El 1 de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista, presidente de Cuba, renunció y huyó del país. Tomó tal decisión a partir del avance de las fuerzas revolucionarias, lideradas por el Movimiento 26 de Julio, que liberaron la ciudad de Santa Clara el 31 de diciembre.
Informados de la caída de Batista, los rebeldes marcharon hacia la capital, La Habana. No encontraron obstáculos en el camino. Fidel Castro entró en la ciudad el 8 de enero, siendo calurosamente recibido por miles de personas.
Fue la primera revolución socialista victoriosa en América Latina, realizada en un pequeño país que hasta entonces era tratado como el “patio trasero” de Estados Unidos. Su ejemplo inspiró -y aún inspira- a miles de personas alrededor del mundo, a pesar de sus límites y problemas.
Para marcar la fecha, publicamos abajo el extracto de una entrevista concedida por Ernest Mandel, economista y dirigente revolucionario, sobre la importancia de la revolución cubana:
Sobre la revolución cubana, 1 de enero de 1959
La revolución cubana ocupa un lugar excepcional en la historia de las revoluciones de posguerra. Es la única revolución victoriosa que no fue liderada por una fuerza originaria de la Internacional Comunista estalinista e influenciada por el estalinismo, al menos en la educación teórica básica de sus cuadros dirigentes. De hecho, como bien se sabía a fines de la década de 1950 y principios de la década de 1960 (pero está siendo olvidado en los círculos de izquierda de hoy), los estalinistas cubanos se opusieron insistentemente al Movimiento 26 de Julio en su fase inicial, ya la guerrilla urbana y rural del Directorio Revolucionario. En el año 1958 participaron en las “elecciones” forjadas de Batista. También ofrecieron ayuda a la dictadura de Batista en más de una ocasión, sabotearon abiertamente la huelga solicitada por Fidel en 1958 y participar en las “elecciones” forjadas de Batista. Incluso después de que el Movimiento 26 de Julio tomó el poder,
Varias características esenciales de la revolución cubana han sido mal interpretadas y hoy necesitan un nuevo énfasis. Primero, aunque es cierto que la derrota del ejército de Batista por las guerrillas fidelistas fuera una condición previa necesaria para la victoria de la revolución, no era suficiente por sí sola. Hay más de un ejemplo, en la historia de América Latina, del derrocamiento de una dictadura reaccionaria, e incluso de la destrucción de gran parte de su ejército, sin expropiación de la clase dominante y demolición de su poder político. Es relativamente fácil, en un país semi-colonial, reconstruir un ejército burgués, o, de cualquier modo, más fácil que en un país capitalista adelantado. Esto fue tentado, en realidad, en Cuba después de que el Movimiento 26 de Julio tomó el control de La Habana; fue incluso dirigido por el recién nombrado presidente de la república. Pero una enorme movilización de masa, iniciada por la huelga general de 1-2 de enero de 1959 y por la decisión de promover una revolución agraria radical, destruyó esos intentos, como destruyó también la máquina burguesa. Este proceso fue acompañado por una división del Movimiento 26 de Julio en alas pro-burguesa y pro-socialista (es decir, proletaria). Estas importantes luchas de clases de 1959 y 1960, combinadas con la victoria del ala proletaria, provocaron la destrucción total de la máquina estatal burguesa y el establecimiento del Estado cubano de los trabajadores, que no fue, en modo alguno, el producto automático o inevitable de la victoria de la lucha de guerrillas. Este proceso fue acompañado por una división del Movimiento 26 de Julio en alas pro-burguesa y pro-socialista (es decir, proletaria). Estas importantes luchas de clases de 1959 y 1960, combinadas con la victoria del ala proletaria, provocaron la destrucción total de la máquina estatal burguesa y el establecimiento del Estado cubano de los trabajadores, que no fue, en modo alguno, el producto automático o inevitable de la victoria de la lucha de guerrillas. Este proceso fue acompañado por una división del Movimiento 26 de Julio en alas pro-burguesa y pro-socialista (es decir, proletaria). Estas importantes luchas de clases de 1959 y 1960, combinadas con la victoria del ala proletaria, provocaron la destrucción total de la máquina estatal burguesa y el establecimiento del Estado cubano de los trabajadores, que no fue, en modo alguno, el producto automático o inevitable de la victoria de la lucha de guerrillas.
De la misma forma, aunque es cierto que el imperialismo americano fue sorprendido por la evolución política del movimiento fidelista inmediatamente después de su entrada en La Habana, Washington reaccionó brutal y rápidamente, cuando la dinámica antiimperialista y anticapitalista de las movilizaciones masivas y su liderazgo se hizo evidente . El factor decisivo para impedir una intervención masiva de los soldados estadounidenses fue la ola de solidaridad internacional a la revolución cubana, especialmente en la propia América Latina. Y cualquier invasión directa de Estados Unidos amenazaba con inflamar todo el continente, riesgo que Eisenhower y, más tarde, Kennedy no se atrevieron a correr. Por eso, y no debido a un error de juicio de la situación, que el imperialismo estadounidense prefirió actuar a través de mercenarios, saboteadores y operaciones de mando, de las cuales la invasión de 1961 fue el punto culminante. Pero esas operaciones, que acabaron teniendo éxito en Guatemala en 1954, no pudieron hacer retroceder una revolución que había movilizado literalmente a cientos de miles de hombres y mujeres. La razón histórica de la derrota del imperialismo en Cuba está en esas movilizaciones y en el rumbo tomado por el liderazgo fidelista, y no en los supuestos errores de Washington.
Finalmente, la revolución cubana se caracterizó desde el principio por una intensa actividad de masa, de organización y de espontaneidad revolucionaria, mucho más allá de todo lo que se había visto desde la revolución española de 1936-37. El aspecto creativo de la acción de masa y de la libertad fue evidente en muchos sectores, desde la transformación de aldeas de La Habana en dormitorios para chicos y chicas del campo que estaban estudiando en la capital, hasta la verdadera explosión de arte revolucionario, las milicias armadas (que, que incluían mujeres) organizadas para mantener guardia en edificios públicos, la gigantesca campaña para acabar con el analfabetismo, la abolición radical de los alquileres y los pagos por los servicios públicos, la maciza redistribución de los bienes de consumo en beneficio de las capas más pobres del campesinado y del proletariado rural .
Aunque este proceso implicaba grandes movilizaciones masivas y un esfuerzo de educación política masiva, como raramente se había visto, su debilidad básica fue la falta de poder institucionalizado de los trabajadores, en otras palabras, la falta de soviets. Los Comités de Defensa de la Revolución podrían haberse transformado en núcleos de soviets auténticos, pero no evolucionaron en ese sentido. Surgió un gran hiato entre, por un lado, la movilización de masa y la popularidad de Fidel y, por otro, la línea revolucionaria del Che y el ejercicio real del poder. Las debilidades del liderazgo fidelista fueron, en cuanto a eso, reveladoras. La máquina del PSP fue capaz de infiltrarse gradualmente en aquella laguna, incorporando e integrando, cada vez más, sucesivas capas del movimiento revolucionario,
Mientras tanto, la burocracia soviética evaluaba con argucia la situación como menos peligrosa para sus intereses de lo que podría haber parecido inicialmemte. Moscú apoyó a Cuba revolucionaria contra el imperialismo de Estados Unidos, ganando con ello prestigio en América Latina e influencia en la propia isla. El liderazgo revolucionario cubano continuó disponiendo de cierto margen de acción tanto en las experiencias internas como en las iniciativas internacionales, pero la influencia soviética creció, teniendo en vista principalmente las subvenciones a la economía cubana contra el bloqueo imperialista. Mientras tanto, un número creciente de funcionarios de la máquina estatal, de la máquina partidista y de las fuerzas armadas cubanas eran entrenados y educados políticamente en la URSS. Esto estimuló mucho el proceso de establecimiento del control burocrático y sofocación de la iniciativa revolucionaria de masa. La tendencia en este sentido se hizo especialmente clara a partir de 1967.
– Ernest Mandel (Entrevista en este libro “actual marxismo revolucionario” (Zahar, 1981), Capítulo 2 -. “La revolución permanente en el Tercer Mundo” elemento “Cuba 1959-1979”, p 95-97) * Este pasaje es respuesta a la siguiente pregunta: “Uno de los ejemplos más notables de un proceso real de revolución permanente ocurrió en Cuba. La revolución cubana celebró recientemente el 20 ° aniversario de su victoria. ¿Cómo evaluar la importancia de esa victoria, veinte años después?