Algo huele podrido en la Diputación de Bizkaia

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Actualmente una de cada cinco personas residentes en Bizkaia es mayor de 65 años. Son nuestras personas mayores, las que con su trabajo y esfuerzo han generado cuanta riqueza y bienestar se ha producido en Bizkaia hasta hoy. La responsabilidad de la atención y cuidado de estas personas le corresponde a la Diputación Foral de Bizkaia. Y es especialmente, a su diputado general, del PNV-EAJ, Unai Rementeria. A quien se le ha asignado velar por garantizar la calidad  del servicio de cuidados a la dependencia de las personas mayores. Pero, por desgracia, este servicio de atención es concertado con las Residencias privadas y no satisface ni a usuarias, ni a familiares, ni especialmente, a las trabajadoras de las residencias encargadas de llevarlo a cabo, que llevan mas de un año de huelga denunciando su precariedad y deterioro.

A las alturas de este siglo XXI deberíamos de contar con un servicio público, universal y de calidad, pero no es así. Unai Rementeria esta orgulloso del servicio que ha establecido de “Concertación” y de las cláusulas de licitación y sociales que aprobadas para su gestión por las patronales de las Residencias privadas adjudicatarias de dicho servicio.  (DEIA, 16 julio 2017)

La concertación con estas patronales es un negocio redondo para los “amigos”. Responde a una forma determinada de “capitalismo clientelar de amiguetes y de entidades varias” que se benefician de la gestión del PNV-EAJ. Es decir, a los propietarios de las residencias privadas se les asignan, del dinero publico, de toda la ciudadania, unas suculentas cantidades que van a parar a sus bolsillos privados, aumentado los costos del servicio. Así con el apoyo de la Diputación las empresas obtienen unos cuantiosos beneficios millonarios por su prestación. E incluso se siguen engordando durante la huelga de las mujeres trabajadoras, se calcula que 4 millones de euros se han retraído de sus salarios y han sido “regalados” a las patronales a cambio de “nada”. Es evidente, que “algo huele a podrido” cuando el cuidado de nuestros mayores se convierte en un buen negocio para unos pocos bien situados en torno a un partido y en un severo perjuicio para las personas que desempeñan su trabajo en condiciones de superexplotación y con las consiguientes consecuencias de degradación de las atenciones que pueden prestar.

Se conoce que el señor Rementeria no ha tenido que cambiarle el pañal a su anciana madre en 3 minutos, ni levantar y asear en 7 minutos a su anciano padre. Tampoco habrá caído en la cuenta, entre sus múltiples ocupaciones, de la importancia que tiene disponer del tiempo necesario, suficiente y adecuado para escuchar, tender una mano y prestar cariño a las personas ancianas. Esperemos que cuando se de cuenta de esta importancia, ya no sea demasiado mayor. La falta escandalosa de personal, servicios cronometrados, jornadas agotadoras, los contratos parciales, los salarios de 1000 euros, etc No son para estar orgulloso de los servicios que se prestan, señor Rementeria ni las mujeres que realizan este trabajo han de ser infravaloradas o invisibilizadas, ni las personas ancianas usuarias han de estar condenadas a un parking terminal.

Las trabajadoras de las residencias privadas llevan mas de un año y mas de 110 días de huelga sin ser escuchadas, ni por la diputación, ni por las patronales. Tampoco se escuchan las protestas de los familiares de las residentes que las apoyan. Son mas de 5000 trabajadoras de Residencias y Centros de día que no piden la luna, sino una adecuación digna de las condiciones de trabajo, para poder prestar un servicio de calidad.

Si partimos de que en las residencias públicas hay el doble personal que en las privadas, se necesita ya reducir las cargas de trabajo para mejorar la atención de los cuidados. Se necesita una jornada de 35 horas y mas personal (mejora de las ratios). Se necesita conseguir que los salarios alcancen los 1200 euros corrigiendo la desigualdad con el sector público. Se necesita una mejor cobertura en caso de baja… En definitiva, se necesita que rijan unas condiciones básicas para un trabajo digno y así poder prestar un servicio verdaderamente de calidad.

Tengamos en cuenta que la atención a la dependencia en una sociedad como la nuestra cada vez mas envejecida es de vital importancia. Las trabajadoras de las residencias privadas no solo se merecen una solución digna ya, junto a nuestra solidaridad. Se merecen un total apoyo a su lucha, porque lo que esta en juego es la dignidad y la calidad de nuestras vidas. Nos están quitando en este presente el bienestar de nuestro futuro como ciudadanas y ciudadanos de Bizkaia.

Marcelino Fraile Caba – Trabajador de la enseñanza

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