerdos de país” y anuncia la presentación en junio de un texto articulado de nuevo estatus político según las bases pactadas en el Parlamento de Gasteiz.».
No hay como darse una vuelta por su página Web para ver que EHBildu centra toda su actividad en el trabajo institucional, ni una sola referencia a las movilizaciones sociales, a la defensa del clima, etc.
En los sectores de la Izquierda Abertzale aparecen los primeros síntomas de una crisis larvada desde hace tiempo y que tiene como componente la situación abierta con la desaparición de ETA.
Por un lado, están los sectores que aún se mantienen en una posición de seguir reclamándose de la actividad de la organización, otros sectores no comprenden el paso dado de la defensa de la lucha armada a una total supeditación del activismo a la política institucional de EH Bildu. Y por el otro lado, están los sectores más orgánicos de Sortu y organizaciones que componen EHBildu, absolutamente centrados en una actividad institucional, que deja una mayor “independencia de pensamiento” para los sectores mas ligados a los movimientos sociales. Esta “libertad de pensamiento” en algunos casos muestran una cierta dosis de añoranza, no solo de la “lucha de ETA”, sino también del maniqueísmo de la guerra fría y de la URSS, acompañado de una dulcificación del estalinismo.
¿Y ahora qué?
Desgraciadamente, no tengo recetas mágicas que permitan una recomposición social y política a corto plazo. Se ha cerrado una ventana de oportunidad para construir un sujeto político que termine con el régimen del 78, pero esa ventana, no es ni será la única. Hay en Euskal Herria, y también en el Estado Español, un sector importantísimo de indignación ante los ataques del sistema a los derechos sociales y nacionales, que componen la base para nuevos proyectos, para nuevos sujetos de cambio.
Como decía Daniel Bensaid, se trata de dotarnos de una “Lenta impaciencia” de voluntad y trabajo, para construir ese “Nuevo Sujeto”. Hay decenas de colectivos, miles de personas, con esa voluntad antagonista con este sistema. Junto, con y para ellas debemos trabajar, organizar y movilizarnos colectivamente para articularlo.
Ponernos a la tarea, sin sectarismos, con férrea voluntad unitaria, entendiendo la pluralidad como un activo para la acción común. ¡Esta ya al orden del día!
Abr 18, 2019 | FEMINISMOA, OPINION=IRITZIAK
Antolakuntza deszentralizatuak Euskal Herriko txoko guztietara eraman du M8-ko greba, baita ikaragarrizko lana ekarri ere. Sareak ehuntzeko lana deszentralizazio horrek sakabanatu beharrean gu guztiok indartsuago egin gintzan
Julia Marti
(FEMINISTALDE ETA OMAL-EKO KIDEA)
Historia egitea nekagarria da oso”, zioen lagun batek, eta ederki laburbiltzen du esaldi horrek pasa den martxoaren 8an eta aurreko hilabeteetan bizi genuena. Behetik abiatuz eraiki dugu greba bat, auzo nahiz herrietan sustraitu dena, gu guztion egunerokoan lurrikara txikiak sortzeko gai dena; nazioarteko mobilizazio masiboa lortu dugu aldi berean, berriro ere agenda politikoa astindu duena. Agerikoa da greba feministaren arrakasta; “historia egin dugu beste behin ere”, entzun dugu sarritan manifestazio erraldoien ondoren. Nola neurtu, baina, greba feminista baten arrakasta? Non geratzen da bizitzaren iraunkortasuna prozesu honetan?
Sormen ariketa erraldoia izan da grebaren eraikuntza. Denon artean pentsatu dugu ekimen hau nola burutu. Komite zentralik gabe, aurretik zehaztutako bide-orririk gabe, galdera ugari sortu dira bidean: nola gelditu gure lanean? zer esan nahi du niretzat zaintzeari uzteak? nola lortu greba hau guzti-guztiona izatea? nola antolatu eskualde mailan? nola jokatu hedabideekin? Orain, aje emozionala atzean utzita, arrakastaz jabetzea eta balantze feminista egitea dagokigu, sormen berdina baliatuz. Beharrezkoa da ekimenaren izaera masiboa eta milioika emakume deitzeko gaitasuna balioestea, baina zenbakiekin itsutu gabe, prozesuei erreparatuz, akatsetatik eta asmatzeetatik ikasiz.
Asmatzeetatik hasita, garrantzitsua da argazkietan ikusten ez den hori agerian jartzea: bilera, koordinatzaile eta talde feministen luzaroko lana, martxoaren 8a, masiboa ez ezik, guztiona izan zedin. Mugimenduaren deszentralizazioa urrats erraldoia izan da norabide horretan. Euskal Herriko txoko guztietara eraman du greba deszentralizazio horrek, baita ikaragarrizko lana ekarri ere; sareak ehuntzeko lana batez ere, deszentralizazio horrek sakabanatu beharrean gu guztiok indartsuago egin gintzan.
«Garrantzitsua da argazkietan ikusten ez den hori agerian jartzea: bilera, koordinatzaile eta talde feministen luzaroko lana, martxoaren 8a, masiboa ez ezik, guztiona izan zedin.
Martxoaren 8 honek, gainera, mugimendu feminista eraikitzen lagundu digu: subjektu plurala, askotarikoa eta bukatu gabea. Goiburuarekin arriskatu, eta “emakume, bollera eta trans” guztiei dei eginez heteronormatibitatea gogor salatu genuen. Sarritan goiburu horren esanahia azaldu behar izan dugu, bai (“bollera” hitza nahiko “bortitza” ei da, adiskide batek bilera batean zioen bezala); baina, sare sozialetan eta bestelako eremuetan sortu diren eztabaida biziak ikusita, uste dut Euskal Herriko Mugimendu Feministak erabat asmatu duela aniztasunaren aldeko hain apustu garbia eginda.
Goiburuaz haratago joan gara, baina. Grebaren aurreko hilabeteetan ahalegin handiak egin dira mugimendua zabaltzen eta indartzen jarraitzeko. Ez dago errezeta magikorik; pluraltasuna ez da egun batetik bestera lortzen, gatazka, eztabaida eta sormena oinarri hartuta baizik. Oinarrizkoak izan dira ardatzen lana, aldarrikapenen lanketa kolektiboa eta bozeramaile lana kolektiboki eraikitzeko esfortzua, mugimenduaren izaera aldeaniztuna agerrarazi baitute ekimen horiek guztiek.
Programa zen martxoaren 8 honen beste erronketako bat. Nola baliatu grebaren izaera masiboa aldaketa errealak erdiesteko? Nola ekidin feminismoaren kooptazioa? Nola borrokatu zuriketa morearen aurka? Hemen ere, beharrezkoa da gure azterketan azken emaitzak ez ezik (emaitza etsigarriak seguruenik, hedabideen agenda adierazpen alderdikoiek bete zutela ikusita) prozesuak ere aintzat hartzea. Horregatik guztiarengatik, berebiziko lehen urratsa izan da programa feminista erradikal bat eraikitzea, zeinak mugimenduaren izaera antiarrazista, ekologista eta antikapitalista zehaztu baituen aldarrikapen zehatzen bidez. Datozen Euskal Herriko Jardunaldi Feministetan jarraipena emango diogu lan horri.
«Berebiziko lehen urratsa izan da programa feminista erradikal bat eraikitzea, zeinak mugimenduaren izaera antiarrazista, ekologista eta antikapitalista zehaztu baituen aldarrikapen zehatzen bidez.
Azkenik, greba feministaren indarrak mugimenduaren oinarriak ere astindu ditu. Batzar bidezko antolaketak aire berria ekarri dio mugimendu feministari, militante berriak, forma berriak eta nazioarteko borroka ugariren erreferentziak ekarri baitizkigu. Aldi berean, argi erakutsi digu izaera masibo horrek konpromiso eta lan kolektibo handiagoa eskatzen duela, hainbeste kritikatu ditugun militantzia sakrifikatuak eta militantzia likidoak ez errepikatzeko. Geure indarra antzeman dugu; indarraz jabetu eta potentzia hori eraldaketa erreal bihurtzea dagokigu orain. Erradikaltasuna eta izaera masiboa, internazionalismoa eta egunerokotasuna; gai izango al gara horiek guztiak uztartzen dituen mugimendua eraikitzeko?
Dic 19, 2018 | OPINION=IRITZIAK
En 2008 estalló una crisis financiera, económica y social que arrastró a grandes sectores de la población hacia situaciones de exclusión y marginalidad económica, siendo los cientos de miles de desahucios y sus consecuencias uno de los elementos más sangrantes. Todo parece indicar que el hilo que une los poderes político y financiero sigue siendo tan fuerte que la nueva legislación

Rueda de prensa de las plataformas de Bizkaia ,Araba y Gipuzkoa.
seguirá desprotegiendo a los consumidores en favor de la banca. La violencia hipotecaria que subyace a los desahucios muestra un comportamiento patológico de la oligarquía política, económica y financiera, una falta de empatía y de sensibilidad social que cualquier profesional de la psicología podría asociar a la conducta agresiva, la personalidad antisocial o la psicopatía.
De la misma forma que sucede en la violencia patriarcal, la falta de empatía se une a un proyecto ideológico de dominación y sometimiento de ese otro; en un caso las mujeres, en el otro, las clases populares. Un día oí decir a una feminista centroamericana que las mujeres generan las condiciones de posibilidad para que los hombres seamos. Para ejercer la violencia hipotecaria, el poder político ha generado las condiciones sociales y legales de posibilidad para que las entidades financieras cumplan sus objetivos de acumulación. Un proyecto neoliberal compartido por bancos y partidos políticos de régimen, un modelo de vida, de ser humano y de relaciones sociales marcadas por la propiedad, la subordinación, la marginación y la exclusión.
Con la vulneración del derecho a la vivienda se vulnera el derecho a la seguridad, a la inclusión social y a la integridad física y psicológica. Toda vulneración de derechos viene precedida de distintas formas de violencia, y en los desahucios confluyen la violencia estructural que favorece que unos acumulen lo que desposeen a otros; la violencia simbólica que culpabiliza a las víctimas de la estafa bancaria por haber vivido por encima de sus posibilidades; la violencia directa de la tortura psicológica a la que bancos y empresas de cobro someten a las familias que no pueden afrontar los gastos. La violencia hipotecaria es un problema de salud pública. Depresión, ansiedad, estrés postraumático. Suicidios. Situaciones de aislamiento, hundimiento psicológico y quiebra emocional provocadas por el miedo, la desesperanza y la indefensión. Vivir la hostilidad del día a día desde subjetividades culpables en una sociedad que culpa con demasiada frecuencia a las víctimas. Vivir la imposibilidad de hacer frente a los gastos del hogar y, en muchos casos del comer, desde la vergüenza de quién se siente colocado en el lugar marginal del fracaso.
Ante esta violencia, que vulnera el derecho a la seguridad de un techo y a la integridad de las personas, observamos la posibilidad de ser resilientes y salir a las calles, vemos la solidaridad y la protesta, vemos necesario hacer visible la violencia de la banca y sus orígenes y consecuencias. Ante este cúmulo de vulneraciones del poder, observamos la fuerza y la constancia de seguir en la pelea por transformar las estructuras sociales y los relatos. La lucha por proteger y brindar apoyo a aquellas personas que sienten el abandono institucional y el estigma social. Nos queda ese trabajo en red basado en la solidaridad y la incidencia política contra los abusos del poder, esa praxis colectiva asentada en la dignidad de resistir colectivamente a la violencia hipotecaria.
XAVIER MÍNGUEZ ALCAIDE
Militante de Antikapitalistak
Sep 7, 2017 | ANTIKAPITALISTAK, OPINION=IRITZIAK
“La competencia hace a los individuos, no solamente burgueses, sino aún más a los obreros, mutuamente hostiles, a pesar del hecho de que les reúna. Se lleva, pues, mucho tiempo el que esos individuos puedan unirse” – La ideología alemana – Karl Marx
La competitividad-precio es uno de los indicadores económicos mas apreciados para evaluar la buena o mala marcha de la economía de un país. En términos generales, si el sector productivo e industrial de un país es más competitivo, significa que es capaz de producir activos de igual calidad que otros países, a un precio menor, es decir, tenemos más opciones de que nuestros productos sean los elegidos por un tercer país. Según datos que ha publicado el Ministerio de Economía y Competitividad, referentes al segundo trimestre del presente año, España encadena un total de once trimestres mejorando este índice con respecto a nuestros vecinos europeos. Sin embargo, la eurozona, en su conjunto ha perdido competitividad, frente a los países que conforman la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Y lo mismo ha ocurrido frente a los países englobados bajo las siglas BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Que todos los países, sociedades, o clases sociales estamos atrapados en esta vorágine o guerra por la competitividad es una obviedad irrefutable. Lo aberrante de este frenesí competitivo no es el afán legitimo de “mejorar socialmente”, sino el destructivo objetivo de “la competitividad por el beneficio”.
Las y los trabajadores asalariados nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo en el mercado, somos una mercancía más y en el mercado de trabajo competimos con otros miembros de nuestra clase a nivel internacional, nacional o local. Esta competición esta gobernada por la ley de la oferta y la demanda. Cuando el mercado nos es contrario, ejemplo el mercado laboral español, el precio de nuestra peculiar mercancía disminuye, nos vemos obligados aceptar unos salarios mas bajos y durante mas horas, y así obligamos a otras personas trabajadoras a que hagan lo mismo. Esta competencia no se limita al salario se desencadena también en el interior de los centros de trabajo: como competición en intensidad y productividad de todo tipo de trabajo (en los servicios, por ejemplo, aumento del numero de pacientes, alumnos por aula, tiempo de los cuidados, numero de llamadas, o de habitaciones, etc) Y es muy difícil no tener en cuenta que la brutalidad de esta competencia dentro de los centros y en el mercado de trabajo tiene una relación directa con el tamaño del “ejercito de reserva de las personas paradas” y su actual forma moderna y expansiva denominada “precariado» (trabajadores/as eventuales, pobres o con bajos salarios, prácticamente sin derechos laborales, etc)
La guerra, a todos los niveles y en todos los lugares, desatada por las multinacionales, los capitalistas y sus gobiernos subordinados, contra las clases asalariadas, nos ha traído unas consecuencias desastrosas para la vida personal, laboral, social y natural. Especialmente, desde la última gran crisis capitalista del 2007. Basta, observar nuestras realidades cotidianas, pero por si los “arboles nos impiden ver el bosque” Si echamos un vistazo a la gráfica de la Tasa de explotación del mundo capitalista, incluyendo los 6 principales países, en la última década esta tasa ha aumentado un 30%, fenómeno que no sucedía en el último medio siglo.
Tasa de explotación del mundo capitalista y de los principales seis países (EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia y China -desde 1997-)

Las formas de aumentar la explotación a las clases trabajadoras son múltiples: en primer lugar, el aumento de la jornada laboral, las edades de jubilación, los ritmos y la flexibilidad laboral, etc. En segundo lugar, la reducción de los salarios y el aumento del paro, la precariedad y la pobreza. Y, en tercer lugar, el abaratamiento de la tecnificación de las empresas, el transporte a gran escala, los avances tecnológicos, etc.
La globalización capitalista nos ha traído no solo un aumento brutal de la explotación, de las desigualdades y de la pobreza, … Nos ha traído una exacerbada y salvaje competición entre las personas asalariadas. Un despótico y depredador individualismo alimentado por un consumismo en escala. Y una fragmentación y jerarquización de todos los individuos que componemos las clases asalariadas. Esto nos ha provocado un tremendo retroceso en nuestra conciencia y organización social.
No importa cuán grande sea la fuerza de los sindicatos o la unión de la clase trabajadora, toda crisis tiende a destruir o a debilitar su solidaridad difícilmente ganada. Bajo el capitalismo nunca podemos escapar por completo a la maldición de la competencia. Ya nos apuntaba Marx que: “Los individuos separados forman una clase sólo en la medida en que tienen que librar una batalla común contra otra clase; en caso contrario, están mutuamente en términos de hostilidad como competidores.” Solamente en la medida en que los trabajadores superan su propia competitividad y se hacen conscientes de su antagonismo más profundo y amplio con la clase capitalista, empiezan a actuar como eine Klasse für sich, una clase para si misma.
La recomposición de nuestra clase, después de las derrotas que hemos sufrido por el neoliberalismo triunfante, en las últimas décadas, solo puede abrirse camino a través de un nuevo Sindicalismo social; de una nueva unión de las clases trabajadoras que trate de refrenar y contener nuestra propia competición, aunque no consiga abolirla.
La reducción de la jornada laboral, el aumento de los salarios, del trabajo digno y con derechos hoy pueden parecer inalcanzables, como lo fue, a principios del siglo pasado, las inalcanzables 8h de trabajo; pero con el actual desarrollo tecnológico estas reivindicaciones, no son una utopia, entran en el reino de lo posible.
Hoy todo desarrollo social y político de la clase trabajadora pasa inevitablemente por que realicemos una constante lucha para combatir el individualismo económico entre nosotras y nosotros mismos. Imponiendo nuestra solidaridad por delante de la competitidad a la que nos los capitalistas. Nuestra competitividad y competencia ha de estar en función de satisfacer las necesidades de la mayoría social, no la de los mezquinos beneficios e intereses de una minoría.
Marcelino Fraile – Sindicalista del STEILAS
Ago 21, 2017 | ANTIKAPITALISTAK, OPINION=IRITZIAK
Una vez más la derecha, en su versión más rancia y radical, distorsiona un mensaje desde la misma raíz a fin de mantener sus propios intereses. A la iniciativa, a modo de reivindicación, por parte de los sectores de izquierda y de las fuerzas transformadoras de apostar por otro modelo turístico, la derecha cae en la simpleza de que algunos están en contra del turismo. Es decir, aquello tan viejo y manido de estás conmigo o estás contra mí. Así que, sin ningún tipo de moderación ni mesura, su ejército de ridículos tertulianos y hooligans arranca un bombardeo masivo por los diferentes platós de televisión, lanzando una batería de falacias que comienzan con la memez, ya comentada anteriormente, de que éstos están en contra del turismo, para inmediatamente introducir con toda la intención una serie de términos del tipo turismo-fobia o turismo borroka que les permita a sus miembros más fanáticos alcanzar el clímax con aquello tan retorcido que alude a que todo es ETA.
Sí, esa derecha, la misma que ante la entrada de un puñado de inmigrantes, en vez de plantear un debate sereno y reflexivo donde se ponga el foco en el drama que estos seres humanos sufren a la hora de abandonar sus hogares para empezar un peligroso viaje bajo la tutela de las mafias, no duda en hablar sin ningún tipo de escrúpulos de entradas masivas, de hordas de inmigrantes e incluso de invasión. Para éstos, el problema no es el guiri aficionado al balconing que viene buscando playa y copas a un precio irrisorio, sino el refugiado que tras pagar una cantidad ingente de dinero a la mafia llega buscando asilo con el único objetivo de salvar su vida. Tampoco son problema los apartamentos ilegales en los que se meten numerosos turistas, sino los pisos patera donde se afinan decenas de trabajadores explotados tratando de sobrevivir. Mientras, al mismo tiempo y sin ningún miramiento, esa misma derecha es capaz de defender con uñas y dientes un modelo turístico basado únicamente en la rentabilidad económica sin tener en cuenta otra serie de factores como la precariedad laboral que padece el sector.
Como diría Galeano, el mundo está patas arriba, al escuchar el último argumento que de manera torticera es utilizado por parte de estos chufleteros de derechas al insinuar que la izquierda y las fuerzas del cambio están en contra de que las clases populares puedan viajar y que por tanto apuestan por una “elitización” del sector. Es increíble, además de surrealista, que haya que soportar que quienes llevan años defendiendo la “elitización” de la vida en sí misma, de la noche a la mañana se hayan convertido en firmes defensores de las clases populares y de sus derechos. En primer lugar habría que recordar a estos tertulianos, transmisores de chismes, que el concepto de la clase popular es mucho más amplio y que, en todo caso, quiénes vuelven a faltarle al respeto son ellos al reducir su identificación con un grupo de guiris borrachos en alguna playa, con lo que una regulación de ese tipo de turismo en ningún caso es una apuesta en la que se ponga el sector al servicio de las élites. Algunas de las simplezas y mentiras a las que estos bufones televisivos aluden pueden ser realmente peligrosas en un mundo sobreinformado y donde sin ninguna impunidad la ignorancia campa a sus anchas.
Lo que debiera ser una discusión acerca del modelo turístico, donde plantear cuestiones como su sostenibilidad, el respeto del mismo hacia el medio ambiente, o la búsqueda de fórmulas que permitan mantener una práctica sin que ésta afecte a la vida cotidiana de los residentes permanentes, queda solapado por la losa de la simpleza y la creación de un nuevo fantasma. Demasiados fantasmas……Para qué hablar de dictaduras consolidadas como la de Arabia Saudí u otras con las que por cierto el Estado español mantiene excelentes relaciones, si podemos hablar del fantasma de Venezuela, o para qué abordar la corrupción que carcome las instituciones, pudiendo hablar del fantasma del independentismo catalán, y por supuesto, para qué hacer un ejercicio concienciado del problema de la “turistificación”, cuando es mejor hablar del fantasma del turismo borroka. Quizá la verdadera pregunta sea para qué tanto fantasma en televisión, diciendo sandeces y tergiversando de forma deliberada un mensaje y un debate que debiera ser mucho más hondo y de mayor calado.
Iosu Del Moral
Mar 25, 2017 | ANTIKAPITALISTAK, OPINION=IRITZIAK
La UE y el gobierno de Rajoy están poniendo en peligro los puestos de trabajo y los derechos de 6150 trabajador@s de los puertos de todo el estado. Las instituciones Europeas, bajo el chantaje de multas y sanciones han desatado una guerra de clase, que presumen ir ganando. El objetivo estratégico es la precarización, el empobrecimiento y la sumisión de los estibadores. Y según el estudio encargado a la consultora Pwc, (la misma que dio luz verde a la salida a bolsa de Bankia) los beneficios serían alrededor de unos 245 millones de euros anuales para las empresas.
Los medios de comunicación, en paralelo están creando una falsa opinión pública, que pretende aislar a este sector de los intereses comunes que tenemos las personas que dependemos de un salario. Todos hemos escuchado palabras como “liberalización», “privilegios”, “mafiosos”, “casta trabajadora violenta”, y con estas mismas palabras, se han venido atacando uno tras otro muchos sectores estratégicos de la producción y los servicios. Así lo que los gobernantes y empresarios no han conseguido antes con las reformas laborales, ahora pretenden hacerlo eliminando los derechos laborales de los trabajadores/as, que todavía los conserven. Como ya hicieron antaño con los controladores aéreos, la metalurgia, la minería, los ferroviarios, correos, eléctricas, etc…
Sin embargo, bajo estas palabras se ocultan otras realidades. Por ejemplo, los “privilegios» son para las empresas que se embolsan el 51% del valor por contenedor, siendo el sueldo del estibador/a una ínfima cantidad de esta cuantía. “Democratizar los puertos” significa precariedad y sumisión en el trabajo, es decir, sustituir al personal con experiencia y contratos estables por personal no cualificado, eventual, ETTs, y con salarios de miseria. De hecho, la exigencia consiste en bajar los sueldos en un 60%, situándolos en 27.000 euros anuales; a la que tendríamos que añadir la bajada de 93 millones de euros por las cotizaciones de impuestos, que irían en detrimento de los gastos de mantenimiento de la sanidad, educación, etc. Estos términos en palabras llanas solo se traducen en nuevos y suculentos beneficios para empresas y multinacionales.
Estos días el gobierno del PP, a pesar de su debilidad institucional relativa, está recurriendo al decretazo, a las amenazas de represión, a la división y reducción de las plantillas vía prejubilaciones con dinero público, etc. Su empeño fundamental es someter a las empresas y los representantes de los trabajadores a una “negociación», que en última instancia, le garantice que gradualmente irán desapareciendo los puestos de trabajo estables, los salarios por convenio y el desmantelamiento objetivo de todos los derechos laborales de negociación y contratación, que disponen los estibadores.
Este gobierno, los partidos que le sustentan, los medios de comunicación y algunas burocracias sindicales muy obsecuentes, no quieren oir mencionar que los puertos por su importancia en la economía deberían ser Públicos, y además, deberían garantizar e incrementar los puestos de trabajo existentes. Los de arriba «Solo se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”. Es decir, cuando los estibadores están dispuestos a defenderse mediante la huelga, nos tratan de asustar a la ciudadanía con las perjudiciales consecuencias económicas y sociales, que tendrían estas huelgas en el abastecimiento de energía, productos y mercancías para toda la población.
Claro está que la labor que realizan los estibadores es de vital importancia para toda la ciudadanía, y no solo para la economía, puesto que son las personas, que con su trabajo nos facilitan las mercancías y los productos, que necesitamos para vivir diariamente. Por eso su lucha no es solo un problema de ellos. Es un problema de todas aquellas personas, que hacemos que con nuestras manos funcionen la sociedad y la economía.
Muchos sectores, las y los trabajadores de la enseñanza, sanidad, teleoperadoras, etc, al igual que los estibadores estamos sometidos a recortes, reducciones de plantilla, pérdida de derechos, privatizaciones, etc. y cuando no hemos conseguido pararlos mediante nuestra resistencia, tampoco hemos visto a continuación ninguna de las mejoras prometidas, por patronales, gobiernos o sindicatos. Sin embargo, siempre que hemos conseguido, por nuestras propias fuerzas, algún avance o conquista en el trabajo, aunque fueran parciales, hemos visto como confianza en nosotros mismos ha aumentado, y el ejemplo ha sido útil para la mayoría de la sociedad. Así pues “Ganar una lucha” significa: abrir nuevas vías para nuestra mejora económica y social, dar pasos para recuperar u obtener los derechos perdidos, y en definitiva abrir el camino abrir de nuevas oportunidades para las personas necesitadas.
Desafortunadamente, solo estamos acostumbrados a escuchar la cantinela de la competencia y la competitividad, del egoísmo y el salvese quien pueda. Por eso, tenemos que reconstruir la solidaridad, aunque no este de moda. Es una necesidad apremiante para apoyar a los estibadores y a otros sectores que van atravesando situaciones similares. Y por eso no basta con algunas declaraciones o comunicados de apoyo.
Debemos tener en cuenta que partimos de la desventaja y dificultad de la prohibición de hacer huelgas en solidaridad con otros sectores. Además, debemos contar con que a los dirigentes de las centrales sindicales mayoritarias no les preocupa la necesidad unificar y coordinar distintos conflictos, aunque hoy se estén dando en un mismo tiempo o en mismo territorio. Y que tampoco estamos acostumbrados a debatir en el trabajo planes de movilizaciones, que nos puedan ayudar a enfrentar estas situaciones. Estas tareas, solo pueden ser asumidas por las nuevas personas y agentes activos, que van apareciendo en todas estas luchas. Y deberían de partir desde el impulso de la construcción de un fuerte movimiento asambleario, en los centros de trabajo y con la ciudadanía; alentando la autoorganización y la coordinación entre sectores, hasta conseguir que el respeto a las decisiones que tomen las y los trabajadores en sus sectores y en asambleas sean la norma para resolver los conflictos. Hoy en día estos son los retos más inmediatos que tenemos por delante.
Con estos cometidos, ya están surgiendo Mareas por sectores, formas diversas de autoorganización y coordinaciones espontáneas entre sectores y movimientos sociales. También los nuevos sindicatos asamblearios o formas de movilización que van mas allá de los centros de trabajo, contando con usuarios y consumidores son un gran avance. En este terreno es donde debemos crear y extender de nuevo la Solidaridad intersectorial, ciudadana y de clase. Como bien dice el feminismo «si nos tocan a unas o unos, nos tocan a todas».
Este combate contra los recortes, las desigualdades y las injusticias crecientes necesita de la Unidad con mayúsculas de los diversos sectores de trabajadoras y trabajadores que nos vemos afectados por estos ataques y por la necesaria implicación de la ciudadanía en la pérdida de derechos. O de los contrario, iremos retrocediendo en nuestras condiciones un sector tras otro. Hoy son las y los estibadores, que necesitan la “Solidaridad para ganar”, no esperemos a ser nosotras o nosotros mañana. Si ellos y ellas ganan, ganaremos todas. «No somos mercancías en manos de políticos y banqueros”.
Marcelino Fraile