(Abdel Raphi)
El Consejo de Seguridad argelino ha pasado de la ofensiva a la agresividad. Esta estructura, producto de la gestión de seguridad del país, decidió que el Mak (organización independentista de Kabilia) y Rachad (organización islamista) son dos organizaciones terroristas. Una pantalla eficaz para engañar a la opinión pública, reprimir a los opositores y enterrar al hirak.
Bajo el pretexto de una investigación para encontrar a quienes asesinaron a Djamel Bensmail, el joven quemado vivo de Miliana, los servicios de seguridad arrestan a cualquiera que tenga algún tipo de relación con el Mak en Kabilia. El Presidente del Consejo Mundial Amazigh, un ciudadano de Tizi Ouzou, acaba de ser arrestado. En total, más de 80 arrestos según el fiscal.
¿Dónde están las reglas de independencia del poder judicial? ¿Dónde está la presunción de inocencia? ¡El verdugo está listo y la gente debe aplaudir! Es el artículo 87 bis [modificaciones legales establecidas en junio de 2021 que amplían la definición de lo que es terrorismo ndt] el que impulsa el acoso judicial contra Mak y Rachad. Se está produciendo un condicionamiento para “makizar” o “rachadizar” cualquier pensamiento crítico. Las y los periodistas, blogueros, influencers y toda la gente activa en los medios sociales, por no hablar de los actores políticos y asociativos del hirak están en alerta, la espada de Damocles del 87 bis está ahí.
Argelia no sufre por culpa del Mak, del Rachad ni por los delirios de las redes sociales. Demonizarlos, como fue demonizado el FFS en 1963 o el FIS en 1990, produce claramente el efecto opuesto. Nuestro país sufre de una denegación de ley y justicia. Sufre de desigualdades sociales e injusticias. Sufre de depredación y corrupción. Sufre de la ausencia de un proyecto económico y social en línea con las necesidades y expectativas sociales. Argelia sufre la marginación de las y los jóvenes, la gran mayoría de los cuales tienen un alto nivel de estudios. A la desesperación social se añade el impacto mental y psicológico de una pandemia reducida al confinamiento y la arbitrariedad de la toma de decisiones públicas.
“Que todos se vayan”
El hirak iba en el sentido de la historia cuando lanzó su famoso “Yetnehaw ga3” (“Que todos se vayan”) dando una dimensión sistémica a esta crisis que Argelia está experimentando. Ni el Mak ni el Rachad y mucho menos el FIS, los partidos regionalistas, las docenas de partidos prefabricados fueron actores anticrisis, que plantearan escenarios alternativos para el país. El campo político debe reinventarse. El pensamiento crítico debe reconstruirse y la soberanía popular debe ejercerse en un contexto de cultura democrática. Argelia ya no puede ser administrada por núcleos opacos de tomadores de decisiones militares o civiles. Ya no podemos reducir la ideología a lo religioso o lo identitario, obsesiones de una sociedad aculturizada y desintelectualizada. Ya no podemos seguir esperando una perspectiva de modernidad y progreso social desde la globalización liberal y capitalista porque sus tomadores de decisiones se adaptan a todas nuestras “desviaciones” políticas e ideológicas por razones de geoestrategia y de los intereses de las multinacionales que lo mercantilizan todo, incluidas nuestras vidas.
El hirak no está muerto. Un ciclo de movimiento popular se ha cerrado bajo la presión de la represión, el artículo 87 bis y el covid, en un contexto de manipulación y unilateralismo administrativo. Los cientos de muertos en nuestros pueblos de Kabilia, el abyecto asesinato de Djamel Bensmail, las decenas de presas y presos de opinión injustamente encarcelados, los cientos de muertes covid víctimas del estado ruinoso de nuestra salud pública: todas y todos serán nuestra mala conciencia, la expresión de nuestra impotencia. Hay que decir que cuando no hay contrapoderes, contrapesos a poderes autoritarios que le dan la espalda a las libertades políticas e individuales, un país es permeable a todos los excesos, incluidos los totalitarios.
Hay que enterrar el liberticida artículo 87 bis. Las mediaciones y puentes con la sociedad plural que somos deben reconstruirse sobre bases democráticas. Las políticas públicas deben cambiar radicalmente de rumbo y poner fin a este neoliberalismo destructivo. Los actores políticos y sociales deben ser liberados de cualquier presión o represión.
Hebdo L’Anticapitaliste – 580 (09/02/2021)
Traducción: F.E. para antikapitalistak.org