Nos encontramos de nuevo ante otro 25N, día internacional contra las violencias machistas. Hoy no es sólo un día de conmemoración, es un día de lucha, un día en que se visibilizan todas las resistencias ante las violencias machistas. Es un día para recordar que, como venimos denunciando desde hace años, además de las violencias directas existen violencias estructurales que condicionan nuestras vidas. Las violencias machistas no se pueden reducir sólo a los asesinatos, ni a las violencias dentro de las relaciones de pareja. También debe ser un día para reivindicar que somos mujeres organizadas que seguiremos defendiendo el derecho de todas y cada una de nosotras a caminar libres y fuera del yugo patriarcal que nos oprime.
Este 25N volveremos a escuchar desde las instituciones públicas y líderes políticos su rechazo a la violencia machista, además de dejarnos clara su voluntad de asumir compromisos para erradicar este tipo de violencia. A la vista de este aumento y la falta de respuesta social e institucional a éstas, es evidente que los medios institucionales para frenar el crecimiento del machismo son claramente insuficientes. Las violencias machistas forman parte del patriarcado y se potencian cuando la variable género se entrecruza con otras.
Denunciamos por lo tanto las prácticas de discriminación y violencia institucional generadas por actuaciones u omisiones machistas, LGBTI+fóbicas, racistas, xenófobas y clasistas. Observamos con estupor el aumento de las violencias machistas contra colectivos que no cumplen con la norma heteropatriarcal blanca, donde la extrema derecha en sus diferentes formas ha puesto su punto de mira.
Este año no podemos ignorar la masacre en Palestina, donde miles de personas están siendo asesinadas y las mujeres, una vez más, se ven obligadas a poner su cuerpo y su vida en la primera línea, protegiendo a sus hijos y resistiendo en un contexto de violencia y opresión. Es imprescindible visibilizar el impacto desproporcionado que esta guerra tiene sobre ellas, quienes enfrentan no solo la pérdida y el dolor, sino también la carga de sostener la vida y la comunidad en medio del caos.
Las palestinas están demostrando, una vez más, su resistencia. A pesar de que a menudo se las quiere encasillar en la imagen de víctimas pasivas, la fuerza que han demostrado estos meses rompe esta imagen falsa. Desde que empezó el genocidio las hemos visto organizando la ayuda humanitaria y los refugios, como personal médico en los hospitales y arriesgando sus vidas para ejercer el periodismo e informar desde primera línea. Como feministas internacionalistas defendemos el derecho a la resistencia y autodefensa de las mujeres palestinas. Ellas siempre han formado parte de la resistencia al colonialismo israelí.
¡Por una sociedad feminista, anticapitalista y antirracista!
¡VIVA LA LUCHA FEMINISTA!