Moción sobre la lucha por el clima de cara a la COP26

1.    Las catástrofes, causadas principalmente por fenómenos meteorológicos extremos ligados al cambio climático, se han duplicado en los últimos 20 años, causando la muerte de más de 1.2 millones de personas en el mundo desde 2000. La catástrofe climática está en curso, con temperaturas estivales sin precedentes en el hemisferio norte y en el sur (incluso en el Ártico y el Antártico), fuegos mortíferos, inviernos excepcionalmente templados y sin nieve en numerosas regiones, perturbación de las tempestades, fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y violentos. Su avance es más acelerado que lo proyectado, debido sobre todo a la subestimación de las retroacciones del calentamiento. Los fuegos monstruosos de Australia han precipitado el riesgo mayúsculo de desencadenar reacciones que desemboquen en un vuelco súbito e irreversible del régimen climático. Produciría en particular un aumento de varios metros en el nivel de los océanos, lo que traería consecuencias terribles para cientos de millones de seres humanos, principalmente en Asia y África, por no hablar de la desaparición de numerosos Estados insulares. 

2.    Mientras que la amenaza se acrecienta cada vez más, la decisión formal de la COP 21 (París) de “mantener el calentamiento netamente debajo de los 2°C mientras continúan los esfuerzos por no rebasar 1.5°C respecto de la era preindustrial” sigue sin aplicarse. La COP 24 (Katowicze) y la COP 25 (Madrid), patrocinadas siempre más por inversores capitalistas, concluyeron en fracasos. La responsabilidad principal recae en los gobiernos estadounidense, chino, brasileño y australiano, así como en el de Arabia Saudí y sus aliados del Golfo. Sin embargo, más allá de las maniobras de bloqueo negacionistas del cambio climático, lo que revelan esos fracasos es fundamentalmente la imposibilidad de la existencia de un capitalismo verde. El calentamiento no puede limitarse por debajo de 1.5°C (o incluso de 2°C) sin arrancar el mal de raíz : la acumulación capitalista basada en la bélica competencia por la ganancia, es decir, el modo capitalista de producción, distribución y consumo que se basa en la propiedad privada y la explotación de la fuerza de trabajo (lo que implica asimismo la explotación de los otros recursos naturales). 

3.    Para materializar el objetivo de la COP 21, las negociaciones deberían apuntar en primer lugar a cerrar la brecha existente entre el objetivo de 1.5°C adoptada en París, por un lado y, por otro, las contribuciones determinadas por país, sobre las cuales el GIEC proyecta un calentamiento de 3.3°C de aquí a finales del siglo. En su lugar, tropiezan desde hace cinco años con el establecimiento del “nuevo mecanismo de mercado” decidido en principio en París para dar mayores medios a remplazar las reducciones de emisiones por supuestas “inversiones limpias” que generen “derechos de emisión”. La experiencia acumulada desde el protocolo de Kyoto muestra que esos dispositivos no suelen ser más que medios para evitar reducir las emisiones, así como un neocolonialismo pintado de verde que acapara los bosques y otros recursos naturales a costas de las poblaciones. Empero, es justamente ese el desafío clave para los capitalistas : hacer creer a la opinión pública que luchan contra la catástrofe, mientras continúan con su obra de acumulación mediante el despojo y la destrucción de la biodiversidad. Antes de discutir cómo cerrar la brecha, los capitalistas y sus representantes políticos quieren conocer la amplitud de esas posibilidades y trincheras. Esa será la condición para el “aumento de las ambiciones”, lo que debería constituir el desafío mayor de la COP 26 (Glasgow).

4.    Más de un cuarto de siglo después de la Cumbre de la Tierra (Río, 1992) y la adopción de la convención marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático, las emisiones anuales de CO2 han aumentado un 60%. La concentración atmosférica de bióxido de carbono, en aumento constante, es hoy en día superior de un 50% de los niveles preindustriales y será pronto superior a los del Plioceno, hace entre 2,6 y 5,3 millones de años, cuando no había casquete glaciar permanente en el hemisferio norte y que el nivel de los océanos era 25 metros más elevado que hoy.
Sea en el marco de las COP o en otros, las negociaciones climáticas se subordinan a los imperativos del crecimiento capitalista y de las rivalidades geoestratégicas. Es ilusorio esperar de aquellas medidas objetivamente suficiente a una solución real, respetando la justicia social y climática Norte/Sur, dado que esta solución es incompatible con la acumulación capitalista. Por eso, apoyamos a Greta Thunberg, quién declaró durante la COP 25 en Madrid, la solución no saldrá de esas negociaciones, solo puede resultar de las luchas de los pueblos.

5.    Los años 2019-2020 atestiguaron un desarrollo espectacular del movimiento mundial por el clima con huelgas de bachilleratos, manifestaciones de masas en ocasiones muy nutridas (más de medio millón en Montreal), acciones de desobediencia civil, ocupaciones para bloquear inversiones fósiles, etc. La juventud, las mujeres, los pueblos indígenas y el campesinado confirman su papel motor. La eco-ansiedad ha permitido la eclosión de nuevas redes de activistas (FFF, Rise 2020, XR…) orientadas a la acción, principalmente en los países llamados “desarrollados”. En el mismo tiempo, los movimientos indígenas continuaron y, a menudo, intensificaron su organización contra el capitalismo extractivista y el aumento de robos de tierras, de semillas y de la destrucción de territorios donde vivieron durante siglos, en armonía relativa con la Pachá Mama. Los movimientos indígenas, lxs campesinxs y las mujeres encabezaron muchas luchas de masa en el mundo entero- Argentina, Chile, Ecuador, India etc.- en movimientos no centrados directamente en las reivindicaciones ecológicas. Sin embargo, son aliados esenciales para el movimiento para la justicia climática. En unos contextos, la solidaridad entre movimientos del Norte y del Sur se reforzó. 

 Frente a ello, los gobiernos –cuando dejan de funcionar sus intentos paternalistas de recuperación y cooptación en el dispositivo de la “gobernanza”– responden mediante calumnias, criminalización y represión. Sus formas son especialmente violentas con los pueblos indígenas y las comunidades rurales, cuyos numerosos activistas son asesinados, mientras que los destructores de bosques y otros contaminadores permanecen impunes. Fueron arrasados más de 11 mil km² de selva amazónica en doce meses, resultado directo de la política extractivista y pro agroindustrial de Bolsonaro, que sacó provecho de la pandemia para actuar cuando el mundo miraba hacia otro lado. La aceleración de la deforestación y la multiplicación de los incendios nos acercan a un “desplome” irreversible de la Amazonía. La Cuarta Internacional hace un llamado a la solidaridad más amplia con las víctimas de la represión y del proyecto genocida contra los pueblos autóctonos. Apoya cada iniciativa con voluntad de boicotear las empresas multinacionales o locales implicadas en la destrucción de la Amazonia. Considerando la importancia decisiva de la selva amazónica para el equilibrio ecológico del planeta, la Cuarta llama a movilizaciones internacionales de apoyo a las poblaciones que intentan resistir al proyecto ecocidio del gobierno brasileño. Apoya la campaña en contra de los acuerdos de libre-comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, que tendrían consecuencias dramáticas para la Amazonia. 

6.    La única posibilidad realista de detener la catástrofe es trabajar sin descanso por una movilización mundial de masas, sostenida en el largo plazo. Hay que actuar por reunir a todos los movimientos de las y los explotados y de las y los oprimidos para que salgan a las calles decenas de millones, cientos de millones. En lugar de ofrecer consejos a quienes toman las decisiones, como acostumbran unas grandes asociaciones ambientales, hay que desacreditarlos y desestabilizarlos ética, social y políticamente. No será sino cuando la clase dominante vea su dominación amenazada que ciertas corrientes dentro de su seno considerarán abandonar la idea neoliberal del mercado todopoderoso para empezar a adoptar medidas de regulación que son indispensables para atajar, así sea parcialmente, el frenesí productivista. Medidas parciales contribuirán a reforzar la confianza del movimiento social en su capacidad para avanzar en la vía de “cambiar el sistema, no el clima”. Fue en este sentido que la Cuarta Internacional llama a organizar las movilizaciones con ocasión de la COP 26, incluso movilizaciones lo más grande posible en Glasgow, si las condiciones de la pandemia lo permiten.

Esta nueva dinámica en el movimiento climático ya tomó una casilla de salida prometedora. La convocación de la Coalición Cop 26 para “From the Ground Up” en noviembre de 2020 permitió registrar más de 8000 militantes, con muchas personas del Sur, para cinco días de conversación, la mayoría con una base radical, a menudo anticapitalista y ecosocialista. Esto indica posibilidades de juntar movimientos del Sur y del Norte, sindicalistas y militantes de acción directa para ir hacia esta dirección.

El proceso del Galsgow Agreement, que es una plataforma de acción y de articulación estratégica para la justicia climática, que cuenta con más de 30 organizaciones y colectivos de 40 países de 4 continentes. Este acuerdo integra un programa político para la justicia climática, totalmente alineado con el ecosocialismo y la acción directa de masa tanto en el nivel local como internacional.

7.    La derrota de Trump, la crisis sanitar y sus efectos en la producción, aunque también la mejoría de la competitividad de los renovables, en particular en la generación de electricidad mediante energía solar (la solar fotovoltaica y la eólica en tierra son ahora menos caras que el carbón y el petróleo, y pronto aventajarán al gas) : todos estos acontecimientos de los últimos meses modifican la ecuación. Ya ahora, el programa de Biden, el Green Deal europeo y las declaraciones de Beijing comparten el propósito de lograr “emisiones netas de CO2 a nivel cero para 2050”. Parece probable que Estados Unidos, China y la Unión Europea converjan en la COP 26 en relanzar el “capitalismo verde”, como se había decidido en la COP 21.

No obstante, esta convergencia está por debajo de los compromisos requeridos para no rebasar el aumento de 1.5°C. Según el GIEC, para alcanzar este objetivo, las emisiones netas deben bajar 58% mundialmente para 2030 y 65% por lo menos en la Unión Europea y más aún en Estados Unidos.
Además, cero emisiones netas no son cero emisiones, sino una “neutralidad en carbono” compatible con el productivismo capitalista que implica recurrir a soluciones falsas, como la energía nuclear, diversas tecnologías de emisiones negativas con captura de bióxido de carbono, diferentes mecanismos de compensación que van en detrimento de los países del Sur y sus pueblos, incluyendo el despliegue de la geoingeniería. Esta política climática, resueltamente anclada en el mercado y la competencia, aparentemente ambiciosa, le da la espalda al principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y pone en movimiento una nueva fase de imperialismo verde. Sobre todo, se inscribe sin decirlo en un escenario insensato : el de “superación temporal” del umbral de 1.5°C de aquí a 2050, para después avanzar hacia un hipotético enfriamiento mediante el empleo de tecnologías de emisiones negativas. Aún suponiendo posible dicho enfriamiento tecnológico, la situación es tan grave que hay altas probabilidades de que ocurra un viraje irreversible durante la llamada “superación temporal” del límite. Jamás el antagonismo absoluto entre acumulación capitalista y los límites del planeta había sido tan evidente. Amenaza directamente la supervivencia física de cientos de millones de seres humanos y condena a los demás (y a sus hijas e hijos) a vivir en un mundo devastado, en una biodiversidad desfondada. 

8.    La solución de la contradicción entre nivel de conciencia y necesidad objetiva no reside en identificar una reivindicación inmediata que tienda el puente entre, por un lado, lo que parece políticamente realizable en la coyuntura actual y, por el otro, el programa anticapitalista radical objetivamente necesario para detener la catástrofe. Tampoco consiste en abandonar artificialmente peticiones basadas en los principios revolucionario y ecosocialistas por estar desfasadas con el movimiento de masas. La clave radica en que el movimiento adopte un conjunto de exigencias intransigentes basadas tanto en diagnósticos científicos reconocidos (sin exageraciones catastrofistas) como en los principios de justicia social, igualdad de derechos, emancipación y democracia, y en el derecho de las generaciones futuras a heredar un buen planeta en el cual vivir.

La Cuarta Internacional propuso al movimiento concretizar esta fórmula para adoptar una actitud de desafío, frente a quienes toman las decisiones, en torno de los siguientes puntos :
–    Realizar planes para reducir las emisiones en los distintos sectores de transporte, construcción, energía y agricultura de manera que se mantenga el calentamiento por debajo de la elevación de 1.5°C.
–    Rechazar la idea de la “superación temporal”. Por ejemplo, el GIEC sitúa el punto de inflexión del casquete glaciar entre 1.5 y 2°C. De rebasar estos límites, ningún enfriamiento posterior permitirá volver atrás.
–    Luchar contra las tecnologías peligrosas (nuclear, transgénicos, geoingeniería, bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, BECCS por su nombre en inglés). Ninguna captura y almacenamiento pueden servir de excusa para seguir explotando las energías fósiles.
–    Respetar a los pueblos del Sur Global y en particular a los pueblos indígenas, lo que implica el fin de los mecanismos de compensación. Tales mecanismos ponen en el Sur Global la carga de las compensaciones por las emisiones globales de gases a efecto invernadero emitidas por los más ricos, en su propio beneficio, mientras expropian tierras y bosques a los pueblos.

8. La política aborrece el vacío. Y al rellenar este vacío, el movimiento de massa favorecerá las recomposiciones políticas y los esbozos de alternativas, concretizando la posibilidad de construir otro futuro. El “Green New Deal” propuesto por Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortéz a los EE-UU debe ser visto en este cuadro. Este Green New Deal no es un programa suficiente para parar la catástrofe: entre otras cosas, no implica rupturas con la dinámica capitalista de acumulación, y no cuestiona los mecanismos neo-coloniales, como la compensación de carbono. Sin embargo, contrariamente a su sustituto propuesto por la Comisión de la Unión Europea, el Green New Deal es un proyecto, y este proyecto desea resolver tanto la crisis social (el empleo, los ingresos, las condiciones laborales) como la crisis ecológica/climática. Ambas características importantes hacen del Green New Deal un evento político y una palanca para ampliar el debate sobre los recursos para parar la catástrofe. En cuanto a esto, el impacto de la propuesta en el movimiento laboral es particularmente importante y tiene que ser privilegiado. 

9.    Evidentemente, no se cambiará el modo de producción sin las y los productores y menos aún en su contra. Es decir, la cuestión estratégica mayor es, más que nunca, la de que el movimiento obrero asuma el compromiso de la lucha por el clima y contra la catástrofe ecológica en general. Durante el último período han ocurrido algunos acontecimientos limitados, pero significativos, que merecen ser divulgados, ya que muestran que este compromiso es posible. Por ejemplo, los “chalecos amarillos” en Francia y el movimiento por el clima han convergido en la lucha contra el gobierno de Macron ; las y los trabajadores altamente calificados de la sede central de Amazon en Seattle desafiaron a Jeff Bezos al ponerse en huelga, se manifestaron por la convocatoria de Greta Thunberg, y exigieron que la empresa se comprometa a salvar el clima ; en Suiza, en el cantón de Ginebra, responsables sindicales colaboraron estrechamente con el movimiento juvenil por el clima y el movimiento feminista en la preparación de la “huelga por el futuro” del 15 de mayo de 2020 ; la pandemia y el confinamiento reposan sobre la cuestión de las producciones inútiles que pueden y deben detenerse, y sobre actividades indispensables, pero desvalorizadas, de apoyo a la vida que son efectuadas en su gran mayoría por mujeres. La Cuarta Internacional llama al sindicalismo de izquierda a apoyarse en este tipo de iniciativas y reflexiones para extender la conciencia entre sus camaradas de trabajo con el propósito de que se comprometan con las luchas ecosociales. La meta a seguir consiste en llevar al movimiento obrero a establecer su propia agenda de reivindicaciones a partir de la forma en que el cambio climático afecta a las y los trabajadores, tanto en sus condiciones de trabajo como de su existencia en general, y a organizarse para una “transición justa” que significa algo.

10. Para resumir, la Cuarta Internacional convoca sus secciones y simpatizantes a organizar la movilización lo más fuerte posible para la COP26 en Glasgow a finales del año, y antes, a lo largo de todo este mismo.

La Cuarta Internacional reafirma que sea imperativo realizar reducciones de emisiones necesarias para mantener el aumento de la temperatura bajo del 1,5 grados. Esto incluye la adopción de un nuevo conjunto de contribuciones muchas más radicales en el nivel nacional, con un calendario centrado en la próxima década y no en 2050, y una transferencia masiva de dinero hacia el Sur para financiar la justicia climática. 

Respecto a la COP26, se trata de construir movilizaciones para plantear un desafío a las elites a actuar para invertir la tendencia actual y de rechazar sus excusas para no hacerlo. Los gobiernos pueden pronto suministrar cambios mayores cuando deciden hacerlo- por ejemplo, para hacer la guerra, pueden convertir sus ahorros en unos meses. La propia crisis del Covid nos enseñó que los gobiernos pueden encontrar enormes sumas de dinero cuando deciden hacerlo. ¡Qué lo hagan para el clima!

Los puntos de apoyo y las propuestas para la movilización son las siguientes: 
a) La segunda edición del evento de la Coalición COP26, “From The Ground Up” al fin de marzo, esta vez intitulada “Taking Action Now”, cuyo objetivo será desarrollar planes de movilización, al nivel local y mundial. 
b) Una movilización máxima para la propia COP de Galsgow. En función de las posibilidades, esto podría incluir manifestaciones físicas en Glasgow, y en otras partes del mundo, acciones descentralizadas y una convergencia en linea si un cumbre de los pueblos en Glasgow no fuese posible. 
c) La actividad de la red “Glasgow Agreement”.
d) La propuesta de una huelga mundial para el clima por el “Golbal Ecosocialist Network” en relación con la COP26 en noviembre de 2021.

Partiendo de la actividad y de las perspectivas en los distintos países, una asamblea específica aportará una precisión sobre nuestras propuestas para la construcción de una movilización. 

24 de febrero 2021

Resolución adoptada (52 a favor, 4 NV) por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional

ECOLOGISTAS EN ACCIÓN NAVARRA – EKOLOGISTAK MARTXAN NAFARROA DENUNCIA EL APOYO DEL GOBIERNO DE NAVARRA A LOS CULTIVOS – ENSAYOS CON TRANSGÉNICOS

Recordamos que el acuerdo programático que sustenta el actual Gobierno dice textualmente: “Avanzar en la eliminación de transgénicos”

Según informaciones a las que ha tenido acceso nuestra organización, el pasado mes de marzo de 2017 la empresa pública del Gobierno de Navarra, Instituto Navarro de Infraestructuras y Tecnologías Agroalimentarias (INTIA) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas – Instituto de Agrobiotecnología firmaron una acuerdo para realizar un ensayo de cultivo de patatas modificadas genéticamente (OMG) en la Finca Experimental de Montes de Cierzo propiedad del Gobierno de Navarra.

El estado español es el paraíso transgénico de Europa, es el único país de la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala mientras la mayoría de nuestros vecinos han prohibido su cultivo. Sin embargo, la falta de información al respecto es tan grande que no se sabe cuántos transgénicos se cultivan en nuestro territorio ni dónde. Ya de por sí los datos de la administración estatal no coinciden con los de las Comunidades Autónomas. Hemos acogido durante años más de la mitad de los experimentos transgénicos en Europa. Además de ser las puertas de estos cultivos, somos su campo experimental. España acoge el 67% de los ensayos experimentales al aire libre con cultivos modificados genéticamente, según la información publicada por el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC). Hasta 2010 no se había hecho pública su localización, pese a los graves riesgos que suponen estos experimentos.

Mientras tanto otras regiones europeas están tomando un camino muy distinto, desde mediados de 2010, más de 170 regiones europeas y 4.700 gobiernos o entidades locales se habían declarado Zonas Libres de Transgénicos ( http://www.gmo-free-regions.org/ ), ejerciendo así su derecho soberano a proteger su economía, su medio ambiente y la salud de sus habitantes. En la actualidad, la Unión Europea (UE) tan sólo permite el cultivo comercial de un tipo de maíz transgénico (MON810), siendo España su mayor productor, con pequeñas superficies cultivadas en otros cinco países. Alemania, Francia, Austria, Hungría, Grecia, Luxemburgo, Polonia y Bulgaria han prohibido su cultivo. (http://www.observatorio-omg.org/system/files/Cuadernillo%20Zonas%20Libres%20de%20Transg%C3%A9nicos.pdf ). Por citar un ejemplo similara la caso que nos ocupa, Alemania autorizó por un breve tiempo el cultivo de una patata OMG y posteriormente en 2013 revocó dicha autorización.

La nueva legislación europea, la Directiva (UE) 2015/412, consagra la posibilidad de que los Estados miembros restrinjan o prohíban el cultivo de transgénicos en la totalidad o parte de su territorio y es por ello una herramienta fundamental para impedir la propagación de este tipo de cultivos.

Cinco Comunidades Autónomas se mantienen libres de cultivo de maíz transgénico: País Vasco, Principado de Asturias, Cantabria, Castilla y León y las Islas Canarias y en otras la superficie sembrada es ínfima, por lo que es muy fácil desandar el camino.

Las Zonas Libres de Transgénicos son espacios en donde los transgénicos no tienen cabida.  En  ellas  no se permite el cultivo de variedades  transgénicas  ni se admiten alimentos manipulados genéticamente. Pueden ser campos de cultivo, espacios  naturales  protegidos,  locales  públicos  o  comerciales, municipios, regiones o países enteros. Varios  países  de  la UE han prohibido  oficialmente el cultivo de transgénicos en su territorio.

Tras más de 20 veinte años después de su introducción en los mercados, las grandes promesas de los cultivos transgénicos están muy lejos de hacerse realidad:

–  Ni han aumentado el rendimiento de los cultivos

–  Ni han mejorado la calidad de los alimentos y del medio ambiente

–  Ni han contribuido a solucionar el problema del hambre del mundo

Por el contrario, en los principales países productores los cultivos transgénicos están dando lugar a una preocupante invasión de malezas resistentes y superplagas y ocasionando problemas agronómicos, y numerosos informes ponen de manifiesto sus riesgos económicos, ecológicos y sanitarios.

En realidad, los cultivos transgénicos que se comercializan hoy día han sido diseñados con el objetivo de aumentar las ganancias de la industria química y farmacéutica que controla gran parte de la investigación biotecnológica, más preocupada por recuperar las cuantiosas inversiones realizadas que por los beneficios para la sociedad. Unas pocas empresas acaparan el 100% del mercado de semillas transgénicas: Dupont, Bayer, Monsanto, Syngenta, BASF y Dow. Pero además, controlan casi toda la investigación en biotecnología y el 76% de las ventas de herbicidas y pesticidas a nivel mundial.

Por otra parte, la contaminación transgénica de los campos de los agricultores y de toda la cadena alimentaria constituye una seria amenaza, pues se ha demostrado que no es posible controlar la multiplicación y diseminación de los organismos modificados genéticamente (OMG) una vez liberados en el entorno. Ya a finales de 2001, el Consejo de la Producción Agraria Ecológica de Navarra (CPAEN) detectó la presencia de OMG en las cosechas de dos explotaciones ecológicas de maíz. Cada vez es más evidente que los OMG pueden tener impactos graves y que las consecuencias de su dispersión pueden depararnos desagradables sorpresas. Por todo ello, algunos gobiernos han resuelto prohibir determinados OMG en su territorio y un número creciente de regiones europeas está adoptando disposiciones para declararse Zonas Libres de Transgénicos.

Ecologistas en Acción Navarra – Ekologistak Martxan Nafarroa solicita al Departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y  Administración Local del Gobierno de Navarra, responsable de las autorizaciones, la revocación de esta autorización y  declarar a Navarra ZONA LIBRE DE TRANSGÉNICOS, así como que se haga pública la lista de lugares donde se han cultivado y se cultivan, con fines comerciales o de experimentación estos organismos modificados genéticamente (OGM).